Parte única
Kim JunMyeon cargaba unas cajas pesadas hacia la cocina; sus pequeñas manos le dificultaban un poco mantener los bultos en línea para evitar su caída, además de la máscara oscura sobre su cara que a veces se torcía y reducía su campo de visión.
Se le había hecho costumbre levantarse más temprano que cualquier otra persona en El Hexágono, ya que de esta manera evitaría todo el contacto posible con las personas.
JunMyeon era un omega que no cumplía con el estereotipo de lo que se suponía debía ser uno. Pero esto no era intencional, él no quería salirse del molde por ser un rebelde, sino que su contextura se lo impedía. Había perdido por completo su seguridad debido a su apariencia descuidada y redonda, así que para huir de los demás había adoptado la rutina de levantarse muy temprano y encerrarse en la cocina para no salir de esta hasta que todos se fueran. La máscara de conejo, que lo acompañaba desde la niñez, solo era una herramienta para cubrir sus tristes expresiones cuando atraía las miradas juzgadoras de las personas, quienes no dudaban en verlo con asco cuando se topaban con él.
No era un extraterrestre o un fenómeno con cinco cabezas, pero por alguna razón, el mundo entero lo trataba de esa forma. Debido a esto, se había acostumbrado a estar solo todos los días, por lo que claramente un cambio en su rutina significaría un completo shock emocional.
—¡Ay, disculpa! Creí que este era el baño. ¿Sabes en dónde queda? Apenas acabo de llegar y no me entero de mucho.
Como lo que acababa de pasar, por ejemplo.
El intruso se quedó esperando por una respuesta, pero JunMyeon solo atinó a abrir la boca, debajo de la máscara, y a no emitir sonido alguno.
Petrificado, así era como había quedado.
—Uhm... No estoy seguro de si me estás escuchando... ¿Trabajas aquí? —insistió la otra persona.
Ese chico era muy bonito, la forma de sus ojos era peculiar y estos parecían ser más claros que los del resto. Podía percibir en el ambiente que se trataba de un omega. Uno muy simpático, de hecho, aunque no muy delicado de facciones.
—Soy Kim MinSeok, hace unos días fui transferido a El Hexágono. Soy doctor. —El muchacho entró muy a gusto a la cocina y se acercó hasta él para extenderle una mano
¿Se suponía que debía tocar esa bonita mano con la suya que estaba gorda y llena de harina de fideos?
—Ah... —balbuceó nervioso.
JunMyeon entró en pánico. El sudor y los escalofríos solo fueron en aumento. Pobre de él, ni siquiera podía mirar a los ojos a un omega tan amable como MinSeok, quien solo trataba de presentarse.
—¿Te encuentras bien?
Lo que podía verse como un simple saludo para cualquier persona normal, para el omega enmascarado representaba todo un desafío. Ahora no solo tenía nervios por tener que elaborar una respuesta, sino que también empezaba a sentir vergüenza por él mismo, por no ser capaz de si quiera saludar.
Debía salir de ahí antes de seguir humillándose más.
Así que, esquivó como pudo al doctor y salió corriendo de la cocina hacia el exterior. Corrió y corrió tanto sin tener muy en cuenta hacia dónde se dirigía. Las lágrimas nublaban sus pequeños ojos, mientras que la ira hacia sí mismo borboteaba en su pecho.
Después de tanto correr, llegó a su lugar favorito, en donde solía ver el atardecer. Se trataba de un gran árbol viejo de ramas gruesas. Esta vez, su visita había sido prematura, ya que en las mañanas no iba a ningún lado más que a la cocina.
—¿Acaso tengo cinco años? —se reprendía a la vez que escalaba—. "Hola, sí, mucho gusto", "ah, ¿el baño? Claro, está al final del pasillo", "soy Kim JunMyeon, por cierto". ¿Acaso es tan difícil decir eso?
JunMyeon resopló fuerte al llegar a la rama en la que siempre se sentaba. Se recostó con fuerza sobre el tronco y cerró los ojos. Pensó en lo cobarde que era y en lo patética que su vida se había convertido. Ni su condición como omega lo ayudaba, porque no era atractivo para ningún alfa; por supuesto, jamás sería digno de tomar la mano de alguno de ellos.
¡Dios santo! Esto era realmente frustrante y deprimente. No tenía nadie a su lado, ni amigos, ni familia. Nadie. ¿Podría haber un futuro para él en este amplio mundo? Su grandeza lo aterraba. No era un niño, claro que no, pero se sentía tan pequeño.
—Tal vez yo no deba estar aquí. Tal vez yo solo... —hizo un pausa para tragarse ese nudo en la garganta que no le dejaba seguir—... Debería desaparecer.
No había lugar en el mundo para los incompetentes, su padre se lo hizo saber desde que era un niño. Pero JunMyeon había encontrado una escapatoria entre sus esponjosos postres y sus sabrosas comidas.
Supuso que nada de eso era suficiente.
—Tonto, tonto, tonto —rabió mientras golpeaba la rama con sus puños.
La pobre no tenía la culpa y lo sabía muy bien, así que se dejó vencer por el omega para darle una lección. JunMyeon tardó en darse cuenta de lo que había hecho, por lo que no tuvo tiempo para aferrarse de la rama, simplemente cayó sentado.
¡Para variar! La maldita gravedad.
Su redondo trasero amortiguó su caída y hasta pensó que al menos la masa en exceso le había servido para que no le doliera mucho.
Un quejido silencioso lo obligó a abrir los ojos. Al hacerlo, la cara del hombre más apuesto que había visto en su vida apareció frente a él. Podía asegurar esto a pesar de tener la máscara media torcida, la cual le tapaba un ojo.
—Newton tuvo suerte —dijo aquel chico resoplando hacia un costado.
—¿Eh?
—Eres pesado —afirmó volviendo su mirada hacia el omega.
—Ah... —La mente de JunMyeon poco a poco fue volviendo a la tierra y en cuanto lo hizo, pegó un pequeño grito de susto por esta sorpresiva interacción—. ¡Ah!
Se apartó rápidamente del regazo en donde había caído. ¡Qué vergüenza! Había aplastado a ese chico con toda su gordura, y lo peor de todo es que se quedó sentado sobre él durante unos segundos, ¡sin hacer nada al respecto! De seguro ahora el muchacho querría matarlo por arruinar su impecable uniforme, y él ni podía disculparse porque nuevamente su mutismo selectivo lo atacaba.
El ambiente a su alrededor se llenó de algunas feromonas que reconoció fácilmente como las de un alfa, mientras el muchacho se sacudía algunas hojas y tierra de su uniforme para después ponerse de pie.
JunMyeon tragó fuerte al verlo acercarse. ¿Lo iba a matar? Prefirió no verlo, así que cerró los ojos con fuerza. Sin embargo, contrario a lo que esperó, en lugar de recibir un golpe en alguna parte de su cuerpo, sintió que su máscara era acomodada en su rostro.
Abrió los ojos con temor.
—Esa fue una fea caída —señaló el alfa. Su rostro no tenía expresión alguna, por lo que era difícil leerlo o descifrar su siguiente acción—. ¿Te lastimaste?
El Omega negó varias veces con su cabeza de una forma exagerada, como para dejar muy claro que todo estaba bien y que lo dejara ir. Esperaba ser perdonado por el atrevimiento de haber sentado su enorme trasero en las bonitas piernas del alfa. Por otro lado, el alfa tomó su mano y se la puso muy cerca de su rostro; quería enseñarle algo.
—¿Y esto? —preguntó con en el mismo tono serio que antes. JunMyeon abrió bien los ojos al darse cuenta que su mano estaba sangrando—. Dices que no te lastimaste, pero tu mano es una cosa completamente roja ahora mismo.
Era cierto que JunMyeon creía que todo estaba bien; tal vez la ansiedad estaba bloqueando el dolor en esa zona.
—Vamos a la enfermería.
Ni tiempo le dio de reclamar, pues de un momento a otro se vio a sí mismo siendo arrastrado por todo el campo de entrenamiento bien agarrado de la mano del alfa. JunMyeon no podía seguirle los pasos, por lo que parecía que el otro lo llevaba volando.
Jamás en su vida se imaginó sosteniendo la mano de otra persona, ya que por lo general, todos huían de su presencia. En algún punto sintió pena por el alfa, por tener el desagrado de tocar una mano tan fea como la suya, solo por tener el grado de civismo muy alto.
En poco tiempo llegaron a la enfermería, en donde se volvió a encontrar con el omega de quien había huido y por quien había resultado de esta manera.
Qué ironía.
—Hola YiXing, ¿qué te trae por...? Oh, ¡tú! —lo señaló tan pronto como lo reconoció—. ¿Qué pasó?
—Se lastimó la mano al caer de un árbol —comentó el alfa.
—Dios mío... Déjame ver esa mano.
Ahora, JunMyeon tenía la atención de no solo una sino de dos personas. ¡Perfecto! Sí, era justo como había planeado al despertarse hoy día.
¿Había alguna ventana cerca para lanzarse?
—Sí que es una fea herida —anunció el doctor—. Voy a tener que colocarte unos puntos para cerrarla. Me temo que vas a tener que alejarte de la cocina por un tiempo.
—¡No! —chilló JunMyeon, siendo esta su primera palabra coherente frente a otras personas.
—Oh... Así que sí puedes hablar —dijo MinSeok. JunMyeon se sintió descubierto. Pasó su mirada del doctor hacia el alfa, quien no dejaba de mirarlo fijamente—. Lo siento, pero tengo que hacerlo. Prometo que dolerá solo un poco.
Pero a JunMyeon poco o nada le importaba que le metieran una aguja en la mano; lo que quería era tener que dejar la cocina por un tiempo, ¿qué iba a hacer durante esos días? Cocinar era todo lo que él conocía, era su vida.
—YiXing, si quieres puedes regresar a tus actividades —sugirió el médico—. No voy a demorar mucho, pero creo que tu entrenamiento ya va a empezar.
El extranjero miró el reloj en su muñeca para verificar la hora. Efectivamente, estaba justo a tiempo para partir.
—Está bien, me retiro —afirmó decidido.
—Nos vemos luego —lo despidió el doctor.
Pero antes de salir, el alfa se giró un poco para posar su mirada sobre el cocinero.
—Oye, conejo —lo llamó, atrayendo su atención—. Deja de golpear ramas y... No desaparezcas.
Eso último golpeó directo en el centro de su corazón. YiXing había escuchado el tonto monólogo sobre su crisis existencial y no se burló de él por eso, ni siquiera hizo un comentario al respecto, solo le dio un consejo.
El alfa no dijo nada más antes de salir y dejar a ambos omegas solos en la habitación.
—Parece que le agradas —comentó MinSeok muy sonriente. JunMyeon no podía creer eso, ¿cómo podría ser posible? Acababa de aplastarlo, de seguro estaba enojado, pero era demasiado amable como para no echárselo en cara—. Te lo digo en serio, YiXing no se comporta así con todos, es bien apático. Quizá puedan ser amigos.
¿Amigos? ¿Un alfa tan apuesto como YiXing y un omega descuidado como él? Era loco pensarlo.
—Bueno, aquí vamos —dijo el doctor antes de clavar la aguja en su mano ya desinfectada.
Podría haber llorado de dolor por la intromisión del objeto, pero su mente estaba demasiado ocupada pensando en el alfa que había amortiguado su aparatosa caída.
🐰
Al día siguiente, volvió a la cocina muy temprano como siempre, pero esta vez para despedirse de ella por un tiempo. Así que, de pie frente a la puerta de su preciada cocina, JunMyeon se obligó a abrirla para dejar su delantal encima de la tabla de picar, pues habría un cocinero de reemplazo que la tomaría en su ausencia. Casi se echó a llorar cuando se alejó del pedazo de tela, y aunque era solo eso, para JunMyeon representaba mucho más.
Al salir de ahí, se dirigió hacia el campo para visitar el viejo árbol que se había convertido en su único compañero, y a pedirle disculpas por los golpes innecesarios que le dio.
—Fui muy irresponsable y te quité una de tus ramitas, lo lamento —dijo apenado al llegar. El árbol no podía ver sus expresiones tristes, ya que la máscara cubría por completo su rellenito rostro—. Actué como un niño y no pensé en lo viejo que estás, y en lo mucho que hay que cuidarte. ¿Me perdonarás?
Sorbió la nariz mientras descubría un poco su rostro para limpiarse las lágrimas.
—Seguro que el árbol aprecia que alguien venga a pedirle perdón por arrancarle una de sus pocas ramas. No todos lo hacen, ¿sabes? Mucho menos con una máscara de conejo en el rostro.
JunMyeon retrocedió al ver a su salvador salir detrás del árbol para hablarle. ¿Otra vez había estado escuchando su vergonzosa plática?
—¿Cómo está tu mano? —preguntó el alfa y se acercó para tomarla como si ambos fueran cercanos—. Espero que el doctor Kim la haya cerrado bien. No has vuelto a la cocina, ¿cierto?
Y le seguía hablando tan normal que JunMyeon no entendía lo que estaba pasando porque, en primer lugar, ni siquiera se habían presentado, y en segundo lugar, nadie en sus cinco sentidos le hablaba a un omega obeso que esconde su rostro detrás de una infantil máscara de conejo.
YiXing dejó su mano y suspiró fuerte.
—Cuando me senté debajo de este árbol, lo único que imaginé que a lo mucho me caería sería una manzana, entonces, me quejaría de la tonta gravedad. Pero resulta que me trajo un omega que no responde mis preguntas y que me mira como si estuviera delante del diablo. La máscara solo es un plus a toda esta extraña situación, supongo.
JunMyeon no entendía si el alfa estaba renegando por su maldita suerte o se estaba burlando de él.
Miró hacia un lado en busca de una buena ruta de escape.
—Y ahora intentas huir. No te culpo, soy un poco aterrador... Creo. —El omega tembló en su sitio. Esperaba un golpe o algo como forma de venganza por haber caído encima suyo. Estaba verdaderamente asustado y resignado, pero entonces el alfa volvió a hablar—. Es mi acento.
El comentario tomó por sorpresa a JunMyeon, quien no pudo contener la risa, ya que le había dado gracia la sinceridad que encontró en su confesión. Era cierto que YiXing tenía un acento peculiar, por lo mismo que venía de otro país, pero sí lograba manejarse muy bien con el coreano. Por alguna razón, JunMyeon también lo encontró tierno.
—¿Te ríes de mí?
Fue ahí cuando cayó en cuenta de lo que había hecho. ¡Se había reído de un alfa! Un omega echado a perder como él se estaba riendo de un verdadero alfa.
JunMyeon se detuvo al instante.
—N-No... L-Lo si-sien...to —tartamudeó nervioso. Ahora sí que nadie lo librara de una buena paliza.
YiXing escrutó su mirada con detenimiento y luego sonrió.
—Puedes hablar y puedes reír, dime, ¿podrías decirme tu nombre?
—Ah... Y-Yo... —Cuando estuvo a punto de decírselo, se echó para atrás porque le dio cierta desconfianza. ¿Y si quería saber su nombre para luego enviar a que alguien más le de caza? Tenía que ser precavido—. Uhm, ¿por qué?
El alfa se alzó de hombros.
—No considero justo que tú sepas el mío y yo no el tuyo, por lo que me siento en desventaja —JunMyeon bufó—. ¿Qué?
—Un alfa nunca tiene desventajas.
—Así que, según tú, somos invencibles.
—Sí, por supuesto.
—Me siento honrado, gracias.
—¿Por decir que son invencibles?
—No, sino porque me estás hablando.
JunMyeon palideció, pero el alfa no lo notó debido a la máscara. Era cierto, se había vuelto un cotorro de un momento a otro, solo porque su terquedad sobre el tema de los alfas salió a flote.
—Oh, por favor no, no te calles otra vez. Estaba interesante la charla.
—M-Me tengo q-que ir.
—¿A dónde? Estás con descanso médico, ¿no es así?
—Eh... S-Sí, pero...
—Quédate otro rato, entonces. —JunMyeon iba a protestar, pero YiXing se adelantó—. Al menos como gratitud por usar mis piernas como colchoneta.
—Dios... En serio, cuánto lo siento, yo... —El alfa levantó su mano en una señal para que se detuviera.
—Te disculpas demasiado —afirmó antes de tomar su mano buena y sentarlo debajo del árbol con la espalda bien pegada al tronco—. Disfruta de la llegada del nuevo día. Ningún amanecer es igual al otro, ya te darás cuenta.
YiXing miró hacia el frente, justo hacia donde el sol comenzaba a mostrar sus primeros rayos de luz. Nunca había presenciado un amanecer así de cerca y mucho menos en compañía de otra persona.
JunMyeon miró de reojo a su acompañante y contempló su sereno rostro mientras el sol terminaba de ponerse en lo alto del cielo.
Sí que había sido un amanecer diferente... Y muy hermoso.
🐰
Los días en El Hexágono pasaron lento. JunMyeon aún no podía volver a la cocina, pero su herida estaba cicatrizando bastante bien y rápido. En su lugar, había estado pasando más tiempo con el alfa extranjero que parecía igual de solitario que él, aunque algunas veces un par de chicos irrumpían en su mesa a la hora de almorzar. JunMyeon no los conocía, solo los había visto de lejos, pero parecían ser personas agradables, porque de lo contrario, YiXing ya los hubiera botado de su mesa.
—¡Hey, conejo! ¿Me acompañas a almorzar?
Era la primera vez que YiXing le pedía comer con él, a pesar del tiempo que llevaban interactuando. JunMyeon no estaba muy seguro de si sería una buena idea aceptar la propuesta, pero el alfa ni siquiera esperó por una respuesta, solo lo tomó de la mano —como ya se le había hecho costumbre— y lo llevó hasta el comedor.
—Siéntate aquí —le indicó después de jalar la silla para acomodarla detrás suyo—. ¿Quieres que te pida algo?
—No... Estoy bien así —respondió con timidez.
—No te vas a sentar ahí para verme comer. No es correcto.
—Pues... ¿Tus amigos no vendrán hoy?
—Están de permiso, así que descuida, solo somos tú y yo. ¿Qué te gustaría pedir?
—Creo que... —pensó un poco en sus opciones y finalmente decidió por algo que no lo hiciera ver como un marrano—. Una ensalada está bien.
YiXing enarcó una ceja.
—¿No comes carne?
—Sí lo hago.
—Entonces te traeré una hamburguesa.
—No, pero-
Fue inútil seguir discutiendo porque YiXing ya se había marchado, dejándolo con las palabras en la boca. Era un alfa muy terco, pero se sentía bien a su lado. Podría decirse que JunMyeon ahora confiaba en él y hasta se emocionaba cuando lo veía o tocaba su mano.
No comprendía todas las emociones nuevas por las que estaba pasando, pero se sentía bien. Se sentía correcto.
—¿Y tú de qué zoológico te escapaste?
Un par de chicos altos se acercaron hasta su sitio y lo rodearon.
—¿Y esa máscara qué? ¿Eres un conejo? Pero si más pareces un cerdo.
Se echaron a reír junto con otros tantos que escucharon el comentario burlesco. JunMyeon comenzó a temblar en su asiento cuando uno de ellos comenzó a oler algo en el ambiente.
—No me digas que eres omega —dijo uno de ellos—. ¿Pero qué les pasa a los omegas hoy en día? Están viniendo defectuosos.
—A ver tu cara, ¿también tienes granos y por eso te la cubres?
—¡Por favor, no!
JunMyeon intentó no perder su máscara, pero no pudo hacer nada en contra de fuerza del otro chico, quien de lejos se notaba que era un alfa. Pronto su rostro se vio expuesto ante todos. El comedor entero quedó en un completo silencio después de oír el grito del omega y de ver su rostro.
Incluso los dos idiotas que lo estaban molestando quedaron perplejos al verlo.
El omega, al verse descubierto, se echó a correr despavorido fuera del comedor. El llanto era incontrolable y los temblores en su cuerpo no se detenían por más que corría con todas sus fuerzas, solo empeoraban.
Había sido un error ir ahí, se había equivocado al pensar en que podía encajar entre los demás solo porque alguien había sido demasiado amable como para no apartarlo de su lado. No merecía tener la amistad de YiXing, no podía arrastrarlo hacia su mundo.
Mientras pensaba en esto, JunMyeon había llegado al árbol de siempre, y escaló y escaló hacia la rama más alta de este. A veces, se dejaba llevar tanto por sus pensamientos, que no medía el riesgo de sus acciones.
—¡Oye! ¿Qué estás haciendo ahí? ¿Eres un conejo o un mono?
La voz de YiXing lo hizo regresar a la realidad. Fue ahí cuando se dio cuenta de lo alto que había escalado y ahora no tenía idea de cómo bajar. Todo empeoró cuando la rama empezó a crujir detrás de él.
—Ay, no...
Y en cuanto menos se lo esperó, otra vez estaba cayendo debido a la débil rama a la que había subido. Esta vez sí que no la contaría, por lo que cerró los ojos para esperar el impacto...
...el cual nunca llegó.
JunMyeon abrió los ojos lentamente solo para volverse a encontrar con el rostro del alfa más apuesto que había visto en su vida, y quien lo sostenía entre sus brazos como si fuese una princesa.
—Todo lo que sube, tiene que bajar. Es la ley de la gravedad —afirmó el alfa.
El omega lo miró con los ojos cristalizados. Amaba tanto estar así de cerca a YiXing, pero se lamentaba ser la persona menos indicada para él.
—¿Por qué no te alejas de mí como todos los demás? —preguntó entre sollozos—. ¿Por qué no te burlas de mi apariencia? ¿Por qué no preguntas por mi máscara de conejo? ¿Por qué no insistes en saber mi nombre?
YiXing apretó sus labios en un fina línea. Los pies de JunMyeon tocaron el suelo con la ayuda del alfa, quien fue muy delicado para ayudarlo a pararse.
—Eres una persona al igual que todos los que estamos aquí, mereces ser tratado de la misma forma.
—Pero soy horrible.
—¿Horrible? —resopló—. Horribles son esos dos idiotas que tengo como compañeros de cuarto y que te dijeron todas esas tonterías. —JunMyeon agachó la cabeza—. No te das cuenta de las cosas, ¡no te das cuenta de nada! ¿Has visto tu rostro alguna vez? Es el más hermoso que he conocido en toda mi vida y aun así te estás llamando horrible. ¿Necesitas lentes acaso?
—No, yo...
—No necesitas perder peso si no quieres, y si lo haces que sea por ti, no por agradarle al resto. Tampoco tienes que apartarte de los demás por sentirte menos que ellos; no eres menos que nadie. Y tampoco pienses en desaparecer porque te sientas innecesario, ¡no lo eres! Yo te necesito.
JunMyeon alzó la mirada hacia el alfa en cuanto oyó eso último.
—¿Cómo...?
—Te necesito aquí conmigo. Yo quiero... Digo, yo... ¡Mierda! —maldijo en voz alta—. Mira, no soy bueno para estas cosas, de hecho, no me gustan, pero lo cierto es que tú sí. Me gustas, me siento bien contigo, me haces... Feliz.
—Esto es... ¿Una confesión?
—¿Creo que sí?
El rostro regordete del omega se ruborizó y los dedos de sus manos jugaron entre sí por los nervios. YiXing era sincero, no comprendía cómo es que estaba tan seguro de esto, pero simplemente lo hacía.
—Solo, por favor, no desaparezcas —insistió el alfa.
El omega sonrió con timidez y asintió un par de veces.
—Lo siento por haber huido así de la cafetería. Por cierto, me llamo Kim JunMyeon —dijo estirando su brazo para presentarse.
El alfa sonrió ampliamente al escuchar por primera vez el nombre del omega más tierno que había conocido.
—Y yo Zhang YiXing —respondió al saludo—. No soy de por aquí, así que espero que mi acento no sea un problema.
—En realidad... Es lindo.
🐰
Unos cuantos meses después, JunMyeon era una persona nueva, bueno, no por completo, ya que aún seguía siendo rellenito y algo torpe en sus acciones; pero definitivamente algo había cambiado en él y se notaba. Para empezar, la máscara de conejo se fue, ¡no más cubrir su rostro! Ahora miraba hacia el frente con seguridad y orgullo, pues alguien le hacía recordar, todos los días, lo hermosa que era su piel y lo brillante que se veía su cara cuando sonreía.
Otra cosa que se había ido era su mutismo selectivo. Aunque no se rodeaba de muchas personas, podía responder con palabras claras cuando le preguntaban algo o tan solo devolver el saludo.
Los amigos de YiXing siempre eran muy amables con él, pero no pasaban mucho tiempo a su lado, por lo que aún no se aprendía bien sus nombres. ¿Acaso eran YuIn y HwangSoo?
Sí... Recordar nombres no se le daba muy bien.
—Hey, conejo, ¿estás listo para la ceremonia de recibimiento?
JunMyeon salió de su cuarto bien cambiado y arreglado para el evento.
—Uhm... No sé si el cocinero debería ir a recibir a las eminencias que regresan del espacio.
—No vas a ir como el cocinero —le reprendió—, estás yendo como la pareja de un teniente.
El omega rodó los ojos.
—Sí que te gusta hacer sonar tu título.
—Y solo espérate a cuando sea alférez—JunMyeon meneó la cabeza divertido, mientras que YiXing le daba el brazo para que lo tomara—. ¿Nos vamos?
—Claro que sí, mi teniente. Ah, espera, ¡mi abrigo!
JunMyeon fue corriendo a por la prenda que había olvidado en el perchero, y regresó de la misma manera, por lo que, en un descuido, trastabilló y estuvo a unos centímetros de estamparse contra el suelo, pero su compañero fue más rápido y una vez más fue salvado por este.
—La gravedad te sigue trayendo hacia mí, conejito.
El omega aprovechó la posición ridículamente romántica que se había formado en umbral de la puerta, para robarle un beso a su alfa. Y al separarse, lo contempló por unos cuantos segundos para luego decir:
—Eso es porque tú eres mi gravedad.
FIN
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¡Muchas gracias por leer! 🙆🏻♀️
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