Capítulo 13
Enzo
No está concentrado, ni siquiera notaría ese hecho si no fuera porque estamos en una reunión en la que no ha querido dirigir, es egocéntrico, pero esta vez Andrea y yo estamos haciéndolo todo y tiene sentido, Patrick no tiene experiencia de este lado, pero hay algo que le molesta.
Y no debería importarme. No es mi maldito problema si no se siente bien o lo que sea.
Todos se levantan de la mesa y Nero se acerca, trajimos a los cachorros para que dieran una vuelta, ahora no sé si fue una buena idea. Patrick suspira y camina hacia la ventana, no estamos en su casa, es un lugar que conseguimos con su dinero, donde se harán las negociaciones.
Probablemente se arrepiente de gastar tanto dinero en vano.
Me agacho al nivel de Nero mientras Andrea se retira con algunos de sus asociados, hasta ahora la organización será como teníamos establecida, Patrick no se metió en eso.
Nero deja caer algo en mi mano y miro, es una cadena, dos chapillas militares del hombre cerca de la ventana, resoplo, no puedo creer que una cosa tan simple lo tenga de malhumor. Patrick desliza una mano enguantada en su bolsillo y da algunos pasos, está ansioso.
Acaricio la cabeza del cachorro, probablemente lleva jugando con ella desde que se la quitó, incluso resistió el viaje en auto, es un milagro que no la perdiera. Me pongo de pie, si una cosa tan estúpida puede lograr un cambio tan notable es mejor que se la quede.
—Patrick —se gira y recuesta a una de las columnas que separan las ventanas, escogió un buen lugar, no puedo decir nada de su gusto.
—¿Qué pasa? —me acerco y le pongo la cadena logrando ver por primera vez sorpresa en su rostro, me complace bastante sacarlo de su confort—. ¿Dónde la encontraste?
—Nero —me jala hacia él y atrapa colocando los brazos alrededor de la cintura.
—Ya no la necesito —me encojo de hombros, no tengo idea de si lo dice para mí o para él, evidentemente sí que la necesita.
—Escucha, llevas años y años en tu papel de militar, de Coronel, con esa chapa. No tienes que deshacerte de ella todavía, no quiere decir nada, nadie la verá.
—Bésame —junto nuestros labios sorprendiéndolo por segunda vez, me deja guiar el beso por completo.
Coloco una mano en su cuello y deslizo la lengua en el interior saboreando el café del desayuno, me sigue, enredando nuestras lenguas, me separo chupando su labio inferior. Gruñe.
—Mierda, ¿esto es porque Andrea no está?
Está equivocado, no me molesta la presencia de Andrea, puedo decir incluso que me gusta, pero sólo cedí por debilidad, porque verlo un poco vulnerable bajó mis defensas. Pero dejarlo meterse en nuestras vidas nos terminará arruinando por completo.
—No es por eso —no intenta besarme otra vez, pero tampoco me deja ir.
—¿Por qué acabas de besarme?
—Porque quise hacerlo, no busques motivos —intento alejarme, se aferra con más fuerza.
—Confía un poco en mí, Enzo —resoplo, eso es exactamente lo que no puedo hacer.
—¿En qué tengo que confiar? ¿En los negocios, o en el sexo?
—Ambos, vine para quedarme, no me quieren del otro lado.
—Claro, vamos a ver cuánto tiempo decides quedarte con nosotros —me besa el cuello, se me eriza la piel.
—¿Ese es el problema?
—Déjame ir —gruño, Patrick muerde mi oreja y susurra con la voz unas tres octavas más bajas.
—Puedo prometerte que no voy a irme, otros bandos quieren matarme, estoy relativamente a salvo con ustedes, haremos un imperio, los tres —muerde el lóbulo y luego baja dejando chupetones en mi piel.
—Jodido infierno, sí que tienes labia —me quejo justo antes de que me bese, vuelve a dejarme guiar, me gustan los besos lentos, disfrutar del momento, no parece molesto con eso.
—Quiero follarte —gruñe contra mi boca.
—Andrea no está.
—¿Y? no estamos juntos y no le interesa que lo hagamos, además llega en un rato, podemos darle un maldito espectáculo, le gustan esas cosas.
—No creo que tengas condones y lubricante por aquí —Patrick saca algo de sus bolsillos traseros, enseña un preservativo y un envase de lubricante pequeño, supongo que estaba esperando un poco de acción con Andrea.
—Te sorprendería toda la cosa extraña que cabe en los bolsillos, sube a la mesa.
¿En qué carajo acabo de meterme? ¿En serio voy a tener sexo con el amante de mi mejor amigo? Andrea dijo que estaba bien, pero…
—Deja de pensar, sube.
Camino a la mesa y me siento, Patrick deja a los chicos en el otro cuarto y luego se coloca entre mis piernas. Me besa, lento, justo como lo hice yo, supongo que aprende como tratarnos a cada uno. Muerde la punta de sus guantes para quitarlos y los deja detrás de mí, me acaricia el abdomen luego de quitar la camisa, lame la cicatriz del costado y el tatuaje en el pecho con una mirada bastante pesada.
—Te ves tan caliente —gruñe empujándome, me saca el pantalón y besa mi abdomen—. ¿Estás seguro de esto? Si hacemos esto no más quejas, nada de negarte.
¿Seguro? No.
¿Caliente? Sí.
¿Debería hacerlo? No.
¿Seguir negándome es una opción? No.
—Hazlo —Patrick quita el bóxer y lo deja caer en uno de los asientos.
—No es tu primera vez, ¿cierto?
—No —desliza la lengua por mi polla, una línea recta que me hace agitar, luego la pone por completo en su boca y succiona mientras uno de sus dedos se desliza en mi interior con el lubricante.
—Me gustan esos gemidos, una pena que Andrea esté perdiéndose el maldito espectáculo —pone un segundo y vuele a besarme.
Una vez estoy completamente fuera de mi mente y listo se coloca el preservativo y se desliza lentamente en el interior, también es una maldita pena que ni siquiera se quite la camisa.
—La próxima vez puedes verme completamente desnudo —le clavo los talones en el culo y lo obligo a moverse.
—Ya podemos… —Andrea no termina la oración, dejo salir una maldición y termino poniéndome más tenso que la cuerda de un violín.
—Maldición, relájate, le gustan estas cosas, ¿recuerdas? —Patrick mordisquea mi cuello haciendo que me suavice, es cierto que no me molesta Andrea, sólo que no estoy acostumbrado, suele ser bastante posesivo—. Andrea, toma asiento.
Patrick se mueve y me sonrojo, mierda, es la situación más extraña en la que me he metido, no es la primera vez que hago un trío con Andrea, pero siempre era yo quien follaba, nunca estuve en esta posición.
Andrea toma asiento, justo a nuestro lado y besa a Patrick, ninguno se esperaba eso.
—Si querían más tiempo a solas sólo debían decirlo —le encajo las uñas en la espalda a Patrick y lo empujo hacia mí.
—No tengo problema con que estés aquí —gruño, Patrick se ríe y me besa, Andrea se ve bastante excitado con la cuestión.
—Bésense.
—No —mi respuesta y la de Andrea llega enseguida.
—Joder, no se pondrá más incómodo de lo que ya es, se calientan en este tipo de situación, créanme, pueden besarse.
Andrea arquea una ceja, Patrick me besa, pero se aleja dejándome con las ganas.
—Vamos, bésalo —ni siquiera tengo tiempo de registrar a quien le dijo eso antes de tener a Andrea besándome, agresivo, demandante, con mordidas. Patrick lo agarra del cabello y lo separa, con la otra mano acaricia mi erección—. No lo pongas de malhumor que soy yo quien lo está follando y no me quedaré a medias.
Me echo a reír de la cara desconcertada de Andrea.
—Déjalo guiar el maldito beso, tiene algo con eso —Andrea parece incrédulo, pero se acerca otra vez.
Ruedo las manos por su pelo y junto nuestros labios, deslizo la lengua lentamente por cada rincón y la enredo con la suya, termino mordiéndolo gracias a una de las embestidas de Patrick.
Él se acerca a Andrea y le muerde la oreja.
—¿Por qué no haces algo por ti? Tengo las manos ocupadas con Enzo y no creo que puedan hacer más sin perder la cabeza.
Andrea está jodidamente perdido en el placer, se sienta en la mesa y saca su erección para acariciarse, Patrick me agarra y hace que mire.
—Míralo, en algún momento van a follar entre ustedes —le encajo las uñas y aprieto más el agarre con mis piernas—. Son testarudos.
Patrick se queja y deja de acariciarme para poner su mano en Andrea, a él no parece importarle mientras lo besa otra vez.
—Bésense —Andrea se acerca y espera por mí, lo agarro del pelo y vuelvo a besarlo—. ¿Van a correrse algún día?
Andrea profundiza el beso y Patrick embiste otra vez, lo suficiente como para hacer que me corra y morder a Andrea, jadea contra mí, reconozco las mejillas rojas y su cara de placer, también se corrió.
Patrick se quita el condón y termina corriéndose sobre mí.
Jadeando, saciados y en un lugar donde sólo se escuchan nuestras respiraciones y el quejido de los cachorros, ni siquiera sé cómo reaccionar. No debía hacerlo, pero no puedo virar el tiempo atrás.
Agarro mi ropa interior, Andrea se arregla y Patrick hace lo mismo, el único desnudo en la habitación soy yo. Incómodo. Me pongo el bóxer y el pantalón, pero tengo que robarme un pañuelo del bolsillo de Andrea para poder limpiarme, se queja, pero luego me deja por incorregible.
—¿Y cuál es la puntuación de Enzo?
—¿Puntuación?
—Ah, sí, este cabrón suele puntuar el sexo con sus amantes —me pongo la camisa y Patrick le abre a los tigres.
—Eso sería un siete —Andrea hace un ruido disconforme y Patrick sonríe—. Pero bueno, son experiencias distintas, no te he follado y Enzo no me ha follado a mí, así que mejor no compares.
—¿Esto es en serio? —Andrea resopla, al parecer no está de acuerdo con la puntuación, no estoy seguro de si es con la suya o la mía—. ¿Cuánto te dio?
—Cuatro, según él soy malo en la cama.
Me echo a reír, no creo que funcione así, si fuera malo en la cama no hubiese accedido a hacerlo de nuevo, supongo que ya puedo entender por qué logró enganchar a Andrea.
—Cuándo te folles a Enzo él podrá darme la razón —me pongo a toser atragantado con mi propia saliva, Andrea no sabe dónde meterse y Patrick pone los ojos en blanco.
—¿En serio? Ya se besaron —mierda, yo que pretendía hacer como si no hubiese pasado—. ¿Por qué no lo hacen de nuevo para mí? También me gustan los espectáculos.
—No tientes tu suerte —murmuro bajando las escaleras, los tigres me siguen y ellos más atrás.
Me acomodo frente al volante del Audi y Andrea lo hace en la parte atrás con Melo en sus piernas, Patrick con Nero, pongo el auto en marcha y nos dirigimos a nuestro lugar. Tendremos guardias a partir de mañana, dos anillos de seguridad, sólo diez hombres por el momento, que vivirán sólo a unos metros en un lugar que era para los empleados del hogar.
—¿Qué hay con la cicatriz? —se me tensan los hombros sólo de escucharlo, no hay manera de que pase eso por alto, es jodidamente grande.
—Del accidente —Nero muerde el brazo vendado de Patrick.
—No tengo información sobre eso. ¿Qué pasó?
—No es importante —Andrea gruñe, Melo le pone la pata en el pecho inconforme con el ruido.
—Le cortaron los frenos a su auto, envidia.
Nadie dice nada más en el camino y es bastante agradable, no me gusta el maldito tema del accidente, eso casi me mata. Me bajo al llegar a casa, Nero y Melo se quedan correteando fuera mientras voy a la cocina, Patrick se coloca a mi espalda y me besa el cuello.
—Contraté a una mujer para la cuestión de las comidas, viene en la mañana, lo hace todo y luego calentamos, así no tengo que hospedarla y no la tendremos alrededor.
—Dije que yo…
—No me importa —gruñe robándome un beso y caminando a la sala de estar con Andrea.
Se acuesta y coloca la cabeza en el regazo de Andrea, le dice algo y él se ríe. Se ven bien juntos, Andrea se ve feliz y sé que sólo quiere sacarlo de su sistema, el problema es que el sexo confunde.
Al final resulta que lo que es sexo no es sólo eso.
Siempre quieres más.
Y si alguno de los dos comete el error de enamorarse saldrá perdiendo bastante.
Patrick no es digno de confianza, cosa que debí haber pensado antes de dejar que se metiera entre mis piernas.
El problema es que no es de confianza, pero es jodidamente irresistible.
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