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Capítulo 23

Andrea

Enzo me jala para que corra con él mientras dispara, joder, incluso estoy desarmado, Ben dispara detrás de nosotros y vamos directo a una habitación en este piso. Se supone que es para el jefe, pero no se está usando. Enzo maldice y abre las persianas, me empuja hacia allí, no tengo más remedio que salir.

—Patrick está esperando por ti abajo, deja que te lleve, estaré en casa más tarde.

Y aunque voy a protestar, Enzo cierra la ventana quitándome la oportunidad. Maldición. No se supone que vengan a allanar el maldito casino, la policía está comprada.

Me lanzo hacia el tubo de acero a un lado y comienzo a bajar lo más rápido que puedo, ese idiota me escuchará cuando lo tenga en frente. Patrick me jala en cuanto llego al suelo y viajamos en moto hasta la casa.

Me vuelvo loco tratando de contactar a Enzo, sin embargo, llega dos horas más tarde con una herida en el labio.

—¿Qué carajo estabas pensando? —Enzo levanta las cejas.

—Haciendo mi trabajo, el cual es protegerte, por si no lo recuerdas.

—Bueno, para la próxima vas conmigo todo el camino.

—No seas ridículo, tengo que quedarme con mis hombres, me encargo de la maldita seguridad.

—No peleen por cosas absurdas —miro a Patrick y frunzo el ceño.

—¿Es absurdo que me preocupe por él?

—¿Cuántos años lleva haciendo eso para ti?

—Bastante.

—Pues sabe hacer su trabajo, deja que lo haga.

—Bien. ¿Entonces quien va a explicarme qué carajo acaba de pasar? Ese es el casino que más dinero genera y acaban de allanarlo.

—¿Por qué estás gritándonos? —Patrick se pone de pie.

—Sólo estoy enojado, no es con nadie en específico.

—Pues baja la voz y cálmate, no me gusta que me hablen así —como si yo estuviera para lidiar con su bipolaridad. Me siento en el sofá y froto la cara.

—Joder, esto será una perdida dinero grande y ni siquiera conseguimos hacer negocios con los Russo.

—Podemos intentarlo de nuevo —miro a Enzo, no me mira directamente, lo cual es extraño.

—Dijiste que no estaban interesados.

—Quizás cambien de opinión —murmura con un encogimiento de hombros.

—Bien, sí, intentemos eso. ¿Los policías no estaban comprados, cómo fue que llegaron?

—Yo investigaré, solté bastante plata en eso, no dejaré que me vean la cara de idiota.

Y con nuestras funciones actualizadas cada uno va a lo suyo. El problema se agranda aún más después de la reunión de Enzo dos días más tarde, él simplemente entra, saluda a Patrick y luego deja un pequeño beso en mis labios. No me tranquiliza ver que actúa extraño.

—¿Cómo te fue?

—Bien, harán negocios con…—se frota el pelo y se dispone a sentarse hasta que veo una marca extraña en su cuello, es un maldito chupetón que no reconozco. Lo agarro del pelo y le ladeo la cabeza para verlo bien, froto el lugar.

—¿Qué es esto?

—¿Qué?

—¿Por qué carajo tienes un chupetón?

—Andrea —Enzo se ríe, pero nada me resulta gracioso—. ¿Por qué te alarma eso? Tenemos sexo con regularidad, si no la dejaste tú quizás fue Patrick.

—No es una de mis marcas —mascullo, Patrick llega por detrás y lo agarra para poder mirar su piel, me mira antes de decirlo.

—Tampoco mía.

—Esto es una tontería… —lo agarro del mentón, estoy jodidamente molesto y debería saberlo.

—¿Estás viendo a alguien más?

—No.

—¿Y la marca?

—No pasó nada —murmura, Patrick le agarra la muñeca y lo jala con él, no quiero subir y enterarme de nada, pero sinceramente eso no me mantiene alejado el tiempo suficiente, sí que quiero saber.

Entro al baño y los veo bajo la ducha, vestidos y completamente mojados, evidentemente se dijeron algunas cosas, Enzo me mira, Patrick se burla del gesto por completo.

—Él no te salvará, te dije que sólo nosotros. Enzo, sólo Andrea y yo podíamos tocarte.

—Carajo, el imbécil se me arrimó y no me dio tiempo reaccionar.

—No me gustan los mentirosos. ¿Quién fue?

—No es importante —replica de forma terca.

—Quédate ahí, o te juro que te irá peor —Patrick sale y agarra el cepillo dental de Enzo, le pone pasta y regresa. Enzo sigue ahí, le doy el mérito, una persona normal ya estaría fuera.

—Me cepillé los dientes luego de que me besara.

—Patrick… —gruño dando un paso adelante, Enzo suspira.

—Bien, si eso es lo que te hace falta para calmarte pues adelante.

—Claro que lo haré, sabrá Dios a quien dejaste que te besara, ni siquiera voy a pensar en lo otro.

—No pasó nada —él no le cree y temo decir que yo tampoco.

—Que mal que no confíe en ti, ¿cierto, cariño? —Patrick lo agarra de las mejillas con su mano izquierda y comienza a cepillarle los dientes de forma incómoda, y bastante enojado. Enzo lo agarra de la camisa húmeda e incluso tiene algunas arcadas.

Una vez lo deja ir escupe toda la espuma en el suelo y lo fulmina con la mirada.

—¿Contento, ya estoy lo suficientemente limpio para ti? —Patrick se echa a reír.

—No, Andrea, ¿quieres ayudarme? —me quito los zapatos y Patrick sale dándome su lugar, Enzo se ve incluso más enojado con mi presencia, no debería, el que hizo mal fue él, no yo.

—¿Tu también?

—Hay que comprobar qué más pasó —le quito la camisa y miro su piel con atención, no hay más marcas, acaricio su pecho y abdomen hasta llegar al pantalón.

—Andrea, no es necesario que… —arrojo a un lado el cinturón, luego desabrocho el botón y bajo la cremallera.

—Es necesario —murmuro, acariciándole la espalda con mi mano derecha, la cuelo bajo el pantalón y la ropa interior mojada tocando su piel, Enzo maldice agarrándome la camisa, deslizo dos dedos por la grieta y luego en su interior haciéndolo gruñir—. Al menos no dejaste que te follaran.

Enzo pierde la fuerza en las piernas y lo apoyo en los azulejos, coloco un muslo entre los suyos y muevo mis dedos, no hay lubricante, por lo que el deslizamiento no es muy fácil.

—Jodido infierno, voy a matarte —gruñe, pero siento su erección contra mi abdomen, los llevo un poco más profundo y muevo hacia adelante haciéndolo gemir.

—Enzo, sólo responde, ¿quién fue? —niega y vuelvo a tocar el mismo punto, el gemido es más alto esta vez—. Haré que te corras sólo con mis dedos y eso será jodidamente vergonzoso.

—No puedes hacerme esto, tú no —replica, agarrándome de la camisa con fuerza, está enojado, pero no intenta alejarse, en serio quiere que le crea. Dejo salir mis dedos y a ponerlos de nuevo asegurándome de tocar el lugar correcto.

Lo beso a mi manera, castigándolo, muerdo la mandíbula, el cuello y deslizo la lengua por el chupetón, mis dedos siguen dentro dándole guerra. Muerdo la marca y luego chupo dejando otra marca, la mía.

Enzo gime y termina corriéndose mientras se estremece contra mí.
Lo único que escucho es el agua, los jadeos de Enzo contra mi pecho y el repiqueteo de mi corazón, saco lo dedos de su interior y espero su reacción. Joder, acabo de meter la pata en grande.

—Son unos completos imbéciles —gruñe empujándome, la mirada, Dios bendito, en serio está enojado—. Ni siquiera me dirijan la palabra otra vez, ahora salgan del maldito baño.

No me muevo, estoy dispuesto a pedir disculpas, pero Enzo se ríe, no de forma feliz cabe destacar. Dios, justo subí pensando que Patrick jodería las cosas y vengo yo a joderlo todo aún más.

—No te molestes, joder. Váyanse de aquí —Patrick me agarra y me saca del baño, nos quitamos la ropa mojada y agarro algo del clóset.

Esperamos sentados en la cama más de quince minutos, no sale. Joder, joder, es que soy un completo idiota.

—Vamos, no saldrá mientras estemos aquí —bajamos las escaleras y me siento en el sofá, sé que soy un completo imbécil, pero nunca llegué a este nivel, nunca me sentí tan posesivo antes.

—Mierda.

Gruño y me acuesto.

—Que esté enojado ahora no quita que pasara la tarde con alguien.

—Bueno, pues no quiere decir quien fue, así que…

—¿Qué cosa, lo dejamos pasar? —Patrick hace que tome asiento y me agarra del pelo—. Ni de broma, alguien tocó a tu hombre, Andrea, nuestro hombre, no podemos dejar pasar esto.

—¿Qué sugieres?

—¿Con quien se reunió hoy?

—Con Russo —arquea una ceja.

—¿Cuál de los dos?

—¿Importa?

—Sí. ¿Cuándo se reúnen otra vez?

—No lo sé, no dejé que terminara de hablar cuando llegó.

—Bueno, pues si no sabemos nada que Ben lo siga el tiempo que haga falta.

—Se enojará aún más.

—No me importa, ya se le quitará.

Y eso es bastante difícil de creer, conozco su maldito carácter, puede que se enoje y nos ignore varios días, el problema es que haga algo enojado, esa mierda no suele salir bien. Enzo decide encerrarse en la habitación de Patrick sin ni siquiera comer y nosotros no tenemos más remedio que dormir en mi habitación con los cachorros.

Lo cual se sintió jodidamente mal, ya estoy acostumbrado a dormir con ambos.

Al final no dormimos mucho, le enviamos el mensaje a Ben y cada uno va a lo suyo. No pasa nada fuera de lugar, tampoco al segundo día, a la semana o a los quince malditos días donde sigue ignorándonos por completo.

Joder.

Agarro mi teléfono, miro la dirección adjunta y un mensaje de texto de Ben, le envío lo mismo a Patrick y voy al lugar. Por fin vamos a saber cuál es el problema y aún si no es así, todavía tengo la opción de arrodillarme y pedirle disculpas.

Aparco la moto y me recuesto esperando a Patrick, no demora más de dos minutos, estamos en un restaurante, según Ben fue desalojado, así que sólo están Enzo, Carlo, y sus guardaespaldas .

—Ben y su compañero entrarán con nosotros —asiento y camino hacia allí, desmayamos a los guardias de la puerta y al entrar lo primero que vemos es a Enzo sentado de espaldas a la pared, mirando la puerta, mientras Carlo tiene que girarse.

Enzo se lleva un cigarro a los labios e inhala, luego deja salir el humo con una sonrisa, jodido infierno, está fumando, dejó de fumar hace seis años, parece que ya lo hace otra vez. Los guardaespaldas nos apuntan, Ben y su compañero se encargan de dos, nosotros de los demás.

—Por fin llegan los invitados de honor —Enzo se ríe. Carlo lo mira completamente confundido, no puedo creer que yo mismo lo mandé a hacer negocios con este tipo.

—¿Qué está pasando? —se pone de pie y da unos cuantos pasos alrededor.

—¿Cómo te explico? —chasquea la lengua, a pesar del tiempo que ha pasado sigue jodidamente enojado—. Te dije que estaba saliendo con alguien, bueno, resulta que estoy saliendo con estos dos imbéciles.

—¿Con los dos, también Andrea?

—Sí, ese es el que más me molesta últimamente, pero estoy enojado con los dos gracias a tus acciones, y las de ellos, por supuesto.

—Sólo tenías que darnos un nombre —deja caer Patrick como si no fuera importante. Enzo se echa a reír.

—Claro, joder todo el maldito negocio sólo porque un imbécil me besó y dejó un chupetón en mi cuello, ya dije que no soy una damisela que necesita que defiendan su honor.

—No se trata de eso —murmuro. Enzo ladea la cabeza y vuelve a darle una calada al cigarro, deja salir el humo con total calma.

—Cierto, esa cosa de que soy de ustedes.

—No me importa esta mierda —Carlo se pone de pie, Enzo saca la Glock de su pantalón y le apunta.

—Toma asiento, te advertí que no queríamos problemas, tú también estás metido en esto.

—¿Cómo supiste que íbamos a venir?

—No pueden ser tan idiotas como para creer que no me voy a dar cuenta de que Ben sigue mis pasos durante quince malditos días, eso también me jode, así que adivinen, están jodidamente castigados cuando lleguen a casa —la maldita amenaza sólo me excita, Patrick da un paso al frente y coloca las manos sobre los hombros de Carlo.

—Entonces, este fue el que dejó esa fea marca en tu cuello.

—No pueden hacerme nada, tienen negocios conmigo, soy un Russo, no…

—Callarte es lo que deberías hacer. No me importa perder unos cuantos billetes. ¿Ves al hombre enojado? Resulta que es nuestro y nadie más puede tocarlo —Carlo se echa a reír como si la declaración fuera estúpida.

—Adivina, imbécil, ya lo tuve, lo follé, es una maldita fulana que se vende…

Bang. Bang. Bang.

Patrick quita las manos de Carlo, su cuerpo sin vida cae, el piso comienza a mancharse de sangre y yo miro a Enzo en completo estado de shock, este no es su estilo, tira el cigarro al suelo y lo aplasta con su bota.

—Ahora ensucié el piso del maldito restaurante que acabo de comprar, jodida suerte, le dije que su boca un día lo mataría —Patrick sigue mirando al suelo.

—¿Por qué lo mataste?

—¿Me equivoqué, ibas a dejarlo vivo? Debo decir que eso me sorprende.

—¿Qué era lo que no querías que supiéramos, que era tu ex?

—Sí, justamente eso, ahora, si ya terminamos quiero ir a casa. Ben, ocúpate de este desastre.

Lo seguimos y Enzo nos mira cuando llegamos al Aston Martin, no le daremos más tiempo para lamerse las heridas, sorprendentemente nos deja subir, yo me quedo en la parte de atrás sólo por si decide explotar con alguien, es mejor que sea con los dos.

—¿Cuál era el trato con el tipo? No creo que fuera tu ex, antes de que le dispararas dijo que…

—No lo repitas —Enzo fulmina a Patrick por el espejo, él se cruza de brazos.

—¿Y bien?

—No tienen que saber todos mis malditos secretos —gruñe, apretando el volante con fuerza.

—Mataste al tipo que quería decirlo, así que es lógico preocuparme por eso.

—Por eso lo maté, ¿por qué debería decirles?

—¿Porque estamos en medio de una relación que acabas de admitir? —Enzo da un golpe en el volante y acelera.

—Bueno, sí, me vendía por patrocinio con los Russo, ¿contentos? Como si no estuviese lo suficientemente humillado.

—¿Qué quiere decir eso de que te vendías?

—Me acostaba con él, Andrea, a cambio me patrocinaban, nada de esa mierda era gratis, no podía estar en la maldita pista sin uno.

—Enzo, ¿cómo carajo no sabía sobre eso, éramos amigos realmente?

—Sí, no dudes eso, pero hay cosas que los demás no tienen que saber, esta es una de ellas, sólo lo sabían los involucrados.

—¿Qué hay de mi padre? —se echa a reír.

—Ese cabrón de mierda no quiso invertir en mí y terminé a los pies de los Russo, tampoco fue una buena idea, debí rendirme después del maldito accidente, pero soy demasiado terco —ese hecho me hace sentir peor, no sabía que esto estaba pasando, ni siquiera me di cuenta.

—Pero…

—No tenías que saberlo, no podías ayudarme, así que no tenía que compartir contigo el vergonzoso hecho de que estaba jodiendo con Carlo sólo por dinero.

—¿A quién le importa? —Patrick tuerce los ojos—. También tuve una amplia variedad en mi cama, no llegué virgen en ninguno de los sentidos.

Al menos esa declaración le quita un poco de tensión a Enzo. Bajamos del auto y Enzo señala la habitación de arriba que había terminado acaparando.

—Los quiero arriba, desnudos, y esperando por mí.

—Deberíamos hablar.

—No, suban —Patrick no se ve reacio, él es el primero en subir las escaleras, lo sigo con nerviosismo, Enzo no está en su estado de ánimo habitual.

—Tiene que desquitarse lo de la última vez —murmura Patrick sentándose en la cama completamente desnudo, me siento a su lado, supongo que tiene razón.

Enzo entra y cierra la puerta detrás de él, lanza a la cama varias cajas de preservativos, dos envases de lubricante, esposas, pañuelos y varas metálicas que nunca en mi vida había visto. Se quita el cinturón, enreda la hebilla en su mano y levanta una ceja, Patrick maldice.

—Ya les dije, fueron malos, y estoy jodidamente enojado por eso. ¿Quién será el primero?

Puto infierno. ¿Qué jodidos está pasando? Definitivamente no firmé para esto, sé que fui un completo cabrón, pero esto es demasiado. Trago cuando lo veo mirarme, ya que ninguno se ofreció de voluntario supongo que escogió al que más lo enojó.

Enzo humedece sus labios y agarra las esposas. ¿Se supone que es un maldito castigo? Mierda, no puedo creer que esté caliente en este tipo de circunstancias.

Joder, ojalá fuera sólo calentura.

Estoy en problemas.

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