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Capítulo 25

Enzo

No soy estúpido, claro que sabía que Patrick tenía algo entre manos, era demasiado sospechoso, por supuesto que eso no me disuadió lo suficiente de alejarme. Ese hombre es un peligro en cualquiera de los sentidos, como camina, te mira, la forma en que coquetea y desea.

Cada maldita cosa lo hace irresistible y me gusta cuando estoy con él, con ellos.

Abro los ojos percatándome de que estoy completamente solo en la cama, me siento, haciendo una mueca por la incomodidad en mi cadera. Jodido infierno, tengo más resistencia que Andrea, no puedo quejarme por un poco de acción.

Luego de darme un largo baño y cepillarme los dientes me visto y bajo las escaleras, no tengo idea de por qué no me despertaron, ya debería estar de camino a…

Interrumpo el pensamiento viendo a Patrick y Andrea en el sofá, la cabeza de Andrea está sobre los muslos de nuestro amante mientras los cachorros andan por los lugares libres que pudieron agarrar, Nero entre sus piernas y Melo a un lado.

Apago el televisor y cruzo los brazos mirándolos fijamente, estos dos están jodidamente mal, deberíamos estar en el casino ahora mismo haciendo planes de negocio y verificando que todo esté bien.

—Siento romper la burbuja, pero no estamos de luna de miel —Andrea sonríe de medio lado.

—Bueno… podría decirse que sí.

Sé que la sensación de tenerlo con nosotros es exorbitante, única, cuando sinceramente pensábamos que Patrick terminaría jodiendo las cosas y escapando de nosotros, lo que casi hace. Si soy sincero no esperé que correspondiera de alguna forma, pero me alegra, de alguna manera también estoy enamorado de él y mi objetivo no es hacerlo correr lejos de nosotros.

Ahora que aclaramos las cosas deberíamos respirar con más tranquilidad, pero Andrea no se ve así, conozco la sensación, por supuesto, la he sentido bastante los últimos días, desde que descubrí la revoltura de sentimientos y le conté a Andrea.

Por muy mal que suene, el plan nunca fue decirle a Patrick, no mentí con ninguna de mis palabras y eso también me pone nervioso, pero no podemos descuidar lo que estamos haciendo.

—¿Por qué no me despertaron?

—Lo intentamos, queríamos… —Andrea muerde su labio inferior, por supuesto que ya sé lo que querían—, ya sabes, incluso lo hicimos a tu lado y nada, estabas completamente fuera de combate —me froto la frente con exasperación, Patrick es un hombre básico al que no le puede faltar el sexo, pero Andrea era un poco más paciente respecto a eso, no tenía que hacerlo todos los días. 

—Por Dios, parecen cavernícolas, lo hicimos más veces de las que puedo contar, por supuesto que estaba nocaut. 

—Necesitas resistencia —achico los ojos mirando a Patrick, tengo resistencia, el problema es él.

—No, eres tú quien tiene que bajar la resistencia —Patrick se carcajea.

—¿Por qué? Tengo dos hombres más que dispuestos —y luego del comentario me mira de arriba abajo, Andrea se ríe.

—Básico.

—No decías lo mismo anoche mientras te follaba y…

—Sí, no necesitamos recordar tanto, gracias, aún tengo la mente clara.

—¿En serio? No lo parece, después de todo ni siquiera dijiste buenos días.

—Buenos días —replico, Patrick acaricia el pelo de Andrea y hace una mueca.

—No me gusta así —con un suspiro camino hacia ellos y dejo un beso pequeño sobre sus labios, luego en los de Andrea—. ¿Ves? Ahora está mucho mejor.

—Pues ya que están satisfechos voy a mi trabajo.

—Tu trabajo es protegerme, y yo estoy aquí —miro a Andrea con una sonrisa, se ve bastante molesto porque no quiero quedarme.

—Sabes que hago más que eso, además, alguien tiene que encargarse del trabajo en serio, por el camino que vamos no llegaremos nunca a tu padre.

—Odio cuando te pones así —gruñe sentándose y molestando a los cachorros que se van a jugar a una esquina.

—Mentira, sólo sabes que tengo razón.

Y con esa declaración nos vamos a nuestro respectivo trabajo, Andrea se encierra en su oficina a establecer tratos o a lo que sea, realmente no me interesa eso. Patrick se ocupa de los negocios más urgentes mientras hablo con Ben, no hay problemas en cuanto a la seguridad y eso es un gran avance, hasta que recibo una llamada de la gerente del restaurante.

—¿Si?

Señor, alguien pide hablar con el jefe —suspiro y camino para alejarme de Ben, en serio espero que no sea una pérdida de tiempo, ya tengo bastante como para ocuparme de cosas tontas.

—¿Quién?

Es el señor Gabbana, ¿qué quiere que le diga, el señor Fiore…?

—No te preocupes, dile que el jefe estará ahí.

Cuelgo y subo al auto, que hable conmigo, de todas formas no haremos más negocios con él por el simple hecho de que nuestros objetivos ni siquiera se parecen. Gabbana tiene un poder establecido, no busca hacer negocios que no le beneficien, por lo que esto debe tratarse por completo de su búsqueda personal.

Quiere a Patrick.

No molestaré a Andrea con cosas que yo mismo puedo resolver. No se lo daremos, ya es una parte importante de nosotros y desgraciadamente no me refiero sólo a los negocios. Pensé que no podría enamorarme de Patrick, bueno, me equivoqué, y el sentimiento es tan extenso como lo que siento por Andrea.

Incomprensible, lo sé, pero nadie manda en el corazón, no podía decirle que lo mejor era no enamorarse de ninguno, no entiende esas cosas. Es imposible ignorar la forma en que te miran, desean, las cosas que te susurran al oído.

Mierda. Estoy perdido con esos dos.

Bajo una vez estoy en el restaurante, no tengo escolta, no la necesito, Andrea y Patrick son la prioridad, hasta ahora nadie se fija en mí en ese sentido. Abro la puerta haciendo sonar la campanilla de la entrada, los guardias de Gabbana me miran con intensidad, él simplemente está tomando un café.

Tomo asiento frente a él y arquea las cejas, lo sé, esperaba a otra persona, pero no voy a darle ese gusto, no es tan fácil llegar a Andrea, primero tienen que pasar por mí.

—Fui específico, dije que quería hablar con el jefe.

—Debiste especificar aún más, yo soy el jefe de este lugar —respondo haciéndole una señal a la camarera para que me traiga algo de tomar.

—¿Dónde está tu dueño?

—No lo sé, por ahí, no lo controlo todo el tiempo —Gabbana resopla con diversión, la camarera deja una taza de café para mí y cómo mismo vuelve a retirarse.

—Enzo, te encargas de la protección de Andrea, sabes específicamente donde está, llámalo y dile que venga.

—No —bebo un sorbo de café, Gabbana achica los ojos.

—¿Qué?

—Habla conmigo y luego retírate.

—No puedes hablar por tu dueño —me encojo de hombros.

—Por suerte, cuando se trata de ti puedo hablar por él, no le interesa nada de lo que tengas que decir.

—No me hables así, conoce tu lugar —gruñe poniéndose de pie y agarrándome por el frente de la camisa, agarro su mano con fuerza, los guardaespaldas me apuntan.

—Suéltame, y dile a tus hombres que dejen de amenazarme, Andrea no tiene mucho poder actualmente, pero definitivamente es un hijo de puta cuando se trata de venganza, sólo mira como terminó la esposa del Don.

Gabbana vuelve a sentarse y arregla su pelo oscuro hacia atrás.

—Sé que andan con el Coronel, la noticia se ha extendido.

—No sé de lo que hablas.

—Puedes hacerte el tonto, pero incluso sé que viven juntos, no esperaba esa tendencia de Andrea —niego, haciendo una mueca.

—Estás diciendo puras tonterías.

—Te gusta faltarme al respeto por lo que veo —me burlo de su declaración, también puedo ser un hijo de puta cuando me lo propongo.

—Vienes a mi lugar a lanzar acusaciones, hay que ver quién es el de la falta de respeto. 

—No estoy acusándolos de nada, estoy dando por hecho que andan con el Coronel y eso les va a salir caro —deslizo un dedo por el borde de mi taza de café y quito la vista de él.

—¿Es una amenaza?

—Quiero al Coronel —gruñe dando un golpe, lo miro con indiferencia, sé que es terrible como enemigo, pero no voy a mostrar miedo, eso me haría perdedor incluso antes de librar una batalla—, y si se ponen en medio no me importará acabar con ustedes, es una advertencia.

—Pues gracias por avisarnos, ahora retírate.

—Ese Coronel les joderá la vida —me pongo de pie y le doy la espalda.

Lo sé, no es una noticia de última hora.

—Si ya terminaste puedes retirarte, tengo cosas que hacer.

Gabbana da un golpe mucho más fuerte, no tengo que girarme para saber del desastre que hizo, volteó la mesa con los dos cafés, el piso debe ser un maldito desastre.

—¡Imbécil, ojalá no te arrepientas de esto!

Me voy con la gerente a ponerme al día y reviso mi teléfono, Patrick quiere que lo vea en una ubicación, y ya que no tengo nada que hacer conduzco hacia la galería de arte. Entro y saludo a la seguridad de Patrick, desde  que crecimos un poco más en el negocio me aseguro de que tengan al menos diez hombres cada uno. No juego con la seguridad.

Miro a Patrick, aún no se percata de mi presencia, al menos eso creo, tiene buenos reflejos, está de espalda a mí y frente a una pintura con algún tipo de arte abstracta. Miro alrededor, no me molesta que nos vean, pero la situación no es tan buena como para estar exponiéndose, sólo los guardias más allegados a nosotros saben el tipo de relación que tenemos. No necesitamos más testigos que puedan traicionarnos e ir con Gabbana a informarle todo lo que hacemos.

Deslizo una mano por su cintura y le doy un beso en el cuello, Patrick me agarra el pelo y besa mis labios.

—¿Pasa algo? —me saca de mis pensamientos tocándome la mejilla, agarro su mano y dejo un beso en la palma, no hay nadie alrededor, los guardias están fuera.

—No, ¿este es el lugar que compraremos? —Patrick deja salir una risilla malvada.

—Sí, no hay nada mejor que el arte para lavar dinero.

—Es más rentable que el restaurante.

—Sí, ¿pasa algo?

—¿Siempre sales con protección? —suspiro, ya que Gabbana lo quiere con bastante ímpetu tengo que mantenerlo a salvo, sacarlo de esa maldita cárcel fue un gran error.

Patrick se encoge de hombros.

—Me pesa, pero últimamente no los evito, siempre andan por ahí.

—Bien.

—¿No vas a decirme lo que está molestándote?

—No es nada, sólo quiero que tu y Andrea no esquiven la protección —Patrick me acaricia un mechón de pelo y sonríe.

—No lo haré, y dudo que Andrea lo haga mientras puedas castigarlo con retener el sexo —le doy un golpe en el pecho, lo único en lo que piensa es en sexo.

—Estás enfermo —me besa.

—Es uno de los excesos que puedo permitirme, ¿por qué no hacerlo?

—Supongo que tienes razón, por eso conseguiste a dos de nosotros, ¿cierto?

—No era la idea original realmente, pero me gustaron los dos, verlos juntos me excita —ronronea contra mi cuello.

—Cállate.

—¿Por qué nunca lo intentaste con él? —se separa y apoya en la pared sólo para verme, hago un gesto restándole importancia, en realidad no me permití pensar en eso, no tenía mucho sentido.

—Andrea siempre fue mi mejor amigo, completamente heterosexual, por lo que nunca lo vi así, tenía mis límites bien establecidos en cuanto a eso —Patrick cruza los brazos y me mira de forma especulativa.

—¿Nunca se coló ningún pensamiento intrusivo?

Odio que quiera saber tanto.

—Puede ser, compartíamos mujeres a veces —murmuro, Patrick ríe y se acerca para morder suavemente mi labio inferior.

—Tontos, se excitaban el uno por el otro antes de que yo llegara y no se habían dado cuenta.

—Supongo que por eso tenías que estar tú, no funcionamos sólo nosotros.

—¿No es extraño?

—Por completo, nunca me imaginé una relación de tres, pero aquí estamos —Patrick me besa suavemente, justo como me gusta.

—Cariño, debo admitir que me encanta lo que tenemos —murmura contra mi oído, suspiro.

—A mí también.

—Señores, perdón por interrumpir —me separo casi al instante, Patrick mira al hombre bajo y calvo, debe ser el dueño del lugar, del otro lado está uno de nuestros socios de confianza.

—¿Está todo en orden?

—Sí, el dinero está completo, y el señor Wells ya firmó todos los documentos.

—Que bien, a partir de mañana nuestros colaboradores vendrán.

—Un placer hacer negocios con ustedes.

—No se arrepentirá, vamos —Patrick me jala y agarra una de las bolsas que le da uno de sus guardias al salir, caminamos directamente a mi auto y me siento frente al volante mientras él lo hace a mi lado dejando la bolsa en sus piernas.

—¿Nos vamos a casa?

—Sí, Andrea ya está ahí.

—¿Qué es eso?

—Collares —murmura enseñándome dos collares rojos, me echo a reír, le encantan los cachorros, pero no me aguanto la broma.

—Espero que sea para los cachorros y no para nosotros —Patrick me agarra el frente de la camisa y me jala para un beso intenso.

—Buenísima idea, ahora quiero comprarles collares que tengan mi maldito nombre. 

—Es bueno saber que son para los chicos —replico poniendo el auto en marcha.

Llegamos media hora más tarde, Andrea está en la sala de estar peleando con los cachorros sobre algo, Patrick lo besa alejando todo el malhumor y luego yo. Los chicos parecen sumamente contentos con nuestra presencia.

—¿Qué te hicieron los niños?

—Se pusieron a jugar con una de mis camisas y ahora está inservible —refunfuña con mala cara, Patrick se echa a reír y acaricia a los chicos.

—Es hora de comprar más juguetes.

—No te rías —me siento en el sofá y acaricio a Nero distraídamente—. ¿Pasa algo?

—No.

—Tiene esa misma cara de preocupación desde que fue al restaurante.

—¿Pasó algo ahí?

¿Debería decirlo, es necesario que lo sepan? De todas formas no es algo que nos sorprenda y si mantienen la seguridad todo el tiempo no hay problema, preocupar por este problema no cambiará nada.

—No, todo está bien.

Patrick se sienta y les prueba los collares a los chicos, son rojos y con una chapilla dorada con forma de corazón que tiene sus nombres y nuestros números de contacto. Es una sorpresa que sea este tipo de hombre que le gustan los detalles, cada día viviendo juntos me hace descubrir algunos datos, incluso de Andrea, cuando pensé que no podía conocerlo más.

Gabbana se equivoca, Patrick se siente bien con nosotros, no importa el objetivo con el que vino, estoy seguro de que eso cambió.

No tengo que preocuparme por eso.

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