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Capítulo 24: Lucha por lo que es justo.

En estos siete días intenté organizar mi tiempo para estar con mis amigas, mi familia, entrenar y dormir. Y era casi imposible, más si las visiones habían aparecido cada noche. Al principio no le tomé importancia porque eran sueños sin mensaje. Solo voces, imágenes estáticas y miles de escenarios que me hacían levantar de la cama. Era tranquilizarme y volver a dormir de nuevo.

Pero esto no duró para siempre cuando el tercer día, los sueños pasaron a ser difíciles de entender.

Me veía en medio de unos bosques que formaban arcos con sus ramas. Dejaban una iluminación tenue junto a las flores violetas que desprendían un olor amargo. Seguí el único camino de piedra y arena. La presencia de los árboles fue a menor, los pocos que había no tenían esa belleza y cuidado. Estaban desnudos, sin cuidado con colores grisáceos, dejando un olor a quemado.

Arena a grandes cantidades se veían al igual que las rocosas montañas de gran altura. El sudor iba aumentando, lo que se me hacía más complejo caminar y me obligara a sentarme en un lugar con sombra.

Vi a mi alrededor estructuras de gente que una vez vivió ahí. Era sorprendente porque las temperaturas y las condiciones no eran las más idóneas.

—Este es el sueño más inusual de todos...

Pronto escuché unos pasos que venían de mi izquierda. Intenté esconderme tras la montaña que tenía detrás, subiendo para esconderme en una de las pequeñas cuevas que tenía. Ahí, tumbada en el suelo cálido, vi a dos sujetos vestidos con telas toscas de color rojo. Uno de ellos iba sin la capucha, mostrando la apariencia joven de un chico de veintitrés años con una máscara que cubría su boca. Tenía colmillos falsos, peinando su cabello castaño con sus manos.

—¡Este! —El grito inesperado de su compañero hizo que me ocultara mejor—. Te dije que no fueras solo por estos lugares.

—Sabes que no me ocurriría nada, Oeste —respondió sin importancia el joven, dándole las espaldas.

—Parece que no sabes cómo actúa el Norte, y más con la situación en la que estamos.

—Eso no va a impedir los planes. Te preocupas demasiado —contestó, manteniendo una mirada llena de desprecio, incluso de superioridad.

—¿Cómo no voy a preocuparme? ¿No has notado los inusuales cambios que hay en nuestros hogares? —preguntó Oeste.

Soltó una leve risa, para luego dirigir la mirada enfrente.

—Ellas dos no nos van a impedir los planes. Por no decir que no harán nada —contestó Este.

Oeste lo miró con desprecio.

—Cuidado con aquella que habla con los números. Cuidado con la mujer de las vendas en su boca. Será el peligro, pero no se encuentra sola, menos si las Lunas y los Soles están de su lado.

Sé que su compañero le respondió algo, pero no lo pude escuchar porque mis ojos me mostraron dos mujeres que con su presencia ya dejaba a uno inmóvil. Apostaba que podrían tumbar al suelo a cualquiera con un solo gesto.

Una mostraba una serenidad que intimidaba con sus ojos totalmente oscuros. La otra era una mujer con vendas en su boca que con su mirada dejaba en claro los miles de años que había vivido.

—¡Hermana! ¡Despierta!

El grito que pegó mi hermana logró que me levantara de la cama con rapidez, soltando un gran chillido. Empecé a hiperventilar, sintiendo el sudor caer por mi cabello. No podía reaccionar, solo sentía a mi hermana abrazarme con fuerza.

—¿Qué ha pasado? —pregunté con cierta dificultad.

—Parece que tuviste un sueño —respondió Aspaura con cierta angustia—. No parabas de moverte, de murmurar palabras. ¿Qué has soñado esta vez? Parecía ser algo muy grave.

—Yo... Ahg. —Puse la mano en mi cabeza y expliqué todo lo que recordé. Mi hermana me miraba confundida, más al decir todo lo que vi del sueño

—Es... demasiado extraño.

—Lo sé. —Suspiré, apretando un poco los dientes por el dolor que sentía en mi cabeza.

—Ojalá los sueños se pudieran compartir, así podría ayudarte—comentó, viéndose la preocupación en sus ojos.

—No creo que sea buena idea, pero aprecio que te preocupes por mí —respondí, levantándome de la cama con cuidado—. Por ahora será mejor que me duche.

—Está bien, pero cualquier cosa sabes que estoy aquí.

—Gracias, hermanita.

Era complejo y agotador, pero si deseaba ser una Lia Innactia, debía estar lista para cualquier tipo de situación. Cada mañana estaba en el patio trasero para entrenar. A veces era acompañada por mi hermana, analizando mis movimientos.

—No le puedes pedir a un arpa que toque con tanta rapidez cuando tienes tantos instrumentos —me comentó—. El arma suele ser un instrumento que suele ser como una voz independiente. Toma fuerza sola en momentos importantes.

—¿Crees entonces que el arpa sería más útil para momentos clave en medio de una pelea?

—El arpa funciona de esa manera, sí. En melodías más tranquilas, puede ser como el golpe final donde puedas tranquilizar al adversario. De igual forma, no soy guerrera, pero ya te digo que dudo que utilicen canciones tranquilas.

—También lo dudo y con Urai, más aún.

—Según sé, Urai está muy competitiva contigo, incluso parece estar enfadada.

En eso no se equivocaba. Los primeros días, Urai se lo había tomado demasiado personal. Cada día se encontraba en una de las salas de entrenamiento que había en el Gran Árbol de Enlia. Aprovechaba el tiempo, pidiendo a mí y Jela en ocasiones que estuviéramos entrenando a su lado. Su forma de hacer las cosas era obsesiva, como había sido yo al principio de ser guerrera.

—Urai, ¿acaso has podido descansar algo? —preguntó Jela—. Viéndote, parece que no has dormido nada.

Dejó de crear la melodía y los guantes de sus manos desaparecieron. Esto me recordó a los de mi madre, mirándolos con una sonrisa.

—No, nada. ¿Cómo voy a dormir si estos días no he parado de entrenar? Aparte, he tenido varios sueños inusuales —admitió Urai.

Miré hacia Urai con interés.

—¿Sueños? —preguntó Jela.

—Sí, pero son sueños donde me enfrento con vosotras o hago diversas pruebas complicadas. No paro de tener esos sueños y, según mi madre, es porque estoy angustiada por lo que pueda ocurrir ese día.

—Oh, tiene sentido. Los nervios te están atacando de una forma u otra.

—Si te alivia saberlo, no eres la única —intervine, logrando que Urai y Jela me miraran—. También he tenido sueños un tanto inusuales, pero no le he tomado importancia.

—¡Ja! Eso deja en claro que estamos con unos nervios horribles —comentó Urai con una risa—, pero nada que se solucione entrenando, tomando algo o hablar.

Jela me miró por unos segundos. Me lo decía todo con esos ojos.

—Sí, cierto es —murmuré con una leve sonrisa—. Lo mejor es no dejarse llevar por esos sueños y seguir adelante.

—¡Exacto! Y más porque nos vamos a enfrentar. Tengo ganas de ver que es lo que tenéis entre manos, en especial tú Urchevole, que no entrenas conmigo ni con Jela —añadió Urai.

«Tiene sentido si nos vamos a enfrentar. No quiero revelar mis secretos», pensé mientras mantenía la misma sonrisa.

—Ya sabes que tengo a mi madre, aparte que mi forma de entrenar es un poco distinta —respondí.

—Por ello mismo quiero ver que es lo que tienes entre manos. Espero que en alguna de las pruebas nos enfrentemos. No pienso limitarme —aseguró Urai con una sonrisa llena de confianza.

—Eso se tendrá que ver —respondí con una leve risa.

¿Enfrentarnos? Sensibilidad no iba a permitir algo así cuando éramos Elinas. Teníamos que compenetrarnos como grupo de guerreras. Jela me miraba de reojo con una preocupación clara que no dudó en expresarla cuando Urai se marchó a descansar un poco.

—Comprendo que Urai sea competitiva, pero no te tomes sus palabras a la ligera. Ella, si tiene la oportunidad, se enfrentará a ti, y es en serio.

—¿Por qué esa obsesión? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Porque desde que te reuniste con Urosia, Groina e incluso Xieli, se lo ha tomado muy a lo personal. Quiere romper esos murmullos que dicen que serás la próxima Lia Innactia —me admitió. Abrí mis ojos en demasía—. Esto se lo ha tomado muy personal. Frente a ti actuará como amiga, pero si Sensibilidad le da la oportunidad, no dudará en usarlo todo.

Daba mucho sobre qué pensar y agradecía que Jela hubiera sido tan sincera conmigo. Urai me quería derrotar, ya no solo para ser la próxima Lia Innactia, sino para demostrar que las voces estaban equivocadas. Tras dar la explicación a mi hermana, vi como ponía su mano en su barbilla, pensativa.

—Comprendo que tenga esa envidia o celos, y eso que no sabe ni la mitad de las cosas —comentó Aspaura.

—Ya, pero aun con ello no quiero que se lo tome demasiado personal. Es mi amiga y...

—Seáis amigas o no, Urai no se va a limitar y me temo que es algo que no podrás evitar. Esto habría ocurrido, aunque no hubiera pasado nada de esto, hermana —me interrumpió.

Soltando un largo suspiro, afirmé.

—Lo sé... Solo espero que cuando las pruebas terminen, no perdamos la amistad —pedí en un susurro.

—Eso es algo complejo. Solo hay que ver cómo eran Groina y nuestra madre.

—Pero al final se siguen llevando, más o menos.

—Sí, pero aún sigue ese estigma del pasado —añadió mi hermana.

Solté otro suspiro, mirando los guantes que tenía. Ver como estos brillaban hacía que una parte de mi sintiera una fuerza inusual, pero mantenía la cabeza organizada porque aún me quedaba por aprender.

—Si quieres mi consejo, hermanita. Céntrate en lo tuyo, haz tu vida como Elina y disfruta lo que puedas. Porque si superas las pruebas, dudo que puedas hacer una vida normal siendo una Lia Innactia.

—Tienes razón. —Suspiré—. El puesto de Lia Innactia no será fácil de llevar una vez se consiga.

—Me da rabia que no asimiles que ese puesto es tuyo.

Me giré, mirándola con paciencia.

—Porque no lo es. No voy a asegurar nada. Desconozco las pruebas y prefiero estar atenta antes que confiarme —respondí, viendo como mi hermana alzaba un poco los hombros.

—Tienes razón, pero aun así confío en que tú lo conseguirás. Estoy segura que Sensibilidad tiene los ojos puestos en ti —comentó con una sonrisa confiada.

—No me des más presión encima que suficiente tengo... —susurré, sintiendo cosquilleos en mi pecho y en mi espalda.

Mi hermana soltó una leve risa para luego animarme a seguir entrenando. Por suerte no estaríamos solas, ya que nuestra madre intervino para entrenarme y decirme que posibles pruebas podrían hacerse.

Los días habrían sido así, pero las noches serían complicadas. Me despertaba sin poder tomar el sueño. Intentaba leer alguno de los libros que tenía guardados en el comedor. Le daba vueltas a todo y contrastaba la información con lo que tenía de conocimiento. El tiempo parecía ralentizarse y me generaba una bola de ansiedad que en más de una ocasión me quitaba el hambre. Por suerte, mi madre era la que intervenía para escuchar mis preocupaciones y calmarme.

—La vez que hice las pruebas estaba igual de nerviosa que tú, así que no te preocupes porque es muy normal —me comentó, sentándose a mi lado—. Mi recomendación más personal es que intentes tomártelo como si fueran las pruebas para ser una guerrera.

—No creo que sea lo más ideal habiendo vivido lo que viví —comenté con una risa un poco incómoda.

—Lo sé, pero ten en cuenta que todo lo que pasaste es una experiencia que te ayudará a las pruebas. Si Sensibilidad no las cambia, lo más probable es que si lo haga; tendréis que poner a prueba vuestros sentidos, pero a la vez vuestras actitudes y valores.

—O sea que tendremos que trabajar en grupos.

—Es lo más probable teniendo en cuenta que Sensibilidad busca una líder que pueda proteger y guiar a todas las Elinas. Sean guerreras o no.

Tragué en seco. Mis manos empezaron a temblar, pero mi madre me las agarró con cuidado.

—Calma, sé que podrás con ello —me aseguró con una sonrisa cariñosa—. A pesar de tus sueños y los nervios que tienes encima, sé que lo conseguirás.

Moví los ojos de un lado a otro para al final suspirar.

—Mamá, dime que no soy la única que teme por lo que pueda pasar desde este punto en adelante —murmuré, atacada por el temor—. Desde que regresé de ahí, solo han ocurrido cosas inusuales, seres que no son Elinas ni Drasinos. Tanto por lo que procesar y ver que cuando lo pienso, la ansiedad me ataca y yo... yo...

—Hay una cosa que debes de tener en cuenta. No estás sola en esto, hija mía —me interrumpió con paciencia, logrando que la mirara con asombro—. Están los Drasinos, ¿no? ¿Cómo se llamaba ese chico?

—C-Crowley —respondí con cierta timidez—. Él quería ayudarme ya que también es una Lia Innactia.

—Ese chico parece tener un buen corazón —comentó mi madre con una sonrisa dulce, mirándome con cierta picardía—. Y parece que ambos os compagináis muy bien.

—¿¡Eh?! —El calor en mis mejillas apareció—. ¡No! E-Es, un gran amigo, ¡sí! Me ayudó mucho, me cuidó y me protegió, estuvo atento a mí y...

—Ajam...

—¡Mamá! Crowley es alguien que me ayudó en todo momento y se lo agradezco mucho. Gracias a él nos estamos dando cuenta de las verdades que no veíamos. ¡No es nada de lo que tú crees!

—¿Y qué crees que pensaba? Yo solo dije que Crowley sería un gran apoyo para ti cuando fueras una Lia Innactia. Nada del otro mundo —respondió, soltando una ligera risa.

Me ardía toda la cara y mis mofletes dolían demasiado. Fui incapaz de pronunciar ni una sola palabra, recordando todo lo que había hecho Crowley por mí,. ¿Aquella forma de despedirse de mí... fue una caricia en mi mejilla o un beso?

—Lo que importa ahora, hija mía, es que sepas que no estarás jamás sola en esto. Tienes el apoyo de tu familia. También el de Groina, Urosia y Xieli, aunque se mantengan imparciales, pero no solo eso, sino que también los Drasinos cuentan contigo. —Mi madre se acercó a mi para abrazarme con cariño—. Es un gran cargo, lo sé bien, pero estos días pienso enseñarte y ayudarte a hacer frente esos miedos y nervios para que en la prueba puedas ser la Lia Innactia de Sensibilidad.

El abrazo de mi madre me aportaba una calidez que hizo sacar unas pocas lágrimas de mis ojos. Le correspondí, apretando el abrazo mientras ponía mi cabeza en su hombro derecho.

—Gracias por todo, mamá —murmuré con una leve sonrisa—. Gracias por estar conmigo y cuidarme siempre.

No vi que reacción tuvo, pero sé que algo en mi interior me decía que estaba sonriendo con cariño.

—Siempre contigo para lo que sea, mi niña. Jamás olvides eso.

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