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Capítulo 38: Una alianza eterna.

Procesar toda la información no era tarea fácil, pero no era nada con todo lo que tenía por delante. Saber que era la elegida de Sensibilidad no era algo que se pasara por alto y que mis palabras tomarían muchísimo más peso.

La presión de la responsabilidad iba creciendo. Aun me era complicado comprender lo que había en nuestro sistema, la primera de la galaxia Olvidada. El sistema Ji era de las primeras, seguido del sistema Omega. En donde nos encontrábamos, según me explicaba Pittura, había otro planeta llamado Swedelay. Seres que poseían una tecnología tan avanzada que mi cabeza no sería capaz de procesar.

Sí, tecnología. Una palabra que me resultaba inusual y que rápidamente detesté cuando supe lo que traía con ella.

—Parece agresiva, es como si la tecnología quiere sonar independiente —comenté con cierta desconfianza.

—La tecnología es la evolución de muchos seres, la facilidad de las tareas y que al final todo sea automático. Que tu solo estés quieta en el sitio y todo lo demás lo hagan por ti. En el caso de Swedelay es así, pero tienen una condición encima, y es que, si no eres famoso, morirás —explicó Pittura.

—Que... vida tan triste.

Pittura fue honesta con todo lo que conocía. Admitía saber muy bien el sistema Ji, pero no había tenido oportunidad de conocer el sistema Omega. Según su "base de datos" —o como le llamaba, gran biblioteca—, sabía que había planetas grandiosos con grandes historias, pero que si no había conocido era porque ayudó a Sensibilidad.

—Aún nos queda mucho por delante y no me pienso ir de tu lado. Aparte, indirectamente estarás cuidando de mí —comentó Pittura en un tono travieso.

—¿Cómo? ¿Cuándo y por qué?

—Porque yo misma lo he decidido al verte en las pruebas. De normal es una Luz Sistemaria la que cuida las Copias de Emergencia, a veces incluso los Brillos Galaxiales, pero como no hay uno y Sensibilidad está muy ocupada, te toca a ti.

—Mientras me ayudes, no veo problema —pedí, cruzando mis brazos.

—Oh, claro, de hecho, quería llevarte a un sitio importante para dar toda la charla con las Elinas.

Con un chasquido de sus dedos, mi alrededor cambió bruscamente. A estas alturas podía acostumbrarme, pero que avisara antes de darme un susto. Para mi suerte, no perdí el equilibrio, pero si me quedé atónita al sentir el frío, y eso que llevaba una ropa más distinta y abrigada. Me fui girando, reconociendo la selva cercana al río que llevaba hacia el templo de los Tres Sabios. Al darme la vuelta, mis ojos se abrieron en demasía, dando varios pasos hacia atrás.

No me habría caído de golpe al río de no ser que Crowley me agarró a tiempo, abrazándole en el proceso.

—¡Pensé que era buena idea que ambos, ya Luces Impactantes! ¡Así habláis todo con calma para planearlo bien! —comentó Pittura, como si lo que hubiera hecho fuera algo que debía ser premiado.

—¿Luces Impactantes? —preguntó Crowley, bajando la mirada hacia mi—. Espera un momento, ¿qué está pasando y porqué estás aquí de nuevo?

—Tranquilo Romeo, ya tienes a tu Julieta —contestó Pittura con una ligera risa.

Ambos no comprendimos a quienes se referían, pero si nos miramos y separarnos, sintiendo la vergüenza.

—S-Siento esta situación tan incómoda e inesperada. Espero que no te haya tomado en un mal momento porque... hay mucho de lo que hablar.

Crowley rascó su cabello, soltando un suspiro.

—Sí. Realmente iba a volver al templo de los sabios, pero la intervención de esa niña solo ha hecho que altere un poco las cosas. Ninguno comprende quién es y tampoco lo hace Insensibilidad —respondió Crowley.

—Ah, eso no te preocupes, Sensibilidad le dirá pronto a vuestro dios toda la situación, al igual que le dirá quién soy. Tú también lo sabrás, tranquilo. Urchevole ahora sabe muchas cosas al igual que tú —aseguró Pittura con una sonrisa traviesa.

Crowley se quedó en silencio por unos segundos para al final mirarme con asombro y esperanza en sus ojos. Aquello hizo que mis mejillas ardieran mientras reía con cierta timidez.

—Capaz te lo preguntes, pero sí, superé las pruebas y ahora soy la Luz Impactante de Sensibilidad.

Crowley me abrazó con todo el cariño del mundo, dando unas pocas vueltas en el sitio mientras me daba la enhorabuena. También le habría abrazado, apoyando mi cabeza en su hombro mientras reía.

—¡Eso es maravilloso, Urchevole! Me imagino que Sensibilidad os habrá informado. No tengas miedo en decirme cualquier pregunta, trataré de responder a todas y ayudarte en la alianza.

Al aterrizar al suelo con cuidado, le miré directamente a los ojos con una sonrisa delicada.

—La verdad es que aún tengo dudas y es cierto que todo esto me pilla de nuevas. No sé bien qué palabras escoger y no quiero tampoco sonar muy bruta con lo que diré.

—Digamos que para ser delicado no es que hayas buscado al más indicado —se burló Crowley con una leve risa.

—Eso es culpa de Pittura por llevarnos aquí —susurré.

—¡Eh! ¡Os he oído! ¡Aun agradecerme que estáis ahí juntitos y que os estáis enterando de todo! ¡Yo solo he hecho mi duro trabajo y quiero una recompensa! —se quejó Pittura, hinchando sus mejillas.

—Puedes darte ese premio a ti misma, pero tampoco te pases de creativa.

La leve risa de Pittura me dejó en claro que alguna travesura iba hacer, pero confiaba en que no iba a ser demasiado grave, más porque sabía que tendría que volver a mi hogar una vez terminara de explicar todo a Crowley.

—Entonces, ¿te parece que lo hablemos todo en un lugar más tranquilo y privado? Estoy dispuesto a resolverte cualquier duda y ayudarte en lo que sea —habló Crowley.

—Claro... No sabes las ganas que tengo de empezar, pero no quiero cometer fallos. No quiero que las Elinas desconfíen de mi por ser una novata —admití.

Crowley me agarró las manos con delicadeza, riéndose con calma.

—Inevitablemente lo van a pensar, Urchevole. Eres la primera elegida de Sensibilidad, vas a tener todos los ojos encima. Mi consejo más personal es que mires a los que sabes que te apoyarán hasta el final, que estarán contigo para lo que haga falta. Tu familia, tus amigos... y si lo consideras, yo también puedo ser ese apoyo.

Me sonrojé como nunca, agarrándole las manos.

—Claro que eres ese apoyo, Crowley —respondí, sonriéndole con dulzura—. Confío en tí.

Vi como soltaba una pequeña risa sin saber dónde mirar. Admito que yo tampoco sabía cómo empezar, y más por como mi Leia marcaba un ritmo demasiado rápido. Solo sé que al final nos pusimos en marcha, empezando así una larga charla.

Le fui honesta con todo lo que sabía sobre Pittura. A cambio me explicó toda la terminología, mencionándome los Documentos, los Códigos y los Portales de Sistemas.

—Los portales de sistemas... Suena complicado, de entender.

—Créeme que para mí lo son —admitió, rascando su cabeza—. Son como agujeros de gusano de los cuales se pueden crear o no si lo deciden nuestros dioses. Podríamos... ir a otros sistemas si lo desean, y lo más probable es que a futuro tengamos que ir a otros sistemas.

—E-Entiendo...

—El asunto es que las terminologías no es lo único importante, sino la historia. Se dice que nuestra galaxia fue creada, pero no por los números solamente, sino que también por los errores.

Tragué con dificultad.

—S-Según me dijo Sensibilidad y Pittura, fueron creados por los números.

—Insensibilidad estuvo buscando información en los destellos, viajeros que han podido atravesar las Conexiones entre Galaxias con cierta dificultad o de las propias Anomalías y Virus.

—¿Pero eso no es arriesgado?

—Lo es, pero Insensibilidad se negaba a estar sin información. Y sonará loco e imprudente, pero no creía que los números fueran tan sinceras cuando las Anomalías y Virus repetían una historia que no concordaba del todo con lo que decían —respondió, cruzando sus brazos—. El desastre.

Me quedé de piedra, mirando a Crowley. Tampoco es que estuviera contento de saber la información.

—Se dice que hubo una pelea en la galaxia E, la cual causó una gran destrucción donde el desastre murió. Se dice que cuando eso ocurrió, esta galaxia se creó por las consecuencias de su pelea.

» Ahora, esta información que tenemos no se sabe si es del todo fiable. Sabes que las Anomalías juegan con nosotros y los Virus, según dijo Insensibilidad, son peores porque adoptan apariencias exactas a las nuestras. Por lo que es un peligro que hay que tener en cuenta.

—E-Entiendo... —murmuré, sintiendo escalofríos por toda mi espalda—. Pero, ¿por qué los números mentirían en algo así?

Crowley alzó un poco sus hombros.

—No te sabría decir, Urchevole. Es información que no podemos conseguir tan fácilmente, solo los que son Brillos Galaxiales o Estrellas Crecientes podrían.

—Me imagino que esos dos son los que están más cerca de conocer a los números.

—Más... o menos —contestó Crowley—. Según me dijo Insensibilidad, los Brillos Galaxiales son los que protegen toda una galaxia, mientras que las Estrellas Crecientes son cosas abstractas o recipientes.

—¿Recipientes o cosas abstractas? —repetí, frunciendo el ceño.

—Sí. Digamos como el Sol, la Luna, la Muerte o el Tiempo.

Abrí los ojos en demasía, mirando solamente a Crowley.

—Y-Yo eh...

Quise decirle la verdad sobre el bastón que había obtenido. Ser la supuesta Elegida del Tiempo no era una broma cualquiera. Era una responsabilidad tan grande que cuando comprendí que podía ser algo mayor que una Luz Impactante...

—¿Urchevole, estás bien?

Desperté de mis pensamientos para mirarle con cierta angustia. Deseaba hablarle sobre el bastón, pero no podía hablar. No comprendía porqué enfrente mío, parecía ver el reflejo del reloj que marcaba una hora. Las tres.

Incapaz de mantenerme en pie, Crowley me agarró a tiempo para evitar caerme. Regresé a la realidad, respirando con cierta dificultad mientras me abrazaba a él.

—Lo siento, creo que me he pasado con todo lo que te he dicho —se disculpó Crowley, agarrándome con cuidado—. Pensé que lo podrías comprender mejor, ya que Sensibilidad y Pittura te habían dicho una parte de la verdad.

—T-Tranquilo —murmuré, sintiéndome aliviada de que pudiera hablar—. E-Es complejo, pero estoy bien. Solo dame tiempo, por favor...

Fue ahí cuando me di cuenta de una realidad que me aterraba. Lo escuchaba, el sonido lento y constante del minutero. Ese que era tan discreto, pero mortal. Uno que avanzaba sin temor hacia la hora que me había enseñado, ¿y lo peor? No podía hablar de ello.

—¿Puedes al menos caminar?

Siendo honesta, no había escuchado las palabras de Crowley. Era incapaz de hacer nada, solo escuchar y afirmar si es que podía. Se acercó para agarrarme con cuidado y hacia una zona con menos fango donde pudiera sentarme. Se mantuvo a mi lado, dejando que reposara mi cabeza en su hombro y que descansara un poco.

Me abrazó de un lado, atento a todo a nuestro alrededor, ya que no estábamos muy lejos de la selva que una vez atravesamos. En ocasiones miraba hacia el cielo, como si esperara la presencia de Pittura, pero nada ocurría.

—Capaz el viaje que ha hecho Pittura te ha tomado por sorpresa —supuso Crowley.

—No, no es la primera vez —admití, pronunciando las palabras con lentitud.

—No te esfuerces demasiado, Urchevole. Reposa si te hace falta.

—No quiero molestarte al estar apoyada en ti —comenté con cierta vergüenza.

Crowley rio con calma.

—No me molestas, de verdad. Verte ha hecho que me alegre bastante el día y que al menos sepa que aún estás viva.

Sonreí avergonzada, mirándole de reojo.

—Así que pensaste en mí cuando no estaba a fuera —comenté con cierta burla.

Crowley se puso firme, mirando a otro lado sin saber cómo hablar.

—¡O sea! Claro que me preocupas, ¿cómo no voy hacerlo? Ya te dije, te considero alguien genial y única. La verdad es que... —Crowley parecía ser como un volcán a punto de erupcionar, lo que me hizo reír—. Me tenías preocupado, estabais en una situación delicada, encima con esa intervención de Pittura. Uno cualquiera se queda pensando en que ha pasado ¡por Insensibilidad! Fue algo anormal.

—Está bien, Crowley. Solo me metía un poco contigo.

Me miró, sonriendo con delicadeza.

—Es raro de ti cuando antes eras muy educada.

—¿Acaso quieres que sea educada y tímida? —pregunté con una sonrisa desafiante.

—No... Solo quiero que seas tú misma, creo que es lo que te hace perfecta.

Palabras justas que quitaron mi sonrisa, parecía estar a punto de erupcionar, aunque pudimos escuchar la voz de Pittura desde la lejanía. Salvada, por el momento.

La vimos volar por los bosques, nos levantamos con cuidado para captar su atención. Una vez conseguido, Pittura se acercó rápido hacia nosotros.

—¡Ah, al fin os encuentro! He tenido una pequeña reunión con vuestros dioses, pero todo O.K —respondió, haciendo un gesto con su mano que daba entender esa aprobación—. ¿Vosotros ya habéis hablado de todo?

—Aún faltan algunas cosas, Urchevole ha tenido un pequeño desmayo —explicó Crowley—. Deberías ir con cuidado con esas teletransportaciones.

—Ya se irá acostumbrando. Después de todo no le quedará otra al estar conmigo —justificó Pittura, soltando una risa infantil—. El asunto es que necesito que os apuréis. Es momento de decirlo todo frente a las Elinas, no es plan de dejarlas solas y que se angustien por lo que ha pasado. Urchevole tiene que presentarse ante ellas y hablar.

Nos miramos, viéndose la preocupación, pero también había otro sentimiento, uno del que me hacía sentir como una cría pequeña.

—Está bien, Pittura. Danos unos minutos más —pidió Crowley.

—Hecho. —Pittura se quedó quieta en el sitio, esperando con los brazos cruzados. Ambos la miramos con cierta incomodidad—. ¿Qué pasa? ¡Hablad! —pidió con cierta prisa, pero seguíamos igual, en silencio—. Ah. Entiendo. En cinco minutos vengo, como tardéis más, me llevaré a Urchevole sin previo aviso.

Y desapareció, logrando que ambos suspiráramos más aliviados. Cinco minutos no iba a ser suficiente, más con la compañía de Crowley. Su voz y sus consejos lograban darme la seguridad que necesitaba.

—Está bien —murmuré, respirando hondo mientras sonreía con calma—. Sí, me veo capaz.

—Sé que podrás. Lo demostraste esta vez y sé que podrás con todo —aseguró Crowley con una sonrisa cariñosa.

—Gra-Gracias por todo. —Le miré con dulzura, a lo que él también lo haría, aunque con gestos que demostraban su timidez. Cuando iba a despedirme, recordé algo que me hizo abrir los ojos—. O-Oye...

—¿Sí?

—La vez que nos vimos gracias a Pittura, pasó algo que no comprendí bien —comencé a explicar, viendo el interés en sus ojos—. Estaba contigo, cerca tuya y antes de desaparecer. Eh... ¿Me diste una caricia o un beso en la mejilla?

Era obvio que mi vergüenza crecía sin parar al hacer esa pregunta. Crowley soltó una leve risa, una que me puso más tensa, sin saber bien donde mirar. ¿Por qué había hecho esa pregunta? Por Sensibilidad, me sentía estúpida.

—Eso está a tu interpretación, Urchevole.

Le miré de inmediato, viendo cómo me sonreía con dulzura. No me daba cuenta, pero estaba desapareciendo por órdenes de Pittura. Gruñí un poco irritada por no saber la respuesta. Eso sí, la vergüenza no se me habría ido, menos cuando lo último que vi fue a Crowley guiñarme el ojo.

Ya no sabía qué pensar.

—¡Cinco minutos! ¡Se acabó el recreo! —intervino la voz de Pittura, una que por primera vez me pondría tensa, pero no dije nada al respecto—. Toca ser responsables, luego ya podrás estar con tu Romeo.

—¿Qué es Romeo? —pregunté, siguiendo a Pittura por los bosques que llevaban hacia Sinea.

Pittura se quedó flotando en el aire mientras avanzaba, mirándome con cierta sorpresa.

—Ay, se me pasa que no todos saben lo que sé —susurró con cierta diversión—. Es un personaje ficticio de una historia que hay en un planeta muy lejano. Rn el sistema omega, de hecho, ellos lo llaman la Vía Láctea.

—¿Otro planeta? ¿Cómo se llama?

—La Tierra —respondió Pittura, poniendo sus manos en su cabeza—. ¡Honestamente es un planeta muy curioso! La verdad, según en mi "base de datos" es un lugar con muchísima historia que me encantaría ver en persona.

—¿H-Hay más personajes como Romeo? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Oh, Romeo es solo una invención de un escritor importantísimo de allí. Tienen una gran imaginación como yo, aunque tampoco tanta. El asunto, son seres interesantes y tienen personas que capaz te caerían bien. ¡Seguro que te gustaría conocerlo! —aseguró con ilusión, pero su rostro cambió a uno más serio de golpe—. Pero ahora mismo toca ser responsables, y más ahora que estás llegando a la ciudad... Te tendré que dejar sola, espero que no te sea demasiado pesado.

Lo sabía y veía mi ciudad. Desde la lejanía podía encontrarme con varias Elinas atentas a mi llegada. Frené mis pasos, recordando los consejos de Crowley que me hicieron sonrojar y llenarme de valor.

—Tranquila, Pittura. Estoy más que lista —contesté con una sonrisa segura.

Pittura se alivió ante esto, desapareciendo de mi lado. Avancé con pasos firmes, captando la atención de las presentes quienes gritaban mi llegada.

Era la hora de la verdad.

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