Capítulo 15
Patrick
Miramos el montón de dinero sobre la mesa, lo que logramos recolectar en una semana, va bien, no creo que tenga pérdidas, aunque es demasiado rápido decirlo, aún falta dinero, bastante. Le hago una señal a los guardias para que hagan lo que les pedí y bajo con Andrea y Enzo a la sala de estar de nuestro lugar de reuniones.
Los guardias amontonan cajas y cajas, reviso la primera encontrando paja y fusiles de asalto, otras tienen distintos tipos de granadas. Todo lo que hago me lo tomo en serio. Mis hombres también comprueban el cargamento, sólo siete cajas para este lugar, las demás serán descargadas en casa.
—Señor, aquí está lo que pidió —le agradezco a Ben y agarro la bolsa, es amigo de Enzo y por ende nuestro guardia principal, al parecer podemos confiar plenamente en él.
Puedo avalarlo, hice las verificaciones. Proviene de una familia italiana conservadora. Criado por sus padres, no tiene hermanos, está solo ahora ya que murieron las únicas personas que consideraba familia.
Al parecer no es ambicioso.
Le doy un asentimiento al hombre de pelo castaño como agradecimiento, él nos deja solos, es perfecto para esto, tiene delicadeza, no tengo idea de si Enzo le contó sobre nosotros, es una posibilidad.
Andrea y Enzo me miran con curiosidad, me gusta que empiecen a interesarse en lo que hago, en mí.
—Ya sé que estamos haciendo esto, pero aún no tenemos un objetivo —me encojo de hombros mirando a Andrea.
—No te preocupes, tu escoge y trazamos un plan, soy de los que piensa bien bajo presión, recuerda a qué me dedicaba —Andrea asiente, agarro dos de las cajas en la bolsa y le doy una a cada uno. Ya era hora de que alguien consiguiera teléfonos, esto de estar incomunicados me jode.
—Gracias —replica Andrea, sé que con el dinero que tenían ambos sólo les daba prácticamente para los biberones de los cachorros. Tiene buen corazón, pero no es inteligente en los negocios, cualquier otro hubiese vendido los tigres por unos cuantos ceros.
Hay que ver las cosas extrañas por las que la gente paga.
—Bueno, puedo admitir que extrañaba tener un teléfono —Enzo saca su teléfono y lo enciende, vaya, me sorprende que reaccionara mejor que Andrea, supongo que tienen definiciones diferentes de qué es realmente lo que les daña el ego.
Agarro el que queda y lo deslizo en mi bolsillo, luego nos encargamos de la línea y las configuraciones, puede esperar. Subo al segundo piso donde tenemos el dinero, hay que empezar a dividir eso y hacer algo realmente bien. Agarro seis bultos que equivalen a seis mil dólares y los deslizo hacia Andrea, otros seis para Enzo.
—Aún falta dinero, pero puedo adelantarles la ganancia, así que es de ustedes —Andrea aprieta el teléfono, traté de buscar excusas para darles dinero, esta fue la única que se me ocurrió.
Ni siquiera he recuperado mi inversión, pero bueno, no puedo tenerlos sin dinero, eso no pasará aunque les duela el orgullo.
—Esto se siente jodidamente mal.
—No me hace falta tanto dinero —miro a los dos idiotas y levanto las cejas, vaya, lidiar con un hombre es difícil, ya tenía yo que interesarme por dos.
—Lo toman y punto, vamos a dividirnos la ganancia de todas formas.
—Aún no recuperas lo que pusiste.
—Ese es mi problema —agarro lo que sobró y lo pongo en la caja fuerte del lugar, de todas formas se saben todas mis contraseñas, ya digo yo que son demasiado buenos, tontos, para estar metidos en este negocio—. Los espero en el auto.
Subo en la parte de atrás del Aston hasta que ambos deciden unirse a mí, Enzo a mi lado frente al volante, Andrea detrás. Me concentro en la calle cuando Enzo comienza a conducir, debería hacer que uno de los guardias maneje también.
Mejor no. Enzo podría pensar cosas extrañas otra vez. Esto es complicado.
—Nos quedamos con dos mil cada uno, lo demás está en la caja fuerte —me giro dispuesto a discutir con Andrea, él levanta las cejas—. No hay discusión.
—Bueno.
—Gabbana está buscándote hasta debajo de las piedras.
—Lo sé, está poniéndose muy incómodo —Enzo hace una mueca y gira el volante.
—¿Se puede saber que le hicieron tus padres?
—Él estuvo demasiado molesto, metiéndose donde no debía y Maddox se hizo cargo de la situación, escapó por los pelos, con dos tiros, uno en la pierna, otro en el costado.
—¿Sólo eso?
—No paró ahí, luego intentó matar a Maddox, casi resulta y estuvo dos semanas en el hospital por eso. Con Maddox tuvo suerte, con mi padre no, él no es una broma cuando se trata de Maddox. Sólo es un imbécil humillado.
—Tenía que sacarlo, necesitaba esos contactos —murmura Andrea mirando por la ventanilla, supongo que ya empezó a arrepentirse, mala suerte, eso ya no sirve de nada.
—No dije nada, pero otros podían hacer eso por ti.
—Claro, porque soy tremendamente querido y cualquiera iba a querer darme esos números sin tener un centavo.
—¿Cómo lo sacaste? —se encoge de hombros.
—¿No me dijiste como hacerlo?
—¿Qué? —vaya, Enzo no sabía esa parte de la historia, es bueno saberlo.
—Sí, fue un error.
—Enzo consiguió falsificar documentos donde Gabbana sería un sujeto importante en una investigación y usé tus credenciales.
—¿Perdón, mis credenciales?
—¿No notaste que te faltaban cosas? —aprieto la mandíbula, mis padres no me dijeron nada de esto, supongo que se dieron cuenta que tuve que ver en el maldito problema desde el principio.
Andrea, en serio, sólo sabes cómo joderme.
—Claro, voy a notar cosas estúpidas como esas después de que mi auto explotó, linda manera de decirme que soy querido.
—¿Y yo qué tengo que ver con eso? —gruño, no me gusta que se haga el imbécil, como si no hubiese hecho una maldita cosa, si llego a estar dentro del maldito auto ahora estuviese muerto.
—Andrea… —cierro los ojos y matizo mi ira, no me hace falta discutir con Andrea, sólo tengo que estar en su lado bueno, conseguir poder en todo esto y hacer una limpieza desde adentro. Ellos serían los últimos.
—¿Qué ibas a decir?
—Nada, no es importante.
—Patrick… —lo ignoro durante el camino y me lanzo en el sofá al llegar, Andrea sigue de largo, está enojado, bueno, que sufra un poco.
—¿Qué fue eso? —levanto la cabeza para mirar a Enzo, sonrío y apoyo la cabeza en el respaldo del sofá.
—Nada, quiero un beso —Enzo se apoya en el mueble con las manos a ambos lados de mi cabeza y une nuestros labios, insoportablemente lento, profundo y jodidamente placentero.
Dios, son una tortura, pero me encantan sus besos.
—¿Contento? —pregunta deslizando la lengua por mi labio inferior.
—¿Quieres mantenerme contento?
—Supongo —dejo un ligero beso en sus labios.
—Me gusta eso. ¿Tienes sugerencias con lo del territorio? Andrea no parece ponerse de acuerdo —desliza la lengua por su labio inferior, provocándome, yo que pensé estar a salvo después de tenerlo, ahora es incluso peor.
—Podría sugerirle algo.
—Es buena idea.
Enzo se aleja, anhelo el contacto al instante, pero evito ponerme raro al respecto, me quedo en la sala de estar hasta que me molesta estar solo, incluso los cachorros están con ellos. No me siento muy querido ahora mismo.
Camino a la habitación de Andrea viéndolos conversar con normalidad, incluso entre risas, Andrea bocarriba en la cama con Melo sobre su abdomen, Enzo a la derecha, de costado y diciéndole algo tan bajo que no lo escucho desde mi posición.
Se ven bien juntos, mejor de lo que pensé en un principio, se tienen confianza, se conocen desde chicos y probablemente esa amistad no exista cuando todo esto acabe.
Lo sé. Van a desmoronarse y no será lindo.
No tiene que importarme, estoy haciendo mi trabajo.
Decido irme a mi habitación con mis extraños pensamientos y configurar mi teléfono, no puedo involucrarme emocionalmente con ellos, no soy de esos. Sí, son buenos algunas veces, pero eso no borra lo que son, nada de eso, sólo estoy aquí para utilizarlos, nadie dijo que los ayudo con buenas intenciones.
Estas cosas son complicadas, pero decidí meterme yo solo aquí, no voy a volver como un fracasado, eso no existe en mi vocabulario.
Nero sube a mi cama y ronronea frotando la cabeza contra mi brazo.
—Chico, eres el único que se dio cuenta que estoy olvidado aquí —Andrea se ríe desde el marco de la puerta. Tiene el cabello castaño recogido en una cebolla, algunos mechones cortos caen por su frente. Nero me muerde.
—Nadie se olvidó de ti, si no te gusta estar solo deberías tratar mejor a los demás.
—Parece que tengo malas costumbres, ven aquí —Andrea se niega, por primera vez.
—Tengo hambre, así que bajemos.
—Parece que Enzo te puso de buen humor —Andrea se ríe de mí, no entiendo por qué.
—¿Y qué? Pensé que eso no te daba celos, según como lo veo es…
—No estoy celoso —replico.
—Si te sientes excluido porque sabemos demasiado el uno del otro puedes preguntarnos —no vine aquí para saber más de ellos que lo que dice en los informes, eso sería completamente estúpido de mi parte.
—¿Por qué haría eso?
—No lo sé, puedes hacer lo que quieras, Patrick.
—Bésame —Andrea se acerca, me coloca una mano en la nuca y deja un suave beso en mi mejilla antes de alejarse por completo—. ¿Qué fue eso? No quería…
—También es un beso, ahora baja.
Andrea baja las escaleras y Nero no se lo piensa dos veces para seguirlo, ahora estoy de mal humor por esa puta broma, me toco la mejilla, eso no es un maldito beso, no uno que le das a tu amante.
Hijo de puta.
Me quito la ropa y pongo un pantalón de deporte, ya que no vamos a salir de nuevo pretendo estar cómodo en mi propia casa, bajo encontrándome a ambos en la encimera, me siento en mi puesto y agarro la cuchara. Enzo no deja pasar mi mala cara.
—¿Por qué te ves de malhumor? Pensé que hablarían —hago una mueca y pruebo el almuerzo, Andrea bebe un sorbo de agua y remueve la comida en su plato.
—Parece que no le gustan los besos en la mejilla —Enzo se ríe a pleno pulmón y lo fulmino con la mirada.
—No te rías.
—Así que besos en la mejilla. También son besos —Andrea se encoge de hombros, están disfrutando con esto.
—Eso le dije —les apunto con la cuchara.
—No los que le das a tu amante, eso es…
—Es estúpido, puedes darle un beso en la mejilla a tu pareja.
—¿Y qué? —pregunto mirando a Enzo, él pone los ojos en blanco—. No me gustan y ya. ¿Se pusieron de acuerdo?
—Salvatore —menciona Andrea ignorando la pregunta.
—Están bien para empezar, no tienen tanto poder como otras familias
—Exactamente, le quitamos territorio a los Salvatore y nos expandimos.
—Eso nos dejará de todas formas en la lista de mierda de tu padre, son asociados
—¿Y qué, le tenemos miedo? —doy otro bocado.
—Sólo aviso.
Y entonces comemos en silencio hasta que Enzo se pone de pie para dejar su plato, resbalo el mío por la encimera y sigo viendo comer a Andrea una segunda porción. Dios, come demasiado. Enzo lava nuestros platos y regresa a su asiento, desliza un dedo por mi pecho tocando algunas cicatrices pequeñas.
—¿Qué pasa con todas las cicatrices?
—Castigos mientras me entrenaban.
—¿Tus padres? —pregunta Andrea con sorpresa.
—¿Qué? No, son locos, pero no para tanto. Fue mi tío, estuve los primeros seis años con la familia de mi padre, no fue satisfactorio.
—¿Y qué era este entrenamiento? —ambos se ven curiosos por la respuesta, no debería decirles, eso me hace aún más monstruo de lo que soy, mi maldito pasado debería quedarse sellado en una caja.
—No importa.
Andrea levanta las cejas y deja la cuchara en su plato.
—¿Por qué no quieres decirnos?
—Me enseñaban a matar —Enzo deja de tocarme.
—¿A los seis?
—Antes, a los seis ya sabía —sé que no van a salir corriendo por el descubrimiento, soy un asesino, ellos también, pero no están en el mismo paquete que yo, fui entrenado para eso, fui castigado, no creo que pueda pensar normal.
Estoy sorprendido de estar fuera de un maldito psiquiátrico, pero si Raphael puede, yo también, mi padre no está muy bien de la cabeza que digamos, pero tiene su ancla. Yo ni siquiera tengo eso.
—Siento decirlo, pero tu maldita familia está loca —Enzo se pone de pie y va hacia el sofá, Andrea deja su plato y se sienta en el asiento individual acariciado a los cachorros.
—Estaba —agrego, Enzo deja caer el control del televisor.
—Oh.
—Mi padre los mató a todos.
—Bueno, se lo merecían, ¿cierto? —Andrea lo dice de forma distraída mientras frota las orejas de Nero, como si mirarme pueda hacer que suba las escaleras y me encierre en mi habitación.
Mi pasado me molesta, pero es algo que no puedo cambiar, al menos sólo los primeros años fueron malos, luego de caer en las manos de Raphael mejoró. Obtuve otro padre, que si bien está tan loco como el biológico es más afectivo que Raphael, conseguí hermanos, una prima, tíos. No pienso demasiado en el pasado, porque es sólo eso, pasado.
—Sí, no fueron una gran pérdida.
—¿Qué hay de tus padres? —me acuesto en el sofá y coloco la cabeza en las piernas de Enzo.
—¿Qué hay del interrogatorio?
—No tienes que responder.
—No lo haré.
Enzo enciende el televisor y Andrea se pone a configurar su teléfono y el de Enzo, le doy el mío para que guarde los números y me acomodo. Preguntas incómodas a parte, me gusta estar aquí, no es desagradable convivir con estos dos.
Enzo me frota la frente.
—¿En qué estás ocupando tanto la cabeza?
—Pienso en los Salvatore —la respuesta sale más fácil de lo que pensaba.
Soy esto, un mentiroso, un completo hijo de puta que pretende engañar a los demás, adaptarme a esto es una estupidez. Soy Coronel de la IMS2, la chapa que descansa en mi pecho es el recordatorio, no estoy aquí de vacaciones, sólo trabajo.
Y ahora me doy cuenta de que no era necesario enredarme tanto.
Soy un cabrón imbécil.
******
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro