Capítulo 24
Patrick
¿Cómo era eso que decía mi padre de que sólo puedo enamorarme una vez? ¿Eso aplica para dos personas distintas, puedo enamorarme de dos hombres diferentes? Ni siquiera sabía que podía enamorarme.
Nunca antes me sentí así, como si estuviese jodidamente enfermo. El corazón me late rápidamente cuando estoy cerca, me pongo nervioso, del tipo agradable, ¿eso existe siquiera? Me complace verlos sonreír, mirarme.
Quizás estoy obsesionado.
No creo que sea amor, no puede ser amor, lo que tengo con esos dos no es una relación sana de amor, sólo estoy cerca por conveniencia, ni siquiera me he puesto a trabajar en serio por estar demasiado entretenido en una relación que no es verdadera.
Sólo necesito a uno, no dos, esto no estaba entre mis planes, la idea siempre fue tener a un hombre que me soportara lo suficiente como para darme sexo de vez en cuando, meterme en esta relación sólo fue un maldito capricho, ninguno de los dos sería el escogido.
No pueden ser ellos, sólo es sexo.
Por esa estúpida idea ahora estoy confundido. ¿Tengo que escoger a uno de ellos? ¿Tengo que escoger, para qué? No voy a quedarme con ellos, con ninguno, soy Patrick Werner, Coronel de la IMS2, no el amante que pretendo ser.
Pongo el dinero en la caja fuerte y bajo, los negocios no están tan bien después de que los Russo se metieran en nuestras cosas, ahora somos enemigos luego de matar a Carlo. Pueden aplastarnos, pero no lo harán, al menos no aún.
Es una tontería que los deje ir, sólo tengo que meter a la IMS1 en todo esto, dar las coordenadas correctas y punto. Bien, con eso en mente subo a la moto y voy a una tienda de teléfonos, compro uno desechable y le envío un mensaje a mi padre con las coordenadas. Lo estudié, investigué y ahora los quiero fuera de mi camino.
No dejaré que nos jodan.
De todas formas tengo que empezar a trabajar en serio. Arrojo el teléfono en un cesto de basura y regreso a casa. Es mejor no pensar demasiado en cosas extrañas, como eso de que estoy enamorado.
No. Es absurdo. No puedo enamorarme de los hombres a los que estoy engañando.
Aparco la moto en el garaje y coloco el casco en el manubrio, si, cierto, involucrar sentimientos en esto no es inteligente, tengo que seguir adelante, soy un Coronel.
Subo los escalones que conectan el garaje con la casa y encuentro a mis dos hombres favoritos en el sofá, con Enzo a horcajadas sobre Andrea, doy dos pasos hacia allí hasta que Andrea desliza una mano por el pelo de Enzo y le habla.
—Vamos a tener que decírselo en algún momento —Enzo le dice algo al oído y Andrea se echa a reír, luego llega la maldita declaración—. Te amo.
Se me caen las llaves y maldigo, al instante tengo a los dos mirándome fijamente. Bien, así es mejor, que se enamoren entre ellos, que no me incluyan, porque definitivamente no soy nada bueno para el corazón. Voy a terminar jodiéndolos, lo sé, vine a eso.
—Mierda, llegué en mal momento, sigan… con lo de ustedes, no lo sé, vendré más tarde, voy a… —ni siquiera termino y voy de vuelta al garaje.
No sé cómo me siento, enojado, confundido, afligido. Espera, ¿triste, estoy triste? ¿De dónde salió esa estupidez? No estoy triste, sólo aliviado de que no me quieran a mí, que no…
Agarro el casco dispuesto a subir a la moto, pero termino tirándolo al suelo en medio de un arrebato, de todas formas dejé caer las malditas llaves. Jodido infierno, esos dos idiotas me arruinaron por completo, estoy confundido, completamente jodido, porque quiero eso también, pero no lo merezco.
Debería irme, no regresar otra vez.
Me apoyo en la pared y me dejo caer al suelo, joder, me tiemblan las rodillas, no soy de hacer estos berrinches, no soy así, no debería importarme lo que acabo de escuchar, pero lo hace.
Por Dios. ¿Qué rayos está pasando?
—Patrick —miro hacia Enzo y Andrea, me peino hacia atrás de forma nerviosa, incluso estoy nervioso, no de la forma agradable, cabe destacar.
—En un momento me voy, vuelvan arriba, yo… —Andrea se agacha y toca mi mejilla.
—Gattino, lo siento, no debí decir eso.
¿Por qué no? Aquí nadie me debe explicaciones de nada, es lo que debería suceder, que se enamoren entre ellos, no de mí, no tengo nada que aportar a una jodida relación.
—No me llames así, si es lo que sientes está bien, en un momento voy a irme y así pueden regresar a la conversación que…
—Eso no era una conversación de dos para empezar.
—¿Qué? —miro a Enzo, permanece de pie y con los brazos cruzados, no creo que esté feliz con mi presencia, luego miro a Andrea otra vez.
—Cometí un error, los tres tenemos que hablar sobre esto.
—Andrea, créeme, no necesito escuchar sus declaraciones de amor, si se enamoraron y no pueden seguir compartiendo buscaré otra casa y asunto…
—Cállate un segundo —gruñe, aprieto la mandíbula, odio que me hablen así.
—No me digas… —me besa interrumpiendo mis palabras, miro a Enzo, ni un movimiento, no sé lo que pasa, no debería gustarle que bese a… dejo de pensar por un segundo y suspiro—. ¿Qué estás haciendo?
—No seas impulsivo, primero escucha lo que tenemos que decir.
—Bien, declárense su amor para que pueda largarme de una vez.
—Te amo —se me hiela la sangre, me lo dijo a mí también.
—Dijiste…
—Fuiste tú el de la idea de la relación de tres, y ahora te sorprende que los quiera a los dos.
Pierdo el aliento, no merezco eso, el amor no es para mí, mucho menos en estas circunstancias. Soy Coronel, no el amante de… incluso antes de poder pensarlo pregunto exactamente lo que quiero saber.
—¿Estás enamorado de mi y de Enzo? —Andrea se echa reír de mi maldita confusión, aún no hay reacción de Enzo, lo cual me pone aún más ansioso.
—Es jodidamente confuso, pero sí, joder, los quiero a los dos.
Me pongo de pie y me río, sólo por nerviosismo, no puedo pensar, tiene que ser una maldita confusión, yo también estoy confundido, porque no puedo quererlos conmigo, estarán mejor sin mí. Andrea también se pone de pie debido a mi arrebato.
—No, eso no puede ser.
—¿Por qué no?
—No entiendes, no puedes quererme a mí —gruño y me pongo a gesticular de más.
—Patrick. ¿Cuál es el problema? —Andrea pregunta, pero no estoy dispuesto a decirle que vine a aquí dispuesto a engañarlo, a utilizarlo para llegar bien arriba y desde ahí acabar con todo el mundo.
Enzo se carcajea, yo en medio de una maldita crisis y él riéndose de la situación, sólo quiero golpearlo por hijo de puta.
—Era de esperarse, tenía razón, ¿cierto? —Andrea se gira para mirarlo, Enzo da tres pasos hacia mí y me acorrala contra la pared—. Cariño, ¿por qué te acercaste en primer lugar?
—Sólo tienen que escogerse entre ustedes, no a mí —coloca una mano bajo mi mentón y me jala.
—Mírame, nos enredaste en esto, no puedes esperar que nos enamoremos sólo Andrea y yo, quieres demasiado.
—¿Cómo carajo van a enamorarse de mí? Apenas saben algo sobre mí.
—Ni idea de cómo pasó, Patrick, sólo sucedió, al parecer somos masoquistas, y nos gusta… Mmm… Andrea lo llama tu veneno.
Ni siquiera me da gracia.
—Joder, no —Enzo sonríe de medio lado.
—Tengo buenos instintos, y desde el momento en que te presentaste frente a nosotros tuve la sensación de que sólo te acercaste por algún elaborado y retorcido plan, hasta ahora tengo la misma impresión.
Dios, tiene razón, estoy aquí por eso, y lo peor de todo es que hace meses que no puedo lidiar con el cargo de conciencia que nunca en la vida se había presentado. Porque esta vez es diferente.
—Yo… —Enzo niega.
—No quiero saber, sólo que escojas.
—¿Escoger?
—Sí, que nos escojas a nosotros por encima de lo que sea que te está atormentando ahora.
¿Escoger, tengo esa opción? ¿Puedo escoger quedarme con ellos y darle la espalda a mi trabajo? Desde los diez años me entrenaron para estar en la IMS1, no fue fácil, en mi cargo hay esfuerzo y años de dedicación, me gusta lo que hago.
Pensaba ser Mariscal, pelear con Azael por el maldito puesto.
¿Y en serio estoy dispuesto a dejar todo mi maldito progreso y rango, sólo por ellos?
—¿Puedo hacer eso?
—Creo que puedes. ¿No quieres escogernos? —Enzo me besa suavemente hasta hacer que me derrita por completo, gimo contra sus labios.
—Sí, eso quiero.
—Bueno, entonces te pido una segunda promesa.
—¿Qué tengo que prometer?
—Que nos amarás, Patrick, que te quedarás aquí y no harás nada contra nosotros.
Mierda. ¿Van a dejar que me quede aún después de sospechar que no estaba aquí con buenas intenciones? ¿Merezco eso? ¿Merezco una segunda oportunidad? ¿Puedo prometer algo que probablemente está fuera de mi control?
Andrea me mira con ojos de cachorro desde su posición.
—Patrick…
—… ¿Están seguros de esto?
—Completamente seguros.
—Prometo que voy a quedarme, que los amaré, y no les haré daño, no quiero hacerles daño —gruño besándolo otra vez, Andrea se une a nosotros y luego de mucha saliva y besos se separa con una sonrisa.
—Bien, me alegra que las cosas se despejaran con facilidad —no lo llamaría fácil, pero tiene un punto. Enzo saca su teléfono y se pone a revisar mensajes, Andrea hace una mueca—. Eso no es muy agradable.
—Esperen un segundo.
Andrea tuerce los ojos y me jala para ir arriba, los cachorros se frotan con mis piernas.
—Patrick, ¿a dónde demonios pensabas ir? Esta es tu casa —lo beso con rudeza, trago sus gemidos y me emborracho con sus toques.
—Nuestra casa, Andrea, aquí vivimos los tres, no es sólo mía.
—Escucha… —murmura, colocando las manos contra mi pecho, muerdo su labio inferior.
—¿Aún tienes algo que decirme?
—Sí, sé que disculparme no cambia nada, pero siento lo de la tortura —me echo a reír.
—¿Qué hay de intentar matarme?
—¿Cuándo intenté matarte? A pesar de toda la porquería que estaba diciéndote quería follarte, no matarte —resoplo con diversión.
—No es necesario que te hagas el santo, voy a seguir dejando que te metas en mis pantalones, estoy enfermo de ti —Andrea pestañea varias veces, así que decido contestar la pregunta—. Explotando mi coche, el motivo por el que tengo las feas quemaduras.
—Andrea no tuvo nada que ver con eso, te lo dije hace meses —replica Enzo entrando de repente, arqueo una ceja, Andrea se encoge de hombros.
—¿Es en serio?
—Sí, la tortura fue cosa de él, pero no eso.
—¿Entonces quién carajo intentó matarme? Una italiana loca trató de matarme al otro día haciéndose pasar por enfermera —Enzo hace una mueca.
—Ni idea, no fue cosa nuestra.
—Mierda —gruño, eso fue lo que me trajo aquí en primer lugar.
—Patrick… —acaricio uno de los mechones de Andrea y sonrío.
—No te preocupes por eso, ni siquiera me dolió.
—Mentiroso —lo beso y me separo con una ligera mordida a su labio inferior.
—No te guardo resentimiento por eso, Andrea, al final sé que fue más cosa de tu padre y Giulio que tuya, tu sólo disfrutaste verme sufrir, lo cual te hace un gran cabrón.
—Algún hijo de puta logró engañarme, así que estaba enojado —me agarra de la cintura y prácticamente hace que nos frotemos, Enzo carraspea de forma extraña, así que Andrea se gira para mirarlo también.
—Uhh, sí, la conversación se está calentando y todo, pero necesitamos ocuparnos de algunas cosas, luego lo demás.
—Enzo, eres un aguafiestas —gruñe—. No quiero hablar, quiero tener sexo con ustedes.
—Estoy seguro de que yo también, pero tenemos un problema, la IMS1 o la otra, lo que sea, intervinieron y se llevaron a los Russo.
Mierda, eso es cosa mía, no es algo que tenga que quitarnos el sueño.
—¿Es jodidamente en serio?
—Sí.
—No creo que tengas que preocuparte por eso —doy la espalda y camino a la cocina.
—¿No, por qué? —Enzo y Andrea se sientan en las butacas de la encimera y yo agarro una de las botellas de vodka en el estante, coloco tres vasos y comienzo dejar caer el alcohol, Enzo maldice luego de que trago mi bebida—. Mierda, fue cosa tuya.
—Era cuestión de tiempo que se metieran con nosotros, Carlo está muerto gracias a nosotros, tienen más poder y dejarlos ahí nos jodería en cualquier momento —Enzo suspira, no me imaginé que tendría que decir esto.
—Sé que tu familia pertenece a ese otro lado, pero tenemos que definir lealtades.
—Estoy con ustedes, pero no me pidan ponerme en contra de ellos.
Andrea bebe y coloca el vaso sobre el mármol otra vez, lo mueve varias veces antes de hablar.
—No vamos a pedirte eso, pero vas a tener que separar tus mundos, esa no es la forma en la que nos ocupamos de los problemas.
—Pero…
—Imagina que todo el que tiene inconvenientes con nosotros termine atacado por la IMS1, eso nos meterá en problemas.
—Bien, tienes razón.
—Esto no será para siempre. Estuvimos hablando —los miro completamente confundido, no tengo idea de lo que quiere decir eso, Enzo aprieta la mandíbula, supongo que lo de hablar se refiere a que Andrea habló y él escuchó.
—¿Sin mi?
—Ujum… es que no sabíamos si podíamos confiar en ti, además, te burlaste de mi idea.
—¿Cuál idea?
—Te dije que conmigo las cosas serían diferentes —no puedo creer que siga con esa tonta idea en la cabeza.
—Lo recuerdo.
—¿También las carcajadas?
—Sí.
—Bueno, en unos meses podríamos desligarnos de los negocios ilegales y seguir sólo con legales, así no tendrías problemas con tu familia —Enzo se frota la frente, como supuse no está de acuerdo, tampoco me suena bien.
—Te lo dije, es una idea estúpida, tendrías que desligarte también de la mafia, si quieres ser el Don…
—No importa, no tengo que llegar ahí.
—Estás en medio de una guerra, Andrea, no vas a retirarte como un cobarde.
—Pensé que apreciabas mi vida.
—Lo digo justamente porque no te quiero muerto. Esto no es algo de lo que puedas salirte, no eres el hijo favorito de Cristiano, aunque renuncies a la guerra querrá matarte, esos eran sus planes desde el principio —Enzo da un golpe en el mármol con exasperación.
—Por Dios, por fin alguien que piensa adecuadamente.
—No puedo creer que ambos estén en mi contra, ciertamente hay desventajas aquí —sonrío de medio lado por la queja.
—Estoy seguro de que hay más ventajas que desventajas.
—Si lo dices así.
—Alto —Andrea y yo miramos a Enzo, él vuelve a mirar su teléfono.
—¿Ahora qué?
—No pueden estar follando las veinticuatro horas del día, hay cosas que hacer.
—¿Cómo qué? —murmuro poniéndome de pie y colocándome a su espalda.
—Estamos lavando dinero a través del restaurante que compré, los casinos, pero hay que comprar más y… —le beso el cuello, Andrea le quita el teléfono de la mano y besa sus labios, condenadamente lento.
—Luego podemos hacer esas cosas.
—Pero…
—Eres de ideas fijas —gruñe contra su boca, mordisqueo su oreja y le susurro suavemente.
—Cariño, ¿qué te parece la idea de que Andrea te folle?
—¿Estás jodiendo conmigo?
—Aún no.
—Bueno, más tarde podemos hablar de negocios.
Y esa es nuestra nota para subir a la habitación. Me gusta esto y sinceramente no quiero joder las cosas con ellos, aunque estoy seguro de que pasará tarde o temprano. Supongo que tengo que velar ahora por esto, proteger mi secreto y evitar que algo nos separe.
Joder, son míos por completo, y no dejaré que nada, ni nadie, me los quite.
******
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro