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Capítulo 16: Susurros diminutos.

El frío era como agujas que se adentraban por mi piel. Perforaba lentamente y cosía para asegurarse que sufriera el máximo posible. Entre lágrimas, abría mis ojos para verme envuelto por la naturaleza. Ramas débiles y hojas caídas que me dejaban el mensaje claro de que aquí había ocurrido una pelea que no pude detener.

Apreté los dientes y puños. La culpa me inundó ante la debilidad que sentía ahora mismo. Los recuerdos penetraron mi cabeza sin compasión, creando un dolor de cabeza que me hizo gritar por mis adentros, poniendo mis manos lentamente en mis cuernos.

Que nos descubriera era la peor noticia que podíamos tener. Si el primero a quién encontró era Eilu, no me imaginaba en qué decisiones iba a tomar mi padre. Las lágrimas seguían cayendo, más ante la imagen del que tanto quería sin vida.

Empecé a respirar a gran velocidad, levantándome del suelo con los brazos temblorosos. Mis piernas eran envueltas por las raíces, al igual que algunas zonas de mi cuerpo. Fue intentar ponerme de pie, y que un ligero ruido de dolor se escuchar a mi derecha.

—Ay... Por fin te despiertas...

La voz aguda de un ser que desconocido hizo que me pusiera de pie de inmediato. Di varios pasos hacia atrás, listo para cualquier ataque, pero no vi nada a mi alrededor más que la oscuridad presente junto a las nubes y la niebla, una que no me gustaba para nada.

—Abajo. —Con su indicación, hice caso, pero no vi nada—. Mira que eres ciego. ¡Aquí, Kemi!

Pronto pude verle y no me pude creer lo que me encontraba. Tragué con dificultad con los ojos bien abiertos.

—A ver como le digo esto sin entenderme —murmuró, cruzando sus ojos con un rostro preocupado. Miró a sus espaldas y señaló las enredaderas—. ¡Las enredaderas te protegieron! ¡El bosque me avisó! —Se señaló—. ¡Aquí estoy! ¡Debemos movernos!

—I-Ichi...T-Te puedo entender.

Abrió su boca y ojos como nunca. Se quedó así unos segundos, sin saber cómo actuar.

—C-Creo que esto es un...

—No puede ser que te esté dando los dones —murmuró Ichi, aunque rápidamente cubrió su boca—. ¿D-De verdad me entiendes?

—S-Sí... ¿Y a qué te refieres con dones? —pregunté, frunciendo un poco el ceño.

Ichi dio unos pasos en círculos con sus manos en su rostro.

—Por Fusis. ¡Por Fusis! ¡Está ocurriendo! ¡Va a ocurrir! —Frenó sus pasos y me miró—. De-De-De acuerdo. ¡bien! ¡Vale, Kemi! Han ocurrido demasiadas cosas en el tiempo que has estado dormido.

—¿T-Tanto...?

—Unas diez u once horas —interrumpió, mirándome con total seriedad—. En ese tiempo, tu padre ha causado muchos destrozos en la selva, pero varios animales le han logrado frenar, apartq que Fusis ha intervenido, pero es obvio que no podrá para siempre. ¡Ella es muy importante en otros lados! ¿¡Entiendes?!

—Yo... Eh...

—El asunto es que en este tiempo que te has quedado dormido, los animales han dicho que algunas zonas importantes como los Lagos de la Frialdad, los Tres Círculos de la Frialdad, el Templo de los Tres Sabios o el Templo de Insensibilidad, están siendo puntos clave para salvar a los animales. Refugios. —Me señaló sin dudar—. Sabes donde los hemos llevado durante este tiempo, y el refugio del norte aun sigue en pie. Es imposible que lo detecten o que intenten destruirlo si estamos bendecidos.

—E-Espera un maldito segundo, ¿cómo que bendecidos? ¿A qué te...?

—Te explicaré todo mientras nos movamos hacia los Tres Círculos de la Frialdad. Es el punto más arriesgado, pero cercano a donde estamos. —Ichi miró hacia sus espaldas. Brazos y piernas temblorosas. Respiración irregular—. Si no nos movemos, tu padre hará un ataque muchísimo peor, uno del que posiblemente extermine estos bosques.

—P-pero Fusis...

—¡Fusis es fuerte, pero no puede hacerse cargo de cientos de planetas! —chilló con desespero, moviendo los brazos con frustración—. ¡¿Qué crees que estuve haciendo en estos años atrás?! ¡Mejor dicho! ¿¡Qué crees que hemos hecho en estos años, Kemi?!

—C-Creía q-que éramos solo guías...

Ichi soltó un largo suspiro.

—Guías, protectores, cuidadores... ¡Vigilantes! ¡Eso es lo que somos! ¡Vigilantes de Fusis! —Volvió a mirar a sus espaldas. Otra vez la angustia visible. Tragó saliva y me miró—. Necesitamos ir ya, Kemi. Te resolveré todas las dudas, peor estamos a contra reloj y no quiero que esto sea peor.

—I-Ichi. —Di unos pocos pasos hacia atrás, poniendo mi mano en la frente—. Sé comprensivo. Eilu ha muerto, mi padre ha vuelto y ahora dices que si no nos movemos él...

—Va a matar a todo lo que se le cruce. Sí. Eso es lo que estoy diciendo —contestó, interrumpiéndome en un tono donde reflejaba esa molestia—. No es la primera vez que tu padre hace algo así. Hace años atrás era muy distinto cuando hizo frente a las irregularidades no naturales y demostraron ser buenos, pero desde que la Niebla se ha vuelto más densa, las cosas se han vuelto más agresivas.

—¿Irregularidades no naturales?

—Es a lo que vosotros llamáis deformidades destructoras.

—E-Entiendo... ¿Y-Y la Niebla? ¿Qué tiene de culpa?

Ichi soltó un largo suspiro.

—¿No te es extraño como Eilu decía que al ir a Ineas, perdía sus recuerdos? ¿No te parecía extraño que al alejarnos más de esta, más tranquilo y comprensivo era? —preguntó, pateando el suelo—. Esta Niebla ha sido una causante clara de estos cambios, y cada día lo confirmo cuando veo la ciudad de Ineas desde la lejanía. La Niebla es tan densa que apenas puedo ver las torres.

—¿T-Tanto ha empeorado?

—Han pasado cinco años, seis en nada. En seis años, cambian demasiadas cosas —respondió, sin quitarme ojo—. Hemos hecho acciones buenas, pero también esa Niebla se ha ido expandiendo, y no me extraña que tu padre haya sido participe de ello cuando quiso privar la entrada hacia los Lagos de la Frialdad. Algo trama, algo que no es nada bueno por como ahora quiere destruir todo.

Respiré con gran dificultad, sin saber donde mirar ni que hacer. Manos sudorosas y temblorosas, ojos lagrimosos y un gran dolor de cabeza.

—¿Y qué puedo hacer yo si no pude contra él?

Ichi chasqueó la lengua.

—Siempre pensando en violencia. Escoria de mentalidad Drasina. —Cruzó sus brazos y rodó sus ojos para luego mirarme y chillar—: ¡Piensa con tu parte más sensible! No todo es luchar. Piensa en estrategias, y una de ellas ya te la he dicho. Animales se esconden en esos puntos clave. Si los llevamos al refugio con las marcas que hemos dejado, podremos protegerlos. Y allí, una vez que nos encuentren, podremos hacerlo frente porque es un lugar bendecido.

—Pero... —Intenté respirar hondo para pensar con claridad—. ¿No crees que es arriesgado? ¿Y qué bendición? ¿De Fusis? ¿No decías que ella estaba muy ocupada con otros cientos de planetas? De ser así, se tendría que buscar otra forma, a lo mejor pedir ayuda a nuestro dios o...

Ichi soltó una leve risa, poniendo sus manos en su estómago.

—¿Crees que Insensibilidad o Sensibilidad pueden ayudar con lo ocurrido en la guerra? Puede que Sensibilidad sí, pero siendo un Drasino, te despreciaría, y ya no hablemos de Insensibilidad, que actúa a favor de las acciones que toman los Drasinos. —Miró a otro lado, con un claro rencor visible en sus ojos—. No me extrañaría que actuara a favor de esa Niebla.

Fruncí el ceño, acercándome a Ichi para agacharme.

—Eilu me comentó algunas cosas sobre él y aseguraba que Insensibilidad era alguien respetable. Si dices que esa Niebla ha afectado a los Drasinos, ¿por qué no pudo afectar a Insensibilidad?

Ichi me miró de reojo.

—Qué débil es vuestro dios entonces —respondió. Se quedó en silencio unos segundos y bajó la mirada—. Qué... horrible...

Solté un largo suspiro, ofreciendo mi mano a Ichi.

—Es mejor que nos movamos —pedí. Ichi subió hasta llegar a mi hombro—. Tomaré tu estrategia. Es una buena idea para saber qué está pasando, pero a la vez quiero buscar pistas de lo que ocurre en relación esa Niebla.

Ichi se quedó en silencio mientras empezaba a correr. Sentía sus brazos creciendo como raíces unidos a mi hombro.

—Si quieres pistas, podemos aplicar lo que hemos hecho antes con los árboles —comentó Ichi. Afirmé en silencio—. Los árboles de esos lugares tendrán muchísima información de hace cientos de años, incluso la tierra o las aguas. Nunca he probado en escuchar la tierra porque era... demasiada información, pero a lo mejor contigo es más distinto.

—¿Cómo voy hacerlo si recién estoy aprendiendo, Ichi? Aun puedo entender los mensajes que me dejan los bosques o cómo actúan los animales, pero no hablo con ellos.

Ichi rio por lo bajo, agarrándose a mi hombro con más fuerza.

—Solo inténtalo, Kemi. Si has podido hablar conmigo, algo me dice que lo demás irá cambiando y aprenderás mucho más que antes.

Fruncí un poco el ceño, sintiendo escalofríos en toda mi espalda, y a peor que fueron cuando observé mi alrededor. Colores deprimentes envueltos en una oscuridad tenebrosa hacían que envolviera mi corazón en una caja insensible, avanzando sin descanso por los bosques que intentaban sobrevivir, pero no era posible ante la destrucción que nos rodeaba.

El hedor a sangre era presente en los cuerpos de los animales asesinados en el combate. La culpa envenenaba mi cuerpo, apretando mis dientes al recordar esa pelea que tuve con mi padre. Esos búeon luchando, aun sabiendo que la transformación a un Drasino era lo más peligroso que podían hacer frente y que ni siquiera un Urogia podía hacer frente.

«No solo debo salvarlos —pensé sin frenar mis pasos—. Debo aprender la transformación de una vez. Debo ser más fuerte que mi padre. Debo acabar con él de una vez». 

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