Capítulo 4: Por Sensibilidad juro...
Notas desorganizadas y temblorosas. Un perfecto concierto caótico de Elinas deseosas por el resultado. El día había llegado tras haberme recuperado durante estos últimos días, pasando ya una semana. Miraba hacia mis compañeras, nerviosas sobre el resultado que obtendrían.
—No pude dormir la noche anterior —admitió Jela, soltando un bostezo—. Le he dado miles de vueltas sobre ello y no sé si...
—¡Claro que lo conseguirás! —gritó Urai, abrazándola de un lado—. Ya verás que sí, ¡está hecho! ¡Tendrás buenísima nota!
Jela sonreía con timidez sin saber bien qué decir. No iba a mentir, también estaba en blanco al no saber qué resultado tendría. Trataba de no darle vueltas, mirando hacia mi alrededor. Todas las Elinas estaban presentes en la primera planta, charlando entre ellas con la mayor discreción posible.
Pronto los murmullos cesaron ante los pasos imponentes captando la atención de todas las Elinas que habían hecho la prueba. La figura de Urosia se mostraba firme, cruzando sus brazos para mirar a cada una, asegurándose de que estuvieran todas.
Su leia entonaba una canción escalofriante.
—No está contenta con los resultados —susurré hacia Jela y Urai.
—Por Sensibilidad, no digas eso que me pone más nerviosa —me recriminó Urai.
—Jóvenes Elinas. —La voz de Urosia logró que todas nos enderezáramos, mirando hacia la subdirectora—. A continuación serán nombradas una por una para dar los resultados. Trataremos de ser rápidas y eficientes, ya que no tenemos todo el día. ¿Entendido?
Bajo la respuesta unísona, Urosia empezó a nombrar a cada una de las Elinas. ¡Cuánto desastre sinfónico en los instrumentos mal afinados!
—Qué extraño —susurró Jela, acercándose un poco a nosotras—. No empezaron por órden alfabético.
—¿Y si a lo mejor empiezan por la puntuación más baja a la más alta? —preguntó Urai.
—Puede ser al revés —añadí.
Urai puso las manos en su cabeza.
—Por Sensibilidad, por Sensibilidad, por Se-
Agarré a Urai de un lado, frenando sus palabras.
—Mejor distraigámonos —sugerí con una sonrisa calmada, o al menos eso intentaba—. Podemos revisar las habitaciones, a ver si hay alguna libre, ¡o incluso mirar las salas de entrenamiento!
—Es una buena idea, Urche, aunque no podemos alejarnos mucho —recordó Jela.
—Tranquila, será aquí al lado. Nada de qué preocuparse.
Trataba de sonar optimista junto a Urai. La idea era que se distrajera, aunque sabía que era complicado por todo lo que había ocurrido en estos días de recuperación. Los rumores siempre sonaban, y más entre las Elinas que no eran capaces de mantener un secreto.
«¿Cómo pudiste ser tan imprudente en la prueba, Urai? —pensé bajo un largo suspiro—. De pequeña... Ahg, de pequeña incluso eras peor».
Caminábamos por los pasillos en dirección a las habitaciones. El diseño de estas era igual donde sólo poseían unos pocos muebles necesarios. Miraba con interés las que podía acceder, pensando en si me merecía la pena tener una alquilada en el tiempo que fuera una guerrera.
—¿Qué opináis? —pregunté a mis amigas.
—Creo que están bien, al estar lejos del centro, podremos estar al lado en caso de una emergencia —respondió Jela, ojeando las habitaciones que tuvieran las puertas abiertas.
—Yo opino que son un poco caras. Según nos comentó Groina, se nos retiraba una parte de la paga para poder vivir ahí —contestó Urai, frunciendo el ceño al intentar recordar.
—Puede ser, pero tenemos todo cerca al estar en el centro. En cambio sí estamos en nuestro barrio...
Urai soltó un largo suspiro.
—A mí no me queda otra que agarrar una habitación —admitió, bajando un poco la mirada. —Mi madre... uhm...
Apreté un poco los labios.
—Está bien, Urai. Seguro que eso hablándolo con tu madre se soluciona —comentó Jela.
—Lo intenté y me dio el último aviso. —Desvió la mirada, apretando su puño derecho—. No la entiendo, si ella lo fue también...
«Nuestras madres son similares, Urai. Lo malo es que la tuya no quiere verte más en casa a diferencia de la mía... No es justo», pensé, acercándome a Urai para abrazarla de un lado, intentando que no le diera más vueltas a ello.
Pero, ¿era posible?
Los murmullos, la situación y todo se trataba sobre ese tema. Esquivarlo era imposible aun si se hablaba de otros temas sobre el pasado, y aun así Urai bajaba la mirada en arrepentimiento, tratando de calmar sus emociones.
—Había pensado que luego, sin importar que resultado, podríamos quedar con todas nuestras amigas —sugirió Jela en un tono más animado—. Hace mucho que no sabemos de ellas. Dicen que Aline está trabajando con su madre como modista, que Ilona tiene una pastelería y cafetería cerca del centro o que Haui está trabajando en el campo vendiendo muchos frutos de gran calidad.
—Es una buena idea, Jela —continué, mostrando una sonrisa—. Podría incluso llevar a mi hermana que tampoco saben de ella.
—¡Sí! Sería genial, una reunión de amigas como las de antes.
Urai no comentó nada, solo suspiró con una sonrisa difícil de dibujar.
—Agradezco vuestros intentos —murmuró, levantando un poco su rostro—, pero no puedo parar de pensar en ello, en todo lo que hice.
—Urai, no le des más vueltas. Fueron unos simples fallos, ya está. Solo...
—No son simples fallos, Jela. Son dos veces que puse en riesgo tu vida. Una fue esta y otra hace años atrás cuando íbamos a la escuela. —Respiró hondo, cerrando sus ojos—. No voy a aprobar.
—Claro que lo vas hacer, Urai. Solo que a lo mejor...
—Jela, por favor, centra tus notas —interrumpió Urai, mirándola algo molesta—. ¿Cómo voy a aprobar? Abandoné el grupo, os dejé solas, me centré en buscar a los maniquíes y derrotarlos sin importarme nada de lo que hicierais. Eso es un suspenso clarísimo.
—B-Bueno, capaz te den...
—No me darán oportunidades cuando al final fue Urchevole la que se arriesgó para salvarte cuando tuve que hacerlo yo —recalcó Urai para luego mirarme—. ¿Y... sabes? Prefiero que me digan eso porque al menos tendré un poco más de tranquilidad y a lo mejor mi madre me deja estar en casa.
Suspiré sin saber dónde mirar. No era justo. Urai tenía la misma pasión que yo desde pequeña. Ambas habíamos tenido la misma idea a futuro y siempre habíamos luchado par a par para conseguir nuestro puesto. ¿Su problema...? Mejor dicho, ¿sus problemas...?
—No pierdas la fe, Urai —hablé en un tono tranquilo, abrazándola de un lado—. Capaz te den una opción más. Es solo esperar a que te nombren.
—¡Exacto! —Jela se unió, mirándonos con una sonrisa—. Es sol-
—¡Jela Duair!
Sus ojos se dilataron como nunca. La melodía de su leia pasó a ser una más frenética. Las orejas escondidas en su cabello se alzaron como las de un conejo. Que la nombraran nos tomó por sorpresa, pero a ella más, mirándonos sin saber bien que hacer.
—Muévete, ya sabes lo que han dicho —susurré, agarrando las manos de Jela—. Y tranquila, todo irá bien.
Incapaz de hablar, afirmó con su cabeza y se marchó hacia una de las salas donde se encontraban Urosia y Groina esperándola. Vimos como entraba y con ello la puerta se cerraba de golpe.
—Esto es horrible —susurró Urai, poniendo las manos en su cabeza—. ¡Si es como pensamos! ¡Entonces Jela está suspendida porque yo tendría que haber sido nombrada antes y...!
Tapé la boca de Urai y me puse enfrente suya.
—¿Qué hacíamos cuando estábamos nerviosas? —pregunté, obligando a que mirara mis ojos—. Respiramos hondo y sacudimos brazos.
—Pero no...
—Urai. —Agarré sus manos con más fuerza. Frenó sus palabras y me miró—. Respiramos hondo.
Imitó mis gestos a un ritmo tranquilo, uno que aprovechaba para utilizar la melodía de mi leia y envolver a Urai. No era muy bien visto usar la música en situaciones tranquilas sin permiso de la contraria, pero en este instante sabía que Urai no iba a atender a razones.
Las notas se adentraban por diversas partes de sus extremidades, permitiéndole cerrar sus ojos y relajar la tensión de su cuerpo, en especial sus hombros. Se mantuvo así durante unos segundos, respirando profundo y expulsando todo el aire con calma.
—¿Y bien? —pregunté.
Urai abrió sus ojos, mirándome.
—Gracias... —Frunció un poco el ceño con una sonrisa traviesa—. Pero no te di mi consentimiento.
—¡Bueeeno! Por como estabas, no me habrías dejado hacer nada —contesté, escapándose una risa—. Ahora te pido que te calmes, sé que es difícil, pero estoy aquí, eso no lo olvides.
Urai afirmó con la mirada un poco baja, pero se forzó a sonreír mientras se mantenía a mi lado.
Por suerte, la espera no fue muy larga y de la sala saldría Jela con una mirada perdida y llena de sorpresa. Nos miró por un momento, y antes de decir nada, se escuchó un grito:
—¡Urai Daer!
Dio un salto en el sitio y cubrió su boca con sus manos. Miró a Jela y a mi repetidas veces hasta que tuvo el valor de avanzar cuando logró respirar hondo. nos sonrió como mejor pudo y entró en la sala ante el mandato de Urosia.
Mientras Urai entraba, Jela se acercó a mí con un rostro que no podía descifrar bien. Al intentar escuchar su leia, me di cuenta que las notas eran acertadas, pero también temblaban demasiado.
—¿Qué ha ocurrido? —pregunté sin esperar más ante la incertidumbre.
—Y-Yo. —Respiró hondo, sin saber dónde mirar—. Ahm, ¡n-no es nada malo! T-Tampoco bueno. Digamos que es ¿un punto medio?
—¿Eres guerrera o no?
—Sí... pero ambas me han exigido bastante y que me centre mucho en las clases de baile, porque según en los análisis que han tenido antes del ataque, me centraba mucho en la música —explicó, mirándome con ojos a punto de llorar—. T-También... me pidió más fortaleza en mi actitud.
—¿Fortaleza? —pregunté, frunciendo un poco el ceño. Jela desvió la mirada hacia la sala donde acababa de entrar Urai—. Oh... Eso no será muy fácil. Ella es...
—Demasiado testaruda y no hace caso a nada a veces —terminó mis palabras, soltando un largo suspiro—. Quiero mucho a Urai, desde la vez que os conocí en el primer año de clases nos hemos vuelto inseparables, pero tiene unas actitudes que...
—Lo sé —respondí con una sonrisa leve, acercándome a Jela para agarrar sus manos—, pero esto es bueno, ¿no crees? Te dan una oportunidad y solo queda ir mejorando en estos años como guerreras.
—Tienes razón. —Se giró, mirando hacia la sala de nuevo—. Pero Urai...
Era inevitable no hablar de ella. Tantos años a su lado me hacían ver de sobra cuáles eran sus problemas, y muchas veces intenté solucionarlo, pero se emocionaba demasiado con sus ideas, se obsesionaba mucho con sus objetivos...
Aunque no iba a mentir, también era igual y en alguna ocasión me ocurría cuando me alejaba de todo lo que me rodeaba y me enfocaba en mi objetivo.
El daño iba a ser devuelto hacia esos Fallos Musicales, no me importaba el tiempo que pasara.
—Urchevole. —La voz delicada de Jela despertó mis pensamientos—. ¿Crees que Urai será guerrera?
—No te sabría decir, Jela. Quiero confiar, pero sabes cómo son ambas.
Jela bajó un poco la mirada.
—Sí, tienes razón. P-Puede que el año siguiente pueda...
De pronto, la puerta de la sala se abrió de golpe, apareciendo Urai en medio del pasillo con lágrimas que no contrastaban con su repentina emoción. Corrió hacia nosotras, abrazándonos con todas sus fuerzas mientras la voz de Urosia pronunciaba otro nombre.
Su actitud tan inesperada nos dejó sin palabras, incapaces de reaccionar hasta que Urai al fin habló:
—¡M-Me dieron una oportunidad! —Trató de recuperar el aire ante las lágrimas que la ahogaban—. ¡M-Me dieron la oportunidad para ser una guerrera, pero bajo la vigilancia de Urosia! ¡S-Soy...!
Jela gritó de ilusión, abrazando con más fuerza a Urai.
Si era honesta... No sé por qué la habían aceptado con todo el expediente que tenía detrás, pero aun así sonreí, cruzando mis brazos.
—No gastes esta oportunidad, Urai —murmuré sin quitarle ojo—. Ahora debes demostrar que eres capaz de ser una gran guerrera. No las decepciones.
Urai afirmó, mirándome con las lágrimas de por medio para respirar hondo, como si eso le diera las fuerzas necesarias.
—Ahora solo te quedas tú —comentó Urai, intentando no trabarse con sus palabras.
—¡Cierto! Aunque Urchevole lo tendrá de sobras. ¡Es de las mejores! —aseguró Jela.
Una sonrisa tímida se escapó de mis labios. Todas decían lo mismo, pero no quería confiarme, y más cuando Groina estaba presente para dar los resultados. La piel se me ponía en punta nada más pensarlo.
«¿Seguirá molesta por lo que hice de pequeña?»
Esperamos durante un largo rato, viendo como varias Elinas salían felices o entre lágrimas ante sus resultados. Poco a poco fueron desapareciendo todas las candidatas hasta quedar la última.
Trataba de mantener la calma aun si mis amigas intentaban mirarlo desde el mejor punto posible, pero a esas alturas, mi cabeza solo esperaba que mi nombre fuera pronunciado.
—¡Urchevole Denilia!
Y nada más hacerlo, me puse en pie para caminar directa hacia la sala, sin ni siquiera decirle nada a mis amigas.
Una vez dentro, la puerta se cerró por culpa de Urosia. Las tres presentes, estaríamos rodeadas por varias mesas y sillas organizadas con algunas estanterías llenas de libros y mapas. El Sol nos acompañaba gracias a los ventanales, lo que permitía que la calidez inundara mientras me ponía firme enfrente de Groina.
Vi cómo se acomodaba, dirigiendo sus ojos para analizarme. Con tan solo su presencia lograba dejarme sin aire, siendo una Elina que podía acabar con cualquiera que la cuestionara.
Respiró profundo y comenzó hablar con su voz grave que la distinguía de las demás:
—Me alegra verte recuperada. Nuestras enfermeras te han cuidado bien. —Alzó un poco la mirada—. Y estoy segura que tu madre se ha encargado de que cumplieras con la recuperación, aparte de entrenarte.
«No saques a mi madre en esto...», pensé a la vez que afirmaba.
—Eres un caso único, Urchevole. Has estado en la boca de muchas Elinas en estos días, es obvio que no has pasado desapercibida. —Volví a afirmar, viendo como ponía sus brazos apoyados sobre la mesa para poner su barbilla encima de sus manos.
» Dicho esto, sabemos bien lo que has hecho en las pruebas. Lideraste a tu grupo, coordinaste muy buenos ataques con los maniquíes, supiste cómo actuar como Elina en medio de un combate y aplicaste los conocimientos que dábamos en clases en caso de una situación grave como fue el caso del grupo de Jela y Urai.
Tragué saliva, sintiendo una presión inusual en mi pecho al ver cómo me analizaba. Era como si deseara verme dudar o si esperara a que dijera algo más.
—También está el hecho de que acabaste con un Fallo Musical. Tú sola —añadió, apoyándose contra la silla mientras cruzaba sus brazos—. Sabes que eso en una Elina de tu nivel es impensable.
—Yo...
—Pero teniendo en cuenta que descubriste uno de sus puntos débiles cuando tuviste el primer encuentro con los Fallos Musicales y que tienes a Melian de tu lado, no me extraña en parte que hayas sido capaz, más al saber que usabas tu Leia y bailabas con gran coordinación —me interrumpió, soltando un suave suspiro para deshacer el cruce de sus brazos—. Conocía bien a tu madre, fuimos amigas en su momento. Logró ser una de las mejores guerreras, de hecho, ella habría sido una Lia Innactia de no ser que naciste. Lo que me hace la siguiente pregunta, ¿por qué deseas ser guerrera?
Respiré hondo y cerré mis ojos para abrirlos con decisión.
—No voy a mentir, Groina. En su momento deseaba ser guerrera para cumplir el deseo de mi madre. Creía que ella no se sentía feliz al tenerme, que había perdido una oportunidad, por ello deseé ser la guerrera que mi madre no pudo disfrutar del todo —respondí, viendo como Groina entrecruzaba los dedos de sus manos y Urosia expulsaba aire de sus labios con pesadez—. Con esto dicho, ahora mi perspectiva ha cambiado bastante. Son ocho años, y mi motivo ahora es, no solo para proteger a mi familia y a las Elinas, sino recuperar lo que es nuestro y acabar con esos Fallos.
Groina se quedó en silencio, observándome de arriba abajo. Después miró a Urosia y afirmó en silencio. Respiró profundo, separando los dedos de sus manos para expulsar el aire.
—En tu familia todas han sido guerreras. Tienes en tu sangre el valor de una y eso es algo que no ha pasado nada desapercibido —explicó, mirándome—. En esta decisión, no solo yo intervine, sino que también Urosia, vuestros profesores y Xieli.
—¿I-Incluso la alcaldesa?
Que Xieli hubiera intervenido en algo así, hacía que mi corazón bombeara con muchísima fuerza. ¿Por qué? ¡No tenía que ver!
Groina se levantó del asiento para ponerse firme, levantando su mano derecha para que sus tatuajes brillaran en color blanco.
—Urchevole Denilia, ponte firme y pon tu mano en tu corazón.
Obedecí, pero no pude evitar que mis piernas temblaran. Veía la belleza que desprendía con sus tatuajes, cicatrices y vestimenta, demostrando ser una guerrera formidable que toda Elina deseaba ser.
—Jura por Sensibilidad que darás tu fuerza y valor por las Elinas.
Tragué saliva.
—Juro por Sensibilidad que daré mi fuerza y valor por las Elinas.
Groina afirmó y continuó:
—Jura por Sensibilidad que protegerás a los que estén en peligro, a los que necesiten esa ayuda cuando sea necesario. Incluso si es dar tu vida para salvarlas.
—Juro por Sensibilidad que protegeré a los que estén en peligro, a los que necesiten esa ayuda cuando sea necesario. Incluso si es dar mi vida para salvaras.
Groina sonrió con suavidad, viendo cómo podía pronunciar esas palabras aun con mis labios temblorosos y con las lágrimas cayendo por mis mejillas.
—Jura por Sensibilidad que, por ella, y solo a ella, darás tu energía y fuerza para proteger este planeta...
—Juro por Sensibilidad que, por ella, y solo a ella, daré mi energía y fuerza para este planeta...
—Hasta que la muerte te desvincule del cuerpo.
Respiré hondo y cerré mis ojos por un momento, para al final abrirlos con determinación.
—Hasta que la muerte me desvincule del cuerpo.
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