Capítulo 11: Antes del día final.
No sabía qué hacer. Solo veía como todo a mi alrededor se volvía más lento con voces gritando de un lado a otro. Mi cabeza le daba vueltas a las palabras que había dicho ese Fallo Musical. La forma en cómo hablaba y se reía, como si nada le pudiera romper la esperanza.
—¡Si te dieras cuenta, Jela! Habréis conseguido alguna información, ¡alguna! Pero nada más que nos pueda ser útil más que palabrería —contestó Urai en un tono despectivo.
—Conseguimos detectar algunas cosas. El tacto de los Fallos es viscoso, el hedor es inhumano y encima...
—¡Eso no sirve de nada! ¡Nad-
El portazo dentro de la sala hizo que todas las presentes se callaran y miraran a las dos Elinas que debíamos respetar. Sus rostros irritados dejaban en claro su poca paciencia por las discusiones que estábamos teniendo.
—Quien alce la voz perderá su puesto de guerrera y regresará hoy mismo a su hogar —habló Groina en un tono firme mientras se sentaba. Todas se quedaron inmóviles—. Me han informado un poco de la situación, pero quiero que me detalléis exactamente lo que ha ocurrido.
Urai dio un paso enfrente poniendo el pecho en su mano.
—Líder Groina, yo...
—Mantén el silencio, Urai. Tú no has sido partícipe de esa orquestra —interrumpió Groina para luego mirarme a mí. Suspiró con pesadez—. Vosotras, más os vale dar todo detalle a la perfección. No tengo tiempo para niñerías.
Respirando lo más hondo posible, logré dar la información necesaria con el apoyo de mis compañeras. Cada dato que aportábamos dejaba intrigada a Groina, mirando de reojo a Urosia para luego afirmar en silencio. Fue así hasta que al final le dijimos todo lo que ese Fallo Musical había respondido.
Sus ojos se abrieron un en brillo de esperanza mezclada con angustia. Los cerró, respiró hondo y se puso en pie.
—Necesito un informe detallado sobre ello. Pruebas que lo testifiquen sobre el hedor y el contacto.
—¡Líder Groina! ¡En ello me he encargado durante este año y meses! Tengo pruebas de cómo las flores se han marchitado y como también he conseguido una pequeña, pero útil muestra de los Fallos gracias a Ina —explicó Ouia para luego mirar con los ojos entrecerrados y una sonrisa victoriosa a Urai por unos pocos segundos—. Puedo asegurarle que las pruebas están presentes y que las palabras del Fallo han sido escuchadas por varias Elinas.
—Lleva entonces todas las pruebas a Urosia. Ahora.
—Sí, señora.
Ouia no perdió en tiempo en moverse, aunque antes de irse, miró de reojo a Urai para sacarle la lengua e irse. Contuve mis ganas de decir o hacer algo al estar frente a Groina.
—Bien. En cuanto a lo sucedido, me parece un acto realmente inmaduro de vuestra parte. Croisa, Jela, Urchevole y Urai, os habéis puesto a discutir en medio de una situación peligrosa. Eso no se tolera —continuó hablando Groina.
Croisa abrió su boca, pero rápidamente se mordió los labios porque no quería perder su puesto.
—En especial vosotras dos. —Groina miró hacia Urai y a mí—. Vuestra discusión lleva durante meses en boca de varias Elinas. ¿Cómo puede ser que toleréis algo así cuando las guerreras deben de actuar en grupo?
—Líder Groina yo-
—Silencio, dije. —Urai cerró la boca, dando un pequeño salto en el sitio—. Nosotras debemos destacar por la coordinación y comunicación. Ni una sola discusión debe surgir entre nosotras. Debemos actuar como una sola, más ante amenazas como estas.
Urai levantó su mano con timidez.
—No te voy a dar palabra alguna, Urai. Esto es parte de tu culpa. —Los ojos de Urai se abrieron como nunca—. ¿Crees que estas orejas no escuchan todo? Puede que la edad me afecte, pero me entero de todo jovencita. Sé que esta discusión viene por no aceptar las ideas que tenía el primer grupo. Para colmo, mentiste a Urosia con las ideas que tenían. Podrían ser arriesgadas, pero merecía la pena intentarlo al no tener muchas pistas sobre los Fallos.
—Y-Yo... —Urai bajó la cabeza con sus labios temblorosos.
—Tu actitud al respecto no ha sido prudente, Urai. Entiendo que hay que ser agresivas en situaciones de emergencia, pero cuando solo hay pocas Elinas. Si estamos en grupo, se pueden probar otras opciones. Pensé que Urosia te había dejado eso en claro.
Urai no levantaba su rostro. Tragó saliva y puso las manos en su espalda. Sabía que en cualquier momento iba a llorar.
—No te pondré ningún castigo. —Estas palabras me tomaron por sorpresa—. Creo que suficiente es que hayas hecho ese juramento y que ahora solo obedecerás lo que te diga Urchevole. Te vendrá bien para que aprendas a escuchar y a relajar tus emociones.
Las notas musicales de Croisa eran demasiado frenéticas. Al mirarla de reojo, vi como contenía sus ganas de reírse con el dulce sabor a victoria.
—De igual forma. —Groina observó a mi grupo—. Es imprudente que no avisarais a todos los grupos sobre vuestro plan.
—¡Pero ella iba...!
—¡Silencio! —Croisa calló la boca poniendo las manos—. Por Sensibilidad, si intentaban sabotearlo se habría visto al haber varias Elinas de vuestro lado. Y no solo eso, ¡esa desconfianza es intolerable! Somos Elinas, trabajamos juntas para proteger la ciudad. No podemos hacernos daño de esta forma porque ¡haremos daño a cientas de Elinas inocentes!
Croisa bajó su cabeza, afirmando con lentitud. Groina suspiró con pesadez, poniendo por un momento los dedos en su entrecejo.
—A partir de mañana las cosas cambiarán —aseguró, manteniendo su posición—. Los entrenamientos serán más duros, los grupos se organizarán de distinta forma y os prepararemos para las próximas estrategias que haremos ahora que disponemos de nueva información. —Miró hacia Urai y a mí—. Como me entere que ha surgido una nueva discusión, ambas estaréis expulsadas sin opción a nada más en vuestro futuro. ¿¡Entendido?!
Urai y yo respondimos a la vez, logrando que Groina suspirara una vez más. Nos echó de la sala, creando un momento incómodo del que no duró mucho cuando Urai no me dirigió la mirada y se marchó hacia su habitación.
Nada más quedar sola, sentí un abrazo enorme de mi grupo junto a gritos silenciosos que me pusieron en tensión.
—¡Toma eso, Urai! ¡Eso se merece por ir de lista! —habló Croisa emocionada
—¡Mira cómo se ha ido entre lágrimas! ¡Eso le pasa por retarnos! —continuó Ina con una carcajada que intentó que no fuera muy fuerte.
—Chicas... —Me separé del abrazo con cuidado, mirándolas con una sonrisa calmada—. Entiendo la emoción, de verdad que sí, pero lo que dijo Groina no se debería de ignorar... No deberíamos enfadarnos de esta forma si al final nosotras protegemos a las demás Elinas.
Croisa cruzó sus brazos y su rostro pasó a una más serio.
—Mira, lo entiendo y tiene razón, pero esto ya lleva de un año. Urai nos ha puesto miles de piedras encima sin darnos una oportunidad. Desde el primer momento desconfió.
—Sí, cierto. ¿Y no te acuerdas de cómo se burló de nosotras? ¡O cuando te retó! —siguió Ouia.
—Lo sé, pero...
—Chicas... —La voz de Jela intervino con timidez, captando nuestra atención—. Hay que entender un poco a Urai. Hace mucho que no sabemos de ella y a lo mejor no lo está pasando bien.
—¿Y eso le da motivos para actuar de esa forma? —preguntó Croisa, frunciendo el ceño.
Jela alzó un poco los hombros.
—Según sé... no ha visto a su madre desde hace más de un año. Se desentendió de ella. —Tragué saliva sin querer. Se me había olvidado—. Y creo que al estar solo con Urosia, se ha contagiado de algunas actitudes que a lo mejor puede tener. No lo sabemos, pero estaría bien hablar con ella.
Croisa e Ina suspiraron con pesadez, sin dar una respuesta.
—Creo que lo mejor será esperar un poco a que las notas se calmen —sugerí, mirando hacia Jela con una sonrisa tranquila—. Luego podemos ir hablando para saber por qué de sus actitudes y así unirnos mejor.
—Ahg, está bien. —Croisa rodó sus ojos a un lado—. Después de todo es lo mejor si queremos protegerlas.
Afirmé en silencio.
—Por ahora es mejor descansar. Ha sido un día largo. Demasiado. Creo que lo mejor es desconectar y luego vemos que tal serán los próximos días —sugerí.
La idea gustó y con ello decidieron ir a sus habitaciones, al menos era la idea que tenían Croisa e Ina, porque Jela tenía otros planes conmigo cuando me agarró de la mano.
—Quiero llevarte a un sitio, ¿te es problema?
Abrí un poco mis ojos con sorpresa, pero al final afirmé.
—¿A dónde me quieres llevar?
—Un sitio donde normalmente me suelo relajar. Tú confía en mí —aseguró Jela con una sonrisa.
No entendía bien porque íbamos hacia el barrio Airos, pero confié en su palabra. Caminamos por los barrios hasta que Jela hizo un giro hacia la derecha en vez de seguir adelante.
—A dónde voy a llevar es un sitio donde dicen los libros que Sensibilidad pasaba su tiempo con Fusis.
—¿D-De verdad?
—Eso dicen, y ¿honestamente? Me lo creo. Ya lo verás, te encantará.
Caminando por las losas de piedra que marcaban el camino, seríamos acompañadas por la luz verdosa. Rodeadas por bambús de gran altura junto a la presencia de los anfibios, quienes miraban curiosos. Respiré y sentí la frescura, aunque iba desapareciendo mientras íbamos subiendo. Dejábamos a un lado los charcos para llegar cerca de lo que parecía ser un acantilado.
Jela, con una risa traviesa, cubrió mis ojos.
—Confía en mí y cuando te diga, abre los ojos.
—Está bien...
Aun sin ver, me iba haciendo una idea de lo que ocurría. Tocaba las piedras redondeadas y húmedas. Olía las aguas estancadas junto el aroma dulce que las flores aportaban. Sentía como el viento fresco y el Sol erizaban mi piel. Escuchaba el cantar de diversos pájaros o de animales marinos que saltaban en el agua con total libertad.
—¿Dónde estamos, Jela?
Solo pudo reírse, para al final retirar las manos.
—En mi segundo hogar.
Vi enfrente mía las aguas estancadas que había intuido, pero que poseían una profundidad una podría disfrutar de un baño. Alrededor de los lagos, los muros de piedra se alzaban como si hicieran de ese lugar uno privado.
—En ocasiones vengo aquí para desconectar de todo —admitió, sentándose en las piedras húmedas, un gesto que también imité—. Antes solía hacerlo cuando los exámenes me presionaban o incluso en la prueba que hicimos como guerreras.
—Es increíble, Jela... pero ¿no es un poco peligroso?
—Este sitio jamás se ha visto amenazado por los Fallos... Es como si fuera un lugar protegido de verdad, como si Sensibilidad y Fusis no desearan que acabaran en malas manos —respondió, acostándose en el suelo para respirar profundo—. Pensé que este lugar te haría bien para desconectar de todo.
—En verdad lo es —admití, tumbándome en el suelo para soltar un suspiro.
Los ligeros sonidos de la naturaleza nos permitían relajarnos con el día que habíamos tenido. Los dolores que tenía en mi cabeza iban desapareciendo, pero la tensión era lo más difícil de calmar cuando en ocasiones los murmullos sobre lo que habían dicho esos seres me carcomían.
—Urche, tu leía aún sigue entonando notas desafinadas. —Jela me miró de reojo con una sonrisa tranquila—. ¿Le sigues dando vueltas a lo ocurrido?
—Sí... Entre otras cosas.
—¿Cómo qué? —preguntó, manteniendo la mirada fija en mí.
—En todo lo ocurrido y en cómo llegamos a ser guerreras —respondí, moviendo mi mirada hacia ella—. Tú querías ser escritora.
Jela soltó un leve suspiro.
—Sí, lo deseaba, y no dejé mi profesión, a veces escribo cuando tengo tiempo.
—Pero ¿por qué elegiste ser guerrera? Te hartaba esa idea que tanto repetía Urai.
—Hay varios motivos en verdad. —Dejó de mirarme, observando el cielo despejado con los rayos del sol aun presentes—. Primero fue por lo ocurrido. Me di cuenta que la amenaza era real y que se adentraban cada vez más. Muchas de las profesoras me dijeron que tenía buen potencial para ser guerrera y por ello me apunté si sabía que entrenando lo conseguiría.
—Entiendo...
—Segundo, ese mismo día, cuando usaste esa melodía de la nostalgia, me di cuenta que esos Fallos Musicales... son inusuales, y más que hemos podido conseguir información al retenerlos. Creí que eran bestias sin alma, que a lo mejor fingían, pero sus motivaciones van más allá de algo que no teníamos en cuenta. Tienen a un dios y siguen su palabra por un futuro que desean.
—¿Te intriga saber que desean?
—¡Claramente! —Movió su brazo apuntando al cielo—. Estos seres viven con nosotras en otro punto. Tienen motivaciones, creencias y seguro que algo más. ¡Una vida como nosotras! Aunque su apariencia asuste y sean agresivas. Quiero saber más, descubrirlo, y para ello, si deseo tener esa información, debo de ser guerrera.
—Tiene sentido... Y cuando tengas esa información, lo escribirás, ¿verdad?
—Exacto. —Giró su cabeza y me sonrió—. A Ouia le comenté esto y me dijo que me apoyaría. De hecho, juntas hemos hecho informes sobre algunas cosas que hemos detectado. Ambas tenemos una pasión similar.
Le devolví la sonrisa para luego mirar hacia el cielo.
—Lo último, y no menos importante... mi familia —continuó Jela, bajando el tono de su voz—. Algunas fueron guerreras y me advirtieron que no era fácil, por ello al principio me negué, pero al considerarlo, mi abuela me explicó toda la verdad que había detrás, con mi madre enfrente. Me explicaron que mi decisión era algo que iba a ser importante para mi futuro y que no debería sentirme mal si escogía una profesión u otra.
—Vaya... —susurré, escapándose una leve risa de mis labios—. Mi madre me dijo lo mismo.
—Sí, lo sé. —Jela se sentó entre las piedras—. Y creía que sería exigente contigo. Digo... toda tu familia fue guerrera.
—Tengo constancia de ello y no miento que mi motivación viene por los títulos que teníamos atrás. Mi madre casi fue una Lia Innactia, mi abuela Ilea tuvo contacto con la anterior alcaldesa a Xieli, ayudando a mejorar el barrio de Claisa, y si sigo la lista no para. —Cerré mis ojos junto a una sonrisa que iba desapareciendo—. Al final quise seguir... por todas las Elinas jóvenes, entre ellas mi hermana.
—¿Tu hermana no será guerrera?
—No... Y no quiero que lo sea. —Me senté con cuidado, mirando con firmeza a Jela—. Quiero un futuro donde las jóvenes Elinas no tengan que escoger el puesto de guerrera por miedo a que Sinea desaparezca. Muchas de las mujeres guerreras adultas que están presentes no pueden seguir en pie y son las hijas las que toman el puesto, aun si muchas les dicen que no es necesario como es en nuestro caso. Quiero, también, que las Elinas puedan ir por el barrio de Haile sin temor a nada y que al llegar a los dieciocho años puedan escoger una profesión como luthier, profesora, médica o cualquier cosa.
Jela afirmó con una sonrisa débil, bajando un poco la mirada.
—Sabes que lo que ocurrirá ahora será un cambio importante. —Alzó un poco su cabeza—. Que con eso posiblemente podamos avanzar hasta conseguir de nuevo Haile y luego ir a los Bosques de la Frialdad.
—Estoy dispuesta a ello aunque me cuesten años de mi vida, Jela —hablé con firmeza, poniendo la mano en mi corazón—. Mi familia lo sabe y pienso decírselo todo cuando regrese a casa. Mi madre, en especial, ha estado entrenándome, y lo sabes bien cuando os invitaba a ti o a Urai a entrenar.
Jela se le escapó una leve risa.
—¿Recuerdas cuando se enfadaba con Urai por no saber mantener el equilibrio?
Reí también, afirmando.
—No lo voy a olvidar. Se le daba bastante mal, pero al final lo consiguió.
—Sí... —Suspiró, mirando hacia las piedras de su alrededor—. Debemos hablar con Urai antes de que vayamos a los Bosques de la Frialdad. —Volvió a mirarme—. Ese día tenemos que estar todas coordinadas. Lo debemos hacer.
—Lo tenía muy claro, Jela. Solo espera unos pocos días para que calme su mal humor. Sabes que ahora no hace caso a nada y se suele encerrar en la sala de entrenamiento para desahogarse.
Jela puso la mano en su mejilla con una mirada apenada.
—Puede que lo intente hoy, conmigo se muestra más tranquila que con otras.
—Es cierto, pero recuerda que es Urai. Alguna cosa siempre trae —recordé, soltando una leve risa para luego ponerme de pie—. Yo... quiero ir a casa. Necesito hablar con mi familia.
—Está bien, Urche —contestó Jela, poniéndose de nuevo de pie—. Sabes que siempre puedes venir aquí, es posible que me encuentres o incluso para relajarte está bien.
—Gracias. —Con cuidado, me acerqué para abrazarla con fuerza y separarme—. Si no vuelvo, mañana quedamos aquí por esta hora si no ocurre nada inusual.
Afirmó sin problema, despidiéndose mientras regresaba hacia mi hogar. Hablar me había venido bien, pero necesitaba encontrarme con mi familia lo antes posible. Si los rumores eran rápidos, tenía claro que se habrían enterado de todo.
Regresar no me tomó mucho tiempo y al abrir la puerta, fui recibida por el abrazo de mi hermana, preguntándome miles de cosas que no me daban tiempo a dar una respuesta. En el comedor, mi madre se acercaba para mirarme aliviada, pero sin decir nada ya que Aspaura no me daba oportunidad alguna.
Cuando las cosas se calmaron un poco, fui honesta con lo que había ocurrido. No había problema en informarlo ya que después de todo mi madre había sido guerrera y mi hermana me había apoyado en algunos de los proyectos para preparar las trampas. Ambas se mostraban intrigadas, aunque la angustia se veía en los ojos de mi madre, que apenas hablaba en la conversación.
La noche pronto apareció y mi madre me pidió que me quedara a dormir en mi habitación, una que no había tocado por mucho que le dijera que podía rediseñarla a su gusto. Al entrar, fui invadida por los recuerdos de una niña que jugueteaba con sus muñecas de madera, probaba los cientos de vestidos que tenía en mi armario o leía diversos libros con la compañía de mi madre.
La habitación mantenía incluso su olor adulzado, uno que lograba sacar una sonrisa.
—¿Hija? —Mi madre abrió la puerta con cuidado.
—Puedes pasar, aun no me fui a dormir.
—Oh, bien. —Entró y cerró la puerta sin hacer ruido—. Quería hablarte de una última cosa antes de que tu trabajo te consumiera por completo.
Ladeé un poco la cabeza hacia la derecha, viendo como mi madre traía entre sus manos una caja rectangular de madera refinada con algunos dibujos hechos a detalle. Fruncí un poco el ceño, agarrándola con cuidado para abrirla.
—Creo que esto ya te pertenece.
Dentro había unos guantes bajos decorado con la clave de Fa. Se mantenían limpios e intactos tras varios años sin ser usados, desprendiendo un aura blanquecina que me dejaba hipnotizada. A su lado, había un collar de madera donde dentro había una clave de Sol.
—En nuestra familia hemos llevado esto todas las guerreras. Ha pasado de generación en generación —admitió mi madre, viendo como observaba con asombro lo que me había dado—. Nunca te lo mencioné y lo mantuve bien guardado, pero esto no son unos guantes y collar normales... Dicen que esto era un regalo que nuestra propia diosa nos ofreció.
Casi caí contra el suelo de no ser que mi madre me agarró a tiempo. Intenté recuperar la respiración mientras mis ojos mostraban miles de destellos que lograban oscurecer mi visión. Por suerte no duró mucho, pero si tuve que sentarme en la cama.
—P-Po-Por Sensibilidad, n-no merezco...
—Hija, es solo un rumor.
—¡Y aun si es un rumor! ¡¿Cómo podría tener algo así?! ¡Notas desorganizadas! —alcé la voz, poniendo las manos en mi cabeza—. No me lo merezco. ¡No! ¡No! ¡N-
—¿Vas a rechazar un regalo de tu madre?
Mi boca quedó abierta, pensando mis palabras para luego cerrarla y encoger mis brazos.
—Mamá, yo... ¿Por qué? No soy tan buena guerrera como vosotras.
—Ah, vaya, ¿entonces los rumores que dicen esas Elinas o lo que tú has dicho hace unas horas es una mentira?
—¡No! Pe-Pero... —Miré los guantes y el collar. Brillaban con delicadeza, expandiéndose en mi habitación para crear un ambiente acogedor—. Por Sensibilidad...
—Si no quieres usarlos en tu trabajo, lo comprendo, pero al menos quiero que los lleves cuando tengáis una misión muy arriesgada, aparte de que los cuiden bien —comentó, soltando una leve risa—. Dicen que los guantes aportan una suerte desconocida y que el collar era capaz de transmitir un poder inmensurable. Si... Si soy honesta, considero que tienen algo como un tipo de suerte, pero ¿en cuanto al poder? No lo creo. —Me miró, sonriendo con cariño—. Aunque eso es algo que puede que experimentes.
Mis manos se movieron a los guantes y collar, agarrándolos con cautela. Nada más hacerlos, a mis ojos la luz brillaba tanto que me dejaba ciega, siéndome difícil respirar. Una vez más, fue mi madre quien me ayudó al poner su mano en mi hombro.
—Solo-
Sin aviso, dejé un lado todo para abrazarla con todas mis fuerzas, agradeciéndole en silencio todo. Ya no solo el regalo, sino por haberme enseñado tanto y tenerme la paciencia de haber estado a mi lado a pesar de los miles de sustos que le había dado.
Mi madre no dijo nada, solo sé que lloró sin contenerlo, correspondiendo el abrazo con una sonrisa que jamás me iba a olvidar.
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