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Capítulo 23: Ineas, la ciudad insensible.

Agradecía la paciencia que tenía Crowley. Me dejó procesar todo en un silencio acogedor en medio de las cuevas. Sentir su abrazo que no era como el que mi madre, sino como si me jurara proteger dando su vida por mí.

En ocasiones miraba los ojos de Crowley, estaban atentos a cualquier cosa que le pidiera. Me sentía mal porque era una molestia, más si era una Lia Innactia, o como había dicho una Luz Impactante.

Suspiré con lentitud. Aun había términos que me eran difícil de procesar. Ahí fuera también había otra forma de decir las palabras y con ello miles de significados. Pensarlo hacía que mi corazón se acelerara junto a las pequeñas lágrimas que caían sin querer.

—He sido demasiado honesto —susurró Crowley en arrepentimiento—. Tendría que haber sido más cuidadoso, pero sentía que era mentirte con algo tan importante como esto.

Poco a poco moví mi cabeza para encontrarme su mirada. Me quedé en silencio unos segundos para al final negar con delicadeza.

—No es tu culpa, Crowley. Fuiste sincero y te lo agradezco, pero esto es mucho por lo que procesar y más si yo solo soy una simple guerrera. S Groina, Xieli o Urosia estuvieran aquí, capaz habrían llevado la situación de otra manera.

—No sé cómo se lo habrían tomado teniendo en cuenta que no nos conocen.

—¿A qué te refieres? —pregunté, frunciendo un poco el ceño.

—A que a lo mejor nos habrían confundido con las anomalías o nos tomarían como una amenaza.

—N-No, imposible. ¿Cómo podrían pensar algo así? Saben que vosotros...

—No, Urchevole. No nos conocen —interrumpió con pesar—, y las Elinas no toleran muy bien que haya otros seres por culpa de las anomalías.

—¿Cómo sabes eso? O-O sea, es cierto que temíamos por lo que pudiera haber en el otro lado, pero si os veíamos capaz...

—No puedes hablar bajo las palabras de tu líder, Urchevole —me interrumpió de nuevo—. Tú has sabido reaccionar muy bien conmigo o con el abuelo Unsie, pero aun te queda mucho por ver y tu opinión puede cambiar.

—No, no y no. —Me aparté del abrazo, mirándole con decisión—. Creo que vosotros, a pesar de ser un poco brutos, tenéis buen corazón. Si se lo explico a Groina y las demás me creerán, ¡y sería algo increíble! Porque todo cambiaría y tendríamos una propuesta muy interesante.

Crowley me sonrió con dulzura, una que logró arder mis mejillas.

—Quiero creer en tus palabras, Urchevole —contestó, bajando un poco la mirada—, pero la vida nos ha azotado. Si de verdad se consiguiera, créeme que sería cumplir un gran objetivo que no solo nos salvaría, sino que también a vosotras.

—Entonces lucharé por ello —prometí, encontrándome con la mirada curiosa de Crowley—. N-No sé cómo, pero capaz me escuchan si regreso a casa. Estarán impactadas y si les digo toda la verdad, podrían considerarlo y darse cuenta de la situación. ¡Podría incluso presentarte ante ellas!

Crowley rápidamente negó con su cabeza.

—Prefiero dar pasos prudentes a unos agigantados, Urchevole. No tengo problema que expliques y nos podamos conocer, pero es mejor asegurar nuestras acciones.

Capaz la emoción y mi decisión hacía que tuviera ideas un tanto apuradas, pero realmente le creía y me daba rabia su situación.

—Por ahora, ¿te ves capaz de avanzar? Aún tenemos mucho trayecto, pero quiero asegurarme de que estés bien tanto físico como anímicamente.

Su forma de preocuparse hacía que mi interior revoloteara como miles de notas chillando como niñas. Traté de ignorarlo y afirmé.

Me agarró la mano con delicadeza para asegurarse de que no cayera en el trayecto, encontrándome con la luz de un nuevo día. Deseaba salir para conocer lo que me esperaba ahí fuera, una actitud que a Crowley le pareció graciosa.

Cuando mis pies tocaron el suelo empedrado, mis ojos observaron los majestuosos pilares y las imponentes montañas.

—Bienvenida a las afueras de Ineas —intervino con calma, mirándome de reojo y riendo por mi reacción—. Tenemos que cruzar por la ciudad para poder ir hacia el río Ien, luego hacia el Templo de los Tres Sabios y al final los Bosques de la Frialdad. ¿Estás lista para este pequeño viaje?

No respondí, tenía mucho por lo que procesar. Las montañas se mostraban bajo la capa de nieve en lo más alto, acompañadas por los ríos que formaban las maravillosas cascadas donde el agua caía a gran velocidad y fuerza, creando ese agradable sonido. Los pilares tampoco se quedaban atrás. Se veía el trabajo en cada uno, y en lo más alto se encontraban varios Drasinos vigilando los hogares que había.

Mi mirada no bajaba, no podía evitar ver la belleza de los Drasinos. De gran altura y cuerpo imponente, los Drasinos volaban desplegando sus alas. No sabía bien cómo se comunicaban, ¿capaz por telepatía o intuición?

—Si sigues mirando así te vas a hacer daño en el cuello —bromeó Crowley.

De inmediato bajé la mirada, observándole con total admiración.

—¿Vosotros... tenéis esa forma?

—Es la más acorde a nuestro nombre. Tenemos esta forma más amigable y luego la verdadera de los Drasinos.

—E-Entiendo... ¿Tú podrías transformarte en uno? —pregunté con cierta timidez.

—Claro que puedo, pero no voy hacerlo porque no quiero que tengamos algún problema —respondió, cruzando sus brazos con una leve sonrisa.

—C-Comprendo...

Moví mis ojos de un lado a otro. Volar por los aires. Qué envidia me daba con tan solo pensarlo.

—¿Te ves capaz de seguir adelante? —me preguntó, a lo que afirmé de inmediato.

—Sí, claro, perdón por distraerme.

—No pidas perdón, es normal. Simplemente disfrútalo.

Era complicado caminar por algún sitio que no hubiera charcos o lagos de agua fría. Poseía una vegetación o anfibios de gran tamaño que no se podían comparar con los nuestros. Crowley decía que las ranas solían estar durmiendo a no ser que aparecieran insectos que llamarán su atención para poder comérselas.

En este sitio las montañas hacían como un muro en vez de ser los árboles que me acostumbraba ver en mi ciudad. Me encontraba con todo tipo de vegetación enganchada en los árboles que no parecía ser consumible por el olor apestoso que desprendían.

—Te dije que olía a rayos —me repitió Crowley con una ligera risa—. Esa vegetación se lleva el olor y sudor que nosotros dejamos una vez nos bañamos aquí.

—Pues menudo hedor dejáis —susurré algo incómoda.

Crowley soltó una gran carcajada, caminando hacia enfrente.

—Los pilares aquí empezarán a conectarse con puentes, lo que nos encontraríamos cerca de la ciudad —explicó mientras señalaba—. Cada pilar marca los puntos más importantes. En el pilar del norte, Enoer, marca en dirección hacia Los Tres Círculos de la Frialdad. Ahí es donde normalmente se dejan los cuerpos de los Drasinos para que descansen y tengan su merecido respeto.

—Oh, e-entiendo.

—En el pilar del este, Eet, es donde se encuentra el río Ien y los Lagos del Cuidado, donde nacen los Drasinos.

—Sí, ¡y es curioso porque nosotras es donde también tenemos nuestros lagos! ¡En el este!

—Curioso que también sea donde están las montañas que nos separan de vosotras —comentó Crowley con una ligera risa—. Luego se encuentra el pilar del oeste, oeet, Realmente ese pilar no indica ningún lado más que el océano. Por último, el pilar del sur, Uer, marca donde se encuentra el Templo de Insensibilidad y el Templo de los Tres Sabios. Lugar que conocerás ya que te llevaré allí.

—Creo que puedo hacerme una idea, aunque no me mencionaste del pilar del medio.

—El pilar central, Inoecet, es donde se conectan los demás pilares.

—Oh... ¿Y qué actividades hacéis aquí?

—Varía mucho en verdad. Es el punto de encuentro entre los Drasinos para hablar sobre intercambio de favores o para dejar los hijos en la escuela. Si es que se le puede llamar así.

Fruncí un poco el ceño, cruzando mis brazos.

—¿Podrías explicarme un poco mejor?

Crowley soltó una leve risa y afirmó.

—No todos podemos estar atentos de nuestros hijos porque siguen trabajando como guerreros, mineros o caza de animales. No es que tengamos muchos trabajos también te digo. —Rio por lo bajo—. Cuidar durante muchísimas horas a un pequeño Drasino nos consume tiempo para poder sobrevivir, por ello muchos lo dejan en la escuela. No solo se les enseña a volar o fortalecerse, sino que también para ser guerreros o sabios.

—Vamos, que no se os da bien ser padres —murmuré, alzando la ceja.

—¡Oye tampoco eso! —contestó Crowley con una risa nerviosa—. Nos encargamos de cuidarlo, es cierto, pero tampoco es que vayamos a estar todo el rato encima suyo porque tienen que darse cuenta que no todo es tan fácil. Al menos es lo que mi padre me enseñó, y aquí me ves.

—Lo entiendo, pero suena muy triste, es como si no tuvieras mucho contacto con él a pesar de hacer tu vida, como si no te hubiera cuidado de verdad.

Crowley alzó un poco sus hombros.

—No sé cómo es vuestra forma de cuidar a los pequeños, pero creo que debes tener una cosa muy clara Urchevole. Tu hogar no es como el nuestro. Desde jóvenes nos enseñaron a hacer frente a las adversidades que no solo nos trae la ciudad, sino que también las anomalías y el hecho más básico para sobrevivir. Como verás, no tenemos sitio para cuidar de los huertos porque el terreno en el que estamos es inadecuado y segundo por las temperaturas. Hoy el Sol nos acompaña, pero no es el clima más común que hay entre nosotros, sino el frío y las lluvias.

—Oh, no sabía eso... —susurré, consumida por la vergüenza.

Crowley soltó una pequeña risa, abrazándome de un lado.

—No pasa nada, lo entiendo ya que son dos culturas distintas —respondió Crowley con calma. Afirmé con timidez, sintiendo como dejaba de abrazarme—. Nosotros, por ejemplo, nos basamos en una alimentación enfocada en la carne... y a lo mejor en los frutos, si es que nos encontramos con alguno. Tampoco es extraño que en ocasiones tengamos que compartir la comida o que haya días que no comamos mucho.

—Por Sensibilidad, eso es horrible.

Crowley alzó de nuevo sus hombros.

—Por ello mismo y varios motivos más, cuidar de un Drasino joven no es fácil. Agradezco que mi padre tuviera la paciencia, eso es un hecho que jamás lo olvidaré. Todo lo demás que haya hecho por mí me parece un peso encima.

—¿C-Cómo?

Crowley puso las manos en sus bolsillos y soltó un leve suspiro.

—Quiero intuir que a vosotras os cuidan con el cariño propio de una madre, alguien que está a vuestro lado apoyándoos, ¿no?

—Sí, claro. Aunque a mi madre le costó apoyarme en mis decisiones, estuvo a mi lado al igual que estuvo con mi hermana.

Crowley sonrió por unos pocos segundos.

—Pues... eso no es muy común entre nosotros. —Tales palabras hicieron que abriera mis ojos como nunca—. Una vez que eres padre, tienes que ser realista con las cosas. No puedes mimarlo demasiado, pero tampoco tenerlo abandonado. Saber que estás ahí para lo que sea, pero dejarle en claro que la situación no es fácil y que no se puede llorar por todo.

—L-Lo dices como si re-reprimierais vuestros sentimientos.

Crowley afirmó con calma.

—Tiene sentido si somos nacidos de nuestro dios Insensibilidad. —Sus palabras me dejaron reflexionando mientras lo miraba con atención—. Esto no significa que seamos desalmados. Solo... no nos dejamos llevar por los sentimientos cuando estamos en medio de algo que requiere nuestra concentración. Nos hemos enfrentado a varios conflictos, lo que nos ha llevado a tomar decisiones un poco drásticas.

No supe bien que decir, a mis ojos Crowley parecía ser alguien que no podía expresarse como quería. Su sonrisa exterior contenía los miles de sentimientos que no mostraba por ser un insensible, un Drasino.

—¿Urchevole? —me llamó, logrando despertarme de mis pensamientos—. ¿Estás bien? Pareces estar afectada por mis palabras, ¿dije algo malo?

—Oh ¡no, no! Solo... me da pena vuestra situación —admití bajo un suspiro largo—. Me da lástima saber que no expreséis lo que sentís por ser lo que sois y por lo que os ha obligado esta situación.

—Ah, pero no pasa nada, eso es algo que lo llevamos bien a la larga —respondió sin importancia.

Alcé un poco la ceja.

—¿De verdad lo dices?

Crowley se quedó en silencio, mirando hacia el cielo durante unos pocos segundos.

—Si nos rompemos, pero tomamos una actitud un poco más distinta a vosotras —contestó, mirándome con una sonrisa—. Sí, caemos en los sentimientos que nos pueden consumir hasta matarnos, pero hay que tener claro una cosa, no estamos solos.

» He pasado por montañas difíciles de escalar, pero con la compañía de mis amigos o de mi padre he podido salir adelante. Sí, claro que he deseado gritar, llorar y desear que todo acabara, pero tener al lado a los que me comprendían, calmaba esas emociones para no perder mi camino.

» Capaz no es la mejor manera, pero al final siento que desahogarse una y otra vez se siente vacío si uno no le hace frente al problema. Luchar por algo que, aunque sea imposible, tendrá su resultado.

No comprendí lo que fluía en mi interior, pero se asemejaba a la admiración, a como Crowley lograba brillar en unos colores cálidos como el fuego. Era incapaz de hablar porque por primera vez, sin usar mi magia, escuchaba una melodía tocada con fuerza donde se veía el esfuerzo, aunque fallara una y otra vez.

—Y-Yo no quería... —tartamudeé sin saber bien qué decir, pero la risa de Crowley hizo que le mirara con atención.

—Oye, tranquila. Cada uno tiene su forma de asimilar las cosas, ¿no? No porque yo lo haga de una forma, lo tuyo no tenga mérito. Me imagino que ser el apoyo de alguien es importante, debe de ser un sentimiento maravilloso, y no lo veo mal. Hace que uno no se sienta tan solo en este mundo tan extraño.

No comprendía nada de lo que había en mi interior, pero lo disfrutaba porque me hacía sentir protegida. Era como si los brazos de Crowley me abrazaran, asegurándose de que, a pesar de las adversidades, estaría a mi lado. Mi visión de su raza se me hacía majestuosa, pero él en concreto hacía que mis emociones se debilitaran por su presencia.

—En fin, soy un charlatán sin remedio, perdón por ello, ¿seguimos caminando? —preguntó Crowley con cierta vergüenza, rascando su cabeza.

—Ah... C-Claro —respondí sin saber bien donde mirar.

Crowley me miró y frunció un poco el ceño.

—Oye, ¿te ocurre algo? Tus mejillas están rojas desde que hemos salido y me preocupa que estés enfermando de nuevo.

Los nervios me azotaron ante esa pregunta, balbuceando palabras sin sentido.

—¡Ah sí! ¡Todo bien! ¡Estoy bien, sin frío, sin enfermedad alguna! ¡Todo perfecto! —respondí con un tono agudo, uno del que hizo reír a Crowley.

—Está bien, Confío en tu palabra, pero si necesitas una chaqueta más cálida, no dudes en pedírmelo.

—N-No. T-Tranquilo, tu chaqueta ha logrado mitigar el frío desde que salimos.

Crowley alzó un poco la ceja y soltó una leve risa.

—Ahora es tuya, quédatela sin problema —contestó, avanzando por el único camino hacia el centro de la ciudad de Ineas.

—¿Pero no te hace falta? —pregunté, parpadeando varias veces mis ojos mientras le seguía.

—¡Para nada! ¡Con este cuerpo aguanto todo tipo de frío como has podido comprobar! —respondió, sonriéndome mientras me guiñaba el ojo con total confianza.

El estúpido solo hizo que mi sonrojo fuera a peor, mirando a otro lado y adentrándonos a la ciudad insensible.

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