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Capítulo 9: Cegada perfección.

Meses transcurrieron y el segundo año lo habría sacado con notas admirables. Ahora, en medio del tercer año, vi como las Elinas me miraban con curiosidad. Ser una estudiante reconocida, me hacía sentir aliviada, pero también muy vigilada. Cumplía con ese listón que me pusieron los profesores, pero ¿era una amenaza para las demás?

—Urchevole, ¿podrías venir? —preguntó mi madre.

Sumida en los libros, me giré y la vi con una sonrisa cariñosa, tratando de ocultarme algo en sus manos que tenía en su espalda. Fruncí el ceño hasta que vi a mi hermana al lado.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron ambas a la vez, viéndose un collar que sujetaba una moneda con las tres juntas dibujadas.

Sonreí mientras las lágrimas caían por mis mejillas, abrazando a mi madre y mi hermana con todas mis fuerzas.

—Hemos pensado en celebrar tu cumpleaños con tus amigas. No acepto un no por respuesta —explicó mi hermana con una sonrisa traviesa.

—Pero yo...

—No.

—Debo...

—No.

Mi madre se rio con suavidad.

—No te queda otra, hija mía. Esto ha sido un plan de tu hermana así que hay que hacer caso.

A regañadientes acepté y salí de casa para encontrarme con mis amigas. De inmediato me abrazaron con todas sus fuerzas, dejándome sin palabras y sin aire.

Era inusual. Claro que lo disfruté, fue hermoso poder estar en uno de los parques del barrio Claisa con las demás. Disfrutamos de la comida y las risas estaban presente al igual que las melodías que empezaba a valorar

El día habría sido maravilloso de no ser que los rumores hicieron que mis oídos se levantaran. No habría sido la única cuando algunas de mis amigas y sus respectivas madres también prestaron atención.

—¿Crees que será el momento? —Una voz lejana habló con cierta fuerza—. ¡No creo que sean ya las pruebas!

—¡Baja el volumen! ¡Se van a enterar todas!

—¡Tarde o temprano iban hacerlo! ¡Las pruebas de Sensibilidad ya empezaron!

Me quedé sin palabras, mirando el pasto las cuales mis piernas sentían su frescura. Quise creer que era solo una broma de mal gusto, pero al parecer no era la única que no se lo creía.

—¿Cómo que las pruebas han empezado? Pensé que serían para la próxima generación, no han pasado ni diez años —habló mi madre.

—Melian, han pasado trece años. ¿No te das cuenta? —preguntó Alminea. Me quedé inmóvil al darme cuenta de la cantidad de tiempo que había pasado—. Ya era raro que Sensibilidad no anunciara aquellas pruebas, sabes que eran cada diez años.

Sentí pronto un agarre en mi muñeca, logrando que mirara de reojo a Urai, encontrando su sonrisa.

—¡Tú no te preocupes! ¡Ahora tu eres lo que importa! —aseguró Urai con una leve risa.

—Pero las pruebas...

—¿Para qué preocuparse si Groina o Urosia lo conseguirán?

Suspiré y afirmé con calma.

—Tienes razón. —La miré de reojo—. Seguro que lo conseguirán, ¿por qué debería preocuparme por ello? Ambas son las candidatas perfectas.

Urai me sonrió e intentó seguir con la fiesta junto a las demás. La tensión fue desapareciendo mientras comíamos y empezábamos con los regalos. Collares y pulseras fue lo que más predominó, pero ninguno tenía tanto valor como el que me había dado mi familia.

Miraba mis muñecas con una sonrisa enorme, pensando en cuáles podía ponerme cuando fuera a clases. Mi hermana también observaba e incluso me daba recomendaciones. La única que no decía era mi madre, y me hacía una idea del porqué.

Ya en casa, mi hermana se habría ido hacia su habitación para ducharse. Cuando estuve sola con mi madre, reuní todo el valor que tenía posible para llamar su atención. Se giró y me miró con una leve sonrisa.

—¿Qué ocurre, hija mía?

Respiré de nuevo y tragué saliva sin quitarle ojo.

—¿Acaso te sientes mal por las pruebas? —pregunté, viendo como su sonrisa iba desapareciendo—. Lo digo porque ahora y en casa te vi preocupada.

Se acercó con cuidado para acariciar mi cabeza con dulzura.

—No es algo que debería hacerme sentir mal, Urchevole. ¿Por qué debería? Confío en que Groina y Urosia pueden superar las pruebas para ser las próximas elegidas.

—¿Cuándo se sabrá el resultado? —pregunté, mirando a mi madre con atención.

—No más de un día. Pronto escucharás los rumores —aseguró, y dejó de acariciar la cabeza—. Y ahora vete a dormir, que ha sido un día muy largo. ¿Entendido?

—¡Sí!

Me habría creído las palabras de mi madre de no ser que algo no iba bien. Hice algo que consideraba imperdonable, pero que era habitual entre las Elinas. Había escuchado su Leia y las notas que salían eran desafinadas. Era como escuchar las cuerdas de un arpa que no estaban bien ajustadas.

¿M-Me había mentido?

Esa noche no habría podido dormir en condiciones al darle vueltas a esas notas. Quise creer que estaba solo angustiada por las pruebas, después de todo las había hecho y no eran fáciles. Habían pasado años, habíamos aprendido nuestros errores y sabía que habían Elinas capaces de liderar a las suyas.

Ese día me levanté pronto para ver si podía escuchar algún rumor, pero no hizo falta cuando encontré a mi madre hablando con una de las vecinas.

No escuché su conversación, tampoco hizo falta cuando sus Leias dejaban en claro el silencio.

—¿N-No superaron las pruebas? —pregunté, captando la atención de ambas.

¿Cómo era posible? Era la duda principal que había entre mis amigas que nos habíamos reunido en esa tarde. Mi hermana estaba presente sin saber bien que decir por como todas estábamos impactadas.

—Debió de ser un error —habló Urai  para luego alzar sus brazos con frustración—. ¡Groina es de las mejores guerreras que puede haber! ¿¡Cómo fue rechazada!?

—Y no solo eso, también lo fue Urosia, que es su discípula y una de las mejores guerreras también —añadió Ilona.

—Debió de serlo —murmuré, cruzando mis brazos—, pero a la vez no creo que lo sea si Sensibilidad sabe lo que hace y el porqué de ello.

—¡¿Entonces no somos suficientes?! —preguntó Urai, y pude escuchar como las notas de su Leia salían sin control alguno. Rápidas y mal entonadas—. ¿¡Cómo es posible eso?!

—Capaz hay algo que se nos escapa —respondí, poniendo la mano en la barbilla. Suspiré y negué—. De igual forma esto no debería ser algo que nos desmotive, Urai. Esto solo hace que tengamos que tomar otras medidas y no seguir tanto los pasos de Groina y Urosia.

—¿¡Cómo puedes decir eso?! ¡Son perfectas! ¡Melodías perfectas! ¡Seguirlas es algo necesario para ser tan espléndidas como ellas! —aseguró Urai.

—¿Y-Y si a lo mejor no es lo físico sino la mente? —preguntó Jela con cierta timidez, captando la atención de todas.

—Yo también creo en eso —añadió mi hermana, mirando a Jela con una sonrisa tranquila—. Capaz no es solo lo físico y mágico, sino la mente.

—Puede ser una opción —murmuró Urai, poniendo la mano en su barbilla—. ¡Habrá que ponerse más enserio en el cuarto año!

—Y en el quinto, sexto... —añadió Haui con cierta vagancia para luego soltar un suspiro—. Dudo que siga adelante con las clases.

—¿¡Qué?!

El grito salió por parte de todas. Una desincronización de voces agudas y graves que tomaron por sorpresa a Haui.

—¡Tranquilas! Los motivos son obvios cuando lo único que deseaba era conocer la magia para ayudar a mi familia con el campo —explicó, apretando un poco sus labios—. No puedo estudiar siempre, tengo que ayudar en casa...

—¿¡Pero vas a dejarlo tan pronto?! ¡Puedes aún perfeccionarlo!

—Urai, eso puedo hacerlo si cada día trabajo y uso la música. Créeme que lo perfeccionaré con el tiempo —aseguró Haui.

—Tiene razón Haui —murmuró Ilona, para luego soltar un leve suspiro—. Es posible que a mí me pase eso a futuro.

—¿¡Qué?! ¿¡Por qué?! —preguntó Urai, mirando a su compañera.

—El dinero no se consigue fácil, Urai. Las clases son un gasto importante y quiero ayudar en lo que haga falta. Si tengo que dejar los estudios lo haré —contestó, para luego poner la mano en su barbilla—. Es posible que con mi madre empecemos un local nuevo, pero tenemos que hablarlo porque todo está en el aire y no queremos hacernos el cuento de la melodía.

—Pero soñar no es malo —habló mi hermana, recibiendo varias miradas que la pusieron un poco tensa—. ¿N-No?

—En el cuento, un do creía que llegaría a ser un sí, pero jamás lo consiguió porque estaba soñando sin meterle esfuerzo. Así que, como tal, si yo me quedo estancada en clases, nunca podré hacer ese sueño que tenemos ambas, ¿entiendes? —preguntó Ilona con una leve sonrisa.

—Ya, lo entiendo, pero sería dejar lo que te gusta —intervine esta vez, cruzando mis brazos—. Tú deseabas ser profesora.

—Los deseos cambian según las circunstancias, Urchevole. Es algo que tuve que aprender sin tener otra opción de por medio.

Sus palabras hicieron que afirmara en silencio. Era una pena porque no podría ver con frecuencia a mis amigas en el descanso. Sabía que no era dejarlas de lado para siempre, pero aun así no era lo mismo.

—Oye, hablando de oficios, ¡Aspaura! ¿¡Qué desearías ser de mayor?!

La pregunta de Aline hizo que mi hermana pusiera la mano en su barbilla para luego mirarnos.

—Luthier, como mi madre —aseguró con cierta vergüenza—. ¡L-Lo hablé con ella! ¡Me dijo que esta semana me enseñará como es su trabajo y como lo crean todo! Estoy muy emocionada.

—¡Ah! Según sé es un proceso muy complicado, ¿segura que quieres hacerlo? —preguntó Ilona esta vez.

—¡Sí! ¡M-Muy segura!

Habría sonreído, de no ser que mi cabeza empezaba a decirme algo que me dejaba sin palabras. Mi hermana ya no era la cría de hace años atrás. Empezaba a tener sus sueños y proyectos, empezaba a crecer como lo había hecho.

Podía escuchar mis notas. Temblorosas y débiles. Miraba hacia mi hermana, sonriendo como nunca había hecho, para luego bajar la mirada y soltar un suspiro. Debía estar un poco más atenta a ella, pero no era tan fácil si los estudios...

Ese día habría llegado a casa, y en medio de la cena, Aspaura le explicó todo lo que habíamos hablado. No intervine mucho, solo le daba vueltas a la comida hasta que mi madre se dio cuenta.

—Eso me recuerda. Urchevole, jamás me dijiste que querías ser, ¿o acaso no lo tienes claro aún?

Mis pelos se pusieron de punta como si sonara una flauta tocando la nota más aguda posible, pero desafinada.

—Y-Yo quería ser c-como N-Neira.

—¿Neria? —preguntó, y afirmé con cierta timidez—. Oh, ¡profesora! Me alegra que quieras serlo. Ahora entiendo por qué le metes tantas horas a tus estudios o comprender los instrumentos.

Soltó una leve risa, una que la seguí con una incomodidad que traté de camuflar.

—Ah. Eh. S-Sí —murmuré, mirando de reojo a mi hermana como si le pidiera ayuda, pero no sabía qué hacer.

— Me alegra que sea así, pero tampoco quiero que te esfuerces demasiado —continuó mi madre—. Recuerda disfrutar, ¿entendido, hija mía?

—Ah-Ah, s-sí, claro...

No sé cómo funcionó esa mentira. ¿Capaz interpretó mal mis notas? Me parecía imposible porque mi madre sabía lo que significaba cada nota de mi Leia. Era imposible que alguien como yo, tan novata con la magia, hubiera engañado a mi madre.

—Qu-Quiero ser la mejor, mamá.

Aun con ello, seguí con la mentira por si no sonaba convincente.

—Lo sé hija, pero tampoco quiero que te sientas mal si algo se te hace difícil, ¿entiendes? No por ello eres menos, no por ello te vamos a querer menos —explicó con dulzura.

Sonreí, agachando un poco la cabeza para afirmar sin dudar. Si bien eso me aliviaba, no quitaba las ideas.

Si nadie había superado las pruebas de Sensibilidad, ¿qué me quitaba que pudiera serlo a futuro? 

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