Capítulo 16
Enzo
Probablemente no lo dije antes, pero puedo afirmar que odio las motos, demasiado descubierto, con un amplio margen de maniobra que no me gusta tener y Patrick parece encantado con la idea de hacernos salir en ellas.
Al menos tenemos uniforme táctico que no sé si quiero saber de dónde lo sacó, agarra una de las granadas y la avienta rompiendo el cristal de un establecimiento. También está loco, lo que nos faltaba.
El estruendo hace que agarre las manillas con fuerza, el local se enciende en llamas y algunos hombres salen a toda velocidad tratando apagarse, le disparo a uno de los Tenientes de Salvatore y Andrea baja de la moto sólo para correr al casino, completamente solo.
Por si no fuera poco lo de Patrick, me van a empezar a salir canas debido a estos dos. Freno, y a toda velocidad voy detrás de él, Andrea no puede ir por ahí completamente descubierto como si nada.
Tiene que esperar por mí. No estamos en un territorio que nos acogerá y dará la bienvenida, aquí están los enemigos, le disparo a uno de los idiotas que pretendía matar a Andrea y suspiro.
A salvo, por los pelos.
Patrick entra amenazando a un chico joven con su Glock, no tengo idea de quién es, pero él sí aparentemente, uno de los hombres en la mesa se pone de pie fulminándolo con la mirada.
—¿Qué creen que hacen? Esto es un ataque directo, si matan a mi hijo…
—No voy a matarlo si se portan bien —Patrick le sonríe al dueño del casino, es un Salvatore, sólo el jefe de esta sección, el cabecilla nunca estaría aquí.
—¿Qué quieren?
—No queremos, vinimos a tomar el territorio.
—¿Están locos?
—Un poco —admite mi compañero sin dejar de encañonar al pobre chico—. Si te rindes a las buenas no pasará nada. Enzo, desármalo.
Camino hacia allí bajo la atenta de todos los clientes y guardias del casino, nuestros hombres están apuntándoles, somos pocos, pero hay que aceptar que Patrick sabe cómo organizarse, ya veo por qué era Coronel.
Me lanzo al suelo cuando uno de los guardias que no está bien asegurado me lanza un cuchillo, caigo contra el Salvatore, me golpea haciendo que me muerda la lengua, joder, con esta gente, que ni a sus hijos quieren. Le doy un codazo en las costillas y lo estampo contra el suelo.
Agarro su mano tratando de quitarle el arma, él no cede y me da también un golpe en las costillas, siento la sangre acumularse en mi boca y es terriblemente desagradable.
Escucho un revuelo en alguna otra parte del casino, pero el golpe en las costillas me quita el aliento, no tengo tiempo de pensar demasiado mientras forcejeamos, el arma está entre nosotros y necesito…
Un disparo, dos.
Vuelvo perder el aliento sin escuchar nada, sólo mis oídos pitando. Respiro con dificultad y a penas soy consciente de Andrea jalándome y Patrick de rodillas frente a mí revisándome.
—¿Estás herido? —escupo en el suelo la sangre acumulada de mi boca, Andrea casi entra en pánico, Patrick se quita los guates y me ordena abrir la boca.
—Estoy bien, no tengo heridas, no me dio a mí —Patrick me hace abrir la boca y cuando se asegura de que la sangre es sólo por la mordida en la lengua suspira.
—Bien.
Se levanta y agarra la Glock de vuelta, mientras se pone a dar órdenes Andrea me agarra de las mejillas y mira varias veces, se ve enfermo de preocupación.
—Estoy bien, sabes que no es la primera vez que me hago daño, nunca haces alboroto —me río, pero Andrea abre los ojos dándose cuenta de que tengo razón, nunca hizo un gran revuelo por verme herido, cuando éramos amigos, ya no lo somos.
Mezclarnos es lo peor que puede pasar, lo sé bien, él también.
—Andrea… —se pone de pie más rápido de lo que puedo ver, tengo que apoyarme en el suelo.
—Es bueno que estés bien.
Y luego se va para hablar con Patrick, muerdo mi labio inferior, conozco a Andrea desde pequeños, él nunca mostró interés en los hombres y yo tampoco tuve que preocuparme por mostrarle atención en ese sentido.
No, eso es estúpido, en realidad nunca imaginé a Andrea como algo más que mi amigo y eso funcionaba, hasta que por idiotas cedimos a la petición de Patrick.
Los límites se desdibujaron y estamos metidos en problemas, no es normal que me guste la atención exagerada de esos dos, la preocupación. Me levanto del suelo dándome cuenta de que estoy más mezclado de lo que creía, querer la atención de Patrick y Andrea terminará quemándome.
Jugar con fuego nunca sale bien y debería empezar a trazar límites, otros tipos de límites.
—Enzo, nos vamos —avisa Patrick acercándose.
—¿Qué? Tenemos que quedarnos y…
—Ben se queda, él se encargará de todo, además, tengo a los antiguos guardias en el bolsillo, podemos comprarlo todo con dinero, excepto al que te disparó, me ocupé de él —se ríe, suspiro, bien, mientras más facetas locas, arrogantes y crueles me muestre evitaré sentir algo por él que no sea lujuria.
No puedo enamorarme de alguien como él, ni siquiera estoy seguro de que pueda sentir algo.
—Bien —murmuro y salgo del local, Andrea me quita las llaves de la mano y niega.
—No vas a conducir, te golpeaste la cabeza.
Aprieto la mandíbula, el problema es este, enamorarme de mi mejor amigo, que tampoco es una buena opción en ese sentido, aunque la mayoría del tiempo parezca un cachorro es una persona sádica y manipuladora.
—No soy una niña, devuélveme las llaves —alguien se me acerca por la espalda y me abraza la cintura para juntarnos, veo las pupilas dilatadas de Andrea ante la imagen.
Dios, ¿en qué ando metido? Patrick me lame el cuello y luego mordisquea la piel hasta llegar a la oreja, Andrea me besa los labios, ya no lo hace como al principio o con Patrick, conmigo tiene calma, suave, profundo y endemoniadamente lento.
—Estamos en la maldita calle, así que den un paso atrás, ahora —gruño contra los labios de Andrea, él me obedece lamiendo su labio inferior, Patrick ronronea.
—Bueno, entonces serás un buen chico y dejarás que Andrea te lleve.
—Bien —accedo y camino a la moto de Andrea, si eso hace que se tranquilicen pues no tengo más remedio que ceder.
Andrea le deja mis llaves a Ben y sube, también lo hago agarrándolo de la cintura y nos dirigimos a casa. Patrick me ataca en cuanto llegamos, me planta contra uno de los muros del garaje y saquea mi boca.
—Suban —gruñe Andrea con malhumor, arqueo una ceja y lo miro, no entiendo su actitud.
Patrick me jala, incluso por las malditas escaleras y me lanza a su cama, Andrea viene detrás de nosotros y cierra detrás de él para evitar que los cachorros entren.
—¿Se puede saber por qué estás enojado? —es mi turno para gruñir apoyándome en los codos, Patrick camina hacia él, lo besa, deja besos por doquier y le quita la camisa.
Le dice algo al oído que lo hace estremecer por completo, Andrea clava sus ojos en mí y luego de besar a Patrick planta las rodillas en la cama para gatear hasta mi posición.
No, como dije, límites, no podemos compartir más que besos, llevarlo más allá es demasiado.
—No —logro jadear, Andrea se sienta a horcajadas sobre mi entrepierna y me trago un gemido, porque sí, soy jodidamente hipócrita, estoy caliente por mi mejor amigo.
Desliza las manos bajo mi camisa y la levanta, Patrick se sienta y besa a Andrea mientras él se frota sobre mí, luego baja para besarme.
—¿No qué? ¿No quieres tener sexo con Andrea?
—Andrea, piensa bien esto —me besa a pesar de mis palabras y se separa sólo para besar a Patrick.
—Hagamos esto, quiero que me folles —lo agarro del cuello e intercambio la posición, ahora soy yo quien está arriba y entre las piernas de Andrea, la situación no parece mejorar cuando hay más oportunidad de que nuestras entrepiernas se rocen.
—No, no podemos, dejémoslo sólo en besos —Patrick se acerca y me besa, mi enojo se esfuma, las razones por las que no debería ya no son tan claras.
—Enzo, ¿de verdad quieres que yo sea el primer hombre de Andrea? Te follé y sabes cómo lo hago.
Sin una maldita pizca de delicadeza, sí, pero ¿de verdad quiero ser el primero en este sentido? Nuestra relación nunca se recuperará, no después de esto, sigo mintiéndome a mí mismo que aún tiene solución.
No la tendrá si tengo sexo con él.
—Lo entiendo, no quieres que se involucre emocionalmente —Patrick lo besa y luego me jala hacia ellos, no sabía lo de los besos de tres, es raro, pero no desagradable, me froto con Andrea y Patrick vuelve a hablarme al oído—. Pero te engañas a ti mismo, ya están involucrados emocionalmente en esto y lo sabes.
—Enzo —Andrea gime mi nombre y es como una patada directa a mi entrepierna, mi maldito nombre, no el de Patrick.
Que se jodan los malditos límites.
—Mierda, amaré cada segundo de esto, pero me odiaré toda la vida —gruño quitándome la camisa.
Le doy un beso a Andrea y sigo mordisqueando su piel, es malditamente enfermizo, pero una completa delicia, no importa las veces que me repito que está jodidamente mal, eso no me detiene.
Le quito toda la ropa y lo acaricio suavemente, entre Patrick y yo, soy la mejor opción para esta primera vez, ya noté que nuestro compañero de cama no tiene paciencia.
—Preservativos, lubricante —Patrick busca en la gaveta, pero sólo hay condones, maldice y nos dice que esperemos mientras va al baño.
Andrea me agarra del pelo y junta nuestros labios, esta vez no se amolda a mí, es un beso candente, enfurecido, una maldita tormenta, justo como él, muerde lastimándome.
—Me asustaste, jodido imbécil, no lo hagas otra vez —deslizo la lengua en su boca y lo acaricio.
—No lo haré.
—Traje lo que necesitan —Patrick lanza el envase de lubricante a la cama y se sienta a un lado, lo abro y lo esparzo en mis dedos, Andrea gruñe cuando acaricio el anillo de nervios.
—Quítate la ropa —dice de pronto apretando la erección de Patrick, él me mira, parece sorprendido, no sé por qué, se supone que esta cosa no se trata de Andrea y yo, es sobre los tres.
—Cariño, ¿quieres un show mientras te preparan? —deslizo un dedo suavemente en su interior mientras está entretenido con Patrick, gruñe apretándolo.
Patrick se pone de pie y se quita la camisa dando un maldito espectáculo, deslizo el dedo más profundo mientras desabrocha el cinturón con un acto demasiado provocativo, incluso yo estoy atrapado con sus movimientos.
Una vez Patrick está desnudo Andrea está lo suficientemente fuera de su mente como para pedirme que lo haga finalmente, saco los dedos de su interior y me coloco el preservativo.
—Voy a… —Andrea coloca las manos sobre las mías en su cintura.
—No.
—¿Qué? —pregunto de forma estúpida, y mi corazón da un salto asustado, llegar tan lejos sólo para que me diga que quiere a Patrick aquí, los celos no son lo mío, tampoco algo que deba estar entre nosotros, así que me mantengo calmado.
Es lo que quiera Andrea, no puedo ir en contra de eso, si tiene preferencia no debería importarme.
Es su cuerpo, su momento.
—Así no, sobre mis manos y rodillas —luego mira a Patrick—, y quiero chuparte mientras Enzo me folla.
Maldigo por lo bajo, tanto por el maldito susto como por la sugerencia, nunca pensé que fuese Andrea quien propusiera la moción y Patrick evidentemente fue sacado de su comodidad.
Sigue siendo agradable sorprenderlo, Andrea cree lo mismo, su sonrisa no miente.
—Jodido infierno, Andrea. ¿Dónde aprendiste eso?
—Ni idea —replica, le doy espacio para que se gire y él lo hace, gimo haciéndolo reírse, Patrick se sienta frente a él y se apoya en el respaldo de la cama, no tiene amabilidad al deslizar la mano por el largo pelo y agarrarlo en un puño.
—Que conste que voy a follarte luego de que él lo haga y no soy nada suave, así que disfruta de Enzo.
—Créeme, voy a disfrutarlo —le doy una nalgada sólo por el atrevimiento, Patrick se ríe mientras Andrea me mira con sorpresa.
—Sabía que era de esos, nunca me equivoco.
—Cállate —gruño agarrando las caderas de Andrea y deslizándome en su interior con lentitud, sisea para quejarse, pero Patrick lo jala hacia su polla y le sonríe.
—Signor Fiore, recuerdo que estuvo haciendo promesas.
Y entonces baja y envuelve su erección con la boca. Es la imagen más caliente que he tenido el lujo de presenciar y tengo la impresión de que habrá mejores con Patrick alrededor.
Asegurarse de disfrutar, sí, ahora lo haremos, disfrutaremos del sexo, el problema es hasta cuándo o quién saldrá peor de todo este experimento.
Eso no parece importarnos mucho mientras estamos en la cama, pero ¿Qué hay fuera de ella?
Demasiadas preguntas y no encontraré la respuesta a nada.
Ciertamente es mejor disfrutarlo y dejar que todo esto avance.
O que arda más que una maldita hoguera.
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