Capítulo 26: Desgarra hasta tu corazón.
Descubrir el interior era como si tuviera el acceso hacia el Templo de Sensibilidad. Un privilegio que no me merecía mientras caminaba junto uno de los sabios. Me explicaba todo. Desde el pasado del templo y la aparición de los sabios hasta la actualidad.
El inicio en sí, había sido por obligación de Insensibilidad. Proteger la ciudad era primordial, pero también conservar la información que se tenía. Pocos eran los aptos porque requería leer, escribir y comprender todo lo que tuvieran en sus manos. Muchos de los Drasinos tendían a esa violencia, pero pocos eran los que investigaban y miraban un poco más allá.
Eilu, el sabio que me acompañaba, aseguraba que el templo era un lugar pequeño para lo que debería ser. La biblioteca disponía de algunas estanterías y mesas para escribir toda la verdad en los libros. En ellos apuntaban todo. La historia de su pasado con Insensibilidad y los Drasinos, los Bosques de la Frialdad y las Elinas. Eso era una parte, porque no tuvo problema en admitir que había mucho más cuando se refería al universo.
Pasaba gran parte de su tiempo ahí, intentando descubrir todo lo que tenía. Era un sabio más entre los presentes, uno que a sí mismo se consideraba como un Drasino discreto. Después de todo, el Templo de los Tres Sabios hacía referencia a los Drasinos más fuertes. Insensibilidad, Crowley y Colen.
—Yo soy el cuarto más fuerte, al menos es lo que me han asegurado —comentó Eilu con una sonrisa tranquila. Miraba los libros con un brillo claro en sus ojos—. ¿Si soy honesto? No es algo que me interese. Mi pasión por los libros ha ido creciendo al igual que mis compañeros. Incluso mi padre Unsie ha tenido pasión por ello.
—Unsie... Lo vi hace poco. P-Pensé que era tu abuelo.
—Lo es —aseguró, mirándome con calma—, pero mi padre Riose murió, por lo que mi abuelo tomó ese puesto.
—Oh, por Sensibilidad, yo no...
—Tranquila —me interrumpió, soltando una leve risa—. No lo sabías, es normal que preguntes.
Afirme, pero sin quitarme de encima todo lo que acababa de decir. Años de historia escritas en libros, unas que consideraba totalmente privadas. Ahora las tenía en mi mente.
—No entiendo por qué me explicas todo esto —admití, mirándole calmada—. O sea, sé que os lo pedí, pero esto no debería saberlo si es tan importante. Siquiera debería estar aquí.
Eilu soltó un leve suspiro, cruzando sus brazos.
—Sabiendo que Sensibilidad e Insensibilidad se conocieron a escondidas... —susurró, riéndose por lo bajo—. No es un problema explicar todo.
—¿Seguro que no? ¿No os es incómodo?
—No, por favor —habló Eilu, su voz resonaba en las paredes dentro de la pequeña biblioteca—. Después de todo también tenemos esa curiosidad de conocer vuestra historia, aunque no tenías mucho conocimiento porque eres una guerrera.
—Tengo consciencia, pero tampoco es que sea alguien directa a Sensibilidad. Tampoco tenemos a un grupo de Elinas que se organizan de la misma manera que vosotros. Como ya dije, no tenemos siquiera una L-Luz Impactante —expliqué mientras dirigía mi mirada hacia el suelo.
—Capaz Crowley te lo haya dicho, pero eso es un problema. Vuestra diosa tiene todo el peso encima y no creo que pueda aguantarlo más —explicó, poniendo las manos tras su espalda.
Suspiré y afirmé. Le miré por unos segundos. Llevaba una bufanda en su cuello que cubría parte de su pecho y unos pantalones más cuidados que los demás. A diferencia de Crowley, se cuidaba un poco más, aunque tenía una enorme cicatriz en su cuello.
—De igual forma, creo ser capaz de darte buenas noticias —continuó con una sonrisa amigable—. Ayer lo conversamos a fondo y creemos que lo más probable es que tú hayas traído a Sensibilidad para que se comunique con nuestro dios.
Abrí mis ojos como nunca.
—Eso es imposible, eso es...
Los ojos de Eilu mostraban una esperanza que necesitaba a gritos. ¿Qué era yo para ellos? una esperanza, pero desde mi perspectiva, no era nada. No me tenía sentido que yo fuera el puente que mi diosa necesitaba.
Un puente, una conexión... ¿De verdad que era posible? ¿Por qué no pudieron reunirse antes? ¿Acaso debíamos estar juntos como raza? ¿Destinados a ello?
Suspiré y miré a Eilu para afirmar con lentitud.
—P-Puede ser, pero es tan complicado de procesar. De tan solo pensarlo es d-demasiado.
—Me imagino que las Elinas no sois tan conscientes, pero comprende que esto es un bien necesario ante el problema que sufrimos. Juntos podríamos hacer frente al conflicto, pero no solo eso, sino descubrir lo que hay más allá.
—Eso es una locura. ¿C-Cómo podéis decir el más allá sin que os genere ansiedad? ¿Cómo podéis incluso procesarlo como algo normal?
—No todos pueden, solo los presentes aquí pueden seguir adelante y tratan de comprenderlo —respondió para luego bajar un poco la mirada—. Urchevole. Te llamabas así ¿no? —Afirmé, a lo que retiró las manos de su espalda—. Bien, déjame decirte algo muy claro. Cuando Insensibilidad alcanzó ese poder divino, no solo fue por su esfuerzo, sino por algo exterior del que somos incapaces de comprender. Capaz Crowley te la haya mencionado como orden, pero ese no es su nombre, según sabemos.
» Lo que sí sabemos es que orden escogió a Insensibilidad por un destino al igual que tu diosa. Ambos tenían el objetivo de traer equilibrio a este lugar y a todo lo que nos rodea. —Suspiró, mirando a otro lado para pensar sus palabras y afirmar—. El problema fue que Fusis se puso en medio por una mala interpretación.
No podía respirar bien, le miraba con los ojos bien abiertos, creyendo que sus palabras me rodeaban de un lado a otro. Eilu me agarró al ver que casi me caía al suelo, recobrando la respiración poco a poco mientras pequeñas lágrimas caían.
—S-Siento por m-mi brusquedad. Y-Yo...
—Es-Está bien, Eilu —interrumpí, logrando mantenerme de pie—. ¿Hay alguna zona donde podamos descansar?
—¡C-Claro! Por favor, sígueme.
No muy lejos nos encontramos con una grandiosa sala con varios bancos de madera organizados en fila. A lo lejos la luz blanca mostraba la belleza de una estatua hecha con todo lujo de detalles. Mostraba la figura de lo que parecía ser un Drasino, pero no era uno cualquiera.
Este lugar era como si me encontrara en el interior del Gran Árbol de Enlia, pero uno más privado.
Con cuidado me senté para luego mirar a Eilu, soltando un leve suspiro.
—Esto es algo que me explicó Crowley —respondí con cierta lentitud—. Me dijo que debía de procesarlo porque lo que había en verdad era mucho, demasiado. Y es cierto, desconocemos tanto y podíamos haberlo hecho antes si hubiéramos tenido a nuestra Lia Innactia, pero ninguna, ni siquiera mi madre, pudo superarlo.
Eilu soltó un suspiro, sentándose a mi lado.
—Me hago una ligera idea del porqué Sensibilidad es muy exigente. Crowley puede creer que es por la fuerza, yo creo que es por como os tomaríais la verdad —respondió, bajando su cabeza—. Mencionas que tu madre no pudo superarlo.
—Era la perfecta candidata, pero fue rechazada, aunque a cambio me crió por petición de Sensibilidad.
Eilu tragó saliva con cierta dificultad para mirarme de arriba abajo. Era una reacción similar a la que había tenido Crowley, capaz un poco más exagerada.
—Es-Eso es u-un detalle muy im-importante que mencionar, Urchevole —murmuró con una risa incómoda—. Ahora algunas cosas me empiezan a tener más sentido.
Fruncí un poco el ceño.
—¿En qué sentido?
—A que eres la elegida, aunque no hicieras sus pruebas aún.
Solté un largo suspiro.
—Yo no soy ni una elegida. Solo soy una guerrera, no soy digna de algo así —respondí un tanto irritada.
—D-De acuerdo, e-es posible que me equivoque —susurró, tragando saliva. Sus labios temblaban demasiado.
Suspiré y miré hacia otro lado, viendo la estatua que lograba captar todos mis sentidos.
—¿Q-Quieres ver la estatua más cerca? —preguntó Eilu.
—¿Podría? —pregunté, mirándole con cierta sorpresa.
—Claro. No hay problema.
Si con su estatua, demostrando todos sus rasgos, lograba dejarme paralizada, no me quería imaginar lo que sería tenerlo enfrente.
¿Cómo podía procesarlo Crowley? Su presencia hacía que mi piel se erizara con la mirada seria que no conocía la compasión. Estaba dispuesto a luchar por lo que apreciaba y quería, sin importar cuanta sangre derramara. Cada una de sus facciones eran robustas. Había sufrido y luchado durante todo este tiempo, era un hombre que no conocía el miedo.
A diferencia de otros Drasinos, solo tenía un cuerno. Según me decía Eilu, brillaba en diversos colores oscuros donde residía su poder. Al preguntarle porque no tenía dos, explicó que había perdido su segundo cuerno por luchar contra un grupo de anomalías.
—Mi abuelo y mi padre fueron testigos —empezó a explicar con cierta pena visible en sus ojos—. Tenía apenas tres años y cuando todo empezó, recuerdo bien como todo se volvió más oscuro de lo habitual. Capaz te lo dijo Crowley, pero aquí no es normal que salga el Sol.
—Sí, me lo dijo.
—Bien. —Afirmó y suspiró—. Ese día la niebla que a veces nos rodea aquí, llegó a la ciudad, pero no una niebla que parecía ser normal. Era hostil, peligrosa. Capaz de hacerte ver cosas que no eran, que escucharas voces que no existían.
» Ese día, mi padre me pidió que me quedara en casa, pero no podía porque había escuchado voces de mis amigos pidiendo ayuda. No lo sabía, pero la niebla, de alguna manera, me estaba engañando.
—¿Cómo es que una niebla te engañe? ¿Acaso tiene consciencia? —pregunté, frunciendo el ceño y cruzando mis brazos.
—No lo sé y es algo que muchos seguimos cuestionándonos porque no fui el único que lo vivió —respondió. Miró hacia la estatua—. Ese día mi padre intentó protegerme, le pidió a mi abuelo que me cuidara, pero nada más hacerlo, las anomalías atacaron. Todas murieron, al menos era lo que creíamos, pero la paz ahí no fue satisfactoria ante las caídas que hubo.
Me acerqué a Eilu para intentar calmar sus ganas de llorar. Veía como apretaba sus puños, agachaba su cabeza y mordía sus labios hasta hacerse algo de sangre. Le pedí que parara e intentara calmarse, incluso podía llorar enfrente mía, pero Eilu solo pudo mostrar una media sonrisa.
—¿Sabes? Verte me hace darme cuenta que la paciencia ha merecido la pena. No sabes las ganas que tengo de devolverles todo el daño a esas anomalías, dejarles el mensaje que mi padre no pudo. Cuando sea así, seré yo quien sonría y al fin descanse en paz.
—Eilu por favor, esos sentimientos no son...
—Sé que no son buenos, pero perdí lo que me significaba tanto, Urchevole —me interrumpió, su mirada era más apenada—. No te das cuenta, pero ahora mismo eres la luz que brilla con tanta fuerza que nos motiva a seguir adelante. Ver que no todo nuestro esfuerzo está perdido. Créeme que Insensibilidad tiene esas emociones si se ha encontrado con Sensibilidad, y todo gracias a ti.
No me sentía digna, menos cuando observaba la estatua de Insensibilidad y veía el cuerpo de un hombre que no le había importado sufrir en silencio. Cada vez que lo miraba, más admiración e intriga sentía. Ese deseo de saber toda su historia por completo, pero de la que no iba a saber hasta que volviera a mi casa.
Y aún si volvía, ¿qué ocurriría? ¿Cómo se lo tomarían Groina, Urosia y Xieli? ¿Cómo se lo tomaría mi familia? ¿Cómo se lo tomaría si quiera mis amigas o todas las Elinas que me rodeaban?
De pronto mi Leia empezó a bombear con fuerza y marcó el ritmo de una canción que lograba sacar mis lágrimas. Empleaba mi magia, pero no era algo que yo quisiera hacer, era como si me obligaran. Los tatuajes de mi cuerpo brillaron, algo que tomó por sorpresa a Eilu, separándose sin comprender lo que ocurría.
Miré hacia la estatua de Insensibilidad y escuché desde lo más profundo de su Leia una canción tan lenta que tomaba ritmos distintos y diversos instrumentos. Narraban una historia llena de esfuerzo, lucha, sudor, sangre y pérdida. Escuchaba la canción más larga y desgarradora que me hacía perder la consciencia poco a poco.
Eilu estaba a punto de agarrarme, pero unos pasos rápidos intervinieron para sujetarme con cuidado. No comprendí bien que estaba pasando hasta que mis ojos empezaron a ver a Crowley hablando hacia Eilu.
Mis sentidos fallaron por escuchar una canción que casi me mataba. ¿Qué historia guardaba alguien como Insensibilidad? Era la pregunta que más me angustiaba mientras iba levantándome poco a poco hasta ponerme de pie.
—Voy a llevarla a una de las habitaciones, necesita descansar —contestó Crowley en un tono poco amigable hacia Eilu.
—Cro-Crowley —pronuncié con dificultad, encontrándome con sus ojos intranquilos—. No le culpes, fui yo la que pregunté y tuvo curiosidad. Él solo fue honesto.
Bajo un suspiro largo y pesado, aceptó y me llevó hacia una de las habitaciones que había, ya que muchos solían dormir aquí. Caminando con cuidado y agarrada a Crowley, le agradecí su preocupación, pero a la vez le dije que creía que era mejor irme ya porque era atrasar algo necesario.
Crowley no me dijo nada, prefería mi salud para luego prepararlo todo para cuando tuviera que irme.
Con cuidado Crowley me dejó en la habitación que, a diferencia de todo el lugar, era un poco más oscura,. Una vez más le agradecí, viendo su sonrisa amable mientras se marchaba, aunque no muy lejos porque se encontró con su padre.
—¿Se encuentra bien?
—Sí. Eilu habló de más. —Suspiró—. Ya te dije cómo reaccionó antes y ahora casi se desmaya.
Colen soltó un largo suspiro.
—Me apena que no sean tan conscientes de esta situación. Espero que cuando Sensibilidad regrese, podamos comprender qué es lo que ha ocurrido, por qué tomó esas acciones y todo lo demás si es que nuestro dios lo quiere decir.
—No seas tan negativo —recordó Crowley. No lo veía, pero conociéndole, intuía que estaría con las manos en su bolsillo y con una sonrisa segura—. Confío en que ella pueda decir la verdad y sea la Luz Impactante de Sensibilidad.
—Apenas la conoces y ya confías mucho en ella, ¿crees en todo lo que te dijo?
Hubo un silencio, no muy largo.
—La he visto, padre, y aunque es cierto que no ha usado su magia aquí para no crear anomalías, si he visto cómo ha luchado cuando nosotros pudimos salir cuando Fusis nos dio el permiso —explicó Crowley—... Y créeme que Urchevole tiene algo único, un don que nos salve de esto.
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