Capítulo 30
Patrick
Abro la puerta encontrándome con un silencio alarmante, no hay guardias, tampoco están Enzo y Andrea, dejo las llaves en la encimera y llamo a los cachorros. Nada. El estómago se me contrae con ansiedad, el mal presentimiento se asienta cerrándome la garganta.
Camino a la habitación de Andrea, para mi sorpresa está vacía, no dejo que me afecte, no voy a entrar en pánico tan rápido. Compruebo la de Enzo, vacía.
Comienzo a desesperarme y subo las escaleras lo más rápido que puedo, mi cama está hecha, con un montón de dinero encima y en el armario está toda mi ropa, sólo la mía.
Intento respirar con calma, esto no puede estar pasándome, ellos no pudieron irse sin un aviso, sin un mensaje, reviso mi teléfono, no hay jodidamente nada. Marco, primero a Andrea, luego a Enzo.
Nada.
Esto no puede ser jodidamente mi realidad, tiene que ser una maldita pesadilla. Revuelco la cama con los billetes buscando algo, parece ser lo único dirigido a mí con intención, dólares y más dólares, hasta que aparece la nota.
Aquí tienes de vuelta lo que debíamos. Regresa a lo que realmente quieres.
A y E.
¿Sólo esta nota es lo que me merezco como explicación? Agarro el maldito papel y lo rompo hasta hartarme, hasta que no queda un mísero pedazo que pueda seguir rasgando. Sé que me tomó más tiempo del que dije, pero no podían dejarme tirado así como así.
¿Así se siente un corazón roto? Creo que no estoy tan enamorado como pensé, me acuesto sobre todos los malditos billetes y río a carcajadas, bueno, mucho mejor si esto del amor no existe para mí.
Así que ya no existen debilidades, nada que tenga que preocuparme, jodidamente nada puede derribarme.
Adiós a esa creencia de que el amor es algo que puedo tener, absurdo, mucho menos si viene de dos hombres.
Me seco las lágrimas que se desbordaron de tanto reírme y me siento en la cama mirando el dinero sobre el colchón, debieron quedarse con mi maldito dinero, llevarse los autos, las motos.
Ya lo dije, demasiado buenos para estar en el negocio.
Idiotas.
Abro la gaveta a mi derecha y agarro mi encendedor, ya no hay nada que me ate a ellos, pero aún así lo haré formal. Agarro uno de los paquetes de billetes y le prendo fuego a la esquina, me levanto de la cama y lo tiro con sus hermanos.
Todo fue un desperdicio, mi dinero, mi maldito tiempo en esta cama, en esta casa, espero que arda por completo.
Verifico que la cama esté en llamas antes de bajar las escaleras, que tontos, tenían contenida a la fiera, no debieron soltar mi maldita correa. Prendo el encendedor otra vez y lo lanzo a la alfombra, adiós a toda esta mierda, una lástima que no pueda quemar los recuerdos también.
Me voy al garaje, agarro el casco y subo a la moto, al demonio todo esto, la maldita casa, Andrea, Enzo, la mafia, esta no es mi vida.
Soy Patrick Werner, Coronel de la IMS2.
Olvidarlo fue un error.
Haré lo que quieren, regresaré a mi vida, a lo que tanto quiero.
Sólo tengo que acabar con todo esto de raíz, Gabbana, Lombardi, Rizzo, Moreti, y luego los dos cabrones que decidieron irse de mi vida. Adiós a las dudas, ahora voy a ser una versión mejorada de mí mismo.
Conduzco hasta la sede principal de la IMS1 y pido hablar con Maddox, me colocan esposas y me sientan en una sala de interrogatorios. Ilya debe estar calentando mi puesto, bueno, que se olvide de eso, ya regresé y no estoy dispuesto a dejarlo sentarse en mi silla por más tiempo.
Espero con paciencia aunque no es lo mío, Maddox está en Londres con mi padre, el único herido, ya que lo protegió tiene una herida de bala en el hombro y varios cristales se incrustaron en su espalda. Cabe decir que ya está bien, sigue en el hospital sólo por Maddox.
—Patrick —miro hacia la puerta topándome con Maddox, no se ve contento, le dije que todo estaba bien, que me estaba ocupando del trabajo y ahora estoy aquí.
—Quiero que me reincorpores —Maddox me agarra del frente de la camisa y me gruñe, Dios, en serio está enojado.
—¿Piensas que estás en tu maldita casa? ¿Crees que puedes estar jugando con nosotros como te da la gana porque somos tus padres? —abro los ojos con sorpresa, Maddox nunca me había hablado así—. Mi respuesta es no, te quedas dónde estás, te fuiste porque querías algo, pues eso no está hecho.
—Incorpórame y voy a darte a Gabbana, Rizzo, Lombardi, Moreti, incluso a Andrea, más tarde me ocuparé del Don —me suelta y niega.
—¿Tienes más que palabras? Quiero resultados, no quiero que siga pareciendo que eres un niño mimado que sólo con chasquear los dedos tiene lo que quiere.
—¿Cuándo hice eso?
—Todo el jodido tiempo, pasas por encima de mí, me pides favores imposibles y todo por capricho.
—Papá —Maddox da un golpe en la mesa, creo que no debí llamarlo y separarlo de Raphael, su malhumor tiene que ser por eso.
—Mariscal, Patrick, estás hablando conmigo como Mariscal, si no me das resultados estás fuera.
—¿Qué? —me agarra del mentón y hace que lo mire, su mirada está endurecida.
—Hace unos años dijiste que querías mi puesto, pues estás muy lejos de conseguirlo —lo fulmino con la mirada, sinceramente no me interesa ser Mariscal, Azael puede quedarse con el maldito puesto—. Quiero lo que me prometiste, es el único requisito para reincorporarte, demuéstrame que vales la pena, ya tengo un Coronel en la IMS2 y no hace un mal trabajo, tienes que hacer uno mejor para convencerme.
—¿Estás de malhumor?
—Sí, porque eres un caprichoso, ya se acabó.
—Papá.
Maddox me ignora y sale de la sala, pasan tres, cuatro horas más hasta que Taylor Cobb, el Coronel del Comando me quita las esposas y se sienta frente a mí, me da un gesto que pretende confortarme, sinceramente no lo hace.
—Tu padre no está contento.
—Lo sé, ya me lo gritó, al parecer soy un consentido, extraño, siempre vi a mi hermano en ese papel —Taylor se ríe, es de la generación de mis padres.
—Entonces haremos esto bien a ver si podemos anotarte unos puntos positivos.
—No daré la información, yo también voy —me da un asentimiento, al menos no me quitaron esa posibilidad.
—Vas a ir, pero estás bajo mis órdenes, no tienes rango por el momento.
—Estoy bien con eso.
—¿Por dónde empezamos?
—Iremos por el Lombardi, es el menos protegido y con brechas de seguridad simples.
—Vaya, parece que no sólo estuviste de vacaciones —por supuesto que no, estudié a mis enemigos, conozco a todos como la palma de mi mano, esto será un trabajo simple.
—Necesito uniforme y armamento.
—Sabes a donde ir, te espero en el jeep, me explicarás tu plan por el camino.
—Coronel —Taylor se gira para mirarme, trago el nudo en mi garganta, necesito esto, demostrarme a mí mismo que no me importa, porque no lo hace—. Necesito un favor.
—Maddox me advirtió que nada de concesiones para ti.
—Necesito encargarme de uno de los arrestos, sólo uno.
—¿Cuál?
—Andrea Fiore y Enzo Cavallari, están en la misma posición, así que es sólo uno.
—Está bien, supongo que son los últimos de la lista sin incluir al Gabbana.
—Sí.
—Werner, prepárese, lo espero.
Salgo de la sala y voy directamente a los vestidores, mi uniforme está perfectamente doblado sobre uno de los bancos, me lo pongo, agarro dos cuchillos, una Sig, el fusil y los cargadores. Esto es lo mío, a lo que me dedico, para lo que me formé, esperar otra cosa de mí es una gran estupidez.
Me siento junto al Coronel y le explico el plan, el primero no es complicado, entrar por una de las ventanas, desactivar el simple sistema de seguridad y darle paso a la tropa para los arrestos.
Llegamos en menos de una hora, Cobb me presenta a su tropa y explica el plan, yo voy a las zonas rocosas y comienzo a escalar, como es mi plan me toca trabajar en serio.
La casa segura está a orillas del mar en una zona rocosa, no podemos entrar por otro lado que no sean las rocas mientras exista es sistema de seguridad, escalo las piedras haciéndome heridas en las manos a pesar de los guantes, ni siquiera siento el dolor.
Escalo hasta el primer balcón y rompo el cristal para entrar, la empleada da un grito, pero soy rápido para desmayarla y dejarla sobre la cama, le disparo al guardia que entra, el silenciador mantiene aún mi ubicación en secreto. Salgo y verifico que no haya guardias, tres puertas a la izquierda y mi trabajo estará hecho.
Me topo con un guardia de camino y me patea la pistola, le doy un rodillazo en las costillas y luego un golpe en el maxilar haciéndolo caer, lo acabo con el arma. Entro a la sala y luego de eliminar a los guardias desactivo el sistema de seguridad y le doy paso libre al Coronel.
Fácil, ¿cierto? Nací para esto.
Dos más e iré por los que me interesan, querían que regresara a mi vida, pues bien, me parece perfecto, voy a mostrarles exactamente lo que hago, para lo que me entrenaron, que ni piensen que los dejaré vivir una buena vida juntos. Que va, soy peor que eso. No soy una buena persona.
Les haré la realidad tan jodida como la mía.
Luego de dos arrestos exitosos sólo faltan Gabbana y mis antiguos amantes, con Gabbana no puedo, eso tengo que aceptarlo, es probable que mis padres tengan que encargarse de él. Otro golpe para mi ego.
Agarro la pistola e irrumpo en el casino, si fueron inteligentes se marcharon, la respuesta llega enseguida cuando veo a Enzo, sólo a él, con una Glock en la mano, le apunto y ordeno que la deje caer, lo hace sin resistencia mientras me mira de arriba abajo.
—Andrea estará feliz de ver que tenía razón, estas son tus raíces —agarro mis esposas y se las coloco detrás de la espalda, aprieto más de lo necesario sacándole un quejido.
—Debieron marcharse en el momento en el que se les ocurrió dejarme esa nota.
—Sólo estábamos comprobando un hecho —lo giro para poder verlo a los ojos, Enzo no se sorprendió con mi visita, no hay guardias armados, no hay jodidamente nadie, me esperaban y no sé cómo interpretarlo.
—¿Qué comprobaron exactamente?
—Como piensas, Patrick, de todas formas no nos importa, ya no.
¿Qué es exactamente lo que no les importa, que yo esté aquí, que los deje sin libertad? ¿No les importa haberme dejado como si no fuera nada? ¿Tampoco les importa el hecho de que me hicieron daño?
No lo hicieron, a mí tampoco me importa.
—¿Haces tiempo para que se escape tu amante?
—Hace dos semanas también era el tuyo, y no, Andrea está en su oficina esperando por ti, no demores más.
Dejo a Enzo con uno de los oficiales de la tropa y subo con la Glock en la mano, sólo por protocolo, evidentemente no se están resistiendo, Ben no está aquí. Sólo ellos dos, esperando por mí. Abro la puerta y apunto, Andrea tiene las manos apoyadas en los brazos de su silla, así que no puedo verlas.
—Patrick, me preguntaba cuando regresarías.
—Son unos completos imbéciles, debieron desaparecer en el momento en el que salieron de esa maldita casa.
—¿Para qué, hacer la cacería más divertida aún? No, gracias.
—Enséñame las manos —Andrea coloca las manos sobre la mesa y hace una mueca, parece más bien una risa de medio lado.
—Mi arma está en el cajón.
—Ponte de pie, de espaldas, manos detrás —obedece sin rechistar, le coloco las esposas y lo empujo hacia la puerta.
—Debes estar complacido, tienes lo que querías.
—¿Qué es lo que quería según tú? —gruño girándolo para que me mire, quiero que me diga eso mirándome directamente a los ojos.
—Acabar con todos utilizándonos a nosotros, estás hecho de mentiras, Patrick Werner, ya ni siquiera sabes quién eres.
—Camina y deja de hablar estupideces.
Andrea se queda quieto mientras bajamos las escaleras, paso a mis compañeros y veo a Enzo sentado en uno de los Jeeps, esta misma tarde los llevarán a Iron Grills, yo mismo voy a supervisar todo en cuanto Maddox me reincorpore.
—Una pregunta, ¿por qué no nos dejaste ir? —me echo a reír por la pregunta, le jalo el pelo y hago que me mire.
—¿Crees que los voy a dejar viviendo de lo lindo mientras no estoy? Si no estoy yo ustedes no existen.
—No te lo creas tanto, pararemos en la misma cárcel, adivina cuanto vamos a divertirnos —su sonrisa ladina sólo me pone aún más furioso, lo empujo hacia el auto.
—Cállate.
—Me alegra que por lo menos tengas tu trabajo, supongo que es un buen consuelo.
Lo meto al jeep con Enzo y me voy en otro auto, no lo tendrá tan fácil, yo mismo voy a encargarme de que no compartan celda. Iron Grills es una pesadilla, pero para ellos será un maldito infierno.
¿Mi trabajo es el único consuelo al que puedo recurrir en esta situación? Al parecer sí, ya no tengo novios, ni cachorros, mi padre está enojado por mi forma de proceder. Al parecer no puedo mantener nada, destruyo cada maldita cosa que toco, porque no merezco nada.
Está bien que Andrea y Enzo sólo se quieran entre ellos, sin embargo, no les haré fácil la tarea de olvidarme.
Me conformo con que me odien.
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