Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2: Privilegios.

Iba a salir y conocer Ineas. No de la mejor manera, pero podía conocer algo más que la cueva donde vivía. Esperaba el momento, viendo como mi padre se marchaba antes de irnos juntos.

—Como te muevas de aquí, no tendrás oportunidad alguna. ¿Entendido? —me preguntó. Afirmé de nuevo y vi cómo se marchaba.

Quieto en el sitio, agarré mis manos con fuerza. ¡Al menos podía conocer algo del exterior! A más gente, una más distinta que me hacía sacar una sonrisa. Miraba hacia la entrada de la cueva, esperando a que Eilu moviera la piedra para decirle todo.

Pero nunca llegó, es más, mi padre llegó antes.

Aterrizó de golpe contra el suelo y me analizó. No dije ni hice nada, solo esperé a que me agarrara del brazo sin cuidado.

—Sujétate si no quieres morir.

Obedecí de inmediato, encontrándome pronto con el exterior y el cielo. Mi padre estaba volando y estaba a su lado. Creía que mis intestinos se movían solos, siendo incapaz de mirar a ningún lado. Estuve así por unos largos minutos hasta que logré abrir mis ojos.

Destrucción era presente en los bosques y montañas que una vez pudieron vivir en paz. Los lagos y ríos más pequeños carecían de agua junto a los animales descompuestos en el camino. Quería llorar, pero no lo hice al tener al lado a mi padre. Mantuve el silencio, viendo los pilares de Ineas. Cinco se mantenían en pie, con las enredaderas, musgo y ramas siendo parte de los enormes bloques de mármol. Los puentes que conectaban los pilares se mantenían, pero andar por estos parecía peligroso por las enormes grietas que poseían.

A mi alrededor habían Drasinos volando. En medio de la niebla y nubes, se veía el color grisáceo de la tristeza y silencio. No sabía si era mejor estar en casa o aquí.

Poco tardó mi padre en dejarme en uno de los pilares. Me dejó cerca del suelo, Los colores oscuros del pilar dejaban en claro el tiempo que habían estado sobreviviendo. Lo único que me relajaba era ver el agua caer, siendo lo más seguro a diferencia de lo demás.

—Si quieres sobrevivir, intenta no ser un debilucho, sino no aguantarás ni un mísero día —me aconsejó mi padre.

Afirmé, y tragando saliva, le miré.

—¿No vendrás a por mí?

Frunció el ceño y miró a otro lado.

—No. Aprende a defenderte y atacar. Deja en claro quién eres... Si es que puedes.

Susurró esas últimas palabras para irse sin despedirse. Bajé mi mirada. Los arcos de piedra oscura tenían grietas profundas. En cualquier momento todo se podía derrumbar, asi que caminaba con cautela. Subí las escaleras hasta estar en la altura media del pilar y seguí mi camino. Con las manos apretadas en mi pecho, mis ojos observaban todo lo que me envolvía, sintiendo algo de paz al ver las enredaderas y el musgo que consumían los pilares.

—Creo que Eilu me mencionó esto una vez —susurré, sin quitarle ojo a nada—. Debo buscar las estatuas y enredaderas, pero no las veo. S-Solo las enredaderas.

Verdosas, demasiado vivas para estar rodeado por la depresión. ¡Tenían incluso hojas brotando!

—¿Cómo es posible que pueda seguir aquí con vida? —me pregunté, acercando mis manos, pero sin intenciones hostiles—. ¿Cómo puedes...?

Sin aviso previo, las hojas empezaron a moverse. Me quedé inmóvil, frunciendo un poco el ceño, hasta que vi que la enredadera quería atarse a mis dedos. Me alejé y vi como parecía indicar el camino.

Temblé, mirando a esa dirección para darme cuenta que a lo lejos habían Drasinos.

—¿C-Cómo sabe lo que quiero? N-No dije nada.

Siguió indicando hasta que frenó mis acciones y me apuntó. Se fue acercando cada vez más, lo que me hizo correr en dirección a los Drasinos. No lloré ni chillé, pero si escuchaba las pulsaciones de mi corazón como ese sonido que escuché ayer.

Por suerte pude calmarme cuando vi a varios Drasinos de mi edad con otros que parecían ser los profesores. Me junté con ellos y rápidamente encontré la mirada del profesor.

—Ah, ahora me cuadran los números. Ya somos diez Drasinos. Perfecto —comentó con una sonrisa aliviada—. Mi nombre es Einlo, seré vuestro instructor durante un largo tiempo, si Meirl no me quita el puesto.

Su risa hizo que una parte de mi se tranquilizara. Ya estaba a salvo, estaba con los míos, nada tendría que ir mal. Cerré mis ojos y recobré el aire, captando sin querer la atención de un Drasino joven

—¿Y tú quién eres? Eres un tardón, estábamos esperándote —preguntó demandante.

—Kemi, mi nombre es Kemi, y lo siento —respondí con cierta vergüenza.

—Menudo estúpido —susurró, para luego darme la mano a desgana—. Mi nombre es Keisi. Soy hijo de Meirl, el conocido Sieu Nile que trabaja en el Templo de los Tres Sabios. ¿Y tú qué tan importante eres?

Desconocía que era un "Sieu Nile", como mi padre jamás me había mencionado sobre ello, pensaba que era un tipo de trabajo. Eilu tampoco me mencionó, y era una pena porque con él aprendía muchísimo más..

—Soy hijo de Crowley.

Keisi dio varios pasos hacia atrás, mirándome con los ojos bien abiertos. No fue el único, todos me escucharon.

—¿¡Hijo?! ¡Imposible!

—No, no podría estar aquí, ¡es un mentiroso!

—¡Mi padre jamás me dijo que Crowley tenía un hijo! ¡Eres un mentiroso! —me acusó en esta ocasión Keisi.

No sabía dónde meterme, si hablaba me lo prohibían y si intentaba moverme me iban encerrando formando un círculo. Esas miradas mostraban desprecio y envidia.

—Chicos, no está mintiendo. —Por suerte Einlo intervino, separando a los jóvenes—. Crowley tiene un hijo, que no lo dijera es otra cosa. Os pido por favor respeto con él, ¿entendido? Será uno más entre nosotros.

Levanté mi rostro, teniendo la esperanza de tener la compañía y cariño de Einlo, pero sus ojos no brillaban de la misma manera que Eilu, es más, mostraban un excesivo cansancio.

Bajé mi cabeza y me encontré con miradas que me ponían a prueba. Era estar en un constante examen para ver si era el hijo o un mentiroso.

—Bien, seguirme chicos, vamos a llevaros hacia las habitaciones.

Las palabras de Einlo lograron que muchos dejaran de tenerme en la mira, pero otros estaban atentos a mí, entre ellos, Keisi, el chico que recién acababa de conocer. Sus ojos anaranjados me dejaban en claro que desde ese momento iba estar atento a mí.

«C-Creo que tenía que haberme callado la boca».

En el interior de los pilares era similar a como vivía antes. Bajar por las escaleras desgastadas y llenas de polvo para era encontrarse con pasillos flanqueados por pequeñas habitaciones cuadradas. En su interior solo había lo necesario: una cama con una diminuta ventana.

El aire apenas circulaba y el hedor era sofocante, razón por la que muchos preferían dormir al aire libre. Era imposible descansar donde la luz, el aire y la intimidad eran casi inexistentes, Afuera, bajo la compañía de la luna y rodeado de la naturaleza, encontraba más paz y seguridad que entre las paredes compartidas con mis compañeros.

Quería dormir un poco, pero no fue fácil cuando la inesperada intervención de Keisi hizo que casi cayera de no ser que me agarró a tiempo.

—¡Menudo susto te has pillado! —Rio con fuerza, mostrándome una agradable sonrisa—. ¿Qué? ¿Eres incapaz de dormir?

—No me gusta mi habitación —respondí en un tono más bajo a diferencia de él.

—Comprendo, a ninguno les gusta, pero es lo que hay cuando Drasinos como nosotros no podemos estar solos en casa —contestó, soltándome del brazo una vez me senté en un lugar menos arriesgado—. Así que... hijo de Crowley.

—Eh... sí. —Le miré de reojo—. ¿Ocurre algo?

—¡¿¡Qué edad tienes y por qué no nos lo dijo antes?!

—C-Creo que tengo diez años —murmuré sin saber dónde mirar.

—¡Ala! ¿Y por qué no te vi antes? ¡Yo tengo ocho al igual que mis amigos!

—N-No sé, yo...

Keisi se acercó un poco, analizándome.

—No pareces ser consciente de lo que es tu padre.

—N-No es que me dijera muchas cosas —admití, avergonzado.

—¡Normal! Tu padre es un hombre muy ocupado, es alguien muy importante entre los Drasinos, ¡es un Ine Soliena! Es el líder de todos, con quien habla con Insensibilidad para que nuestra ciudad y los Drasinos perduren por muchísimos años más.

Ine Soliena. Lo había escuchado alguna vez de Eilu, pero no tuve la oportunidad de preguntar.

—S-Sí que sabes...

—Sí, es que mi padre es Meirl y conoce a tu padre. Trabajan juntos en la organización estratégica en caso de ser atacados —explicó Keisi con emoción—. Lo que me sorprende es que mi padre no me haya dicho que Crowley tiene un hijo tan genial.

Arqueé un poco la ceja. Nos acabamos de conocer.

—No me mires así, ¡es la verdad! Capaz no sepas mucho, pero no te preocupes, conmigo sabrás mucho y junto al profesor, obviamente.

—¿D-De veras?

—¡Sí! Tu padre te dejó en buenas manos. Es una pena porque no puedas estar con él, siendo Crowley seguro que aprenderías el doble de rápido, aunque con lo ocupado que está...

—L-Lo está, pero sé que es por un bien, aunque no me dijo cual.

—¡¿No?! —preguntó Keisi, sentándose a mi lado—. ¡Por Insensibilidad! ¡No te dijo nada! El pobre tiene que hacerse cargo de miles de cosas... —Keisi se encontró con mi mirada cansada, una que le hizo reaccionar—. ¡Pues mira! Según me dijo mi padre, Crowley se encarga de vigilar la selva que rodea la ciudad. Dice que la naturaleza no guarda nada bueno y que protege a las Elinas.

—¿L-Las Elinas?

—Sí —respondió, mostrando un claro desprecio ante ese nombre—. Nos intentan destrozar, acercarse a nosotros, usar su magia, manipularnos, pero no nos dejamos engañar, menos con Crowley que es el que tiene más experiencia. Estoy seguro que cuando seas más mayor, te enseñará todos los trucos antes, ¡menudo privilegio!

Esa última palabra resonó en mi cabeza, mirándole por unos segundos. Seguía hablándome, pero todo parecía ser vacío e insonoro. ¿Privilegio? Lo dudaba tanto cuando recordé las palabras de Eilu.

—Es posible que tu padre te entrene para que seas como él y te deje su puesto. No es algo que deba ser un orgullo como tal, es mucha presión encima y más por todo lo que hay detrás —me admitió Eilu con un suspiro muy largo.

—¿Por qué? ¿Y qué hay detrás?

Eilu se quedó en silencio, mirando sus manos para que estas empezaran a temblar.

—Un líquido que no sé reconocer ahora mismo.

Su manera de hablar me daba motivos suficientes para angustiarme. Imaginando todo tipo de escenarios peligrosos en donde veía esas Elinas, o al menos, me hacía una idea de cómo de terroríficas podían ser.

—¿Kemi? —La voz de Keisi hizo que reaccionara, abriendo un poco mis ojos—. ¿Todo bien?

—Estaba... recordando algunas palabras.

—¡Oh! Crowley seguro que tiene muchas historias que contar, ¿cuál es la más emocionante que te pudo decir? —preguntó, dando pequeños saltos de emoción estando sentado.

—M-Me explicó... ¡A-Algo sobre sus peleas en el pasado! A-Aunque tengo mala memoria —mentí.

—¡Qué emocionante! ¡Ojalá te acuerdes de alguna y puedas explicarlo! ¡De verdad, Kemi, que eres un afortunado! ¡Ojalá ser tú!

Me callé la boca y mostré una pequeña sonrisa.

—Por ahora, si te parece, podríamos dormir un poco y mañana te presento a mis amigos. Seguro que les caes bien —me sugirió Keisi.

—¿A-Ah? ¿Y-Ya hiciste amigos?

—Sí claro. Iloe, Emir y Erréi. Los identificas rápido, Iloe tiene los ojos rojos y amarillos, parece fuego. Emir es el más pequeño de todos y sus cuernos no han crecido del todo, nos metemos con él por eso. Erréi es el más alto y siempre le ves con una cara muy seria.

Con Keisi no me había fijado hasta ahora, tenía los ojos anaranjados, cuernos un poco más cuervos que los demás con unas alas con varias cicatrices que no me había fijado.

—Perdón que te pregunte, pero ¿esas cicatrices?

—¡¿Esto?! —Rio con fuerza—. Pues como tú, que tienes miles de cicatrices en tu rostro. Me tiraba de la montaña para empezar a volar o empujaba rocas para mejorar mi fuerza, ¿no es obvio?

—A-Ah, c-como yo... tiene sentido. —Reí por lo bajo.

—Me imagino que tú te ponías muy en serio entrenando. Con tu padre siendo como él, me imagino que ya sabrás volar o tendrás una gran fuerza —supuso Keisi.

—N-No del todo, pero l-lo intento.

—¡Eso es lo que cuenta! —Me abrazó de un lado. Un gesto que me sorprendió—. Al fin y al cabo, hay que seguir luchando por ello. Los Drasinos, desde muchísimos años, hemos pasado por una mala racha y nos han aislado, pero algún día nos liberaremos y demostraremos al mundo lo que somos capaces.

—¿Siempre fuimos... encerrados?

—Sí claro. El profesor Einlo lo explicará mañana, pero fuimos encerrados a modo de castigo y prueba. Ahora sabrán de lo que somos capaces y no tendremos compasión alguna —aseguró Keisi, mirándome una gran confianza—. En fin, Kemi. —Soltó un gran bostezo—. Será mejor dormir algo, ¿no te parece?

Afirmé, recostándome en el suelo para sentir el frío en todo mi cuerpo. Keisi se tumbó a mi lado, agradeciendo el hecho de haberme conocido. Le sonreí para ver como cerraba sus ojos y tomaba el sueño con rapidez.

Giré mi cabeza en dirección al cielo. ¿Sobrevivir? No lo veía tan malo como me dijo mi padre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro