"Somos expertos en causar daño."
Soundtrack ~ Too good at goodbyes ~ Sam Smith
"Yo era tu cielo... y cuando te fuiste lo único que supe hacer fue llorar."
Capítulo 71: "Somos expertos en causar daño."
Cuando era pequeño mis padres solían castigarme por hacer una trastada, a veces se trataba de no poder salir a la calle, quedar con los amigos o no poder tocar la consola durante una semana. Recuerdo que me ponía echo una fiera al creer que ellos no tenían razón, me encerraba en mi habitación y no salía hasta que el hambre me hacía levantarme a buscar suministros para permanecer más tiempo en mi dormitorio.
Por las malas tenía que aprender a comportarme como un hombre, como el adulto con valores que me inculcaron desde que era demasiado pequeño pero con el uso de razón suficiente para entender lo que me enseñaban. Descubrí que todos los castigos, todos los sermones y cada pequeño golpe que me daban para ser educado sirvió para algo, sirvió para mucho más que ser la persona que soy ahora.
Pero nada, absolutamente nada, se compara a lo que James ha hecho con Dylan y con Nora, y, sobretodo, con la madre de Nora. Mis padres nunca me han alzado la mano ni me han golpeado hasta caer inconsciente en el suelo o con una madre medio muerta con la cara más pálida que la Edward Cullen.
Me paseo de un lugar a otro, sé que debería estar junto a Nora, a su lado, en lugar de ponerla más nerviosa y deseo por todos los medios posible que Skylar venga y tome cartas en el asunto porque no creo poder seguir de este modo. El miedo me carcome y acaba con cada mínima célula que proporcionaron en mi cuerpo.
Cuelgo de nuevo la llamada a Elizabeth, el enfado también es una de las tantas emociones que se disparan desde el lugar más profundo de mi corazón. Son tantos sucesos los que me invaden que no sé cómo gestionarlos para que, tanto Nora como cada persona que confía en mí, se quede satisfecha con lo que me desvivo por lograr.
Me acuclillo ante Nora para obtener una visión de ella, mis manos sudan tanto o más que el resto de mis extremidades, parezco una fuente que no para de expulsar líquidos, ahora, desagradables. Reconozco la sensación de esperar para poder saber noticias de tu familia, llevamos más de tres horas esperando para poder descubrir el estado en el que se encuentra la madre de Nora y, también, de Dylan.
— Tienes que tomar algo, hermosa — hablo, puedo adivinar que ella no habrá comido ni un bocado desde que vino del colegio. No creo que esta masacre haya durado solo los momentos en los que Nora me llamó, todo esto ha venido de algo más profundo que duró más tiempo, algo que logró enfadar tanto a James como para hacer esto —. Te avisaré si nos dicen algo — aseguro.
— No me voy a ir, Thiago — asevera, trago fuerte ante la fortaleza de su tono. Forma puños en sus manos que observo cuando agacho la mirada, no soy lo bastante fuerte como para contemplar la manera en la que sus esperanzas, sus alegrías, se esfuman como cuando dejas un globo volar a su propio criterio —. Mi hermano y mi madre están ahí dentro y necesito verles — la voz le tiembla.
Acerco su cabeza a la mía dejando que descanse en mi hombro, en el hueco de mi cuello. Sus sacudidas siguen quebrando mi corazón, ya de por sí roto. No hay dolor más fuerte que la agonía del suspense, más aún cuando es una persona a la que amas y de la que no sabes nada por más que lo desees.
— Familiares de Diana, James y Dylan Thompson — pregunta una voz, nuestras reacciones son instantáneas al levantarnos como dos balas dirigiéndose a su víctima. En menos de lo que cualquiera pensaría una doctora se alza frente a nuestros ojos y nos observa con visible compasión que me hace pensar en lo peor.
Se me corta la respiración con miles de teorías por lo que ella se comporte de ese modo, sostengo la mano de Nora con tanta fuerza que me arrepiento al ver por el rabillo de mi ojo una mueca en su boca. Sus ojos enrojecido me hacen imaginar los míos pero lo dejo pasar cuando la doctora de cabellos morenos y piel aceitunada suelta un largo suspiro que me pone los pelos como escarpias.
— Yo... — vacila, aplano mis labios intentando no apresurarla para hablar pero no puedo evitarlo cuando el corazón de mi amigo se debate entre la vida y la muerte —. Dylan Thompson está estable dentro de su estado de gravedad —habla.
Siento estar volando cuando las palabras salen de su boca, mi presión sobre la mano de Nora se detienen y mi desesperación por las respuestas es aún peor pero no paso de largo la mirada entristecida de la doctora que está frente a nuestros ojos. Mi vista sigue clavada en su forma de aguantar unos papeles en sus manos, contra su pecho, como si intentara refugiarse entre tal fajo de hojas.
— Deberá recuperarse y seguir las indicaciones que le vayamos dando, no tardará más que unas semanas en observación — asegura, lloraría de la emoción de no saber que hay algo más que se esconde tras esa buena noticia, parece que quisiera contrastar una mala noticia con una buena que nos haga menos daño —. James Thompson está también herido pero...
— No quiero saber cómo se encuentra ese hombre — ordeno con voz gélida, sus ojos me contemplan con sorpresa pero, aún así, traga duro y dirige su atención más abajo. Su mirada se torna cristalina cuando divisa a Nora de mi mano, ata cabos como lo haría cualquier persona y, el nudo en mi garganta, se hace tan insistente tratando de buscar atención, que deseo arrancarlo de mi cuerpo.
— No es fácil para mí decir esto — vuelve a conversar de nuevo moviendo su vista hacia mí, la manera en la que me mira crea un revoltijo en mi cuerpo, creo que me desmayaré en cualquier momento. Aguanta la respiración unos segundos, hago lo mismo cerrando mis ojos para recibir una noticia que nos impactará porque no significa nada bueno que una persona en este tipo de oficio se comporte tan abatido —. Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para salvar a Diana Thompson — confiesa, la bomba llega hasta mí con sus hondas destrozándome —. Lo sentimos mucho, ella... —titubea, se nota que no está acostumbrada a dar estos avisos — Ella no ha conseguido superarlo.
Y tal como la calma se había instalando, se marcha. Deja a su paso una enorme destrucción que conlleva dolor y sufrimiento. La doctora vuelve a disculparse, Nora ahoga un gemido que provoca mi atención sobre ella. Me arrodillo abrazándola con fuerza, lloro descargando mi frustración por no haber llegado antes, por no haber estado lo suficiente alerta para saber lo que se me venía encima.
— Podrán ver a Dylan Thompson cuando le llevemos a planta. Les avisaremos — escucho su voz amortiguada por los llantos. Decide dejarnos solos, Nora se agarra a mí con una fuerza sobrenatural que le permito destacar. Las lágrimas caen por nuestras mejillas rojizas y nuestros ojos inyectados en sangre, manchan nuestra ropa sin tener remordimientos por aliviar nuestra tortura. Solo la alargan de tal forma que se te hace cuesta arriba volver a retomar tu vida cotidiana.
De alguna forma, nuestros pies nos guían hasta los incómodos asientos del hospital. Permito que Nora se apoye en mi pecho y llore, al igual que yo no disimulo las lágrimas que caen por mis ojos. Son tantas emociones las que me invaden que, por más que lo intente, no puedo controlar.
La ira de querer dejar que la vida salga fuera del cuerpo de James Thompson, deseo ver como sus ojos alejan ese brillo en la mirada que solo una persona viva posee. La congoja de saber que Dylan se encuentra grave, con claros síntomas de poder haber acabado peor que nunca y que, aún así, por más orgulloso que me pueda sentir, ha superado. Y el enorme desconsuelo, inimaginable de averiguar que, la madre de uno de mis mejores amigos, se encuentra muerta.
No la terminé de conocer, ella no me permitía quedarme en casa cada vez que James estaba cerca y yo lo comprendía. Ella nunca quiso que yo pudiera llegar a sufrir lo mismo por lo que ellos estaban siendo torturados y eso solo me hace ver la maravillosa mujer que es, que se encargo de convertirse en un ejemplo para sus hijos.
Su bondad al ayudar a Elizabeth cuando lo necesitaba a pesar de saber que podía ir mal gracias a eso. Dio su vida, literalmente, para poder salvar la de sus hijos, para que tuvieran una razón por la que seguir adelante. Defendió a su familia a pesar de estar a un paso de mirar a la muerte a los ojos y estaré profundamente agradecido con ella por tal acto de amor. Nunca saldaré la deuda hacia esa mujer tan fuerte y valiente.
No entiendo la manera en la que, tras pasar unos largos minutos de intenso sufrimiento, Nora se queda dormida sobre mi pecho. La congoja sigue presente y no evita que hipidos pausado me recuerden la situación en la que nos encontramos, como si fuera capaz de olvidarme del lugar en el que estoy sentado.
Una enfermera que pasa por el pasillo se apiada de nosotros, camina hasta los asientos con una par de mantas y un pequeño cojín. Agradezco su bondad dejando que Nora, aunque pueda estar incómoda, se tumbe en las sillas del hospital. Dejo el cojín debajo de su cabeza y extiendo la fina manta sobre su cuerpo. Rezo porque ese moratón en su ojo no se torne más negro pero, sé reconocer, cuando mis plegarias no van a ser concedidas.
Saco mi número de teléfono, necesito llamar a Elizabeth, ansío tener sus dedos hundiéndose en las hebras de mi cabello. Quiero esconder mi cara en su cuello, aspirar su dulce aroma y escuchar como sus palabras se filtran en mis oídos relajando mis agarrotados músculos. Es mi ancla, esa vuelta a la realidad que necesito.
El móvil comunica, los pitidos me ponen cada vez más nervioso y no dejo de temblar. De miedo pero, sobretodo, la impotencia, quiero llorar hasta que se cree un mar bajo mis pies con el que pueda volver a respirar. Pero, de nuevo, el mundo quiere ponerme boca abajo y probar mi supervivencia.
— Liz no puede contestar ahora, mi querido Thiago — habla ese grano en el culo. Mis manos se convierten en puños al escuchar su voz, mis pensamientos se dispersan en diferentes compartimentos y, ahora, el único que se encuentra abierto es el de la ira por saber que ella está con él. Que nuestra cena ha sido suspendida porque Elizabeth estaba con él.
Voy a soltarle cincuenta mil palabras con las que me quedaré tranquilo, la calma no ha hecho efecto en mi organismo cuando la furia es lo que predomina en mí. Cierro mis ojos con fuerza, muerdo el interior de mi boca tanto que el sabor metálico lo invade y me provoca arcadas. Nada de eso logra que mis ganas de golpear algo se disipen pues, el sonido de unas motos invade la línea y yo ato cabos tan rápido que ni me lo creo.
— Dime que no estáis donde creo que os encontráis, Bradley — susurro, mi voz es lo bastante baja como para que se pueda apreciar la frialdad con la que suelto las palabras. Puedo imaginar como Bradley deja su sonrisa socarrona de lado y toma en serio la situación porque, en cuanto escucho una tos de su parte, sé que me ha dado la razón.
— Thiago tienes que escuchar a Liz — se intenta retractar. Su tono transmite desesperación pero, mientras aprieto tanto el móvil que creo que se romperá y mi rabia no me deja pensar con claridad, todo cobra sentido —. Ella podrá...
— ¿Estáis en las carreras? — Grito, no me importa la cantidad de mirada que me dedican ni las personas que salen de sus respectivas habitaciones para ser lo chismosos que siempre han tratado ser. Mis ojos se clavan en Nora sin tener nada más que pueda no hacerme perder el juicio ahora pero, por más que sé que ella se está despertando, no me dejo vencer —. ¡Respóndeme! — Reclamo, mi voz se desgarra llamando la atención de las personas a mi alrededor quienes pegan un brinco al escucharme.
— Sí, pero...
No hay ningún pero, tiro el móvil al suelo dejando que estalle en mil pedazos igual que lo hace mi cordura. Suelto un grito de frustración viendo como las enfermeras se acercan a mí intentando calmarme, la mejor manera de hacerlo no es amenazándome pero me obligo a dejar que mi furia no afecte a nadie más.
La traición se extiende a través de mí, desde las uñas de los pies hasta la terminación de mi cabello el cual ahora está más desordenado que nunca por la cantidad de veces que he pasado mi mano por ahí. Y, lo hago de nuevo, porque no hay sentimientos más fuertes y negativos que los de ahora, cuando descubro que la persona en la que confiaba ciegamente está volviendo a una de los lugares a los que prometió no volver nunca.
Ahora puedo saber lo que sintió Dylan y la razón por la que tanto le costaba volver a creer en mi hermana pequeña. ¿Cómo ser capaz de ver a alguien a la cara y recordar todas las mentiras con las que has sobrellevado tu relación? Me siento de un buen golpe en mi silla, no digo nada cuando Nora se incorpora en la suya y se apoya de nuevo sobre mí como si quisiera desplazar mis pensamientos a ella.
Pero no puedo, porque Elizabeth es la chica en la que más confiaba, a la que contaba mis preocupaciones, mis miedos, mis planes y mis alegría y duele. Duele como el infierno descubrir por ti mismo y con la afirmación de terceras personas que todo lo que ha pasado entre nosotros ha sido a base de una mentira que, perfectamente, podría haber acabado con su vida.
Pensaba que, después de esto, el sufrimiento quedaría en un tercer plano porque creo que nos hemos torturado bastante. Con todo lo que ha pasado, con todo lo que está sucediendo ahora, no creía que se sumara algo más a la difícil ecuación. Pero, está claro, que la única forma de ser feliz es dejando de ser vulnerable hacia los demás.
No importa cuanto trates por ayudar a una persona porque los humanos somos unos expertos en causar daño, en lastimar tanto a un individuo como para quitarle las ganas de vivir, las esperanzas de amar o las posibilidades de poder encontrar la felicidad. Estamos destinados a ser viles e infelices sujetos que nunca aspirarán a algo importante en su futuro.
La vida es una mierda, y todos nos sumamos a ese horripilante sentimiento cuando llegamos a cierto punto en el que, el dolor, sobrepasa tus oportunidades de vivir una preciosa e inimaginable vida.
(***)
Maratón 1/7
Estoy muy cansada >_<. Además de que acabo de coger un resfriado y estoy que me muero.
Me voy a la cama, dulces sueños...
¡Pregunta Random!: (No se me olvida ;) ) ¿Cuáles son vuestros planes de futuro?
Hacer una carrera, formar una familia...
XOXO
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