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24🖍

Misel vio la notificación en su teléfono, ya los gemelos habían nacido y Darien estaba bien, un mes, un maldito mes desde la última vez que supo algo de Damon y fue por una estúpida llamada.

Después de todo este tiempo sólo lograba sentirse peor, sus sentimientos lograban encajarse en su pecho mucho más, Mikel estaba asistiendo a sesiones con la psicóloga aún y a pesar de lo que Damon le había dijo quería verlo.

Mikel estaba seguro de que mentía cuando le dijo que no lo quería. Mordió su labio inferior, según Yulián luego de la llamada Damon había hizo un escándalo para que le dieran de alta.

Los doctores cedieron cuando Yulián intervino y una vez estuvo a punto de subir al auto Damon se negó diciendo que no iría con él, que renunciaba a todo.

Lo dejó ir por separado y no supieron más de él, Damon fue a su casa, recogió algunas mudas de ropa que tenía allí, se llevó el dinero en efectivo que guardaba y finalmente se largó desapareciendo de la vista de todos.

Misel buscó, pero fue inútil, ni siquiera Yulián pudo encontrarlo.

Estaba cansado y a dos mil doscientos ochenta y cuatro kilómetros lejos de casa, tuvo que viajar para ver a su próximo empleador, iba a rechazarlo sólo por estar tan lejos, el contrato que ofrecía no era nada del otro mundo.

Misel vio una tienda de libros infantiles y se detuvo, estaba al otro lado de la calle y a pesar de que le había comprado muchas cosas a su cachorro tenía la necesidad de ir hacia allá.

Dio un paso al frente tratando de alejarse y se detuvo otra vez, sólo iría y echaría un vistazo alrededor, no lo mataría.

Caminó hacia allí y abrió la puerta, una campana en la parte superior le dio la bienvenida.

—Lo siento, pero es hora de cerrar —dijo alguien desde un poco lejos.

Misel pestañeó y rebuscó alrededor, no creía estar imaginándolo, era la voz de Damon, pero no podía verlo, quizás se debiese a las ganas de verlo que tenía.

—Si es muy urgente escoja algo rápidamente.

No, no lo imaginaba, era definitivamente la voz de Damon, pero estaban a kilómetros de casa, Misel caminó hacia una de las estanterías y lo vio acotejando algunos muñecos.

Tenía un jean y una camisa blanca, encima llevaba un delantal púrpura lleno de muñequitos, el cabello estaba mucho más largo que la última vez, pero era él.

Era la persona que llevaba meses huyendo.

Damon frunció el ceño y giró la cabeza, se puso de pie repentinamente en cuanto lo vio y empezó a caer, Misel corrió y lo agarró, habían terminado en el suelo de todas formas, pero al menos Damon no se había golpeado la cabeza.

Su mejilla quedó descansando sobre su abdomen, Misel sintió su corazón dispararse y su respiración nerviosa, llevó una mano a su pelo y lo colocó detrás de la oreja.

Damon se levantó lentamente y recogió los muñecos que había tirado echándolos a un cestón.

—Gracias por detener mi caída —murmuró agarrando la cesta y dejándola en un estante.

—¿Es lo único que tienes que decirme? —Damon fue a la entrada y giró el cartel de cerrado, frunció los labios y lo miró.

—¿Qué quieres que diga?

—El motivo por el que te fuiste, ¿por qué sigues huyendo? Estás a kilómetros de tu familia —Damon arrugó la frente.

—¿Familia, que familia es esa?

—Yulián, Darien, mi madre, Mikel y también yo, que fueses un niño de acogida no quiere decir que no tengas familia —Damon suspiró con cansancio.

—Creo que fui lo suficientemente claro, antes de irme dije que renunciaba a todo —Misel lo fulminó con la mirada y lo agarró del frente del delantal.

—No me importa que seas un maldito cobarde cuando se trata de tus sentimientos...

—¿Cobarde?

—Sí, sé que me amas —murmuró, Damon tragó con nerviosismo, era tan obvio que no entendía como no lo había visto desde el principio, él se alejó jalando su ropa.

—¿Cómo llegaste a esa conclusión?

—Porque me lo dijiste varias veces —admitió.

—¿Qué?

—Estuviste una semana en coma, pero en la segunda comenzaste a despertar por intervalos de tiempo, me buscabas todo el tiempo, preguntabas por Mikel y me dijiste que me amabas.

—¿Y le haces caso a una persona moribunda? —preguntó con ironía, Misel torció los ojos.

—No creo que el golpe en la cabeza te creara sentimientos hacia a mí, desgraciadamente no estuve ese día ahí y te di la oportunidad para que te despidieras de esa forma tan cobarde —dijo acorralándolo contra el cristal, por suerte comenzaba a oscurecer.

—Aléjate.

—Corrí ese día hacia el hospital, pero no importó, ya te habías ido, Yulián me dijo que intentara darte tiempo y eso hice, pero tú volviste a huir dejándome confundido, ¿cuál era el motivo por el que te habías ido si me amabas? —Damon lo miró.

—No digas tonterías.

Misel siguió con su monólogo.

—Entonces me di cuenta de que ninguno de los dos habló adecuadamente sobre esto —musitó acariciando su mejilla suavemente, Damon cerró los ojos con fuerza.

—No lo digas.

—Te amo, Damon —confesó acomodando su pelo.

—No me importa, ahora vete —gruñó empujándolo, Misel le dio espacio, tampoco quería asustarlo.

—¿Por qué sigues huyendo? No lo entiendo.

—No dejé de ser un Alfa, aunque tuve la opción de cambiarlo.

—¿Qué? —preguntó con confusión, las palabras de Damon no tenían sentido.

—El doctor dijo que al parecer era originalmente un Omega, que habían experimentado conmigo y mi rango actual fue producto de eso —Misel frunció el ceño—. Tuve dos opciones, seguir Alfa o volverme un Omega incompleto, tuve la opción de arreglar todo, así podría quedarme con ustedes porque las cosas hubiesen sido más fáciles conmigo siendo Omega, pero fui egoísta no me veía como algo más que un Alfa —lloriqueó, Misel lo envolvió en sus brazos.

—No entendí gran cosa, pero me alegra escuchar que hiciste lo que tú querías y no lo que la situación te obligaba, nos hubieses odiado con el tiempo, así que elegiste correctamente.

Damon lo empujó, estaba siendo caprichoso.

—No, estoy tomando decisiones incorrectas siempre, yo decidí enredarme con ese Alfa y mira como todo terminó.

—Todo está bien, Damon, Mikel está sano y tú también.

—No estoy sano, quedé con secuelas, soy un desastre, no puedo ser egoísta e irme a vivir de vuelta con ustedes como si fuese el mismo —gruñó secando sus mejillas, él estaba llorando.

—Eres el mismo.

—No lo soy, no oigo de mi oído izquierdo, cuando no tengo cuidado termino en el suelo, mis cambios emocionales son un desastre, se me olvidan las cosas y muchísimas cosas más, estoy completamente roto ahora.

Misel apretó la mandíbula y negó.

—No eres un juguete, no estás roto, no me importa cuántas cosas tengas, buscaremos ayuda, pero por favor no sigas huyendo —murmuró tomando su mano, Damon miró sus manos unidas por un momento.

—Yo tuve la culpa de lo que pasó, tu hijo estuvo secuestrado debido a mí.

—Ese Alfa fue el culpable —replicó, Misel lo agarró del mentón y subió su cabeza —. Mírame —una vez Damon dejó caer la mirada en él repitió sus palabras—. Te amo, Damon, y Mikel también, está esperando que regreses.

—¿Aún después de lo que le dije?

—Sí, está convencido de que mentías, así que regresa y dile lo que realmente sientes.

Misel mordió su labio inferior, Damon aún no se veía convencido, sin embargo para el final de la noche esperaba conseguirlo y poder llevarlo de vuelta, con su familia.

......

Damon negó, este Alfa era un estúpido, sus palabras no tenían sentido, ¿cómo podía amarlo? No, era simple lujuria, un Alfa no podía amar a otro, Misel sólo se había acostumbrado a él.

—Vete y deja de decir cosas absurdas —Misel arqueó una ceja.

—¿Qué es lo absurdo?

—Que me ames, eres un Alfa y yo también —dijo apuntándose.

—¿Y qué? —preguntó como si nada —. No me enamoré de tu rango, me enamoré de ti, ¿cómo es posible que pienses así cuando estás enamorado de mí?

—Porque eso es normal para mí, enamorarme de un Alfa es lo mío, pero tú siempre has preferido Omegas y...

Misel se acercó a él y lo abrazó, Damon se rindió esta vez, había extrañado su calor, su aroma, todo de él.

—Hasta que te conocí, ahora te prefiero a ti —murmuró cerca de su oído bueno, Damon aspiró y cerró los ojos.

—Tú, Darien...

—Eso fue un amor unilateral —confesó besándole el cuello, Damon se aferró a sus hombros y gimió.

—Soy un Alfa.

—¿Y qué? Me enamoré de este Alfa —repitió besándole el cuello, Damon lo miró a los ojos, estaba avergonzado.

—No puedo darte cachorros, no puedo...

—Ya tengo un cachorro, Damon —dijo agarrándolo del mentón—. ¿Por qué crees que quiero otro?

—Quizás te arrepientas en el futuro de tu decisión.

—Eso no pasará y si quieres otro cachorro en el futuro nos encargaremos de eso.

—No seas tonto, me acosté con muchos Alfas.

Misel mordisqueó su oreja, Damon dejó salir un gemido.

—No me importa, eso no hará que me avergüence de ti, también me acosté con muchas personas, mientras sólo te acuestes conmigo a partir de ahora me harás muy feliz.

—Misel...

—¿Podemos ir al lugar donde te quedas?

—Sí.

Damon desamarró su delantal y lo dejó sobre el mostrador, tomó las llaves del encargado y cerró la puerta, guardó las llaves en su bolsillo y tomó la mano de Misel, cruzaron la calle, Damon lo miró sin poder más con su curiosidad.

—¿Cómo me encontraste?

—Fue el destino —murmuró Misel con una sonrisa.

Damon negó y abrió la pequeña habitación donde se quedaba, era pequeña teniendo en cuenta a lo que estaba acostumbrado, pero la mantenía limpia y no había animales desagradables.

—Es un poco pequeña, pero...

—No me importa, es perfecta para lo que quiero —gruñó Misel atacando sus labios mientras lo arrinconaba contra la puerta cerrada.

Fue un beso necesitado que bien pudo durar minutos o simples segundos, Damon lo sintió eterno y aún así no quería que acabara, el sabor de Misel era embriagante.

Misel quitó su camisa y se quedó mirando por un momento la cicatriz de bala en su hombro derecho, la repasó con los dedos, luego bajó a su pezón.

—Pensé que te perdería ese día y luego de despertar te fuiste como si nada importara —dijo caminando con él hacia la cama, Damon se aferró a su mano.

—Lo siento —Misel le quitó la camisa y lo hizo acostarse, se colocó a horcajadas sobre su pelvis y besó la cicatriz en su abdomen.

—Me lastimaste al decir que nunca te gustaría alguien como yo —Misel le besó el ombligo y siguió bajando por su vientre.

—Lo siento.

—¿Tus costillas duelen mucho?

—Ya casi no duelen, has lo que quieras.

Él lo miró y desabrochó el pantalón, luego bajó la cremallera.

Damon gimió cuando bajó su ropa interior y lamió su erección, la lengua de Misel recorrió desde la punta hasta la base, luego lo metió en su boca y succionó.

Damon apretó la mandíbula tratando de resistirse y no quedar en ridículo.

Misel lo sacó y volvió a ponerlo, Damon gimió roncamente jalando su pelo mientras deslizaba la lengua por el tronco, Misel lo miró, sus ojos estaban completamente dorados.

Él lo acarició mientras deslizaba la lengua por sus colmillos.

—Gírate —Damon se colocó bocabajo, escuchó a Misel gemir mientras repasaba su espalda con la yema de los dedos.

Misel le mordió levemente la nuca y fue repartiendo besos por todo su torso, a veces alternando con mordidas, Damon se tensó cuando Misel mordió una de sus nalgas.

—Misel, ¿Qué haces?

—Darte placer —dijo con un ligero susurro mientras lo agarraba, él lamió su entrada provocándole escalofríos.

—No, Misel, no hagas eso.

—¿Por qué?

—Se siente raro, es extraño —confesó agarrando las sábanas con fuerza.

Misel deslizó la lengua otra vez por sus terminaciones nerviosas haciéndolo gemir, sus mejillas estaban calientes y esto era lo más vergonzoso por lo que había pasado en su vida.

La húmeda lengua de Misel volvió a jugar con todos sus nervios, suspiró contra la tela, se entretuvo alrededor por unos segundos más y luego lo penetró tentativamente, un gemido estrangulado salió de sus labios.

Damon terminó corriéndose, cubrió su rostro con las manos, Misel hizo que se girara y quitó sus manos, él sonrió.

—¿Nunca te habían hecho esto? —preguntó con orgullo, Damon se echó a reír, aunque aún estaba muriendo de vergüenza.

—No, ¿en serio crees que les importaba darme placer?

—Estoy enojado por la forma en que esos imbéciles te trataron —Damon deslizó los brazos alrededor de su cuello y sonrió suavemente.

—Todo está bien.

—Sí, a partir de ahora yo estoy aquí para ti.

—Misel... —Misel utilizó un dedo para penetrarlo suavemente, Damon mordió su labio inferior.

—Quiero llegar hasta el final, pero no tengo preservativos.

—Luego de lo que pasó con Itzel me hice varios chequeos, no tengo nada, puedes hacerlo así, sólo si quieres —agregó, no quería que Misel se sintiera obligado.

Misel le besó la frente.

—Por supuesto que quiero, yo también me hice exámenes la última vez que fui al hospital —murmuró—. ¿Tenemos lubricante?

—No tengo idea de donde está, así que no —Misel intentó alejarse de nuevo, Damon agarró su brazo—. Hagámoslo.

—No quiero hacerte daño —Damon intercambió sus posiciones quedando él arriba, sonrió.

—Entonces permíteme encargarme —Damon colocó tres dedos frente a Misel, él los chupó obedientemente y gruñó cuando lo vio deslizarlos en su interior.

Lo besó suavemente toqueteando sus pezones y acariciando de vez en cuando su erección, él sacó sus dedos una vez listo y acarició su pene goteante esparciendo el líquido pre-seminal por toda la longitud.

—No te fuerces a ti mismo —Damon arqueó una ceja y se colocó adecuadamente para tenerlo en su interior, el juego previo fue fructuoso, Damon gimió, no hubo nada de dolor.

Damon podía entender ahora porque nunca se sintió completamente lleno mientras se acostaba con esos Alfas, siempre estuvo buscando esa profunda conexión que parecía compartir con Misel.

Amaba profundamente a este Alfa.

Luego de varias horas Misel se quedó dormido abrazado a él, Damon quitó algunos mechones rojos de su frente y suspiró.

Sí que lo amaba y por eso no debería quedarse con él, lo mejor era irse y asegurarse de que esta vez no lo encontrara.

Se puso de pie con esa intención, quizás Misel se lo agradecería en un futuro.

Damon abrió los ojos cuando la mano de Misel lo detuvo, Misel lo miró como si lo hubiese atrapado haciendo algo malo, en realidad sí que era la situación.

—No estás autorizado a irte de mi lado —gruñó malcriadamente.

—Misel...

Misel se sentó cubriéndose con la sábana, él lo jaló para que se sentara.

—Sé que piensas que lo haces por mi bien, pero si te quedas a mi lado seré el hombre más feliz de este mundo —murmuró colocando las manos en sus mejillas, ante esa imagen nadie podría negarse—. ¿Te quedarás?

Damon mordió su labio inferior.

—Sí.

—Prométemelo, Damon, prométeme que no seguirás alejándote de mí.

—Te lo prometo, Misel, lo siento —murmuró bajando la mirada, Misel le robó un pequeño beso.

—No te disculpes más, por cada lo siento que quiera salir de tu boca dime en cambio cuanto me quieres.

Damon se echó a reír y lo abrazó.

—Te amo, Alfa.

—Yo también te amo, Alfa —murmuró.

Damon lloriqueó sobre su hombro, por fin podía respirar aliviado entre los brazos de Misel refugiándose en sus feromonas, en su calor.

Damon ya lo había prometido.

No se alejaría de nuevo.

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