17🖍
Damon apretó la mandíbula mientras escuchaba a Yulián darles órdenes a sus subordinados, aún seguía enojado por ocultarle la información sobre él cuando podía haber evitado muchos de sus problemas.
—¡Damon!
—¿Qué pasa? —preguntó mirándolo con una ceja arqueada, Yulián se puso de pie y lo miró de forma extraña.
—Estoy hablándote.
—¿Ya terminaste?
—Sí, ¿aún estás enojado conmigo? —Yulián hizo un puchero, Damon no caería en eso.
—Sí, ¿Darien está mejor?
—Mejor, aún sigue quejándose por el vínculo con ese Alfa, pero debemos esperar.
—Al menos es bueno que ellos estén bien —murmuró mirando por la ventana, Yulián suspiró.
—¿Cuándo vas a perdonarme?
—No lo sé.
—¿Qué se supone que haces con ese Alfa? —Damon lo fulminó con la mirada.
—¿Estuviste investigándome?
Yulián se recostó al respaldo del sofá y jugueteó con su teléfono.
—Sí, sé que lo estás ayudando a cuidar a un cachorro, ¿es su hermano?
—Su hijo.
Yulián dejó caer el teléfono debido a la sorpresa, Damon mordió su labio inferior para evitar reírse.
—¿Qué? No sabía sobre eso, ¿por qué lo estás ayudando? Ese no es tu problema.
—Porque quiero —replicó.
—Damon...
—Sólo no hablemos —pidió mirando a otra parte, Yulián recogió el teléfono del suelo y suspiró mirando la pantalla.
—Lo siento.
—Lo sé, sé que lo sientes, que no lo hiciste con maldad, pero aún estoy enojado —aceptó, Damon sitió las lágrimas resbalando por sus mejillas, Yulián apretó la mandíbula—. Te odio por hacerme sentir así, estuve todos estos años odiándome por ser como era.
—Esperaré que me perdones —musitó.
—Bien —gruñó limpiándose el rostro.
—Por cierto, ese Alfa, Itzel, si mal no recuerdo, ¿no querías matarlo?
—No, lo pensé mejor y eso nos metería en problemas.
Yulián arqueó una ceja.
—¿Está bien eso? Si es necesario puedes hacerlo, yo me encargaré de todo.
—No, después de la última vez que lo vi no es necesario, debe haber aprendido la lección.
Yulián caminó hacia él y agarró su brazo.
—Espero que sea así, sé que estás enojado conmigo, pero Darien no tiene nada que ver con esto, él quiere verte.
—Está bien, iré en esta semana, nos vemos, hoy me toca recoger al cachorro.
—Damon...
Damon se giró arqueando una ceja.
—¿Qué pasa?
—Lo preguntaré esta única vez, ¿estás seguro de lo que haces con ese Alfa?
—Seguro, así que no te preocupes.
Damon salió del edificio y caminó directamente a su auto, dejó el arma en la guantera y condujo hacia la guardería, la profesora estaba fuera jugando con los niños, ellos ya estaban esperando a los padres.
Bajó y caminó hacia allí, Mikel estaba hablando animadamente con dos niñas mientras hacía un castillo de arena, se veía demasiado tierno mientras explicaba lo que hacía.
Mikel lo notó de alguna forma, el cachorro parecía tener un olfato agudo, dejó de hacer lo suyo y corrió hacia él, Damon se agachó y abrió los brazos para cargarlo, ya era su cuarto día y parecía gustarle.
—Pensé que vendría la abuela —dijo frotando la mejilla contra su cara, Damon se echó a reír por el intento de marcarlo.
—No, hoy vine yo, ¿no estás contento?
—Sí, mucho.
—Damon —dijo la profesora con la mochila de Mikel en la mano, Damon la tomó mientras hacía su pregunta.
—Profesora, ¿Qué tal le fue al cachorro?
Ella sonrió de medio lado y colocó un mechón de pelo detrás de su oreja.
—Es un niño muy bueno, aunque se resiste a aprender los colores, ¿usted y su padre pueden ayudarnos con eso?
—Lo intentaremos, gracias.
—Lleguen a salvo a casa.
—Gracias —murmuró caminando al auto, Damon lo sentó y aseguró, luego comenzó a conducir—. Mikel...
—¿Mmm? —preguntó el cachorro mirando por la ventanilla.
—¿No te gustan los colores?
—Son bonitos.
—¿Sabes cuál es cuál? —Mikel se encogió de hombros.
—No.
—¿Quieres que te enseñe?
—¿No vamos a jugar hoy?
—Sí, pero te aprenderás los colores —sentenció, Mikel lo ignoró por completo.
—Mmm...
Damon aparcó y tomó la mochila, cargó a Mikel y lo dejó con su abuela mientras se cambiaba de ropa, Misel aún no había llegado.
Luego de ponerse algo cómodo bajó, el cachorro estaba jugando con un oso de peluche mientras le contaba a su abuela todo lo que había hecho en el día, Damon sacó las crayolas y colocó su cuaderno de dibujo frente a él.
—Dije que aprenderíamos hoy los colores.
—No quiero —refunfuñó aferrándose a su muñeco, Damon sonrió abriendo el cuaderno.
—Es divertido, podrás colorear y tus dibujos quedarán lindos.
—Ya son lindos —replicó malcriadamente.
Damon suspiró y tomo la crayola azul.
—Este es azul, ¿sabes que cosas son azules?
—No quiero —lloriqueó, Regina negó desde el asiento.
—Mikel...
—No.
Mikel comenzó a llorar tratando de deshacerse del problema, Damon frunció el ceño, no iría a consolarlo o estaría perdiendo la batalla.
—¿Qué pasa? —preguntó Misel entrando a casa, Mikel dejó de llorar limpiándose las mejillas.
Misel tenía el pelo rojo despeinado, la corbata desamarrada y se veía un poco intranquilo, Damon sonrió de medio lado, empezaba a preocuparse por su cachorro.
—Es que Mikel aún no se sabe los colores y tampoco quiere aprenderlos —murmuró viendo los colores, Mikel lo miró con pánico.
—¿En serio no sabes algo tan fácil? —preguntó mirando al cachorro con reproche, Mikel gimió mirando al suelo.
— ...
—Misel —regañó mirándolo, no quería que lo avergonzara por ello, Misel se agachó frente al cachorro y esperó a que lo mirara, Mikel parecía aterrado.
—Juguemos algo.
—¿Eh?
—Jugaremos con Damon —mencionó apuntando hacia él, Damon arqueó una ceja, no tenía idea lo que se traía entre manos—. Si ganas te dejo dormir con él, pero si gano yo no jugarán otra vez.
—No —replicó Mikel mirándolo con furia, Misel se echó a reír.
—¿Por qué, no puedes aprenderlos?
—Si puedo.
—Bien, iré arriba, me cambiaré y cuando vuelva espero que te los sepas o perderás.
Misel fue escaleras arriba sin problema alguno después de encender una llama en su hijo.
Damon sonrió mientras le señalaba los colores a Mikel, él en verdad parecía motivado esta vez, estaba emocionado por esto, era la primera vez que su padre le dirigía la palabra más de dos minutos.
Quizás aún no fuese tarde para ellos.
......
Misel terminó de ponerse la camisa y revisó algunos mensajes en su teléfono mientras le daba tiempo al cachorro para aprenderse los colores, había utilizado una técnica parecida a la de su padre cuando le enseñó los colores.
Tenía que admitirlo, el niño se parecía mucho a él y no sólo en apariencia.
Misel bajó luego de media hora, y los miró, Regina estaba en el sofá, pero se veía interesada luego de que le hablara al cachorro, Damon estaba feliz y el niño le sonrió orgulloso, al parecer ya se sabía los colores.
—¿Ya te los sabes?
—Sí.
—Bien, ahora voy a comprobar si mientes.
—¿Cómo? —Misel señaló a Damon.
—Damon dirá un color y nosotros le traeremos todo lo que encontremos de ese color en la casa, el que traiga lo que más le guste a Damon gana, irás con tu abuela para que te ayude con las cosas altas, pero sin hacer trampas.
—No hago trampas —gruñó achicando los ojos, Misel arqueó una ceja.
—Y sólo las cosas de este piso, no subas las escaleras, ¿entendido?
—Sí, ¿color? —preguntó mirando a Damon.
—Mmm... azul —murmuró, Mikel hizo una mueca.
—¿Recuerdas cuál es el azul? —Mikel achicó los ojos y estiró la mano en dirección a la crayola naranja, él se detuvo antes de tomarla cambiando de dirección y finalmente tomando la azul.
—Esta.
—Bien, ve a buscar todo lo que veas azul y tráelo, sólo tenemos diez minutos —Mikel agarró a su abuela de la muñeca y con emoción se la llevó, Damon colocó una mano sobre la suya.
—Gracias por esto.
—No es nada, iré a buscar o el cachorro me ganará.
Damon se echó a reír y esperó.
Diez minutos más tarde ambos colocaron todo lo que tenían sobre la mesilla, Misel encontró una caja de fósforos, un pastillero, una tijera, una gorra y un lapicero de su bolsillo.
Mikel sonrió enseñando sus cosas, uno de sus peluches de un Delfín azul, una taza, un juego de dados, una sombrilla, una agenda y un frasco con un lazo de ese color.
—Wow...
—¿Qué te gusta más? —Damon sonrió y escogió la pila de Mikel diciéndole que se esforzara más, el cachorro estuvo muy feliz por ello—. ¿Cuál es el próximo?
—Amarillo.
—Abuela —murmuró Mikel mirando a Regina, ella sonrió poniéndose de pie.
—Ya voy.
—¿No tienes un poco de favoritismo? —preguntó con una ceja arqueada, Damon fingió pensarlo.
—No, él me trajo un Delfín y lo más bonito que me trajiste fue una caja de fósforos.
—Trataré de esforzarme entonces —susurró robándole un pequeño beso.
Mikel trajo para esta ronda un ají, un frasco de miel, una banana, la imagen de un sol en un libro de cuentos y una hoja seca, Misel recolectó esta vez una flor amarilla, un pato de hule del baño, un limón, un botón y un frasco de champú, fue el ganador.
Luego de una larga tarde ya comprobaron que Mikel en serio se aprendió los colores y lo rápido que se podía desordenar una casa, finalmente Mikel fue el ganador, por lo que estaba muy emocionado por su recompensa.
Misel se bañó y envolvió en una toalla, Damon lo abrazó mojándose la ropa.
—Lo que hiciste fue increíble —dijo contra su cuello, Misel resopló.
—¿Qué, hacer que la casa fuese un desastre?
—No, jugar con tu cachorro —Misel le acarició el cabello.
—No creo que fuese algo tan increíble, sólo fue para enseñarle los colores.
Damon lo miró.
—Deja de buscar excusas para todo y toma una oportunidad, ¿no fue bueno? —Misel torció los ojos y negó.
—Tengo hambre, deja de perder el tiempo y bajemos.
—¿Puedes darme un beso? —Misel lo tomó de la nuca y junto sus labios, Damon utilizó la lengua para profundizar el beso durante unos segundos más y se separó con un jadeo.
—Ahora bajemos.
—Sí, en cuanto me calme estoy ahí —murmuró.
Misel se echó a reír y se vistió, bajó las escaleras y ayudó a su madre a servir la mesa, Mikel estaba mirándolo de forma extraña.
Podía decir que esa fue su cena más agradable desde que estaba viviendo ahí, luego de lavar los platos decidió ir arriba y entretenerse en su teléfono.
Misel miró la hora cuando la puerta crujió y arqueó una ceja.
—Maldición, ¿qué te tomó tanto tiempo? —Misel escuchó un jadeo y pasos alejándose, no eran de Damon, no eran tan pesados y él no tenía motivos para irse.
Joder, podía ser el niño e iba directo a las escaleras.
Misel se levantó y corrió atrás de él, Mikel lo vio mirando hacia atrás y sollozó aumentando su paso.
—Mikel... —Mikel se detuvo mirándolo con sorpresa, después de todo lo había llamado por su nombre, él estaba a punto de bajar las escaleras a la velocidad que iba, Misel se acercó suavemente—. Ten cuidado con las escaleras.
Mikel lloriqueó dando un paso en falso, estaba asustado por completo viendo el final de las escaleras, Misel no tuvo tiempo de pensarlo demasiado, simplemente actuó de forma automática.
Se abalanzó hacia él y lo acurrucó entre sus brazos protegiéndole la cabeza mientras caían, los escalones se incrustaron en sus costillas y el último golpeó su cabeza.
Misel gruñó por el golpe y se aferró al cachorro con fuerza, Mikel se echó a llorar alertando a todo el mundo.
—¿Misel? —Damon corrió hacia ellos y ayudó al cachorro a salir de sus brazos, Misel pestañeó tocándose la cabeza, había sangre y estaba enojado con ese niño—. ¿Debemos llevarte al médico, puedes respirar bien?
—Sí, no creo que tenga algo roto, excepto mi cabeza que está sangrando.
—Ven —murmuró ayudándolo a ponerse de pie, Misel frunció el ceño mirando al cachorro, por suerte las escaleras no eran tan altas.
—¿En qué pensabas? Te dije que tuvieses cuidado con las escaleras, no puedes subir solo las escaleras —gruñó con enojo, Misel aún estaba temblando por culpa de ese niño, estaba aterrado.
Maldición, odiaba sentirse de esta forma, estuvo asustado de que le pasara algo al cachorro.
—¿Estás bien?
—Sí —murmuró aferrándose a la ropa de su abuela, Damon regresó con lo necesario y curó el corte en su cabeza, al parecer no era muy grande.
—¿Qué pasó?
—¿Quieres decirlo tú?
—Fui arriba, me habló mal —lloriqueó, Misel arqueó una ceja—. Corrí y me caí.
—Sí, creo que podría resumirse así, voy a dormir.
—¿No te sientes mal?
—No, estoy bien.
Misel subió de nuevo y se acostó luego de cepillarse los dientes, estaba en su lado dándole la espalda a la puerta, Damon entró de manera silenciosa y subió al niño a la cama, después de todo fue su regalo por aprenderse los colores.
Damon se acostó y lo acomodó entre ellos, Mikel se giró y con una mano agarró su camisa con fuerza, él también estuvo asustado.
Misel esperó a que ambos se durmieran y se giró frente a ellos, acarició el pelo rojo de Mikel y suspiró, el cachorro volvió a aferrarse a él como si temiese que se fuera.
Maldición, lo que pasó era totalmente su culpa por ser tan brusco.
Si quería mantener a salvo a este niño ya era hora de que empezara a pensar racionalmente y dejara de ser un idiota.
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