Capítulo 36: Bailarinas en medio de la noche.
No sé bien cuánto tiempo pasó, pero al despertar, me vi en medio de un extenso campo de hierba que cubría todo mi cuerpo. Confundida, me senté para ver enfrente a Urai, mirándome con cierta intranquilidad.
Se encontraba de pie y sin apenas heridas visibles, lo que me aliviaba que se hubiese recuperado. Sonreí aliviada, intentando levantarme mientras miraba la noche que hoy nos acompañaba. Aquello me haría fruncir un poco el ceño, pero más aún cuando me di cuenta que no había nadie más con nosotras.
—Urai, ¿qué ha pasado en este tiempo que estuve dormida?
—Digamos que mucho para poder resumirlo. —Suspiró, cruzando sus brazos—. Dormiste un buen rato, no sé bien cuánto, pero ya ves que es de noche.
—Debieron ser horas...
Urai movió sus hombros y afirmó.
—Conseguimos superar la prueba, de hecho, nada más caer inconsciente, fue cuando terminamos. Eusia se encargó de tus heridas mientras Iroa venía conmigo para saber sobre las demás —explicó, para luego bajar la mirada—. Todas llegaron sanas y salvas, pero no se las veía muy ilusionadas por lo vivido.
—¿Q-Qué les ha pasado?
—Según me dijo Jela, habían visto bestias que eran similares a ellas en cuanto tamaño, pero que tenían una agilidad y fuerza brutales. Otras decían que eran seres diminutos, como las Mierias, las chivatas de Fusis, pero no había que subestimarlas.
—C-Creía que esos seres no eran agresivos... —Puse la mano en mi cabeza, sin saber qué pensar.
—No son Mierias, Urchevole —clarificó Urai, soltando un suspiro—. Todo lo que nos enfrentamos eran seres de otros mundos. Y al parecer no es lo único que vivieron porque muchas tenían sueños que eran demasiado reales.
—¿C-Cómo?
—Digamos que eran llevadas a otros lugares que solo pueden ocurrir en los sueños —respondió, poniendo sus manos en sus caderas—. Admito que me pasó cuando me dormí. Eusia e Iroa me dijeron también lo mismo, pero no eran sueños tan largos y eran... complicados de comprender.
Me quedé en silencio, recordando el encuentro con la niña. ¿Le había hecho lo mismo a todas las demás?
—Parece que en tu caso también te hicieron lo mismo —supuso ante mi silencio.
—S-Sí, aunque l-logré despertarme a tiempo.
Urai soltó un largo suspiro, viéndose la angustia en su rostro.
—El asunto es que, tras esos sueños, es cuando empezaban las pruebas. No sé si esos sueños tienen que ver con Fusis, pero me deja en claro lo poderosa que es. —Tragó saliva y suspiró—. Ninguna Elina murió, pero eso no significaba que fueran las adecuadas para Sensibilidad. —Me miró para luego observar a la izquierda—. Capaz ya sabes por dónde van las notas,.
—¿S-Somos las únicas aptas? —pregunté. Urai afirmó con lentitud—. Pero éramos varios grupos de Elinas, ¿tantas descalificaron? ¿no eran adecuadas?
—Me hice las mismas preguntas, pero no obtuvimos respuestas. Mi única suposición es que ninguna pudo superar o hacer frente a las bestias, siendo solamente tú y yo las únicas que pudimos. —De pronto Urai cerró su boca, apretando sus labios con cierta rabia, para al final suspirar—. Aunque en verdad tú fuiste la que logró ahuyentarlo.
—No. —Con rapidez negué con mi cabeza—. No y no. Cierto que yo lo ahuyenté, pero en el tiempo que estuve en ese sueño, tú hiciste frente a esa Uriogia. Resististe, protegiste a las demás, así como hiciste con aquella bestia venenosa.
Urai frunció un poco el ceño.
—Sí, cierto que aguanté contra esa bestia, pero no me da tanto el mérito.
—Mentira. No te digas eso, Urai —contesté, acercándome un poco a ella.
—Urchevole, te he visto luchar, he visto lo que has hecho —comentó Urai con cierta angustia.
—Y yo también te he visto luchar. Tienes una gran capacidad, un gran poder encima. Eres una Elina espléndida.
Urai solo me sonrió con dulzura. Apreté mis labios, mirando a otro lado sin saber bien cómo continuar.
—Esto se puede solucionar de una forma, y creo que es la prueba final que nos tendrán —habló, logrando que alzara mi cabeza—. Un baile, tú y yo. Uno del que permitirá decidir a Sensibilidad quien es la mejor elegida.
Miré a Urai con los ojos bien abiertos. Ambas estábamos cansadas y un baile como ese iba a ser largo. Conociéndola, lucharía hasta el final sin importar el daño que se hiciera. Quería rechazar y dejarle el puesto, después de todo había luchado por estas pruebas hasta el final, demostrando que podía ser una buena elegida si le metía empeño a ello, pero la otra parte...
Sus voces llegaban para recordarme cuál era mi objetivo.
—Está bien, Urai —susurré, dando pequeños pasos hacia atrás a la vez que recuperaba mi respiración—. Aunque no es algo que me parezca del todo justo al estar ambas agotadas por todo lo que hemos pasado.
—Lo sé, pero es lo único que puedo suponer, más porque en este tiempo nada extraño ha ocurrido —admitió, dando también unos pocos pasos hacia atrás.
El viento movía nuestros cabellos. La temperatura era correcta en medio de un amplio escenario donde ambas demostraríamos quien era la indicada.
—Te pido que no te esfuerces demasiado. Es estúpido, pero ambas estamos agotadas y no le veo sentido desgastarse hasta hacerse daño.
Urai soltó una pequeña risa, rascando con cierta timidez su brazo derecho.
—Parece que me lees la mente...
—Somos amigas desde pequeñas, creo que puedo decirlo sin temor a equivocarme. Quieres luchar hasta el final, ganar ese puesto de elegida, pero créeme que para mí lo habrías tenido el puesto de sobras.
Urai frunció un poco el ceño.
—¿Entonces por qué estás aquí en este baile?
Mis ojos apuntaron hacia el suelo y solté un largo suspiro.
—Porque varias Elinas y Drasinos están de mi lado para la alianza.
Me miró desconcertada, intentando pronunciar alguna palabra.
—Cu-Cuando dijiste que había su-supervivientes, lo decías por ellos. Los Dr-Drasinos —teorizó. Afirmé con mi cabeza—. Durante todo este tiempo sabías lo que había detrás. ¿Por qué lo ocultaste?
—Reacciones como las tuyas hacían que hubiera esa desconfianza. Comprendo el temor, pero cuando decía que había supervivientes de las anomalías, decíais que era imposible.
—¿A-Anomalías?
—Es la forma verdadera de lo que nosotras llamamos Fallos Musicales.
—Por ello te reunías con Groina, Urosia y Xieli. ¡Tú madre y tu hermana lo sabían incluso! —gritó, dando una patada al suelo.
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Ondas brillantes surgieron de su pie, moviéndose por el suelo como si fueran las olas del mar, llegando hacia mí. Me preparé, dando una patada también al suelo, marcando entre las dos un ritmo acelerado.
—Era necesario para decir la verdad, Urai —hablé con firmeza, mirándola sin temor.
Lo que sonaba alrededor de Urai no eran instrumentos comunes de ella. Gaitas parecían sonar de fondo junto al violín y los tambores que con su fuerza dejaban paso al inicio de una canción potente.
—¡Podías habérmelo dicho! ¡Podías habérmelo confiado! —gritó, dando varios pasos hacia enfrente.
—Era demasiado para ti por como hablabas y parecías temer todo. Solo quería decir la verdad cuando fuera Elegida. Sabía que nadie me tomaría enserio —expliqué, viendo como avanzaba sin miedo alguno.
—¡No temo nada, Urchevole!
Ante un salto ligero y preciso, los tatuajes de su cuerpo se despegaron de su cuerpo, moviéndose a su alrededor para formar las partituras y notas listas para atacar.
—Desde que ocurrió ese incidente has sido alguien conocida entre las Elinas. Creí que era algo normal, pero luego las sospechas se levantaron cuando vi tu forma de hablar y actuar. ¡Me parecía incluso extraño que tú quisieras ser elegida! Creí que era para rendir honor a tu madre, —habló, moviendo sus manos.
La miré sin perder sus movimientos y sin mostrar ni un solo ápice de temor, aunque admitía que se veía imponente, como la magia la hacía ver como un dragón joven aprendiendo a volar.
—Te diría toda la verdad, Urai. Lo haría con gusto, pero siento que ahora mis palabras no toman valor con la rabia que tienes hacia mí —contesté con calma.
—¡Aparte de rabia es traición! ¡Siento que podíamos haber hablado las cosas en su momento! ¡Creía que éramos de la infancia como habías dicho! Podías haberme confiado todo, ¡en especial sobre esos Drasinos que decías! —respondió Urai, respirando hondo—. Ahora solo haces que me cuestione todo, que...
La duda era reflejada, pero no lo dejé pasar. La canción pasó a una más rápida, una que tomó por sorpresa a Urai al verme enfrente suya con los tatuajes de mi cuerpo brillando.
—¿Acaso vas a seguir temiendo para toda tu vida?
Guantes blancos se formaron en mis manos, permitiéndome darle un golpe —no físico— al rostro de Urai. Aquel impacto musical hizo que diera varios pasos hacia atrás, cubriéndose la nariz con sus manos por un momento.
—No, claro que no —murmuró, levantando su rostro para ver la rabia fija en mí.
—Entonces lucha y demuestra que puedes ser la Elegida que tanto querías ser.
Apretó sus dientes y se recompuso, moviendo y creando con la música un martillo del que me intentó golpear mis brazos. A duras penas creé un escudo que retuvo el ataque, dando varios pasos hacia atrás. Dábamos vueltas a nuestro alrededor mientras luchábamos con lo que teníamos. Urai era agresiva, pero no dejaba atrás su compostura a la hora de bailar. Mientras yo adoptaba una posición más defensiva, sin caer y manteniendo firmes mis pies en el campo.
Tanto una como la otra estábamos con pocas energías, que en cualquier momento podríamos caer. Con una sonrisa confiada mezclada con la rabia, Urai aceleró aún más la canción, sabiendo que eso era ponerse en riesgo.
—¡Urai, no...!
Por desgracia mi mensaje no llegó, se movió a gran velocidad como si pudiera volar e dar zarpazos que demostraban esa fuerza que aún poseía. No solo demostraba su capacidad a la hora de luchar, sino que también iba tomando formas que jamás pensé que pudiera ver. El dragón se habría transformado en una serpiente escurridiza, luego en un halcón y por último un oso. Alternaba entre los animales en donde la música no paraba.
Me mantenía a la defensiva, recibiendo los ataques que iban de un lado a otro, demostrando esa agresividad. Cada magia que utilizaba llegaba a mi cuerpo, lo que me obligaba a retroceder y dar varios pasos hacia atrás.
Hasta que la canción terminó de golpe.
Levanté mi cabeza para ver como Urai tosía en ocasiones, pero sin quitarme el ojo de encima.
—A-Aún n-no hemos ter-ter-terminado —aseguró, siéndole difícil terminar algunas de sus palabras.
Ponía sus manos en su Leia, intentando concentrar su magia para atacarme. Ese simple gesto hizo que mi mano arrancara el collar que Aspaura me había dado antes.
Sin dudarlo, se lo tiré a Urai.
—Capaz se consideren trampas, pero me niego a que pierdas la consciencia por tus acciones.
Lo agarró, mirándolo con asombro por un momento para luego observarme.
—Toma la energía y ríndete, Urai. No merece la pena luchar por esto y que puedas acabar enferma.
En repetidas ocasiones me observó con un rostro calmado, luego, pequeñas lágrimas caían mientras miraba el collar.
—Lo siento, pero no.
Hasta que rompió el collar con su mano izquierda, siendo envuelta por la energía.
—¡No considero que seas la elegida más apta, Urchevole! —contestó, viéndose la sonrisa confiada junto a esa mirada llena de odio—. ¡Habrás sido una consentida en todo momento! ¡Pero hacerte la buena conmigo solo hace que tus defectos se vean! ¡¿Cómo puedes confiar en todos?! ¡¿Cómo puedes confiar en los Drasinos o en otros supuestos supervivientes?! ¡Esa bondad y fe solo harán que te hagan demasiado daño!
La fuente de energía blanca iba creciendo a su alrededor, siendo como un faro en medio del mar.
—¡Serás sensible, con un gran don de liderazgo y respetuosa a la naturaleza! ¡Pero hay algo que tienes que tener en cuenta y es que no se puede confiar en nada de lo que pueda haber ahí fuera! ¡Ni siquiera lo que te rodea!
—¿Y crees que es bueno cegarse por un poder? ¿Crees que es bueno obsesionarse tanto por algo que no se sabe su resultado? —pregunté.
Urai me miró con cierto desprecio, apretando sus dientes.
—Claro que mere-
—Eso solo lleva a la corrupción de uno mismo, Urai —interrumpí con paciencia—. La destrucción y caos que uno tiene por obsesionarse por algo tan vacío como el poder. Te di el collar para que siguieras sobreviviendo, no para que me enfrentaras. Te di mi confianza porque eres mi amiga de la infancia, no mi enemiga. Durante este tiempo he querido creer que hay buenas acciones, cierto que habrá fallos, pero se podrán remediar con el paso del tiempo.
» Y esto no es solo entre las Elinas, lo he visto a fuera. Seres que no conocemos, pero que nos valoran y cuidan como si fuéramos uno más para ellos. Ahí fuera hay aliados, seres dispuestos a hacer frente al peligro que hay fuera, a confiarnos unos a los otros hasta el final, sin importar la dificultad, pero... —Tragué saliva, temblando por un momento mis labios, pero al final me calmé—. Pero gente como tu solo hace que esos objetivos se dificulten más de lo que ya son.
Urai se quedó muda, y por descarte, decidió atacarme con la energía que tenía.
Aunque esta no habría obedecido a sus órdenes.
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—¿Qué? ¿Qué está pasando? —se preguntó, moviendo sus brazos, apuntando hacia mi—. ¿¡Qué está ocurriendo?! ¡¿Qué me has dado, Urchevole?!
Tampoco comprendía lo que pasaba, pero sí veía como la magia se mantenía firme en el sitio. Veía sus acciones llenas de violencia y brusquedad, cayendo pequeñas lágrimas que dejaban en claro la rabia contenida. Respiraba con dificultad, gritando en ocasiones sin entender porque la música no le hacía caso.
—Urai, para... —pedí en un susurro.
—¡Me niego! —chilló, rompiendo casi su voz—. Toda esta vida me he visto opacada por lo que has hecho. Desde que empezamos las clases hasta que nos apuntamos como guerreras, ¡incluso cuando conseguimos liberar la ciudad de los Fallos Musicales y fuimos a los Bosques de la Frialdad! Todo lo que hacías era admirable y yo quería igualarte, pero cualquier cosa que hiciera ¡se volvía una sombra ignorada!
Quise acercarme a ella, pero sus acciones desesperadas me dejaban en claro que debía ir con cautela.
—Urai, ¿por qué no...?
—¡¿De qué iba a servir?! —me gritó, mirándome con los ojos que perdían su alegría y valor—. Daba igual lo que te dijera, ¡¿qué iba a pedirte?! ¡¿Qué dejarás de ser tan buena?! ¡¿Qué dejarás de actuar de una forma u otra?! ¡Daba igual lo que ocurriera! Tenías la suerte de tu lado, mejor dicho, ¡a la Diosa de tu lado! Eras una elegida que tarde o temprano conseguiría su puesto si superaba estas pruebas.
Tragué saliva, sin saber bien qué decir.
—Y-Yo...
—Este baile solo fue una tontería del que creía que podía derrotarte —admitió, apretando sus puños—. ¡Y por alguna razón la música no me quiere hacer caso!
Al terminar sus gritos, la magia que parecía estar fluyendo en su interior, empezó a moverse por todos los lados. Tal escena nos tomó por sorpresa, viendo como la música se movía como el fuego, las olas del mar o viento que se llevaba las hojas. Creaba un espectáculo de luces donde rodeaban el extenso y agradable lugar en el que nos encontrábamos.
Pronto escuchamos un instrumento ser tocado con delicadeza y cuidado, siendo el protagonista de la canción donde diversos susurros sonaban en nuestros oídos. Urai no paraba de llorar mientras me miraba.
—Urchevole...
Era incapaz de comprender porque la magia giraba en torno a mí, adentrándose en mis tatuajes, iluminando todo mi cuerpo. Incluso cambió mi vestimenta desgastada y ensuciada por todas las pruebas. Colores azules y dorados estaban presentes en el vestido largo que poseía. Sentí en mis piernas unas botas que me protegían del terreno y me aportaban gran comodidad, como si pisara algodón. Mi cabello sería atado por una goma dorada que creó una pequeña trenza.
—Ya lo ha decidido —susurró, agachando la cabeza en señal de rendición y respeto.
—¿C-Cómo que lo ha decidido? —pregunté, sin comprender aun lo que pasaba.
Urai soltó una risa leve, soltando un largo suspiro..
—Solo espero... que nos lleves por el buen camino, Urchevole —pidió, mirándome con los ojos consumidos por la vergüenza.
Siendo el último que escuché antes de caer inconsciente.
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