
Capítulo 10
Enzo
No me gusta depender del ex-Coronel, eso no dice nada bueno de nosotros, pero hay que aceptar que estamos completamente arruinados. El dinero con el que contábamos ya no existe porque decidieron robarnos mientras le hacíamos la guerra a Cristiano.
No fue una buena idea. En cuanto nos organicemos ese tipo estará muerto.
Melo jala mi sábana y me muerde una pierna, la maldita no me deja alimentarla, pero se empeña en levantarme todos los días como su fuera un despertador.
Le ordeno a la chica que vaya con Andrea y me doy un baño, estamos más cómodos en este lugar, pero aún no sé qué tan caro puede salirnos esto. Patrick no es una broma.
Ya que la casa no se estaba utilizando me tocará ir a buscar algo para desayunar, pero antes de que pueda preguntar siquiera por un auto me encuentro con el dueño desayunando en la barra. Vistiendo sólo pantalones de deporte y completamente sudado.
—Cariño, ¿no hay un beso de buenos días antes del desayuno?
—Deja de decirme cariño y pedirme besos. ¿Quieres que Andrea me mate?
—Ya viste que no le importa —replica dándole una mordida a su sándwich.
—Bueno, pues a mí sí, ni pienses que se repetirá.
—Con todo el dinero que estoy invirtiendo en ustedes merezco un poco de mimos.
—Pídeselos a Andrea, y estás invirtiendo porque te da la gana, nada que ver conmigo. ¿Hiciste las compras?
—Y ejercicio también.
—Bien.
—Buenos días, estos chicos no me dejaron seguir durmiendo —Andrea sale totalmente despeinado y sólo con un pantalón de piyama, los cachorros vienen detrás saltando con ansiedad.
—Tienen hambre.
—Sí. ¿El que fue de compras trajo leche?
—Sí, también biberones —Patrick apunta hacia algún lado y agarro las llaves del auto, necesito salir, estar mucho tiempo aquí me volverá loco.
—Saldré un rato en el Audi.
—Ve al garaje, hay motos ahí, más fáciles de usar —Patrick lanza las llaves en la encimera y Andrea se burla preparando los biberones de leche, tan domésticos, tan desagradables.
—No hay manera, Enzo prefiere los autos.
—Oh. ¿En serio?
—Era corredor antes, le gusta eso de la adrenalina —Andrea sigue dando información de mí como si no estuviese en la habitación, típico de él, aunque estoy seguro de que Patrick sólo se hace el tonto.
—Me voy.
—Enzo —Patrick me lanza las llaves y tengo que agarrarlas.
—¿Para qué?
—Hay un chico malo en el garaje que te va a gustar. ¿Por qué no vas a ver?
Mierda. Es mejor no interesarse por eso, es posible que me guste lo que encuentre. Hago una mueca, eso sonó tan mal en mi cabeza.
—Mejor no.
—Cobarde.
—Jodido infierno —gruño y camino hacia el garaje, hay cuatro motos, azul, roja, blanca, negra, un Audi, un Aston Martin y un maldito Nissan GT-R Nismo. Joder, sabía que me gustaría.
Acostumbrarme a estos lujos no es bueno, mucho menos a este chico malo, toco la carrocería gris y gimo, joder, como quiero montarlo.
—Espero que algún día me mires como miras al maldito auto, joder, es una vista muy buena —miro a Patrick, por supuesto que tenía que venir, Andrea probablemente siga arriba alimentando a los chicos.
—Espera sentado, podrías cansarte —Patrick deja salir una risa.
—Adivina, veo como me miras, y tus ojos después de los besos —gime—, esos me dicen que no es tan difícil como lo haces ver. ¿Andrea sabe que vas a dos vías?
—No —los ojos de Patrick brillan, está emocionado, pero no sabría decir cuál es el motivo.
Nunca vi necesario que Andrea se enterara de eso, incluso si eso lo pone más cómodo en su propia piel. No le interesa mi vida privada y a mí no debería interesarme la suya, excepto cuando este cabrón decidió meterse en su cama sólo para engañarlo.
En ese momento tuve que involucrarme.
—Sube, tiene las llaves puestas.
—¿Por qué estás haciendo esto, ayudándonos? —especifico—. Tienes dinero, una casa de la que nadie sabe, no tienes que hacer nada con nosotros y sin embargo aquí estamos.
Patrick se acerca de forma peligrosa, no retrocedo, nunca lo hago y no será la primera vez, odio que me lleve dos centímetros, por suerte, eso no me obliga a mirarlo hacia arriba.
—Mmm… voy a joderlos a todos, en mi naturaleza no está tomar vacaciones y vivir una buena vida, lo mío es la adrenalina, el sexo, las armas, el peligro y ahora quiero venganza.
—¿Quién te debe algo?
—Mis padres, el Comando y todos los imbéciles que creen que pueden matarme.
—¿Y entonces? —se acerca y mordisquea mi oreja.
—Por eso voy a ponerme esa corona, les haré la guerra y ustedes me ayudarán con eso.
—¿Por qué será que no te creo? —Patrick se aleja y se echa a reír.
—Porque eres más perspicaz que Andrea. Ahora sube al auto antes de que decida desayunar doble.
No tiene que decírmelo dos veces. Subo al Nissan y arranco escuchando el ronroneo del motor, joder, podría tener un orgasmo sólo de subir aquí. Patrick me mira, como si supiera lo que acabo de pensar.
Tiene un don único para deslizarse bajo la piel. Es odioso.
Aprieta un botón y la puerta del garaje comienza a subir, Patrick hace una señal.
—Cariño, vuelve para el almuerzo —acelero y salgo de una vez.
Es jodidamente asfixiante.
Conduzco a toda velocidad por la calle, estamos alejados de la ciudad, así que aprovecho los caballos de fuerza extra en el auto, es bueno, mejor de lo que podría describir.
No paseo mucho tiempo por la ciudad y regreso, se supone que hoy en la noche volamos a Colombia y nos reunimos con la guerrilla, necesitamos ponernos en el negocio de una vez.
Entro de nuevo a la casa rezando para no encontrar alguna escena extraña, pero todo lo que me encuentro es a Patrick jugando con los cachorros en el suelo. Andrea no está alrededor.
—Miren quien llegó —los tigres vienen a mí y me saludan—. Tú y Andrea tienen que empezar a adaptarse a mí, no los puedo tener escapando siempre.
—¿Dónde está?
—Dando un vuelta.
—¿Qué hiciste? —Patrick se ríe.
—Robarle un beso. Hay que ver lo quisquillosos que se ponen por tonterías, ya me acosté con él, no haremos nada peor que eso.
Pongo los ojos en blanco y voy a la cocina, agarro la pasta y comienzo a preparar las cosas, puedo sentir la mirada del cabrón sobre mí, pero no voy a quejarme.
—Sabía que eras el doméstico —lo fulmino con la mirada—. Sí, puedo verlo funcionar.
—Claro, ahora quieres que cocine para Andrea y para ti mientras follan, que linda oferta, pero no.
—Estás incluido en lo de follar, no voy a conformarme con uno, deberían hacerse la idea.
Mierda. ¿En qué puto mundo alternativo me metí? Esto no puede ser en serio.
Tomó asiento en una de las butacas del otro lado sólo para mirarlo, la pasta está en el fuego y sólo hay que esperar un poco. Mientras, tengo que convencer a este hombre de alejarse de mí. Eso no puede pasar.
—Escucha, convence a Andrea de ir a la cama contigo, no me necesitas para esto.
—¿Desde cuándo lo de los chicos?
—Desde que tengo uso de razón.
—¿Sólo los chicos o eres…? —pongo los ojos en blanco, como siempre la gente tratando de meterte en un algún tipo de clasificación.
—No me metas en etiquetas, me gustan las personas independientemente de su sexo, eso no es importante para mí.
—Pansexual, eso me sirve.
—Patrick, deja de ser caprichoso con ese tema, vas a joder la amistad que tengo con Andrea por estupideces.
—¿No viste sus ojos ayer? —pregunta suavemente—. Te recuerdo que me besó luego de que mi lengua estuvo en tu boca, a él le gusta tanto como a mí, sólo que no quiere dar su brazo a torcer.
Me río de su indiscreción porque es lo único que puedo hacer.
—Bueno, no puedes esperar que acepte que es bisexual de la noche a la mañana, mucho menos con su vida dentro de la mafia.
—Bésame —demanda.
—No.
—Vamos, voy a probarte que le gusta —escucho el ruido de una moto, Andrea está de vuelta.
—No tienes que probarme nada.
—Enzo, te gustaron los besos que compartimos, no tienes que hacerte el difícil.
Me agarra del frente de la camisa y une nuestros labios, ni siquiera espera para profundizar el beso, escucho el ruido del agua hirviendo, el fuego y las llaves de Andrea al caer al suelo.
Abro los ojos al mismo tiempo que enredo la lengua con Patrick, Andrea se ve completamente impactado y a la misma vez excitado, tiene razón, le gustan los espectáculos.
—¿Lo suficientemente convencido? —Patrick se echa a reír y luego camina hacia Andrea, hace lo mismo que conmigo, Andrea lo agarra de la nuca y lo besa con violencia.
Me pongo a cortar las especias para la salsa, aún me parece un poco incómodo todo este asunto, pero Patrick parece estar nadando en sus aguas. No me sorprende en realidad.
—Puedes mirarnos, Enzo —agarro el cuchillo con fuerza cuando lo tengo cerca de mí otra vez, me besa el cuello y luego muerde.
—Vuelve con Andrea y deja de joder —Patrick mordisquea mi oreja y susurra.
—Andrea nos está mirando, le gusta vernos, deberías ver sus ojos ahora mismo, como si quisiera que te folle aquí mismo.
Dejo el cuchillo a un lado y lo miro ignorando deliberadamente la mirada de Andrea, no necesito eso, no tengo que saber lo que le gusta cuando se trata de Patrick. No puedo dejar que joda una amistad de más de quince años por un simple capricho.
—No voy a dejar que me uses para poder convencer a Andrea de meterse en tu cama otra vez —Patrick se ríe.
—No me haces falta para convencerlo y lo sabes. Andrea quiere estar ahí.
—Parece que te gustan los retos, no sólo convencer a Andrea, también a mí de ir a la cama contigo. Eso no pasará, así que retrocede.
—Me gustan los retos.
Patrick da un paso atrás por fin dejándome respirar, así que vuelvo a lo mío ignorando todo alrededor, esto se está complicando y no quiero estar cerca cuando todo explote de una vez.
Pero tengo la sensación de que voy a estar justo en el medio.
Sirvo la pasta y le doy un plato a cada uno antes de sentarme en el sofá a comer y ver el televisor, mientras más alejados mejor, pero los dos imbéciles se unen a mí mientras los cachorros nos miran. Hora de alimentarlos.
—Nero, nos vamos a mi habitación —Patrick termina dejando los platos sucios en la mesa y agarra el biberón de Nero, se lo lleva escaleras arriba dejándonos completamente solos.
Mierda, que incómodo, esto nunca había pasado con Andrea.
—Voy a… —me pongo de pie con la intención de huir, pero Andrea me mira fijamente.
—Siéntate —tomo asiento otra vez y dejo el plato junto al de Patrick. Andrea se lleva los tres platos a la cocina y regresa con el biberón de Melo, para mi sorpresa me lo ofrece—. Aliméntala.
—Sabes bien que no quiere nada de mí.
Hace una señal, así que agarro el biberón, Melo me mira confundida con la situación, bueno, que se una al club, también estoy jodidamente confundido. La subo al sofá y ella no tiene reparo alguno en que la alimente.
—No tienes que estar huyendo de mí —casi tiro el biberón y Melo gruñe, lo arreglo y miro a Andrea.
—No estoy huyendo de ti.
—Claro. ¿Desde cuándo te gustan los tíos? Ni siquiera sabía de eso.
—No me gusta Patrick, mira, lo que menos quiero es que exista alguna confusión entre nosotros y…
—A él le gustas —dice interrumpiéndome, eso me quedó más que claro, sabía que esto se complicaría.
—Puedo irme.
—No, es impactante, nunca pensé que me pasaría algo como esto, pero… —Oh, Dios, no tengo que escucharlo, no lo digas, no lo digas—, me gusta verlos juntos.
Carajo, no tengo que saber de los extraños fetiches de Andrea, no me importa eso. Esta situación joderá nuestra amistad por completo. Patrick no puede ponerse a jugar entre nosotros sin que existan un par de consecuencias que a nadie le gustarán.
—Andrea. ¿Qué mierda estás diciendo?
—Ya sabías eso, te besó delante de mí para probar ese hecho.
—Pensé que no te gustaban los hombres —se encoge de hombros, Melo termina con su biberón y lo coloco en la mesa, ella se frota con mi muslo ronroneando.
—Me gusta Patrick, y pienso follar con él hasta que este enredo en mi cabeza desaparezca.
—Eso es una mierda de plan, terminarás aún más enredado.
—No pasará, él nos utiliza y nosotros lo utilizamos a él —me río de eso, nosotros no lo utilizaremos en ninguno de los aspectos, es él quien saldrá ganando en todas las situaciones posibles.
—No voy a follar con tu amante, tengo mis valores.
—No somos amantes, sólo quería aclarar un hecho, no me importa que lo hagas, así que no tienes que ponerte incómodo conmigo alrededor. Compartimos mujeres en el pasado, esto no es diferente.
Andrea tiene que haber perdido la cabeza, no es igual, ni siquiera parecido, puedo compartir una mujer, una noche, una mujer que no volveremos a ver, pero involucrarse de esta manera es una cosa estúpida.
—Una noche, compartimos una noche con ellas. ¿Pensaste siquiera cuánto va a durar esto, o lo mal que terminará?
—No tiene que hacerlo.
—Si ya hablaron de incómodos sentimientos y todo eso vamos de una vez, tenemos un avión que tomar —miramos a Patrick, Melo baja del sofá para retozar con su hermano—. ¿Qué? Les di espacio para que despejaran toda esa incomodidad. ¿A qué llegaron, comparten o no?
—¿Con quién dejaremos a los cachorros?
—Contraté a alguien, me aseguré de que no se los llevara mientras tenemos vacaciones. Sigan ignorándome, puedo hacerlos ceder cuando menos se lo esperen.
—Vamos.
Patrick parece complacido, todo le parece divertido, pero no voy a dejar que nos joda con tanta facilidad, el maldito es arrogante, cree que puede jugar con todo. Bueno, conmigo no.
Que juegue con Andrea, meterme en esta situación hará las cosas insostenibles.
******
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro