Capítulo 20: Juro por Sensibilidad...
—¿Estás bien? ¿Te hicieron daño esos Fallos Musicales? ¿Necesitas algo de comida? ¿Cómo has conseguido esta ropa? ¿Cómo has sobrevivido estos cuatro...?
—¡Urai! ¡Basta!
Groina le gritaba por la tercera vez por hacer esas preguntas. No daba respuesta porque no era la indicada para saber la verdad. Solo Groina, Urosia y mi madre. Siquiera pensaba en mi hermana al ser una información difícil de comprender.
Caminábamos por las calles que echaba de menos. La música adentraba por mis oídos sin permiso, logrando calmar mis músculos, pero no mis preocupaciones. En ocasiones miraba a mi madre, me tenía agarrada la mano para ver cómo me encontraba. Veía desde la lejanía el Gran Árbol de Enlia. Desprendía unos aromas y colores que no eran nada similares con Ineas. Era malo comparar, pero no podía evitar sentir la felicidad de estar en un sitio donde era mi casa.
Subimos las escaleras, viendo la plaza de la Sensibilidad. Alcé mi cabeza, viendo la estatua de nuestra diosa. Mis ojos se abrieron como nunca, sintiendo varios escalofríos al escuchar una melodía que no había oído jamás. Una voz que cantaba una historia que, por desgracia, no quise escuchar ni descubrir. La debilidad y cansancio hacían que no recordaba haber subido hasta la enfermería.
Eran miles de voces hablándome de un lado a otro, preguntándome sin parar. Seguía sin dar respuesta, solo hacía caso a las enfermeras, nada más. Me tumbaba, cerrando los ojos hasta que volviera a despertar.
Desconocía el tiempo que había dormido. Solo recordaba esa voz. Palabras sueltas. Un lamento que pedía ayuda con desespero. Una unión que desgarraba mi corazón. Lágrimas cayeron sin descanso hasta que abrí mis ojos. Enfrente, las enfermeras con la médica presente dejaban en claro mi preocupación por mí. Se aseguraban que pudiera seguir consciente para hacerme las pruebas médicas.
—¿C-Cuántas veces...? —pregunté débilmente. Apenas escuchaba mi voz con claridad—. ¿... me dormí?
—Ya es la quinta vez, Urchevole. —Su voz parecía ser muy lejana a pesar de estar enfrente mía—. Ha pasado casi un día desde lo ocurrido.
Maldije desde mis adentros, abriendo mis ojos como mejor pude. La visión borrosa que estaba teniendo, como una niebla densa en medio de los bosques, desapareció. Fue lento, pero al menos me permitió verlas. Respiré hondo y afirmé.
—Tenéis que hacerme una revisión médica, ¿no? —pregunté, poniendo la mano en mi frente. Las presentes afirmaron—. Entonces hacerla, por favor.
No me hicieron caso, era normal ya que no estaba del todo consciente para poder hacer el chequeo. No sé si dormí de nuevo, tampoco lo recuerdo. Era un bucle donde caía constantemente en esos sueños.
Hasta que los bosques anaranjados aparecieron.
—¡Has vuelto!
Y con ello, esa niña.
—No puedes dormir de nuevo, ¿sabes? —me preguntó, mirándome con una sonrisa divertida. Intenté hablar, mi voz no salió—. Mira, sé que soné muy agresiva, pero es necesario. ¿Entiendes? ... Las cosas no son fáciles y ambos sois los que podéis hacer algo al respecto.
Me señaló con el pincel, esto me hizo dar varios pasos hacia atrás.
—Puedo intervenir —admitió, bajando un poco la mirada y volviéndose más seria su rostro—, pero no sería agradable. ¿Sabes? Creo que no es agradable para ninguna hablar sobre los pantallazos azules, ¿verdad?
La niña movió el pincel para cambiar mi alrededor en un color azul. Miles de letras aparecieron, moviéndose con agresividad con cientos de números. Cambiaban, me rodeaban, parecían atacarme, ¿qué deseaban? ¿Por qué hacían esto? ¿Qué deseaba esa niña?
En un grito, desperté por fin. Las pulsaciones de mi Leia fueron frenéticas, captando la atención de las enfermeras. Intentaron calmarme y tratarme, tomándose el tiempo necesario para que por fin pudiera estar consciente y hacerme la revisión médica.
Durante la revisión, la médica me hacía varias preguntas.
—¿Dónde has estado y como has logrado sobrevivir estos cuatro días?
—Y-Yo... a-aun no lo sé —susurré—. Aun me encuentro bastante cansada.
La médica frunció un poco el ceño para mirar a las enfermeras.
—Prepararle algo de comida que aporte lo necesario. Que no sea azúcar, creo que eso incluso tendrá en exceso si ha tenido que alimentarse solo de los frutos.
Obedecieron, y en el tiempo que lo preparaban, miraba el suelo sin saber qué decir. Deseaba moverme, pero no me lo permitía.
—Intenta no moverte mucho, voy a ver si puedo aliviar el dolor con las medicinas que tenemos.
—G-Gracias —susurré, hasta que recordé algo que hizo que la mirara—. ¿S-Sabe algo de mi madre?
—Estuvo hablando con Groina y Urosia. En estos cuatro días estuvo por aquí, saliendo cada día a los Bosques de la Frialdad a ver si te encontraba. Quería incluso cruzar el otro lado de las montañas, pero se lo impedimos.
—E-Entiendo.
—No sabes el alivio que le has dado a tu madre. Esta es la primera noche que ha podido dormir —continuó, dándome las espaldas para ir hacia los recipientes—. Ahora mismo le habrá avisado a tu hermana. En estos días venía aquí para saber noticias sobre ti.
—Por Sensibilidad... —murmuré, poniendo las manos en mi rostro.
—Es un alivio que sigas con vida... Y créeme que tendrán miles de dudas sobre cómo has salido de ahí. —Me miró de reojo—. Eres la única que ha salido con vida.
Cuando terminó de tratarme, la comida llegó y mi boca disfrutó de los diferentes sabores que tanto extrañaba. Pequeñas lágrimas caían mientras veía como la médica conversaba con Urosia, mirándome con una discreción poco efectiva.
—Entiendo... Igual, ¿es posible que pueda verla su familia? —preguntó Urosia.
—Yo creo que no será problema, más si hace poco preguntó por ellas.
Urosia giró la cabeza hacia la derecha. Nada más afirmar, Aspaura entró y me abrazó con todas sus fuerzas, llorando desconsolada. Sonreí, pero no sería por mucho cuando vi a mi madre dándome un abrazo cariñoso, empleando su magia.
Quería saber mi melodía para descubrir qué era lo que había vivido.
—¡N-No! —grité, logrando asustar a las presentes—. N-No, mamá, no.
—Hija, yo solo quería...
—Lo sé, y no quiero. Puedo hablarlo, de verdad. Lo que viví allí no es tan malo, pero no quiero decirlo aquí. Solo a Groina, Urosia y a ti, ya que te has vuelto guerrera de nuevo.
Mi madre desvió la mirada y afirmó. Suspiré con lentitud.
—Quiero decirlo todo a vosotras. Lo que he visto ahí es algo que creo que cambiará muchas perspectivas, y cuanto antes sea, mejor.
No sé por qué mi madre me miraba con temor, había escuchado y visto una parte de mi canción? No lo tenía claro. Aun con ello, comprendió mis palabras al igual que mi hermana, abrazándonos una vez más en silencio.
Su visita no duró mucho por las indicaciones de la médica. Me repetía una y otra vez que debía recuperarme mediante una buena alimentación y reposo. Obedecía a pesar de estar consumida por los nervios.
—Está bien, hija. Ya hablaré yo con Groina, Urosia y Xieli para ver si podemos hacer una reunión privada, ¿te parece?
—Sería perfecto —respondí, estando ya tumbada en la cama, mirando de reojo a mi madre—... Y siento por toda esta preocupación.
Mi madre se acercó, agarrando con cautela mis mejillas para negar con suavidad.
—Por Sensibilidad, no digas eso. Saber que sigues con vida es el mayor regalo que nuestra diosa nos ha podido dar. No te culpes de esto, sé que has actuado como una maravillosa guerrera. Todas me lo han dicho.
Pequeñas lágrimas caían, sonriendo a mi madre y agradeciendo a Sensibilidad por poder ver a mi familia una vez más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro