Capítulo 36
Patrick
Mathew Ilya.
No estoy realmente sorprendido de ello, el cabrón fue trasladado de la IMS1 por sospecha de fraude, no había pruebas, pero supongo que tenían la razón. El problema es el motivo. Sólo le dije que follaba mal, no es algo de peso como para querer matar.
Sí, supongo que no es conmigo el problema, pero Maddox tampoco tiene idea de quién es su madre o el paradero del maldito hijo de puta. Ahora está jodidamente desaparecido, por lo que Azael y yo estamos fuera de castigo.
Gracias al cielo, el problema es que sigo en casa de mis padres.
—¿Ya sabes las nuevas noticias? —miro a mi hermano sin interés.
—No me interesa, no me digas nada.
—Es sobre tus amantes.
—¿Qué les pasa? —gruño, incorporándome en el sofá, Azael se echa a reír.
—¿Ahora si estás interesado?
—No jodas. ¿Qué pasó?
—Papá los hizo escalar al trono —pestañeo varias veces, no puedo creer que Maddox hiciera eso sin… mierda, por supuesto, ahora que Andrea está en sus manos tiene una marioneta más que controlar.
—Pues que les vaya bien, no tienen que ver conmigo.
—Eres un orgulloso de mierda —Azael se sienta al frente y me lanza los documentos que traía, es la ficha de mis amantes y la de Cristiano.
—Sólo trato de mantener mi integridad, metí la pata en grande y no soy tan descarado como para volver a tocar esa puerta.
—Es probable que esa puerta aún no esté cerrada.
—Fui a verlos a prisión —admito, Azael ladea la cabeza, no quiero rememorar esta situación, pero necesito hablar de esta cosa, tengo una opresión en el pecho que no se hace más fácil de aguantar.
—¿Y qué te dijeron?
—Andrea no quiso dirigirme la palabra y Enzo —me froto el pelo, puedo lidiar con Andrea, estará enojado, pero Enzo sería un maldito problema—, él no va a perdonarme, rompí una promesa.
—¿Te disculpaste o también fuiste a creerte el sin sentimientos allí?
—Olvídalo —gruño, justo cuando pienso que esto podría hacerme sentir mejor, no, Azael sólo quiere que me sienta aún más miserable.
—Ahí tengo mi respuesta.
—Estábamos bien, pero tuve que regresar por el atentado de nuestros padres, y tengo que admitir que ignoré sus llamadas a propósito —Dios, cada vez que rememoro me doy cuenta de que yo mismo me busqué lo que me hicieron.
—¿Por qué?
—No lo sé, me enojaba extrañarlos, además, estaba discutiendo demasiado con Andrea y contestar el teléfono terminaría en otra pelea. Fue una cosa estúpida, eso los puso más nerviosos.
—¿Por qué estaban peleando? —pongo los ojos en blanco.
—No quiero hablar sobre esto.
—Pero te hace falta, porque aparentemente aún no entiendes algunas cosas.
—¿Qué tengo que entender?
—Respóndeme.
—Mis chapas —gruño, recordando el motivo estúpido por el que perdíamos el tiempo—. Andrea estaba paranoico porque no quería quitarme las chapillas y eran constantes peleas.
—¿Y por qué no querías quitarlas? —me froto la cara, en serio, esta conversación sólo hace que quiera golpearme.
—Estaba confundido, y me recordaban lo que era, él tenía razón, no voy a negarlo.
—Pero ya no las usas.
—Enzo las arrancó el día que fui a visitarlos, estaba muy enojado —Azael resopla cruzando las piernas.
—Los metiste en la cárcel, Patrick, es bastante lógico.
—Lo sé, merecía unos cuantos golpes, por desgracia, no los conseguí. Al parecer con chapillas o sin ellas no tengo idea de lo que soy, estoy jodido.
—Lo más lógico es ir con ellos y decirles lo que sientes —Azael cruza las piernas sobre la pequeña mesa de cristal en el centro, no es que él sea un ejemplo de cordura.
—¿Qué tengo que decir? ¿Quiero que me perdonen porque quiero estar con ustedes?
—No, parece mentira que seas mayor que yo, no heredaste las características de Raphael y te comportas con menos empatía —deja caer con exasperación, resoplo.
—Evidentemente no soy de los que siente mucho.
—Eres un imbécil.
—No me ofendas.
—Carajo, Patrick, ¿les dijiste como te sentías? —me encojo de hombros, no creo que necesitaran eso.
—Eso estaba claro, no hablábamos de esas cosas —Azael se pone de pie y me mira con sorpresa.
—¿Estás hablando en serio, no hablaron sobre eso?
—Se lo confesaron entre ellos, luego Andrea me lo dijo, sólo eso. Dejamos la conversación ahí.
—¿No se lo dijiste de vuelta?
—No.
—¿Qué hay de Enzo, te lo dijo, se lo dijiste?
—No me lo dijo directamente, ya te dije que no necesitábamos… —mi hermano menor me tira su teléfono, lo agarro antes de que me golpee la cara.
—Patrick, eso era justamente de lo que tenían que hablar, ellos no sabían lo que tú sentías, al menos tenías la ventaja porque Andrea te lo confesó, pero no lo dijiste de vuelta.
—¿Me estás culpando? —gruño levantándome también—. Ellos se marcharon sin hablar conmigo, sin…
—¿Contestabas las llamadas? Si me hacen eso definitivamente me quedaría, pero sólo para pelear, ¿eso era lo que querías, pelear con ellos?
—Estoy enojado porque me hicieron esa estúpida prueba, sólo querían comprobar un hecho.
Azael se ríe de mí, como si fuese una puta broma.
—Estás enojado porque escogiste mal, probablemente lo hiciste basado en suposiciones, enojado, y decidiste ignorar lo que realmente importaba.
—No me gusta cuando hablamos de estas tonterías.
—Lo que no te gusta es que te digan la verdad —escupe, aprieto la mandíbula, no tengo que escuchar esto—. Te dieron a escoger, era simple, sólo tenías que escuchar a tu corazón, pero aparentemente decidiste escuchar a tu cabeza.
—Se fueron —replico con un gruñido, Azael pone los ojos en blanco.
—Deja de repetirlo.
—No se suponía que se escogieran el uno al otro, tenían que quedarse conmigo.
—Pensé que no podía existir celos entre ustedes.
—No son celos, maldición —pateo el sofá para evitar romper la mesa de cristal, mi padre haría un lío por eso.
—No se escogieron entre ellos, imbécil, te pusieron a ti a escoger. ¿Te pusiste celoso y no supiste cómo lidiar con eso?
—No fueron celos, estaba herido —incluso admitirlo me pone los pelos de punta.
—Bien, estamos llegando a algún lugar.
—Me enojé, enmascaré mi dolor con ira, así que sí, escuché a mi cabeza porque mi corazón ni siquiera estaba presente, terminé escogiendo mal —me siento en el sofá otra vez, estoy jodidamente agotado, no puedo con esta maldita situación, esos hombres llegaron para acabar con mi maldita cordura.
—Mientras sigas manteniendo tu postura orgullosa terminarás perdiéndolo todo.
—Eso ya pasó —aviso.
—¿Qué hay de segundas oportunidades?
—No aceptarán.
—Deja de escoger por los demás, el problema es si puedes ir a disculparte, a humillarte, como tú le llamas.
Ya que estamos hablando con sinceridad eso es lo que respondo.
—No creo que pueda.
—¿En serio es más importante mantener tu puto orgullo? Deberías hacer lo que quieres antes de que se convierta en lo que te gustaría haber hecho. Si las cosas se enfrían estarás jodido.
Estoy a punto de largarme a mi habitación hasta que Maddox entra hecho una furia, Raphael le pisa los talones, pero mantiene distancia mientras él se prepara un trago. Termina perdiendo los nervios y tomando directamente de la botella. Azael me mira, yo tampoco sé lo que está pasando, es probable que sea otra de las peleas que suelen tener.
Hay que admitir que como familia somos totalmente disfuncionales y ellos un matrimonio que da más problemas que soluciones.
—¿Hablaremos sobre eso o no? —Maddox deja la botella en la encimera y mira a mi padre como si quisiera matarlo.
Jodido infierno, si me mira así soy capaz de esconderme en mi habitación.
—Sabía que tu polla no dejaría de meternos en problemas —Raphael aprieta la mandíbula debido a la declaración.
—Sucedió hace un montón de años —Maddox saca el arma de su pantalón y la coloca junto a la botella, mierda, eso es una amenaza, ni siquiera hace falta que lo diga.
—Te juro por Dios que si esa perra logra hacerle daño a mis hijos voy a matarte junto con ella.
—¿Y yo qué mierda tengo que ver con esa mujer?
—¿No fuiste tú quien se acostó con ella? Jodido infiel.
Azael frunce el ceño, también me parece extraño, son como perro y garrapata, no tienen tiempo de ponerse los cuernos, nunca se separan.
—Fue hace como veinte años y no estábamos juntos, deja de ser tan dramático.
—Me hizo la vida un infierno, casi me mata, dos veces, dos malditas veces y mira lo que hizo contra mis hijos.
—Te recuerdo que también son mis hijos —Maddox bebe tres sorbos más de alcohol.
—Dime que no es tu hijo.
—¿Estás loco? Claro que no es mi hijo, siempre me protegí cuando follé con ella y el chiquillo ni siquiera se parece a mí.
—Con los genes dominantes adecuados no tiene que parecerse, Nash no se parece mucho a ti.
—¿Es jodidamente en serio? —gruñe, quitándole la botella—. Nash se parece a mí, eso no puedes discutirlo, ese tal Mathew no tiene siquiera un rasgo que coincida conmigo, no es mi maldito hijo.
Ambos se quedan callados, así que me dispongo a investigar, de todas formas el tema nos incluye, también quiero saber quién rayos intenta matarnos.
—Ah… ¿Qué está pasando?
—Adivinen —Maddox lanza una carcajada—, la persona que intenta matarlos es la antigua amante de vuestro padre.
—Sólo la utilicé para darte celos —bonita frase, eso suena incluso peor. Maddox pone los ojos en blanco.
—Sí, y luego la follaste para que te contara que había decidido matarme, te acostaste con ella mientras yo estaba en el hospital.
Bueno, parece que soy un imbécil igual que mi padre, supongo que los genes no engañan.
—Fue un error de hace veinte años, no estamos discutiendo por esta mierda, dijimos que eso quedó atrás.
—¿Hablamos de la madre de Ilya? —Maddox intenta arrebatarle la botella a Raphael, maniobra infructuosa.
—Sí, su madre, es nada más y nada menos que Naomi Santos, pensé que la zorra estaba muerta, ¿de dónde rayos salió?
—Hay que esperar a que terminen de investigar.
—¿Por qué querría matarnos esta mujer?
—Me odia —sentencia Maddox buscando otra botella, consigue Tequila esta vez—. Raphael la utilizó y luego la echó del Comando, bueno, en realidad la desterró.
—¿Y cómo no supimos que Mathew era su hijo?
—Los papeles deben ser falsificados, tenemos la información de una buena fuente.
—Mierda, supongo que no tenemos ni idea de dónde encontrarlos —Raphael nos mira.
—Investigamos, no se preocupen, sigan teniendo cuidado.
Maddox señala las escaleras y mira a mi padre con mala cara.
—Sube, terminaremos de discutir.
Raphael levanta una ceja, justo cuando pienso que van a discutir hasta el final cede, y Maddox va detrás, se llevan ambas botellas de alcohol.
—No creo que discutan —resoplo escuchando la queja de Azael.
—Pienso lo mismo, supongo que el segundo piso está prohibido hasta que bajen las escaleras.
Buenas tardes, Señor Patrick, tiene visita.
—¿Quién? —le pregunto a la IA de la casa, Laura tiene mi respuesta unos segundos más tarde.
Se identificó como Ben. ¿Qué debería hacer?
¿Ben, por qué estaría aquí y no con Enzo y Andrea? No tiene sentido, estamos en Londres. Tampoco tiene que ser algo alarmante, quizás lo despidieron y busca trabajo, o ellos lo enviaron aquí.
No creo que quieran reconciliarse, así que es probable que lo despidieran.
—Déjalo pasar.
—¿Quién es?
—El hombre de confianza de mis amantes.
—Bueno, quizás puedas resolver las cosas antes de lo que esperabas.
No lo creo.
Hago pasar a Ben, ni siquiera toma asiento cuando se lo ofrezco, se ve preocupado.
—Patrick…
—Ben. ¿Qué te trae por aquí?
—Andrea… —intenta explicar, pero el movimiento de su mano me hace detallar el anillo en su dedo índice.
—¿Por qué tienes ese anillo? Se supone que Enzo tomaría el cargo de Consigliere —Ben se pone completamente rígido, espero que no pasara nada que…
—Enzo se fue hace dos semanas y Andrea no está ubicado en la realidad, probablemente ni siquiera se ha dado cuenta de que no está —eso no tiene sentido, no puedes pasar por alto ese suceso.
—¿Cómo no va a percatarse de que su amante no está?
—No son amantes, amigos, o algo para variar, ni siquiera se hablaban para algo que no fuera negocios —pierdo el aliento.
—Dijeron que estarían bien —Ben niega con la cabeza.
—Andrea está consumiendo drogas desde que salió de la cárcel, Enzo llevaba todo el negocio y ahora lo estoy haciendo yo, otra vez.
¿Droga, lo mismo que prometió que no consumiría? Puedo entender que Enzo se marchara, las promesas que le hicimos ya no significan nada. Al parecer fue el mayor perdedor de los tres en la maldita relación.
Primero yo, luego Andrea.
—¿Qué quieres que haga? —Azael me da un golpe en el hombro.
—Andrea tuvo una sobredosis —tengo que tomar asiento, ¿cuándo rayos cayó en todo eso? ¿Es mi culpa?
—¿Está bien? —Ben mueve la cabeza, un asentimiento—. Mierda.
—Salió sin grandes problemas, pero Enzo perdió la calma y decidió irse luego de la recuperación.
No puede ser posible. Andrea. ¿Qué rayos crees que estás haciendo? No era suficiente con que yo le rompiera el corazón, también tenías que ir tú y joderlo todo en grande. No lo culpo por irse, con Andrea estuvo reviviendo su maldito trauma.
—Muy bien, iré —Azael apoya las manos en mis hombros y aprieta.
—Arregla las cosas con él y si está así de mal tendrás que tener paciencia, cálmate, todos pasamos por el dolor de formas diferentes. Luego busca a Enzo.
—Gracias, dile a nuestros padres —me pongo de pie y agarro mi teléfono para irme con Ben.
—¿No harás la maleta?
—No, tengo mi teléfono y billetera, no necesito más.
—Llámame si necesitas algo y puedo ayudarte.
—Gracias. Vamos.
Subo al auto con Ben y nos dirigimos al avión. Parece que tengo que empezar a arreglar nuestra relación, aparentemente somos una catástrofe cuando estamos separados.
Supongo que toca humillarme por la causa, iba a dejarlo atrás porque dijeron que estarían bien sin mí. Bueno, eso fue una gran mentira, son un desastre incluso peor. Por desgracia, no puedo cambiar lo que hice, lo que causó todo este daño, pero estoy seguro de que puedo mejorar las cosas.
Antes estuve dispuesto a perderlos, pero ya probé el sabor de la pérdida y no me gustó, puedo decir con firmeza que lo que quiero es estar con los hombres de mi vida. Al diablo mi maldito trabajo.
Los quiero a ellos y soy de los hombres que consigue lo que quiere.
Tengo que comenzar a curar algunas heridas.
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