Capítulo 8: Instrumento.
En la época de estudios no fui muy consciente de mi alrededor. Mi obsesión por ser la mejor me cegaba tanto que a veces se acostumbraba estar sola estudiando, leyendo en voz alta lo que estudiaba.
—"Cuando Sensibilidad creó, con las demás Elinas, Sinea, fue conociendo los secretos de una magia que todas ignoraban. Sería así cuando hace doscientos años atrás, escuchó la música que todas ahora aprenden a usar" —leí, para luego cerrar el libro.
—¿Ella fue quien lo descubrió? ¿Nadie más se dio cuenta? —preguntó Aspaura.
Su voz me tomó por sorpresa, girándome para verla con sus ojos curiosos.
—No es necesario que sepas esto —susurré. Me quedé en silencio, pensé mis palabras y solté un suspiro largo—, pero sí eso parece. Según sé, creó varios instrumentos en los que podría transmitir esa magia.
—¿Y cómo es posible que al final no estuviera entre nosotras?
—Porque ascendió a algo mayor, Aspaura. No solo eso, sino que se encontraba en el templo donde vivía gran parte del tiempo —expliqué, dejando el libro a un lado—. Se dice que ella vivía allí porque Fusis podía comunicarse mejor de esa manera.
—¿Fusis?
—La madre naturaleza. —Salí de la cama para al final pillar el arpa que tenía guardado en mi armario—. Se hicieron muy buenas amigas y mantenían a raya las amenazas que pudieran venir de ese otro planeta.
Aspaura miró hacia el arpa.
—¿Mamá no dijo que no podías usarla?
Frené mis pasos para luego sonreír de forma traviesa.
—Sí, pero quiero aprender a tocarla y ser experta en ello —admití.
—¿Por qué?
—La profesora Neria quiere que aprendamos distintos instrumentos, incluso nos dijo que probáramos otros que no fueran la de nuestras madres, pero me niego totalmente —respondí. Mi cara cambió a una más seria—. Sabes que quiero ser guerrera. Quiero cumplir el sueño que mi madre no pudo.
—¿Y por ello vas a imitarla?
Me quedé en silencio durante unos largos segundos, viendo la decepción en sus ojos, unos que ignoré.
—Sí, porque sé que así es como consiguió ser la mejor guerrera y con ello conseguir casi el puesto de Lia Innactia.
Aspaura bajó un poco la mirada.
—Si tú lo dices...
Me centraba solo en los estudios, quedándome sola durante horas. Incluso en las clases aprovechaba ese tiempo, aunque también estaba con mis amigas repasando.
—Urchevole, ¿me podrías decir cómo se llamaba esta planta? —preguntó Aline, señalando el dibujo de la hoja de tareas que tenía.
—Oliosa, es una planta curativa que se añade normalmente en las comidas. Ayuda mucho a calmar el dolor de estómago —respondí sin mirarla.
—¡Es increíble! Pareces ahora mismo un diccionario. Cualquier cosa que te pregunte, lo responderías en cuestión de segundos —contestó Aline con asombro.
—Tampoco... es para tanto —murmuré con cierta vergüenza.
—Urchevole, son palabras nuevas que aprendimos en clases —murmuró Urai, cruzando sus brazos—. Desde que empezaron las clases, te lo tomaste muy personal. ¿Acaso quieres ser reconocida como una gran estudiante como tu madre?
—P-Pues... ¡Pues sí! ¿Algún problema?
Mis compañeras me miraron un poco desconcertadas.
—No, solamente preguntamos, tranquila —aclaró Aline, mirándome por unos segundos—. ¿Seguro que estás bien, Urchevole?
—Sí. Muy bien —respondí sin darle importancia, mirando hacia los apuntes que tenía.
No había que mentir, también lo notaban mis amigas, y era solo el inicio del primer año, uno del cual lo saqué todo con sobresalientes. Se lo mostré a mi madre y me miró orgullosa para luego celebrarlo con una gran comida que hicimos en casa. Una que, si bien disfruté, me sabía a poco.
—Hermana... —La voz de Aspaura hizo que me girara, encontrando su rostro angustiado en la entrada de la habitación—. Deberías decírselo.
—¿Tú te escuchas? No —respondí, volviendo a mis estudios.
—Por favor, no es normal que...
—¿El qué? —pregunté, mirándola de reojo.
—Qu-Qué. —Suspiró, negando con su cabeza—. Que estudies aun en vacaciones.
Me quedé en silencio para luego sonreír con paciencia.
—Solo será repaso, créeme que no será nada comparado que en clases. Aparte, el siguiente curso es importante. Por fin podremos elegir nuestro instrumento —aseguré, mi hermana me observaba con interés—. El año que viene aprenderé a controlar la música por fin.
Era una emoción tan grande que me había creado un horario concreto en vacaciones. No deseaba dejar la rutina que había adoptado, por lo que hice lo mismo, pero en menos horas de estudio y más de aprendizaje. Mi madre al principio me enseñó y memoricé cada uno de sus gestos con total precisión.
—Hija mía, ¿por qué no has practicado otros instrumentos?
La miré con asombro, dejando a un lado el arpa que me había comprado, entre otros instrumentos de viento.
—¡Los practico! Pero el arpa es el que más se me complica.
Vi cómo alzaba la ceja con una leve risa.
—¿De verdad? Entonces enséñame como tocas los demás instrumentos, si tan bien los controlas.
Me quedé inmóvil en el sitio para sonreír como mejor pude.
—Eh, yo... ¡Debo...!
—Mentirme no será útil conmigo, pequeña traviesa —contestó mi madre, acercándose para acariciar mi cabeza—. Entiendo que quieras tocar el arpa, pero nada te asegura que sea también el tuyo. Es importante que aprendas de los otros.
—¡Pero aun si lo aprendo sé que me elegirán! ¡Tengo muchísima experiencia tocando el arpa en estos días! ¡¿No es genial?!
Melian negó, cruzando sus brazos.
—Ya te darás cuenta que durante el segundo año los instrumentos son algo más que los materiales que lo componen. Es música y elige a la indicada —aclaró con un tono un poco más serio.
Fruncí el ceño con un rostro más decidido.
—Pues haré que me elijan, ¡aunque me cueste!
Y esas palabras me lo habría tomado tan literal que me cegaba siempre en lo mismo. No recuerdo esas vacaciones, tampoco lo tomé como algo importante teniendo en cuenta que duraban apenas unos meses. Solo deseaba empezar las clases de una vez, y sabía que no era muy normal entre las Elinas.
—¿No puedes dejar a un lado los estudios, Urche? —preguntó Aline, cruzando sus brazos—. Entiendo que queda poco para clases, pero por Sensibilidad llevas desde el inicio de vacaciones.
—Es que me aburría un poco —murmuré bajando un poco la cabeza.
—¿Aun con nosotras? —preguntó Urai, frunciendo el ceño.
—¡No! Es solo que cuando estaba en casa aprovechaba el tiempo para estudiar o aprender a tocar los instrumentos —respondí, recibiendo miradas confusas—. O-Oye, entender que esto es...
—Porque quieres ser guerrera, sí —interrumpió Ilona en un suspiro—, pero las vacaciones están por algo, Urchevole. Cuando empieces no te concentrarás de la misma manera.
No creía en su palabra. A estas alturas solo me cegaba en lo que me importaba y por fin ese día que deseaba tanto había llegado. Una sonrisa en mis labios aparecía al saber que estaba en segundo año. Una promesa de sacar las notas perfectas. Un empeño que era visible en mis compañeras y mis profesores.
Ese primer día iba a ser así durante todos estos meses. O al menos habría sido así de no ser que la profesora Neria me pidió hacer la prueba musical antes que las demás.
—¿P-Por qué? —pregunté con las manos temblorosas.
Neria soltó un suspiro largo, asegurándose que no hubiera ni una sola alumna en clase. Quedaba otra hora antes de volver a casa.
—Lo he hablado con Ulbosa, así que no te preocupes por su última clase, sabe que estarás aquí. —Se acercó al armario para sacar varios instrumentos—. Puedo ver en tu Leia el dominio de la música que le has metido. Un empeño admirable, pero a la vez escucho tonos graves en esa melodía, una que me preocupa.
Los dejó en la mesa y me miró con seriedad.
—Te haré una prueba que solo hago a los de cuarto año —aclaró Neria con firmeza—. Quiero que toques tres instrumentos mediante las notas musicales que te haré leer.
Casi me quedaba sin aire y sentía un dolor en mi pecho que me hacía imposible mover mis manos. ¿Una prueba? ¿¡Un examen?! No sabía que iba a pasar si lo hacía bien o no, solo sentía el sudor caer en mi cuello, mirando todos los lados.
Hasta que cerré mis ojos y me centré. Era la oportunidad. Me podían considerar como una posible guerrera futura.
No dudé en agarrar el arpa y tocar cada nota musical a la perfección, creaba melodías que dejaba atónita a Neria. Seguí adelante con cada uno de los instrumentos que eligió. Una flauta dulce que dejó en silencio a la profesora por como hacía sonar la música, pero sentía que no era suficiente.
—Por Sensibilidad. Urchevole. —Frené mis acciones, mirándola con atención—. Tienes el nivel de una Elina de quinto curso. Puedo asegurar que podrías estar en las audiciones extraescolares que hacemos. Serías la más destacada, aunque te falta algo... La magia no fluye en ti de la misma manera que hacen en otras.
—¿A-Acaso no soy apta?
—No digas esas tonterías, claro que lo eres. Todas lo somos, pero no sale como es debido porque no es el instrumento que tú necesitas.
—¿C-Cómo q-que no e-es el instrumento?
—No —respondió sin rodeos, yendo a por los instrumentos—. Y vamos a descubrir cual es el tuyo, aunque nos tome tiempo extra. Empieza con la ocarina.
Estaba convencida de que mi instrumento se encontraba ahí y lo encontraría tardara lo que tardara. De mala gana tocaba cada instrumento, viendo como Neria se quedaba atónita por mi habilidad en hacer sonar la melodía, pero ninguno hacía que la magia de mi Leia saliera.
Hasta que me dio el último instrumento de viento.
—Pruébala —me pidió, notándose el cansancio en su mirada y en su posición algo encorvada.
Acepté, poniendo la posición correcta de mis manos en el instrumento y soplar, haciendo sonar cada nota con paciencia. Neria me miró con atención al ver como un hilo blanco salía de mi pecho. Uno que tomaba tamaño y largura, creando así una partitura y las notas musicales temblorosas. No salían con la fuerza que quería, pero para Neria era como si por un instante viera un escenario mágico en el que sus ojos no quitaban ojo al instrumento.
—Puedes parar, Urchevole —pidió, mirándome con una sonrisa aliviada—. Eres un caso... muy extraño. Eres de las únicas alumnas que puede sacar su magia con la flauta travesera.
—Pero, pero... No es el instrumento de mi madre. No es...
Neria soltó un suspiro.
—Así que esas son las notas graves —murmuró, cruzando sus brazos—. La música elige a su dueña, Urchevole. Pensé que te había quedado claro y que tu madre te lo dijera.
—¡Si, pero...! ¡Pero entrené con el arpa! ¡Yo...!
—No hay otra, Urchevole. Ese instrumento es el mejor fluye contigo y tu magia. Es tu acompañante para siempre.
Para siempre. Siempre.
Resonaban esas palabras sin descanso sin saber dónde mirar. ¿De verdad que siempre? ¿No iba a ser el arpa? ¿Por qué...?
Llegué a casa e intenté fingir una sonrisa que no me salía por mucho que intentara. Ese día, aunque mi madre me preguntara, lo único que le decía era que no había descansado nada bien, pero cuando entré en mi habitación y quise llorar, mi hermana me agarró de la mano.
—¿Qué te pasa, hermana? ¿Qué ha ocurrido?
Abrí la boca, temblando mis labios y apareciendo las lágrimas sin querer.
—H-Hoy me hicieron la prueba del instrumento, una que solo se lo hacen a los de cuarto año —murmuré, intentando secar mis lágrimas—. El arpa no es la mejor para mí.
Aspaura parpadeó varias veces, pensando qué decir hasta que abrió por fin la boca.
—Hermana, no...
—Hice la prueba enfrente de Neria —la interrumpí—, probé con todos los instrumentos, ninguno fluía con la magia que tanto necesitaba, ni siquiera con el arpa con el que tanto había practicado —expliqué, apretando mis puños—, pero cuando me dio ese maldito instrumento...
—Urchevole...
Me abrazó, pero traté de seguir adelante con una sonrisa en mis labios para luego negar con mi cabeza.
—Pero no importa —interrumpí, y tras secar mis lágrimas, intenté respirar profundo—. Seguiré luchando para ser una guerrera, haré lo que sea para al final conseguir mi objetivo. Cueste lo que me cueste, lo haré.
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