Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟥𝟦

El recuerdo me aborda tan pronto como veo a Rolan Llanos frente a mí. Y es que no importara cuanto me esforzara por ser ser una buena reina, nada parecia ser suficiente, pues el menester acababa de ser destruido y mi tío Orlando abatido por rebeldes.

De pronto, Ron apareció, escabulléndose lentamente entre la obscuridad y la poca iluminación que se mantenía por esa pequeña lámpara. No comentó nada, pese que en su rostro se encontraba una de esas sonrisas que me ofrecía cada vez que me veía. Una que le devolví, aunque fuera solo por cortesía.

Rolan siempre tuvo ese instinto de no decir nada en mis peores momentos. Callaba y solo me hacía sentir que estaría ahí conmigo. Entonces, caminó hasta la mesa del fondo y entendió la caja musical que alguna vez llevé cuando bailamos por primera vez en una sala no muy distinta a esa. Su mano se estiró en mi dirección. La misma que tomé sonriente por su gesto de hacerme olvidar mis deberes y tan solo bailamos.

Me mantuve abrazada a Ron más allá que la música terminara. Me aferré a él como un salvavidas aquel día. Cuando sus ojos capturaron mi atención, se acercó a mí otorgandome un lindo y cálido beso, aunque aquel permaneció por mas tiempo de lo acostumbrado. Su mano atrapó por completo mi cintura, tirando de ella para llevarme lo más cerca de él mientras que la otra cambio de mi rostro a mi hombro descubierto por el vestido, dejando su roce sobre la piel.

Deberíamos ir a la alcoba... cada uno en la suya, para descansar, por supuesto —tartamudeó nervioso al alejarse de mí.

Sí, deberíamos —agregué colocando mi mano en su rostro.

Puede que quizá ese haya sido el instante más intenso que tuve con él, aunque ahora no lo sé. En aquel momento, Rolan ya era mi prometido. Estaba controlado y lo que antes lucía tan real para mí, ahora se siente como un juego que él no recordaba haberme hecho, así que cuando volvió a ser el chico que conocí y supe lo que le hicieron, decidí ocultar mis sentimientos revueltos hasta que la ocasión llegara, pero la cuestión es que este momento ha llegado, siendo que Rolan yace justo frente a mí.

Mi corazón comienza a latir de nuevo muy rápido. La sonrisa que mantenía segundos atrás se desvanece remplazada por temor.

—Ron —emerge de mi boca apenas escuchable mientras lo visualizo inclinarse en una reverencia.

Su cabello ha sido recortado a poco más de un corte de soldado. Siempre pensé que el uniforme lo hacía lucir más apuesto que con simple ropa civil y eso no ha cambiado. Me pregunto en que piensa tras observarme a través de aquel par de ojos grises.

—Gracias.

Se escucha en unísono el agradecí y ambos sonreímos con vergüenza de tal acción. Ron opta por cederme la palabra con su mano en un asentamiento que acepto.

—Mi hermano me contó lo que hiciste por mí.

—Lo que se hace con convicción no se agradece, princesa.

¡Ay no, Ron!

No seas tan amable conmigo, pues lo haces aún más difícil.

—En ese caso, yo debería agradecerle a usted y a mi rey por permitirme seguir siendo un soldado, resguardando presos, en lugar de ser uno —en eso tiene razón. Hipnotizado o no, él era un rebelde y sí alguien se enteraba de lo que hizo, la muerte sería su destino. Sonrío cortésmente aunque mi estómago se estruje—. Aunque he sido removido de mi cargo e instalado aquí por...

—Mi hermano, sí —agrego rápidamente.

—Entiendo —emite su garganta pesé que su mirada desea preguntar el porqué.

—En estos momentos, posees una misión más importante.

—¿Mas importante que evitar que ese bastardo escape? —explaya, aunque desde que lo pronuncia, sus ojos bajan cohibidos ante su vocabulario—. Lo siento, no debí expresarme de tal forma frente a usted.

—Descuida, lo creas o no, he maldecido cosas peores a esas —sonreí fugazmente y de hecho, prefiero que vuelva a ser el Rolan que yo conocía. El que verdaderamente era, sin embargo, esto no deja de ser doloroso.

"Te matare" resuena en mi cabeza.

Estaba tan segura y convencida de hacerlo aquel día que en verdad lo habría hecho si las cosas no se hubieran tornado de esta forma. Nunca nadie me ha revuelto los sentimientos tanto como lo hace él.

—Me alegra verla repuesta tan pronto como para disfrutar de la lluvia -me mira empapada de pies a cabeza.

—Es que la lluvia...

—...le gusta, lo sé —afirma y aunque poseíamos una distancia considerable, no dejo de sentir una bruma de calor entre los dos.

—Te miras bien —hablo para poder atarnos a otra distracción.

—Gracias, aunque es extraño. He recordado algunas cosas un poco sin sentido —espeta eclipsando su mirada a la mía—. Pero no lo sé. Creo que tal vez solo son sueños.

Trago saliva reviviendo lo que vi a través de su mente con la misma proporción en que tengo la certeza de que lo ha olvidado, pues sigo protegiéndolo, no sé porqué pero continúo haciendolo. Supongo que es debido a que sí él conociera tan solo la mitad de lo que hizo, no dudaría en sentenciarse el mismo por la culpa que adquiriría. Es por eso que me trata con esa pequeña amistad entre un soldado y una princesa.

—Espero pronto todo tenga sentido —expongo, esperando olvidar algún día lo que nos hemos hecho.

Es entonces que un par de soldados nos abordan y la distancia entre Rolan y yo se alarga e inmediatamente de ello, Eren nos intercepta. Se dirige a nosotros y de hecho lo agradezco, pues de esa manera puedo alejarme de él.

—Princesa, soldado Llanos.

Una sonrisa ligera se curva en mi rostro tras escuchar "Llanos". Su verdadero apellido. Recuerdo cuando mencionó que quería volver a ser esa persona que alguna vez tuvo una vida, aunque aquel momento se siente agridulce, pues me lo confesó cuando ya estaba bajo el control de Diego.

Mentira. Todo lo que vivimos en esos meses no fue real. Sabrá cuanto le obligaron a hacer en contra de su voluntad. Como debió reírse Diego de mí cuando miraba los recuerdos a través de Rolan. Supo que me casaría con él, así como todo lo que viví a su lado, cada palabra, mirada y beso ejecutado, él lo observó.

—Es bueno saber que ya ha llegado soldado. Debo darle indicaciones a menos que usted princesa...

—No —espeto rápidamente, mirando a Eren—. Hágalo usted. Estoy seguro que lo hará mejor que yo —la mirada del coronel con respecto a los dos no refleja nada más allá que un soldado y princesa deberían tener.

Tiempo atrás, escuchó cuando le presenté al teniente Wendigo a Rolan como mi prometido, aunque ya lo había olvidado, pues lo obligué a hacerlo, dejando de esa manera a Rolan como mi secreto.

—Su refuerzo está aquí, Su alteza.

Una sonrisa genuina se forma en mi rostro, toco el hombro de Eren dándole las gracias por traerlos a salvo y me despido apresurada. Corro hacia la puerta norte donde el móvil espera ser abierto para revelar a mis desertores amigos.

La primera que miró es a Vanss. Regresó, tal como lo prometió. No era que pudiéramos decirnos amigas, pero que una mujer comparta la cena conmigo se agradece, pues aunque los quiero y aprecio la compañía diaria, existen cosas que no se puede compartir con ellos y viceversa. Creo que yacen realmente muy pocas personas por las que daría mucho y definitivamente la comandante se ha convertido en una de ellas.

Descienden del movil junto con mis escoltas personales que los trajeron desde cierto punto de travesía y con ello, nadie les prohíbe la entrada, pues son más que bienvenidos en este sitio. Vanss asiente en ligereza a diferencia de Faustino que en cuanto observa a sus camaradas acercarse, corre por los escalones con alegría sin indicios de los días postrados a la cama.

—¡Muchachos! —grita con entusiasmo—. Bienvenidos a Isidro —mira a Riben y Marino que parecen anonadados por el lugar a diferencia de Pablo que solo nos observa. En realidad, no sé porque siempre luce tan enfadadocon la vida, considerando que esta no fue tan complicada ni dolorosa como la del resto, aunque sus ojos reflejan dolor.

—Ya estás de pie —espeta Vanss a Faustino—. Tristemente.

El resto ríe incluida yo.

—Bueno, sí mi querida Ofeli se recuperó en una semana después de que su hermano casi la mata por segunda vez, que yo no haga lo mismo.

Vanss le da un codazo para acallarlo de lo que ella considera impertinente, siendo que eso causa un ligero silencio.

—Lo lamento, pero... ¡él me lo conto! —su dedo se dirige Vitoreto.

La vergüenza invade el rostro del joven lector de mentes, pues con timidez, mira el suelo y pega sus hombros a sus orejas, pidiendo perdón.

—Pienso que su habilidad nos ayudará demasiado mañana ¿no lo crees? —agrega Vanss con voz y mirada estratega.

—Soy un arma eficaz, Su Alteza —objeta feliz.

Una parte de que se diga a si mismo un arma me molesta, pero creo que lo entiendo, pues a veces yo también me siento igual.

—Si ese es tu deseo, adelante -espeto y miro a los desertores—. Deben estar exhaustos por la travesía realizada. Sus alcobas están dispuestas en el momento que así lo dispongan.

—¡Exhaustos, travesía, alcoba! En verdad no sé cómo no pudimos darnos cuenta de quien eras con ese provocador vocabulario —habla Faustino.

—Tal vez porque eres torpe y distraído —asegura Vanss.

—Sabes, deberías conseguirte un hombre para ese malgeniado carácter que tienes —aquello provoca que obtenga un golpe en dirección a su diafragma con el codo por parte de la comandante.

—No me hagas arrepentirme de salvarte hace ciclos, Fausto.

—No, no lo harías. Soy tu adoración, admítelo.

Rio hasta que me duele el estómago.

—En verdad debí haber traído a Salazar o a Diango para remplazarte —exclama ella con una mano en su frente exasperada. Claro que ella bromeaba, bueno eso supongo.

—Ella es Agata Stravinsky, madre de la explosiva Roberta —presenta Vanss y saludo a la señora—. Créeme, si piensas que esa pequeña niña es habilidosa con el arco, deberías ver a la maestra actuando.

Puedo ver el parecido entre ambas. Es más joven de lo que podía imaginar a una madre. Ni siquiera tiene más de treintay cinco, por lo que debió tenerla muy joven. Me cuentan que ayuda en la parte sureste de Lorde y norte de Palma, su lugar de origen. A eso atribuyo aquel par de ojos pequeños y ligeramente alargados que son rasgos característicos del gobierno, aunque su piel es más aceituna debido a las migraciones de la últimas décadas, yacidas por las ciudades modernas en Palma.

—La cena se servirá hasta las ocho, así que hasta entonces ocupen su tiempo en disfrutar del sitio antes de que hablemos de nuestros roles dentro del plan. Sus uniformes de la guardia azul deben estar instalados dentro de sus habitaciones. Hay varias tallas así que no habrá problema en ello —explico mientras subimos por los escalones.

Escolto a cada uno de ellos. Son siete en total y pese que parezcan pocos, son más que suficientes para lograrlo. Los guardias fuertes que resguardan cada pasillo y sala del lugar los observan desde que arribaron aquí. No temo a traiciones o espías de los trabajadores teyanos o capitalinos. Ellos me serán fieles no por lealtad sino porque mi mente lo ha trazado de esa forma.

Para cuando los dejo en sus aposentos, mi hermano ha arribado.

—¿Acaso te mojaste? —comenta una vez que se acerca lo suficiente y me tiende un abrazo.

—Que observador te has vuelto —bromeo recordando la historia que involucra a su amigo.

—Entiendo el sarcasmo Ofe, pero descuida así te quiero.

—Que lindo, ya podré dormir por la noche ¿Está todo listo?

—Lo está. Me he encargado de toda aquella diplomacia que debe llevarse a cabo dentro del menester, así como que Alaric ha difundido nuestra futura estadía en Lorde y el recibimiento de la visita extranjera para que los rebeldes pueda ver la oportunidad de ir por uno de sus... líderes.

—Excelso —enmarco mentalmente aquella parte del plan. Era vital que a Ichigo no le cupiera ni la menor duda de que estaríamos a cientos de kilómetros de Qualifa debido a los libertanos.

—Me han informado hoy sobre la restauración del palacio. Ha avanzado lo bastante para que tal vez los refugiados se movilicen haya. He pensado que incluso los trabajadores del campo podrían residir para activar los sembradíos. Si lo inauguramos, pienso que deberías ir tú. A la población le agradas más que yo por el momento.

Negué, aunque lo cierto es que las críticas han comenzado a recaer sobre que el nuevo rey no era capaz de controlar ni mantener a su pueblo a salvo. Hacíamos lo mejor que podíamos, pero nunca será suficiente y eso es agotador. Reinar lo es.

Y es que el pueblo seguidor parece preferirme a mí pese el incendio de hace casi dos meses, pues logré crear las leyes con las que ahora pueden ser más libres, los bastos refugios, la ayuda y atención que se les ha brindado, se ha sumado mientras que los fuertes, se inclinan a mi hermano por la tradición y la esperanza de que todo vuela a ser como lo era antes.

Ya nada puede ser como antes.

Victoria posee una corona dividida con dos Tamos al frente y aunque no lo admitamos, eso nos tensa a ambos en ocasiones tras mirarnos pese que no lo digamos.

—He notado que nuestros recién e incorporada guardia azul ha llegado.

—Conocen sus aposentos justo ahora antes de la cena.

—Excelente, me gustará unirme a la cena. Cuentan historias interesantes que te incluyen, Ana.

Mis ojos ruedan en blanco ante la identidad que portaba cuando fungía como desertora.

—Se ha calculado que la aeronave libertana arribe a la una ¿Crees poder estar a esa hora?

—Me ofendes. Nosotros partiremos apenas el amanecer se dé.

—¿Y estás nerviosa? —hundí mis hombros como respuesta—. Porque yo sí. El éxito de la misión radica en la clandestinidad y de pasar desapercibidos, así que... no lo arruines.

—Gracias por el voto de confianza. Mi autoestima se ha elevado en este preciso momento un cincuenta por ciento —ceñí mi frente mientras el sonríe—. Prometo no hacer nada estúpido, Beni. Nadie me notara una vez dentro. Será como si realmente estuviera contigo en Lorde. Eso me recuerda que debes tratarme bien cuando arribe en la mañana ¿comprendes?

—Me ofende tal pensamiento suyo, señorita Ofelia Tamos Jacobi —une sus manos a su pecho como si realmente le hubiera agredido—. Vanesa se ha ganado mi respeto y aprecio y pienso que deberías ir a cambiarte. No queremos que mañana ganes un resfriado o ¿sí? No me hagas ordenártelo, hermanita. Y por favor, prométeme que cuando estés frente a los menesteres y extranjeros, no llevaras tu espada contigo.

—Pero de que habla, señor Benjamín Tamos Jacobi. Esto es estilo —afirmo con mis manos acentuando mi figura y ropas ordinarias como una buen soldado—. Además, todos me adoraran y si no, siempre se les puede convencer de ello —sonrío maliciosamente ante mi insinuación de controlarlos.

—A veces eres imposible.

—Yo también te quiero —respondo y no le queda de otra más que aceptarme, relajarse y saber que siempre haré lo que él me diga—. Además, créeme que una espada no les intimidaría ni un poco. No si supieran que puedo controlar sus mentes o detener sus corazones con un único chasquido —ejecuto un chasquido con los dedos

—Con respecto a eso... sería mejor que nadie, nunca sepa eso ultimo —ambos sonreímos fugazmente.

Cada vez mi hermano se parece más a mi padre, aunque su cabello oscuro fuera idéntico al de mi madre.

—Cuídate mucho, quieres. No dejes que te pase nada. Le prometí a Dan que te cuidaría y pienso cumplirlo —el recuerdo de nuestro hermano pequeño nos invade. No solemos hablar de él ya sea por luto o nostalgia, pero eso no significa que no lo queramos y duela—. Hagámoslo por la memoria de nuestros padres y por nuestra gente. Hagámoslo por Victoria.

—¿Juntos?

—Juntos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro