Capítulo 37: Lia Innactia.
Paz, una que necesitaba tras las pruebas. Parecía estar flotando en medio de una nube. Sí, una tan cómoda que calmaba todos mis dolores, en especial los de mi espalda. Era como si me dieran masajes con diversos tipos de aceite junto al agua cayendo en mis brazos y piernas.
Un pequeño paraíso, uno del que me costaba creer que fuera real. Abrí un poco mis ojos, encontrándome con alguien que me hizo gritar.
—¡Buenos días, Elegida de la Música!
Me levanté de la cama en donde estaba, alejándome de la niña. ¿¡Qué hacía aquí?! Mejor dicho, ¡¿dónde estaba y porque mi cama era tan grande que podía dormir un titan de seis metros?!
—¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy? ¿Me vas a decir tu nombre o vas a seguir metiéndome en tus sueños extraños? —pregunté de seguido, pero antes de que hablara, continué con mis palabras—: Ah, no, ¡esto es otro sueño tuyo!
—Pittura.
Parpadeé varias veces mis ojos.
—¿Perdón?
—¡Mi nombre es Pittura! ¡Un gusto! —gritó. Mi cara hizo que Pittura se riera—. Pediste mi nombre, ¡aquí lo tienes! Creo que te lo has ganado, aparte que vas a tener mucho por delante siendo la Lia Innactia de Sensibilidad .
—U-Un momento, ¿cómo que Lia Innactia?
—¡Claro! ¡Si no, no estarías durmiendo como princesita en su templo!
—¡¿Qué?!
Rápidamente salí de la cama, aunque mi torpeza hizo que cayera. Pittura se rio, tumbándose en la cama mientras se movía como una cría pequeña. Tal hecho me avergonzó a la vez que me levantaba, fijándome en lo que me rodeaba.
El templo estaba hecho de mármol con decoración dorada que no pasaba desapercibido. Los pilares eran altos, solo un titán podría tocar el techo. La naturaleza también era parte, envolviendo las columnas en enredaderas donde crecían diversas hojas y flores cuyo aroma animaban a cualquiera.
—Oye P-Pittura —pronuncié, girándome hacia ella—. ¿Qué ha ocurrido en este tiempo que estuve dormido?
—No gran cosa. —Pittura se puso de pie, sin importarle que sus zapatos manchados de pintura ensuciaran la cama—. Sensibilidad estuvo reunida con Fusis. Está muy contenta, pero a la vez muy preocupada.
—C-Comprendo —murmuré, siendo difícil de tragar. ¿Era real lo que estaba ocurriendo? —. D-Debo reunirme con ella.
—Obvio, pero tranquila, Sensibilidad es muy cariñosa y amable. Es muy atenta a todo. Es la madre perfecta, aunque los Números también lo son —admitió, haciendo un gestocon sus dedos como si quisiera demostrar timidez.
—¿N-Números?
Pittura afirmó, saltando fuera de la cama. Me pareció curioso que, al salir, no hubiera dejado ni una gota de suciedad. ¿Quién era esa niña?
—Tendrás miles de dudas y es normal —comentó Pittura, acercándose a mí con dulzura. No medía más de un metro—. Como sabes, soy Pittura. Una copia de emergencia.
—¿C-Cómo? —pregunté, frunciendo un poco el ceño.
Pittura puso la mano en su mentón.
—Digamos que cuando un artista tiene una pieza de arte increíble, no la quiere perder. Entonces, ¿qué es lo que hace?
—U-Una copia... —respondí, tragando saliva sin poder creerme lo que escuchaba.
—¡Exacto! Eso soy yo —contestó, separándose un poco de mi para mover su pincel con total confianza—. La copia de la Galaxia O. Pittura, o Pintura. Soy la que... puede hacer maravillas con el arte.
Me guiñó con orgullo y confianza, sonriendo como si por un momento se creyera una figura heroica.
—En fin, el protagonismo no va enfocado en mí. Solo ayudé a Sensibilidad —explicó Pittura, guardando el pincel a sus espaldas—. Ahora tenemos que reunirnos con tu diosa, así que, si me sigues, por favor.
Aún estaba aturdida, pero la seguí por los largos pasillos que reflejaban mi figura a la vez que resonaban mis pasos. Se me había olvidado que mi vestimenta ya no era la misma de antes, sino que era de unos colores más azules y doradas.
Murmullos se podían escuchar al fondo del templo. Tragaba saliva sin querer, sintiendo escalofríos en mi espalda a la vez que pequeñas gotas de sudor caían por mi frente. Mi reacción le parecía graciosa para Pittura, pero para mi era un claro pánico.
¿De verdad que iba a conocer a mi Diosa?
Pronto nuestros pasos frenaron ante una grandiosa puerta. Los decorados dorados dejaban una leyenda escrita en nuestro idioma.
—"Siente por el profundo corazón, y lucha con la mente insensibilizada" —pronuncié, frunciendo un poco el ceño.
—Es la frase que Insensibilidad y Sensibilidad se dijeron —admitió Pittura. Abrí mis ojos y boca a la vez—. Lo sé porque Sensibilidad me dijo todo sobre su historia y su relación.
—¿C-Cómo?
Pittura soltó una pequeña risa.
—Ventajas de ser una copia, aparte, si no me lo hubiera dicho, me habría enterado por los Números —respondió, sacando la lengua—. Y no solo yo, mis amigas también saben todo sobre sus Galaxias. Es una pena que ya no pueda quedar con ellas.
—Tus amigas como... ¿Margara?
—Sí, ella es de la Galaxia E.
—¿C-Cuántas galaxias hay?
—Cuatro. —Con los dedos de sus manos los enseñó—. La Galaxia Olvidada. La Galaxia Maldita. La Galaxia del Equilibrio. Y la más importante, la Galaxia Antigua.
Di varios pasos hacia atrás. Pittura me miró confundida hasta que chasqueó sus dedos.
—¡Ah, creo que me pasé! La base de datos está llena. —Sus ojos se volvieron totalmente azules y parecía salir texto en medio. Por suerte, no duró mucho—. Mejor iré explicando poco a poco, ¡como aprender a caminar! Ya verás que será muy fácil, lo prometo.
No voy a mentir que tenía mucha curiosidad. Quería preguntarle sobre aquella "Base de datos" ¿Qué era eso? O ¿por qué había tenido esa reacción? Su manera de actuar daba miedo, aunque me creaba curiosidad. Por desgracia, mis preguntas fueron pospuestas cuando las puertas se abrieron. Cerré mis ojos, sintiendo la corriente agradable que erizó mi piel, escuchando una melodía delicada que lograba llorar a cualquiera.
Abrí mis ojos con asombro, viendo a Sensibilidad con su figura elegante sentada con la compañía de Fusis. ¡Veía a Fusis por primera vez! Y era tan hermosa... Con su cabello ondulado y largo de color verde, de piel morena junto a una vestimenta verdosa que parecía estar hecha por miles de hojas distintas.
Flotando en el aire y conversando con Sensibilidad, giró su cabeza en mi dirección para sonreírme con dulzura. Le habló a mi Diosa en un idioma que no comprendía, pero del que supuse que era uno del que solo la naturaleza conocía. Marchó bajo un pequeño movimiento sutil donde las hojas se movieron a su alrededor hasta desaparecer.
—¡Hola Enlia! —gritó Pittura con emoción, correteando por el pasillo para empezar a volar.
«¿Cómo que Enlia?», me pregunté cubriendo mi boca. Pronto, vi los ojos de Sensibilidad mirarme con delicadeza, a lo que me arrodillé.
—Pittura, te pedí que la dejaras descansar.
La voz de Sensibidad... Ah, era como escuchar la voz de una madre por primera vez. Esa seguridad y protección que crecía en el interior de uno. Una voz tan cariñosa y tranquila que lograba dejar vulnerable a cualquiera. Era hermosa hablando y no me quería imaginar su voz en medio de una canción.
—Lo sé, pero estaba roncando y no era plan que se acomodara —comentó Pittura, mirándome con cierta burla.
«No me pongas en ridículo, Pittura...», pedí, s agachando mi cabeza, cubriendo mi vergüenza.
Sensibilidad se rio. Tan delicada. Todo lo que hacía era con gestos suaves y llenos de calma.
—De igual forma eso no quita su descanso. Tiene mucho que procesar y un gran cargo encima —explicó Sensibilidad, levantándose—. Puedes alzarte, Urchevole.
Nunca en mi vida me había costado tanto mantenerme de pie. Era como si aprendiera a mantener el equilibrio y caminar por primera vez. Me sentía estúpida y descarada por observar a Sensibilidad con su elegancia y altura que poseía. Más de siete metros de altura con un vestido blanco que parecían ser las cascadas de un grandioso río. Su mirada de colores blancos y amarillos demostraba una confianza y educación palpables.
—Tiene unas caras muy estúpidas —se burló Pittura en un susurro.
Mantuve la calma, pero por dentro maldecía a Pittura por dejarme en vergüenza de nuevo.
—Pittura, recuerda que a ti no te toma por sorpresa nada de lo que te rodea. Has sido testigo de miles de cosas y Urchevole recién está aprendiendo a caminar —explicó Sensibilidad.
—Sí, es cierto —murmuró Pittura, poniendo la mano en su barbilla.
La imponente altura de Sensibilidad hacia de ella alguien respetable, pero también debía tenerlo con la diminuta altura de Pittura. Tan irónico ante la diferencia de poder y poder enfrente mía, sintiéndome insignificante.
—He visto todo lo que has hecho desde joven, Urchevole. —Las palabras de Sensibilidad hicieron que me pusiera firme—. Desde que naciste, he vigilado cada acción, aunque en ocasiones he decidido ayudarte.
Intentaba no abrir la boca de asombro, pero era complicado.
—Desde lo ocurrido en tu primera prueba. Cuando os adentrasteis en los Bosques de la Frialdad o cuando conociste la ciudad de Ineas. Todos esos momentos tan arriesgados, estuve de tu lado protegiéndote o intentaba convencer a Fusis que no fuera tan dura con las medidas que puso a Insensibilidad —continuó.
—Y-Yo no sé cómo agradecérselo, mi Diosa. Yo si quiera creo que merezca tal...
—Créeme que tus acciones ayudarán mucho más de lo que piensas, Urchevole —me interrumpió. No me molestó, solo hacía que mi cuerpo se envolviera de fuerza y valor—. Aunque para ello, habrá que explicarte mucho de lo que hay oculto.
Juro que mi cuerpo no parecía tener huesos. ¿Era el momento? Trataba de mantenerme firme, pero era complicado con la figura de Sensibilidad atenta y con Pittura burlándose.
—Aunque creo que parte de esa información te lo comentó Crowley, si mal no recuerdo —continuó Sensibilidad, sonriendo levemente.
—S-Sí. Gracias a él fue como conseguí comprender todo y... Ah...
Las palabras no me salían ante el calor que aparecía en mis mejillas.
«Urchevole, por favor, compórtate».
Sensibilidad soltó una calmada risa, guardando sus manos detrás de su espalda.
—Tenemos mucho de qué hablar, pero antes de adelantar nada, ¿por qué no vamos con lo que realmente importa?
Miré hacia Sensibilidad con admiración y firmeza.
—Lo que sea, mi Diosa.
Sensibilidad afirmó mientras que Pittura daba pequeños saltos en el medio del aire.
—¡En ese caso vamos a empezar con las bases! Atiende, que ahora yo soy la profesora —exigió Pittura.
Con el pincel en mano, pintó en medio de la nada para empezar a explicar varios términos que existían en el sistema.
—Tú eres esto —habló, soltando una leve risa—. Una motita de polvo a comparación ¡de esto!
Y ante su grito, movió su pincel con brusquedad, enseñando miles de cosas que me dejaron sin aire. Crowley no se equivocaba cuando me dijo que ahí a fuera había... demasiado.
—¡Ya sabes lo principal! ¡Planeta desecho! ¡Lo que somos aquí! ¡Pero no hay que angustiarse cuando podremos ser un código y acabar con esas manchas negras! ¡O sea, anomalías! —aseguró Pittura con una sonrisa confiada—. Debes tener muy en claro lo siguiente. El espacio no es tan simple como parece. Hubo un cambio ¡enorme! Las estrellas no sólo eso, sino que existen destellos para teletransportarse entre planetas, incluso sistemas, aunque sea complicado.
» Te comenté que ahora mismo, este planeta es uno "Desecho" y eso es malo. Es peligro, porque usar la magia implica la generación de las Anomalías, y con ello que entren los Virus. Dos seres que viven en el espacio y en la Galaxia Antigua.
—E-Esa Galaxia p-parece peligrosa.
—Software sabe más sobre esa dimensión, aunque no es que se pueda hacer mucho porque el problema ocurrió hace cientos de años —explicó Pittura. Bajó un poco la mirada, pero rápidamente la alzó—. El asunto es que esos dos seres son un problema porque su objetivo es acabar con todo. Destrozarlo todo.
—De ahí la alianza que me comentó Crowley —recordé.
—¡Crow-Crow es el perfecto aliado, así es! —contestó Pittura con emoción—. Aun no tuve la oportunidad de hablar con él, pero si pude ver como actuó con vosotras y toda la lucha que ha tenido. Fusis ha sido un poco dura.
—Pittura... —murmuró Sensibilidad en un tono típico que parecía ser una madre a punto de reñir a su hija.
—¡P-Pero es buena! Aunque se confundió porque tiene miedo a los Elegidos del desastre —explicó Pittura con rapidez.
Fruncí el ceño, cruzando mis brazos.
—¿Quiénes son?
—Son pocos y están en la Galaxia del Equilibrio, pero no dudes en que vendrán a las demás dimensiones a atacarnos. Están aliados también con las Anomalías y Virus, por lo que ten por seguro que saben de nuestra existencia.
Me quedé en silencio, pensando unos segundos hasta que pude enlazarlo todo.
—Ese chico que había visto en el desierto. ¿Era uno de ellos?
—Era, tu lo has dicho —confirmó Pittura, guiñándome el ojo—. Sigue vivo, y estoy segura que tomará el camino correcto. Siguiendo a lo que importa. Nuestra galaxia junto a la galaxia Maldita es una de las más desprotegidas. Diverlícia y yo somos las copias. En ocasiones intervenimos para ayudar, pero no es del todo fácil. Los números nos pidieron quedarnos ocultos por temor a que los elegidos del desastre nos encuentren.
—Lo pregunté varias veces, pero ¿quiénes son los números?
—Nuestra... creadora.
Casi me ahogaba con mi propia saliva, quedándome incluso sin aire. Miré hacia Sensibilidad sin creerme sus palabras. ¿Cómo qué creadora? Creía que ella había sido la que nos había dado luz a todos, la que con su magia había creado todo esto.
¿Cómo que había sido alguien conocida como los Números?
—Es complejo de explicar, Urchevole —admitió Sensibilidad, manteniendo la calma en sus palabras—, pero debes saber que es nuestra aliada. Creó a Pittura al igual que todo esto.
Me giré con cuidado, viendo como Pittura estaba tumbada en el aire con una sonrisa confiada. Escalofríos me inundaron, viendo como todo lo que me rodeaba cambiaran a miles de números en un segundo.
Uno de los dedos de Sensibilidad tocó mi cabeza para que regresara a la realidad. Pequeñas lágrimas caían, observando a mi Diosa que, con una sonrisa delicada, me daba las fuerzas que necesitaba, pero no la capacidad de procesarlo.
—Siento que haya sido demasiado abrupto para ti, pero tu puesto de Luz Impactante no pasa desapercibido y tienes que ser consciente. Crowley tuvo que pasar por algo así, y si bien le cuesta entender, sigue adelante porque sabe que es su cometido.
» Te elegí a ti porque sabía que tenías el dominio de la Música a un nivel admirable. Podías liderar a todas y protegerlas cuando hiciera falta, pero también tuviste la capacidad que tu madre jamás tuvo. Aceptar que no solo era lo que había en Sinea, sino que había más, muchísimo más.
» Supiste comprender, avanzar y confiar en aquellos que muchas podían temer. Tu madre creía que eran enemigos y no supo ver que en verdad ellos eran los aliados que debimos tener al principio. —Suspiró, agachando su cabeza en arrepentimiento.
» También admito, que no todo lo hice bien. Eran aliados, sí, pero en su momento me creí las palabras de Fusis y creí que eran aliados de los errores. Sabes que todo el que haga acciones con su lado izquierdo, significa un mal augurio como creíais entre las Elinas.
» Les tuve miedo. Creí que Insensibilidad deseaba hacerme daño, pero con el tiempo pude ver que no era así. Si lo hubieran deseado, se habrían aliado con todos los enemigos que te hemos mencionado. Luchaban solos, perdieron a muchos e Insensibilidad usaba su poder para protegerlos, acabando incluso herido por acciones imprudentes de mi parte.
» Por ello, gracias a ti y a todo lo que me rodeaba, supe ver la verdad. Intenciones honestas y sinceras. Corazones llenos de valor recubiertos de un muro que solo nosotras podemos destruir. Una unión donde la Insensibilidad y la Sensibilidad son ideales. El corazón, o Leia, es el que siempre siente y sufre, pero la mente se fortalece y se vuelve insensible cuando la situación lo requiere. Una frase que no tomamos en cuenta hasta hace relativamente poco.
Abrí mis ojos con total admiración hacia Sensibilidad. El frío inundaba la piel, era como si el viento tuviera forma para hacerme reaccionar. Si me decían toda esta información era por un bien necesario. Una verdad, una alianza que tenía que surgir para acabar con lo que amenazaba nuestra galaxia y a las demás.
Aliados de diversos universos y galaxias, luchando por lo que era justo. Luchando por el bando de los números.
Y yo que creía que solo era mi querida ciudad lo que se encontraba en peligro.
Para mis adentros solté una pequeña risa, pero por fuera miré a mi Diosa con decisión y valentía. Arrodillándome ante ella.
—Juro, mi Diosa, que haré todo lo que esté en mis manos para cumplir con mi cometido. Para que la paz sea presente en nuestra galaxia al igual que en las demás —hablé con educación y firmeza.
Vi como a mi alrededor surgía una luz azulada. Era oscura, pero no me daba miedo, menos al ver los números que parecían estar rodeándome. Levantándome con decisión y poniendo mi mano derecha en mi corazón, continué hablando:
—Juro luchar por el bando de los números. Será así hasta mi muerte. Será así hasta que consiga mi cometido.
Sensibilidad sintió alivio mientras que Pittura me miraba con total interés. Ambas se miraron de reojo para al final afirmar. De pronto, Pittura sacó de sus espaldas un bastón dorado, uno del cual colgaba un reloj de arena.
—Debo admitirte algo —comentó Pittura con cierta vergüenza—. Yo fui la que te condenó a esas visiones. No es que las crearas, sino que lo hizo el arma.
Con cuidado, me dio el bastón. Lo sujeté con fuerza, viendo como este brillaba con elegancia.
—Este bastón que sujetas es el causante de que tuvieras esos sueños y visiones. No son unos cualquiera, son... posibles visiones del futuro y pasado. Probabilidades de lo que puede ocurrir o mensajes de un pasado que no sabemos —continuó Pittura—. Tú has sido la que mejor ha podido procesarlo, por lo que ambas creemos que no eres solo la Elegida de la Música...
Miraba aquel bastón con total atención. A mis espaldas el imponente y gran sonido de las agujas del reloj moviéndose me dejaban en claro lo que tenía, no era un arma cualquiera. No era algo que debiera tomármelo como a la ligera.
Tenía consciencia. Tenía ojos. Me observaba. Me juzgaba y veía que hacer conmigo.
—...Sino que también eres la Elegida del Tiempo, Urchevole.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro