Capítulo 33
Enzo
Entro a la sala y tomo asiento frente a los padres de Patrick, eso fue lo único que pudo decirme Andrea respecto a la situación, no tengo idea de para qué estas personas querrían hablar con nosotros. El Mariscal, y el General más importante de la IMS1, perfecto, quien sabe con qué van a salir.
Miro al hombre frente a mí, rubio, ojos azules, el que está recostado al espejo es una versión muy madura de Patrick, su padre.
—¿Y bien, por qué estoy aquí?
—Maddox Werner, Mariscal y él es Raphael Werner, General de la IMS1 —explica, señalando al pelinegro. Apoyo los antebrazos sobre la mesa haciendo un poco de ruido con las esposas, Maddox baja sus ojos hacia ahí.
—Sé quiénes son, y no tengo nada que hablar con ustedes.
—Retírenle las esposas y salgan —los guardias que me acompañan obedecen enseguida y nos dejan solos.
—¿No son demasiado confiados? —el Mariscal se ríe de medio lado.
—Puedo contigo, y en caso de que no pueda tengo a mi marido ahí atrás, pero eso no será necesario, estamos aquí por negocios.
—No tengo nada que ofrecer.
—Ustedes tienen información que quiero, así que podemos negociar.
—¿Qué información?
—El contacto que les dio la información sobre Patrick —me echo a reír, si piensan que querré brindarle ayuda a ese maldito están equivocados, no lo van a matar, es una hierba mala, así que no tengo que preocuparme.
—Se trata sobre la persona que quiere matarlo, bueno, mala suerte que no quiera ayudar a Patrick, hicieron un viaje por gusto.
—Sé que tenían una relación con él y…
—¿Relación? —vuelvo a reírme, el hombre parecido a Patrick parece incluso divertido con lo que pasa, carraspeo luego de mi ataque de risa—. Perdón, era trabajo para él, así que mejor llamarlo por su nombre.
—Este es más simpático que el otro —sentencia Raphael, Maddox da unos toques en la mesa.
—Si Andrea no les dijo lo que querían yo no lo haré, sólo soy un simple guardaespaldas en esta ecuación.
—Sabemos que no eres simplemente eso, ayudas a Andrea con el negocio, puedo decir que piensas mejor que él.
—No sé si sentirme halagado o interpretarlo como un insulto para Andrea —Raphael es quien responde desde su posición contra el espejo.
—Las dos, no demostró mucho.
—Bueno, su cambio de actitud es gracias a vuestro lindo y agradable hijo, hicieron un buen trabajo criándolo, es un mentiroso de primera.
—Sabes muy bien que los quiere —miro a Maddox, es lindo que quiera defender a su hijo, pero Patrick nos arrestó, estuvo aquí hablando con nosotros y no fue capaz de decir un lo siento o un te amo.
No me sirve que su padre me lo diga.
—Lo sé, sin embargo, no tiene valor para escoger lo que quiere. Desgraciadamente le di una oportunidad, y rompió su promesa, así que no vengas a justificarlo, porque no lo merece —Maddox se encoje de hombros.
—No lo justifico, es un idiota.
—En eso estamos de acuerdo.
—Pero…
—No quiero escucharlo, si ya terminamos quiero regresar.
—Aún no escuchas lo que quiero ofrecerles —arqueo una ceja, se supone que hablaron antes con Andrea, que él escuchó el trato, no sé qué pinto yo en toda esta historia.
—¿Qué dijo Andrea?
—Quiere dejar la decisión en tus manos.
—Ya verá cuando lo vea, siempre metiéndome en problemas —los dos se ríen de mí, Maddox hace dibujos en la mesa con uno de sus dedos.
—Les ofrezco la libertad a cambio de un nombre.
—No voy a caer en ninguna trampa, en cuanto diga lo que quieres vas a encerrarme sin que pueda ver la luz del sol.
—No le haré daño a los amantes de mi hijo.
—Ya no lo somos —murmuro, él suspira.
—En realidad no tengo pruebas para tenerlos aquí, hicieron un buen trabajo, negocios legales, lavado de dinero de forma inteligente, así que no puedo acusarlos —si lo sabe no fue tan bueno, pero igual, es el Mariscal, se supone que nada se le escapa.
—¿Entonces por qué estamos aquí? —Maddox se echa a reír como si le faltara un tornillo, o dos.
—Porque es Iron Grills, Enzo, y yo soy el Mariscal, no necesito pruebas para encerrar a nadie cuando todos sabemos a lo que se dedican.
Cierto, es el maldito rector del mundo, puede hacer lo que le dé la gana, incluso está por encima de todos los presidentes existentes. El mundo es su patio de juego y él hace lo que quiere dentro, así sean castillos de espuma. Puede sacar y poner al presidente que quiera. Unas pruebas no lo detendrán.
Pero no creo que nos de la libertad sólo por eso, por muy importante que sea.
—No estamos negociando sólo por un nombre.
—Eres inteligente, ya veo por qué Andrea te dejó esto a ti.
—¿Qué más quieres?
—Quiero a Cristiano Fiore, los ayudaré a tener el control de la mafia italiana.
—Lo que te deja a ti con poder sobre ella.
—Claro, tengo que mantenerlo todo bajo control —esto es un poco decepcionante, se supone que es la persona que lucha contra el mal, no el que hace negocios con los maleantes. Supongo que me equivoqué.
—¿Esta es tu definición de paz, de luchar contra los malos? —Maddox pone los ojos en blanco.
—No soy un héroe, sólo mantengo un equilibrio con el que todos podemos vivir moderadamente bien, conociste a Patrick, no me digas que esperabas algo diferente de sus padres.
—En realidad no.
—Así mantengo la serenidad —sentencia, mirándome a los ojos, lo tomo como amenaza—, destrozo lo que no está bajo mi control y coloco a alguien que me obedezca, que me lo deba, y esos serán ustedes.
—Aún no acepto.
—Dirás que sí, quieren salir de aquí y demostrarle al estúpido de mi hijo que están bien sin él aunque sea una maldita mentira.
—No sabes nada —escupo con enojo, Maddox se encoge de hombros.
—Es cierto, sólo sé lo que me contó Patrick, y probablemente sea una versión retocada, pero eso quiso hacer él metiéndolos aquí.
—Estamos aquí porque no puede tomar buenas decisiones, sólo piensa en sí mismo.
—Te diré un secreto, así son los Williams, pero cuando caen lo hacen en serio —Raphael resopla, pero no le va a la contraria.
—Bueno, no necesito eso en mi vida.
—Te pareces a mi antiguo yo, me trae buenos recuerdos.
—Lo dudo. ¿Aparte de ser tus perros falderos que más estaríamos aceptando?
—Nada más, sólo quiero un nombre y control absoluto sobre la mafia Italiana.
—Está bien.
—Qué bueno que llegamos a un acuerdo, dime el nombre.
—No pasará —Maddox sonríe.
—¿No?
—Exactamente eso. Cuando nos saques de aquí tendrás ese nombre.
—No me gusta que jueguen conmigo, ¿tienen el nombre?
—Sí.
—Más les vale no engañarme. Volveremos en tres días —doy un asentimiento.
—No hay problema, esperaremos aquí.
Vuelven a reírse y los guardias entran para llevarme de vuelta a la zona de celdas. Dejo que me pongan las esposas y me dirijan por los estrechos pasillos. No tengo idea de si hacer este trato es un error o simplemente una ventaja, si el padre de Patrick controla todo quiere decir que desde el principio estábamos destinados a caer en sus garras.
Caeríamos en esta posición tarde o temprano.
Me quitan las esposas y camino a la celda de Andrea, está sobre la cama, apoyado contra la pared y las piernas cruzadas mientras hojea un libro, el pelo no cae sobre sus hombros y aún me parece extraño. Me encantaba su pelo largo.
—¿Todo bien?
—¿Por qué no quisiste aceptar? —pregunto sentándome a su lado, Andrea cierra el libro y se encoge de hombros.
—No tenía ganas de participar en un diálogo con los padres de Patrick, tampoco quería meter la pata aún más, ya tuve suficiente con hacer que Patrick nos metiera aquí.
—No fuiste el culpable de eso, él fue quien lo hizo —Andrea se ríe.
—Nosotros lo incitamos a que tomara una decisión, somos tan culpables por esta situación como él.
No estoy de acuerdo en eso, en realidad no le dijimos que nos metiera aquí, eso fue algo que él escogió por sí solo, dejar la casa vacía y llevarnos a los cachorros ciertamente no fue lo más inteligente.
Sin embargo, aunque nos hubiésemos quedado su decisión no cambiaría, estuviéramos ahí o no este sería el resultado. Patrick no se arrepintió de engañarnos, no quiso acercarse para decirnos que nos quería. Que alejarse de su vida como Coronel era la opción que tomaba.
Hubiese escogido lo mismo si lo enfrentábamos, la situación incluso pudo tornarse peor, palabras hirientes, burlas, así es él, su orgullo le hubiese impedido avanzar en nuestra relación.
—¿Llegaron a un trato? —por suerte, Andrea interrumpe mis oscuros pensamientos.
—Dime que recuerdas el nombre de ese Coronel que estaba con Gabbana.
—Sí, difícil olvidarlo, nombre común, apellido peculiar —agarro el libro y leo el título, es una novela sobre misterio, no me gusta nada la lectura de ese tipo.
—Bueno, reten esa información por tres días más y estaremos fuera.
—¿Qué más aceptaste? —suspiro y dejo el libro a un lado, aquí está el problema.
—Al parecer el Mariscal no está contento con tu padre, quiere ponerte ahí, pero seremos controlados por él en algún nivel.
—No me importa, sólo quiero salir, extraño a los cachorros y a… —Andrea se queda callado diciéndome sin querer a quien extraña exactamente, se frota la frente con furia—…mierda.
—Yo también lo extraño, y está bien, no pierdas la calma —agarro su mano evitando que se haga daño, desesperarnos puede ser perjudicial.
—¿Era tan difícil aparecer en el casino y querer luchar por nosotros?
—Andrea, no te martirices con eso, estoy seguro de que se arrepiente.
—¿Eso de qué me sirve, vas a perdonarlo si quiere regresar? —me mira fijamente, pero ambos sabemos la respuesta a eso, hizo la promesa de que no nos dañaría, que se quedaría con nosotros y no fue así, para mí ya no hay posibilidad.
No puedo lidiar con una persona que rompe sus promesas.
—No, pero si tú quieres hacerlo está bien.
—Olvídalo —murmura, agarrando su libro de vuelta, tomo eso como mi salida.
Por suerte las cosas se mantienen lo suficientemente tranquilas como para llegar vivos a nuestra cita, nos llevan por los pasillos por donde entramos, y luego de quitarnos las esposas nos deslizan una bandeja con nuestras pertenencias.
Nos vestimos y pasamos las puertas sin ningún problema, un auto nos lleva a un aeródromo, es incluso mejor de lo que pensaba. No lo sé, quizás en algún punto pensé que nunca saldría. Bajamos del auto y Maddox nos mira, tanto él como su marido están apoyados en un Maserati, más atrás hay un avión.
Caminamos hacia allí, gracias al cielo sólo son ellos, sin Patrick.
No es que me sorprenda, espero sinceramente que esté revolcándose en su miseria.
—Como dije, cumplo mis promesas.
—Es bueno comprobarlo —miro a Andrea, él por fin deja caer el nombre que tanto quieren.
—Mathew Ilya, la última vez tenía el puesto de Patrick.
—Esa es una gran sorpresa, ¿dijo el motivo?
—Mencionó a su madre, sólo eso.
—Bien, un placer hacer negocios con ustedes, tendrán noticias mías en unos días, quiero al otro Fiore aquí —Maddox estrecha nuestras manos, Andrea la mantiene por un tiempo más haciendo que le preste atención.
—¿No quiso negociar contigo?
—Digamos que no confío en él como para brindarle un trato, es de los que traiciona, tampoco me gusta hacer negocios con alguien que intenta matarme reiteradamente.
Andrea suelta su mano y se ríe.
—Sí, creo que es una decisión inteligente, no quiere a nadie y no conoce la palabra fidelidad —Maddox le da un asentimiento.
—Los contactaré una vez que lleguen a Italia, yo me quedaré aquí, pero coordinaré la operación con la IMS1 italiana, no hay posibilidades de que salga mal.
—Está bien.
—Respecto a Patrick…
—No queremos saber nada sobre él —menciona Andrea haciendo un gesto.
—Supongo que aún tiene que arreglar su desastre —pongo los ojos en blanco, es cómico ver la fe que tiene, sinceramente yo ya no espero nada de él, eso sólo conseguirá decepcionarme aún más.
—Difícil, es valiente para su trabajo, un cobarde para su vida, al menos conmigo no pasará, si no puedes confiar en la palabra de alguien entonces no hay nada que hacer.
—Las cosas no son blancas o negras, con Raphael tuve que aprender que hay distintos tonos de grises, así que deberían volver a pensarlo. Que tengan un buen viaje, nos veremos después —doy un paso hacia el avión hasta que Andrea habla una vez más.
—Mathew Ilya tiene una asociación con Gabbana.
—No debí dejarlo vivo para que algún idiota lo sacara —se queja Raphael cruzando los brazos y mirándolo directamente, Andrea se encoge de hombros.
—Lo siento, pero estaba en problemas, él era la solución a uno de ellos.
—No es un problema, tenemos la excusa perfecta para atraparlo otra vez y para su desgracia no sólo Raphael estará pisándole los talones esta vez —Maddox se echa a reír y nos señala las escaleras—. Ahora suban.
Obedecemos y saludamos al piloto, tomo asiento junto a una de las ventanillas y Andrea lo hace a mi lado a pesar de tener todo el maldito avión vacío. No me molesta, pero nuestra relación ya es extraña, no somos amantes, tampoco amigos, es como tener un compañero y la situación no me gusta.
—¿Puedes creerte esto? —Andrea me frota el pelo y cierro los ojos mientras el piloto avisa que estaremos pronto en el aire, ya quiero irme de Londres, regresar.
—Realmente no.
—Bésame.
Le agarro la mejilla y beso sus labios con suavidad, Andrea desliza los dedos por mi pelo y aprieta, el contacto se hace brusco y desesperado, sólo por esta vez cedo. Acaricio su lengua con la mía y una vez tenemos suficiente junto nuestras frentes y jadeamos el uno contra el otro.
—¿Por qué no es igual?
Puedo responder eso con facilidad.
Porque no está él.
Nosotros dos no somos esto, sólo lo somos con él.
—No me gusta que nos haya jodido hasta este punto.
Dejo un beso en su mejilla, no tengo que contestar eso, Andrea ya tiene suficiente con lo que lidiar. Ojalá pudiésemos escoger en esto del amor, pero sólo fuimos dos idiotas esperando que ese maldito rayo llamado amor nos golpeara con fuerza, tanta fuerza que ahora no podemos levantarnos.
Estoy al tanto de que el amor es algo que puedes construir, amo a Andrea, y estoy al tanto de que él siente lo mismo, sin embargo, no somos suficientes el uno para el otro.
A veces la vida no es suficiente para olvidar un beso, no importa que Patrick convirtiera nuestro amor en dolor.
¿Ahora cómo le decimos a la mente que olvide aquello que no sale del corazón?
¿Qué fue lo que dijo Maddox? ¿Qué Patrick tenía que arreglar las cosas?
El problema aquí es que si empiezan a fallarte o hacer cosas que duelen no querrás regresar.
Es mejor que no regrese.
No quiero más decepciones.
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