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La reina del baile

¿Conoces a Marcia Aguirre? Si no lo haces, deberías, es la chica más popular del colegio y es mi mejor amiga. Es una chica llena de energía, es hermosa, bastante creativa y tiene una sonrisa encantadora.

Tal vez pensarán que la estoy idolatrándolo, no lo puedo negar porque no solo es mi mejor amiga, sino que estoy enamorado de ella desde hace varios años y, lo más triste de todo, es que no le he confesado lo que siento. Mi subconsciente cree que debería hacerlo, pero no tengo las agallas para darle frente; ella es la chica más popular y, yo... yo formo parte del club de ciencias.

Sí, desgraciadamente en este colegio hay «estándares» y varios, entre ellos: los populares, los del club de ciencias, los del club de artes, las del club de debate y los que prefieren pasar desapercibidos mientras dure el año escolar.

Y, como no puede faltar, cada año se celebra el baile del fin de curso donde ella es coronada como la reina del baile y ese estúpido de Robin Montes, siempre, termina siendo el rey. Yo debería estar en su lugar, pero para llegar a la coronación debes darte a conocer porque los ganadores se eligen por votación; por una parte, es un montón de cosas para simplemente tener una corona y una foto conmemorativa; por otro lado, poder tener ese reconocimiento y ser la estrella del colegio por una sola noche... ¡uf!

La corona no me atrae, la popularidad tampoco, es solo... poder por una noche estar en ese lugar donde todo mundo te vitorea, te aplaude y grita tu nombre; es una idea muy cool, pero pensar en todo el trasfondo que tiene hace que me arrepienta sobre la idea de ser el rey del baile. Además, tenemos un montón de fotos juntos, claro que ninguna ha sido con ambos coronados, pero me conformo con la idea de que, a pesar de los años, Marcia ha estado ahí como una amiga incondicional.

Lo triste de todo ello es que nuestra amistad está oculta ante los ojos del colegio, al final de cada clase y en la hora del recreo, cada uno toma un rumbo distinto: ella va con sus amigos y yo con mis camaradas. Ella debe mantener un estatus, pero es una idea tonta, ¿no? Tener que vivir de las apariencias y mantener ese lazo oculto ante los demás es una idea muy triste, pero he sobrevivido a lo largo de los años con esa amistad «secreta».

Y los deseos de ser el rey del baile se hicieron realidad, más o menos, un par de bravucones pusieron mi nombre en la caja de candidatos. Era una gran oportunidad para estar al lado de Marcia como los reyes del baile, pero tener que convencer a un montón de chicos que voten por ti, es como los políticos que proponen un montón de cosas para que después los ciudadanos lo elijan, se sentía como una idea casi similar.

Dudaba que alguien votara por mí y era lo menos que esperaba, después de todo se trataba de una broma; de mal gusto o no, eso era lo de menos. Sí, era una gran oportunidad, pero yo no quería ser popular, o quería serlo por una sola noche, y, ¿si después todo el mundo se burlaba de mí?

Esa idea me abrumaba demasiado y fue una semana demasiado tormentosa. La idea de que alguien votara por mí no dejaba de rondar mis pensamientos y, en medio de los pasillos, un par de alumnos me señalaban y, aunque no soltaban una carcajada, cuchicheaban y sonreían en sus adentros. Era un dolor de cabeza.

Finalmente, el gran día había llegado, Marcia lucía preciosa, con un vestido rosa que la hacia ver como un hada y su cabello corto le favorecía bastante.

Todas las chicas tomaban el día de baile de curso como algo importante y no importaba a qué grupo perteneciera, debía verse como una princesa; mientras que los chicos, lo tomaban un poco más relajado el tema, incluso, había algunos que se iban vestidos muy divertidos y eso hacía que los ojos se centraran en esos chicos que se pasaban por graciosos; los chicos populares lo tomaban tan en serio como las chicas y solo lo hacían para temer la aprobación de los demás y llegar al tan preciado título de rey del baile.

La noche pasó tan normal como cualquier otra del año: todos bailaban, reían y se hacían bromas unos a otros. Nada del otro mundo. Hasta que se anunciaron a los ganadores y, como no podía ser de otra forma: Marcia y Robin fueron los reyes del baile.

El profesor que cubría el evento pasó al micrófono para los discursos de agradecimientos. Robin por su parte no habló, solamente se limitó a sonreír, guiñar un ojo y exhibir sus brazos. Tonto presumido. Tanto chicos como chicas gritaron enloquecidos, incluso un par de chicos lo imitaron.

Marcia por su parte tomó el micrófono y habló:

—Gracias a todos los que votaron, aunque deberían postular otras chicas, hay chicas muy guapas y grandiosas, deberían darles la oportunidad de estar paradas aquí. —Hizo una pausa y luego se centró en mí, quien me estaba escudando en un par de chicos—, si pudiera elegir con quien estar a mi lado elegiría a Dani, mi mejor amigo, alguien que con su inteligencia y personalidad podría gobernar el mundo, de hecho, yo voté por él, aunque lo hayan agregado como una broma, porque lo conozco muy bien y odiaría estar aquí parado.

Luego las luces se centraron en mí, pues alrededor mío comenzaban a hacer espacio. ¡Qué momento más bochornoso!

«Ahí está la popularidad que querías» me dijo una vocecilla interna y quería que la tierra me tragara.

—Estoy cansada de ocultarlo, amistades como la nuestra deberían verse en los pasillos, más allá de esos tontos grupos que hemos creado, eso es todo lo que diré.

Temí que se quitara la corona, sin embargo, no era una idea tan viable porque ella amaba ser reina del baile cada año.

Cuando terminó de hablar un silencio que se podía cortar con un cuchillo se hizo presente. El profesor tomó el micrófono y pidió que sonara la música. El baile entre la reina y el rey fue una idea que perduró por años, pero al final decidieron suprimir esa tradición.

Cuando la música terminó, Marcia se acercó directamente hacia mí, se quitó su corona y me la puso sobre la cabeza.

—Consérvala —me dijo con una sonrisa.

—Es una corona para chicas —le refuté y ella simplemente alzó los hombros—. Tienes un corazón de oro.

—Si alguien te llega a molestar, dímelo y les daré un par de golpes.

Sonreí ante su afirmación y luego ella se limitó a bailar alrededor mío, los ojos de todo el colegio estaban sobre nosotros; después de reparar en ello y al ver que a Marcia poco le importaba, decidí bailar con ella y aprovechar el momento.

Cuánto la amaba.

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