Capítulo 2
Patrick
Le doy varias patadas a la rejilla hasta que la hago ceder, el conducto de ventilación fue una solución momentánea y sólo fue útil para trasladarme de una habitación a la otra. Los conductos son demasiado estrechos, a penas quepo.
La pregunta del millón es: ¿Cómo descubrieron mi identidad tan rápido? Mi identidad nunca se había comprometido en el campo.
Bajo y hago gritar a una pareja de recién casados que pretendían tener su luna de miel, bien por ellos, yo estoy tratando de hacer que no me maten. Abro la puerta mirando a todas partes, hay hombres corriendo de un lado a otro, definitivamente armaron un revuelo.
Esto sólo me dice que hay un doble agente en el Comando y juro por Dios que si salgo de esta voy a matarlo.
Corro hacia uno de los guardias que acaba de quedarse solo y le doy un puñetazo, intenta defenderse, pero vuelvo a pegarle, los nudillos se me llenan de sangre, pero por fin se desmaya.
Agarro su arma y verifico que esté cargada, bien, puedo salir, no soy de los que huye, sin embargo, tampoco soy un jodido idiota. Giulio está aquí, el Consigliere de la famiglia Fiore, el hombre de confianza del padre de Andrea, el tipo es una jodida fuerza a tener en cuenta.
Bajo unas cuantas escaleras y verifico el número de piso, sexto, y parece que nunca se acabarán, ni siquiera puedo avisarle al Comando que la operación fue un fracaso. Me doy de bruces contra un italiano y ambos nos caemos, le disparo dos veces antes de que pueda reaccionar, eso les da mi ubicación.
Escucho a Andrea gritarme insultos en italiano, Enzo me dispara y tengo que arrastrarme por el suelo para evitar que me dé, le disparo dos veces, pero ninguna llega a él.
Giulio es el próximo en presentarse, ni siquiera lo pienso, disparo mientras intento escapar, pero el arma se encasquilla, genial, tengo un día perfecto. Giulio logra herirme en el muslo, pero sigo corriendo, arrojo la pistola al suelo, es una maldita cosa inútil y voy a…
—Gattino, no hay a donde huir —fulmino al italiano imbécil con la mirada y me devuelve el mismo repaso enojado.
Bueno, que se joda, yo no lo mandé a que se dejara engañar por mí, no lo obligué a follar conmigo, no tengo la culpa de que no pueda mantener la polla en los pantalones.
Le lanzo una patada a Andrea logrando golpearle el abdomen, y le doy un puñetazo a Giulio cuando logro tenerlo cerca, otro y otro, hasta que siento el piquete en el cuello. Llevo las manos al lugar y saco el dardo tranquilizante, veo la cara ensangrentada de Giulio y luego a mi amante temporal.
Mierda, toda esta situación es una jodida molestia.
Luego de desmayarme gracias a ese sedante para caballos despierto en una habitación con una iluminación escasa, mi compañía no es placentera, Giulio, y Andrea recostado a una mesa, está jodidamente enojado.
—Ya era hora —Andrea se acerca y me agarra de las mejillas con una mano—. ¿Qué es esa mirada, Colonnello?
—Mira la tuya, estás tan encabronado porque caíste directamente en mis manos.
—¿Qué querías? —resoplo.
—¿Conoces Iron Grills? Planeaba hacer que te pudrieras en esa maldita cárcel.
—Mala cosa que no te funcionara el plan, ahora estás aquí y no vas a salir —Andrea le hace una señal a Giulio y este me da un puñetazo, luego otro, fuerzo los amarres en mis muñecas mientras aguanto la golpiza.
Giulio se cansa en algún momento y aprovecho la situación.
—Pegas como una niña de kínder —vuelve a pegarme, pero esta vez se ríe.
—¿Cómo crees que reaccionen esos padres psicópatas que tienes cuando reciban tu cabeza de regalo?
—Bueno, tendrías que encontrar un escondite realmente bueno, porque mi padre no es una broma —Giulio va hacia la mesa y agarra un alicate, me remuevo con incomodidad.
—No le tengo miedo al reinado de tus padres, altos mandos y todo, pero no están aquí para sacarte.
Como si necesitara que mis padres me saquen de los malditos problemas, yo decidí meterme aquí y esta es mi situación. Giulio me presiona la mandíbula y obliga a abrir la boca, siento el alicate deslizarse en el interior y luego apresar una de mis muelas.
Grito cuando comienza a jalar, el dolor me recorre y puedo escuchar la separación de la carne, el crujido, y luego la sangre brota como un río. Giulio enseña la muela sonriendo como un maniaco.
—¿Seguimos?
Se encarga de arrancarme las uñas, una por una y se ve complacido de hacerlo, no debería sorprenderme, pero aún así lo hace, sólo espero que rece porque no me libere de aquí o podría hacerle lo mismo a él.
Pierdo la consciencia en algún momento, pero despierto con las mismas fieras en la habitación, sólo que esta vez hay alguien más. La Teniente, Ruth Mirley, está a un lado, amarrada y amordazada, no hay rastros de sangre, así que supongo que la tortura es sólo conmigo.
—Adivina quienes recibieron tu muela y las uñas —dejo salir un gruñido, Andrea sonríe de medio lado—. Vamos a ver la reacción de esos dos locos cuando entregue tu cadáver hecho un desastre.
—¿Qué tan estúpido puedes ser para provocar a las dos personas más importantes del mundo? Ya decía yo, Andrea, eres un puto imbécil.
—En eso estamos de acuerdo, pero dejarte vivir es un peligro —Giulio me lanza un cubo de agua caliente, me quema la piel, pero miro al imbécil como si nada, no voy a mostrar debilidad.
—¿Cómo supieron mi identidad? —Ruth forcejea desde su silla, sabe algo.
—¿Creen que ustedes pueden ser los únicos jugando a dobles agentes? —Andrea cruza los brazos, Giulio se gira y comienza a manipular algo en la mesa, luego viene hacia mí con electrodos.
Jodido infierno.
Adhiere los electrodos a mi piel y la corriente me recorre. Lo cual debo decir fue bastante desagradable, completamente húmedo, con los pies el suelo mojado fui un conductor muy bueno de corriente, los electrodos me quemaron la piel a nivel del pecho.
—Detente, sal por unos minutos —Giulio deja los electrodos en la mesa y sale, Andrea me mira como un halcón.
—¿Qué hace la chica aquí?
—Es inteligente, demasiado para su propio bien —ella gruñe mirándolo de forma sucia.
—¿Por qué, qué descubrió? —Andrea se acerca y acaricia mi mejilla con suavidad, me alejo del contacto al instante.
—Un almacén, con mis cosas —eso realmente no me dice nada—. Gattino, no tenía que terminar así —susurra con su voz ronca, es difícil perderse el acento.
—No, como dije antes, tenía que terminar contigo en Iron Grills.
Me agarra del pelo con fuerza y hace que lo mire, está completamente fuera de sí mismo.
—¿Fui una maldita broma para ti desde el principio? —lo miro fijamente, pregunta estúpida.
—¿Tu qué crees, Andrea? —replico, Andrea aprieta la mandíbula y esta vez sus ojos se endurecen.
—Tú, cabrón orgulloso, puedo… —le escupo la mejilla, la sangre gotea por su piel y se limpia con la manga de su camisa—. Eres un imbécil.
—Dime algo que no sepa, ahora entra a tu perro y termina con el trabajo.
El teléfono en su bolsillo suena, lo atiende y habla en italiano, sólo son quejas y réplicas, me mira con fuego en la mirada, luego tira el teléfono al suelo con furia.
—Sei fortunato, Colonnello —menciona como si fuese realmente una molestia—. Mi padre no quiere que te mate, al parecer tus padres lo tienen agarrado de los cojones.
Me echo a reír, porque realmente se lo advertí.
—Pero haremos algo realmente emocionante —la sonrisa sádica debería avisarme que no me espera nada bueno, Andrea da tres toques en la puerta y Giulio vuelve a entrar.
Le entrega el teléfono y Andrea lo mira, luego viene hacia mí para que vea el video.
—Podemos matar a la chica.
Maddi Knight. La prima de Maddox, mi hermano pequeño, le presenta respeto a alguien, se ve como si el teléfono estuviese en el bolsillo, hablan sobre algo, quitaron el volumen, así que no puedo escucharlos, pero me dieron bastante.
Puedo sacar suficiente de esa cosa, el espía es superior de Maddi, mi segunda Capitana, lo que me deja a tres personas posibles, el primer Capitán, el Teniente Coronel y el General del IMS2.
El primer capitán, Azael Werner está descartado, y sinceramente no creo que hable tan familiarmente con el General, así que ya tengo al estúpido espía.
Giulio me suelta y aprovecho para frotarme las muñecas, bien puedo matarlos a ambos sin sudar ni un poco, pero no estoy seguro de que Stefan no mate a mi prima mientras lo intento.
—Muy bien, ¿qué quieren?
Andrea suelta mis amarres y me ofrece su Glock dorada, esto es tan surrealista, la agarro y me señala a la Teniente.
—Quiero que la mates —Andrea se sienta en la mesa y me mira, hay algo de brillo en sus ojos que no reconozco, definitivamente es una belleza italiana con la piel bronceada y líneas suaves, pero por dentro está tan podrido como su padre.
La manzana nunca cae lejos del árbol.
Sinceramente no me importa la Teniente, mantener a Maddi viva es mi objetivo, fui criado así, sólo la familia importa, no me interesa si es mi Teniente o lo que sea, el problema es que voy a ceder al capricho de Andrea y me dejará como el perdedor de la situación.
Además, si decido apretar el gatillo usarán esta mierda en mi contra.
—Escoge, Patrick, no te daré otra oportunidad, la chica Teniente o la Capitana —Andrea menciona mi nombre por primera vez y tengo que admitir que no se escucha nada mal.
Retraigo la corredera y la agente me mira con pánico, llora intentando que me eche atrás, no hay ninguna posibilidad. No voy a dejar que maten a Maddi sólo por salvarla a ella.
Haría lo mismo en mi situación.
Disparo dos veces y dejo caer el arma al suelo mientras la sangre comienza a chorrear al suelo, intentar usarla contra los italianos sería una decisión estúpida. Andrea se echa a reír y recoge la Glock.
Giulio se retira de la habitación con su teléfono.
Camina hacia mí, me agarra de las mejillas y planta un beso en mis labios, rudo, desesperado, agresivo, recorre cada rincón buscando hacer más daño que obtener placer.
Lo empujo y escupo en el suelo, Andrea lame sus labios.
—Me gusta esa mirada —murmura, está jodidamente loco.
—No vuelvas a tocarme.
Andrea se limpia un poco de mi sangre de la comisura de su boca y estoy tentado a besarlo a pesar del número ocho que acaba de hacerme, pensamiento realmente masoquista de mi parte.
—Tuviste la culpa de esto, no me mires así, fuiste tú quien quiso joder conmigo.
—¿Y cómo quieres que te mire, como si fuese a chuparte la polla? No jodas conmigo, italiano imbécil.
Andrea gruñe.
—Si pudiera matarte… —lo empujo hacia la puerta y lo acorralo manteniéndole las muñecas contra la madera, está enojado, pero completamente excitado.
—Esta demostración de mierda torturándome no te sirvió de nada, tú y yo sabemos lo que realmente quieres, y no es matarme —deslizo una pierna entre las suyas y acaricio su entrepierna.
—Me subestimas por completo, puedo matarte, Patrick —escupe mi nombre como si le hiciera daño en la garganta sólo tener que decirlo.
—Inténtalo, Andrea, quieres más follarme que matarme —Andrea me empuja contra la mesa y me coloca la cara contra la madera, incluso puedo ver el alicate con el que me arrancaron las uñas.
—Tienes razón —acepta frotándome el culo con su entrepierna, sigue manteniendo un agarre firme y comienzo a reírme.
—¿Qué diría tu padre si sabe de esto? —Andrea me jala el pelo—. Cierto, probablemente te mate, siempre fuiste la oveja descarriada de la familia.
Andrea me da una nalgada haciéndome callar de la impresión.
—Al menos puedes callarte de vez en cuando —frota su mano por mi nalga y luego me embiste, la situación comienza a calentarme. Ni siquiera yo puedo creerme esto.
—Italiano imbécil —gruño girándome y dándole una patada.
Andrea se sacude mirándome con diversión.
—No tengo que matarte, puedo mantenerte encadenado en mi habitación, sería muy interesante —dejo salir una carcajada.
—Eso tiene mil formas de salir tremendamente mal, soy un perro muy rabioso.
—Estoy dispuesto a domesticarte, o sacrificarte por el bien de la causa.
¿Domesticarme? Claro, primero lo encadeno yo antes de que logre siquiera acercarse a mi cuello.
Andrea agarra mi mejilla y desliza la lengua por mi labio inferior, las heridas escuecen, pero contrario a empujarlo agarro su pelo en mi puño y lo beso.
Con una mano me acaricia el pecho evitando las quemaduras y yo profundizo en su boca, me molesta, pero tengo que admitir que besa bastante bien.
—Si no vienes conmigo serás mi enemigo —gruñe contra mis labios.
—¿Ir contigo? No me jodas, soy Coronel del IMS2, tú sólo puedes ofrecerme una cadena en tu habitación.
—Tendré el trono muy pronto.
Me echo a reír, claro, no es ni será nada, su padre probablemente no le entregue el poder a las buenas, está completamente loco si cree que me va a tener entre sus brazos otra vez por algún jodido motivo.
—Hombre, estás tan fuera de tu mente que ni siquiera es gracioso —los ojos azules se iluminan—. Y mi respuesta es no.
—Tú y yo podemos hacer grandes cosas —replica, levanto las cejas, Andrea muerde mi labio inferior lastimándome otra vez—. Si no es conmigo no es con nadie, tesoro.
—Pues mátame antes de que alguien más lo haga.
—Ya veremos. Vas a terminar conmigo, y amarás cada momento.
—Andrea, sólo cuando puedas obligarme. Únicamente eres un imbécil jugando a ser mafioso.
—Nos vemos, tu gente debe estar al llegar.
Salgo de la destartalada casa y espero, el helicóptero no tarda más de quince minutos, mis padres son los primeros en bajar y Maddox se ve enfermo de la preocupación, Raphael simplemente suspira viéndome de pie.
—¿Estás bien? —el Mariscal, mi padre adoptivo, me agarra de las mejillas y verifica mi estado de salud, bien no estoy, pero al menos no estoy desangrándome en el suelo.
Maddox me abraza, acaricio el cabello rubio corto intentando calmarlo, estas son sus cosas, Raphael es más de verificar mi estado de salud desde la distancia.
—Estoy bien.
—Patrick —Maddox me suelta sólo para que Azael me ataque con otro abrazo haciendo que el dolor empeore, el cabello rubio un poco más claro que el de su padre hace cosquillas en mi piel sensible, me verifica justamente como hizo Maddox minutos atrás.
—Estoy bien —repito solo para su confort.
Y entonces dejo de estarlo cuando Stefan baja del helicóptero y hace acto de presencia, cabello oscuro y una sonrisa más que descarada de felicidad por verme a salvo.
Claro, porque voy a dejarlo pasar como si nada.
—Necesito un arma —Maddox arquea una ceja y niega rotundamente alegando que estoy en shock y no debería tener contacto con armas.
No estoy en shock. Miro a mi padre, el entendimiento es instantáneo.
Agarra la Sig que mantiene en el arnés de su muslo y la tiende para mí, Maddox lo regaña con la mirada, pero no intenta quitármela. Sabe más que eso. Agarro el arma y luego de separar a Azael camino hacia Stefan y le doy un golpe en la cara con ella.
Vuelvo a golpearlo ya que sigue en pie, nadie se atreve a separarnos, ni siquiera mis padres se meterían en la situación.
—Hijo de puta —gruñe presionándose la nariz—. ¿Qué coño pasa contigo?
¿Es en serio? Este perro traidor merece una muerte más lenta de la que voy a darle. Le doy otro golpe haciéndolo caer al suelo, coloco un pie en su garganta y patalea por unos segundos en medio de quejas.
—Mala suerte para ti que saliera vivo y sepa exactamente quien me metió en el foso de los leones.
—Yo no… —lo agarro del cuello de la camisa y le disparo a un hombro haciéndolo gritar. Nadie, jodidamente nadie, amenaza a mi familia.
Lo suelto sólo para ver la sangre escurrirse, pero no me hace sentir mejor, le disparo a una rodilla, luego la otra, no es tan reconfortante, así que finalmente vacío el cargador sobre su penoso cuerpo.
Maddox me quita el arma y hace que suba al helicóptero, siento la muela faltante y dolor en los dedos. Miro al cadáver que se desangra sobre el concreto y sólo pienso que debí llevarlo a casa y arrancarle las uñas.
No importa, igual iba a terminar muerto.
Jodidamente nadie puede traicionarme y contarlo después, las ratas no son bienvenidas, las extermino a todas.
Andrea Fiore debería temerme, no soy un hombre de debilidades.
Esta fue la última y ahora voy por él.
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