"Que el momento de la verdad empiece."
Soundtrack ~ Jar Of Hearts ~ Christina Perri
"El amor no cura con los ojos, sino con el alma."
Capítulo 22: "Que el momento de la verdad empiece."
Es huérfana.
No tiene padres. La razón es lo único que no sé.
Todavía estoy procesando esas palabras que soltó Amanda cuando fui a aquel lugar. Ahora entendía muchas cosas, su forma de ser, la manera en la que Peter se marchó tan decepcionado de la sala, la expresión que se formaban en los rostros de las dos adultas que fui a visitar y la razón por la que había tantas luces encendidas en esa casa.
Mi cabeza sigue asimilándolo. Es por eso que Liz se muestra tan fría con las personas a su alrededor. Toda su vida ha vivido sin cariño, o con uno reducido, pues nadie se ha atrevido a depositar mucha confianza en ella.
Y no solo confianza. Nadie se ha preocupado en si ella realmente necesitaba alguien con quien contar. Si alguna vez ha tenido algún problema o ansiaba un hombro en el que llorar. No ha poseído nada de eso. Ni un solo beso de buenas noches de sus padres, ni una felicitación por haber sacado buena nota en los exámenes del instituto. Ni siquiera un "te amo" de tus padres cuando estás con ellos acurrucados en el sofá viendo una película o disfrutando de un momento en familia.
Justo en este momento es cuando agradezco a Bradley que esté a su lado. Al parecer siempre lo ha estado y solo por eso voy a intentar que no me caiga tan mal. Sigo pensando que es un grano en el trasero pero ahora le tengo un poco más de respeto. Lo mismo pienso de Amanda y de Natalie, la chica tan joven cuyo nombre ya sé. Son una de las personas que han estado al lado de Liz cuando lo necesitaba y les agradezco por ello.
Lo que sigo sin conectar son las carreras ilegales. Puede que solo le guste meterse en problemas o que sea su forma de ser pero sé que hay algo más tras esos clandestinos juegos. Alguna cosa por la que ella está arriesgando su vida la mayoría de las noches.
— ¡Thiago mueve tu jodido trasero!
Sacudo mi cabeza saliendo de los pensamientos en mi cabeza. Observo a Dylan que me observa con el ceño fruncido mientras se mueve de nuevo a su posición. Me giro al igual que él y vuelvo a mi lugar.
A mi lado, Logan me dedica una mala mirada por detrás de su casco.
— ¿Qué cojones te pasa? — cuestiona con voz molesta. — Quedan menos de cinco minutos y estás en la luna.
— Lo siento. — espeto con algo de enfado.
No debería desconcentrarme tanto en estos partidos. La prioridad para jugar en estos juegos es no tener distracciones. El más mínimo pensamiento que tengas puede ser un golpe para tu cuerpo. No miento en lo más mínimo cuando digo que te puedes romper el cuerpo en mil pedazos.
Retiro de mi cabeza y analizo las posibilidades de ganar en nuestro equipo. Nos llevamos tres puntos con el otro grupo y necesitamos hacer una jugada rápida en la que podamos realizar un touchdown. Es la única jugada que podemos hacer para que en menos de tres minutos consigamos ganar.
Me coloco concentrándome de pleno en el juego. Sin pensar en la peliazul, ni en sus padres, ni en el orfanato, ni en Peter, ni en todos los niños huérfanos que tiene que haber en ese lugar.
Mierda.
Retiro de nuevo los pensamientos justo cuando el balón lo recibe Dylan. Se abre paso a través de la gente. Observa a sus costados mientras me coloco a su lado. Sus ojos reparan en mí, muevo mi cabeza en su dirección y se asegura de que no tengo mucha gente a mi alrededor. Asiente hacia mí y me lanza el balón al momento en el que un cuerpo pesado se lanza encima de él seguido de tres más.
Formo una mueca y empiezo mi carrera. No siento las piernas en este momento. El aire ataca mi rostro al igual que lo harían los jugadores más pesados del equipo. Controlo mi respiración escuchando el vitoreo de las personas que están en las gradas.
Diviso la zona de anotación a pocos metros de donde estoy. Un jugador atacante intenta tirarse a mí con una fuerza incontrolable. Esquivo aquel chico recibiendo un gruñido de su parte mientras que otras personas más me siguen de nuevo.
Estoy a menos de un metro cuando los jugadores del equipo atacante dejan de intentar alcanzarme. Caigo con tranquilidad en la zona de anotación escuchando todos los gritos de euforia y enfado. Observo a mis compañeros de equipo llegar hasta mí.
Dylan es el primero en premiarme. Sin embargo, le entrega el balón a Logan. Todos volvemos a estar atentos ante cualquier cambio. Dylan nos grita unas cuantas cosas antes de que Logan se coloque en la segunda yarda para que pueda lanzar el balón.
Aquella barras de metal colocadas en forma de U nos hacen ver el cielo. Tenemos que ganar estos partidos y llegar a ser los mejores de nuestra liga. De ello dependen parte de nuestras carreras universitarias y nuestro acceso a estas.
Todos dejamos unos cuantos metros de distancia entre Logan y nosotros. El arbitro le da el pase para que pueda lanzar el balón. Él mueve su cabeza de un lado a otro poniéndole dramatismo al momento.
Ruedo los ojos con diversión al sentir como le gusta escuchar el vitoreo de la gente animándole. Observa el balón con determinación y luego el lugar donde tiene que anotar. Un suspiro escapa de sus labios.
Corre hacia el balón. Su pierna lo golpea con fuerza, la distancia a la que llega es increíble. Más aún cuando el balón cruza esas dos barras de metal. Un grito de alegría sale de nuestros labios cuando escuchamos el pitido del árbitro dando por finalizado el partido.
Todos nos envolvemos en un abrazo mientras gritamos. Oímos los gritos y aullidos de todas las personas en el estadio. Algunos homenajean nuestra victoria, otros empiezan a odiar a su equipo en estos momento.
— ¿Qué te está pasando, Thiago? — pregunta Dylan acercándose a mí.
Estrecho las manos de los jugadores del equipo contrario. Niego con mi cabeza observando las gradas esperando encontrar un rostro conocido. Ese par de mares que posee como ojos es lo que necesito ver en este instante.
— No pasa nada. — contesto dejando a un lado el tema.
— ¿Por qué tengo la sensación de que estás buscando a alguien? — interroga divertido.
Cuervo una sonrisa de medio lado. Su mirada conecta con la mía viendo como sus ojos están llenos de diversión.
— No sé de que estás hablando. — rehuyo.
Un destello azul. Mis ojos se dirigen a ese lugar donde un cuerpo de cabello largo baja los escalones de las gradas. Una sonrisa se forma en mi rostro al verla. Su expresión seria no se evapora de su rostro, algo que me permite poner una meta al día de hoy. O la noche.
— Ahora vuelvo. — aviso a Dylan brindándole una palmadas en el hombro.
— ¿No vas a entrar? — me observa con el ceño fruncido.
No soy tan asqueroso como para no ducharme después del partido. Sin embargo, quiero hablar con ella antes de que se vaya pues sé que, si no me acerco un mínimo segundo, ella se irá. Es como una regla. En cuanto termina el partido se larga, como un fantasma que viene y se va. Lo que más rabia me causa es que no sé cuando lo hace.
— ¡En dos minutos entro! — contesto alejándome.
Corro en su dirección. El abucheo no se hace de rogar. Todos celebran el partido como si lo hubieran jugado ellos. Como si el triunfo solo fuera a causa suya.
— ¿Dónde vas? — pregunto parándome a su lado.
Retiro mi casco de mi cabeza que, hasta este momento, nunca me había molestado tanto. Las rendijas del casco no me permiten ver su rostro y analizar cada expresión que forma en su cara. Eso es una cosa que no soporto que pase.
Su cuerpo se gira en mi dirección. Mechones de su cabello caen alrededor de su rostro como una cascada. Ese color que tan diferente es al resto, que la hace ver diferente.
— Tengo prisa. — responde.
Una pequeña sonrisa aparece en sus labios. Su cabeza girándose a un costado examinando cada detalle de mi rostro. Se encoge de hombros antes de darse la vuelta de nuevo.
— ¿Carreras? — adivino.
Su cabeza me observa por encima del hombro. Alza una ceja en mi dirección al escuchar el tono de mi voz. No me voy a arrepentir ni por un instante de la forma en la que lo he dicho.
No pretendo ser un controlador que dictamine cada una de sus acciones. Pero una cosa es que salga a una fiesta y otra muy diferente que arriesgue su vida en una carreras clandestinas de las cuales nunca sabes si vas a salir vivo de ahí.
Normalmente, el lugar de encuentro de esos lugares siempre cambia y es por eso que no puedo saber con precisión cuando lo celebran. A cada instante lo cambian para que la policía no pueda determinar el lugar con tanta facilidad.
Y, sinceramente, es algo que me toca las narices. No me permite saber donde está Liz en caso de que no pueda contactar con ella y, aun así, ella tampoco quiere decírmelo.
— ¿Algún problema? — espeta ella volviendo a dar su marcha.
— Voy contigo. — grito lo suficientemente alto para que se escuche.
Se para en seco al momento que digo esas palabras. Su cabeza se gira en mi dirección al igual que todo su cuerpo. En menos de diez segundos ya está enfrente de mí observándome con molestia.
— ¿Cuándo entenderás que no debes ir conmigo? — cuestiona medio enojada.
Tengo que bajar un poco mi cabeza para observarla. Su pequeño cuerpo me provoca dolores de cuello. Pero nada es mejor que ver lo intimidante que parece con esa confianza en su cuerpo. Toda ella grita peligro y nadie se lo niega.
— ¿Cuándo entenderás que haré lo que me plazca? — contraataco. Sus labios forman un fina línea. — Iré contigo.
Doy por finalizada la conversación y salgo de aquel lugar. Antes de que pueda dar un paso en dirección a los vestuarios una mano aprisiona mi muñeca.
— ¿Por qué no me haces caso de una vez? — escucho su voz aún sin girarme. — Ese lugar es peligroso. — avisa.
Sigo sintiendo el tacto de sus dedos en mi piel. Suaves y frías al contacto provocando millones de escalofríos en mi interior.
— ¿Entonces por qué estás tú ahí? — redoblo intentando sonsacarle más información.
— Mis razones son diferentes a las tuyas. — evade el tema.
Vuelvo a dar media vuelta hasta estar de nuevo con nuestras mirada chocando. Su manos se retira de mi muñeca. Coloco mis brazos en posición defensiva y levanto mi ceja.
— ¿Y cuáles son mis razones según tú? — pruebo.
Ni siquiera yo sé porque estoy asistiendo a esos lugares. Son peligrosos y me traerían muchos problemas en caso de que alguien nos pillara. Pero necesito saber que Liz va a estar bien y si para eso necesito ir a esos sitios lo haré. Simplemente porque una sensación de protección hacia ella se ha instalado en mi cuerpo.
Sus ojos me observan expectantes, esperando que siga hablando para que pueda salir de esa situación tan incómoda que está pasando. No pienso hacerlo pues hasta yo mismo quiero escuchar las palabras que salen de su boca.
Personas pasan por nuestros costados. Todos comentando el partido de hace unos minutos e, incluso algunos, se decantan por darme palmadas en el hombro y felicitarme. Personas de las cales solo un cuarto de ellas las conozco.
— Intentas protegerme de algo que no puedes evitar. — confiesa con mucho pesar.
No me muevo de mi lugar. Ni un solo músculo de mi cuerpo cambia. Solo la observo. Esos ojos color mar tan imponentes que solo ella posee. Esa posición tan atacante que forma su cuerpo. Ella es la completa definición de riesgo.
Sus palabras creen que van a causar algo en mi interior. Una burla, vergüenza o miedo. Pero, en verdad, nunca ha dicho una cosa tan cierta como esa.
— Tienes razón. — apunto.
No tengo razones por las que mentir. Es por eso que ver la sorpresa en el rostro de Liz me arranca una sonrisa divertida. Su expresión se concierte en una esperanzada mientras se acerca un paso más a mí. Como si quisiera ser una niña pequeña.
— ¿Entonces no irás? — intenta ella. Una sonrisa de triunfo formándose en su rostro.
— Ni muerto me pierdo eso. Iré contigo quieras o no. — la obligo.
Suelta un suspiro enfadado mientras sigue estando tan pegada a mí. Mi cabeza empieza a crear escenarios para llenar este momento. Mis labios pican de anticipación al sentir como su boca se mueve dejando escapar esa exhalación de aire.
Paso mi lengua por mis labios al sentir la sequedad repentina de éstos. Sus ojos se mueven hasta mi boca y vuelve a subir su mirada rápidamente. Como si la simple vista a mis labios le causara timidez.
— ¿Qué pasa si no te espero? — amenaza alzando una ceja.
Me acerco a ella dejando una distancia mínima entre nosotros. Observo como sus labios se entreabren, otro suspiro sale de sus labios. Subo mi vista hasta sus ojos de nuevo, su mirada conecta con la mía con intensidad.
Siento unas terribles ganas en mi interior aplastar esos labios contra los míos. Ella es como un bomba a punto de explotar. Sé que se ha guardado tantas cosas en su interior que algún día explotará y arrasará con todo lo que haya a su alrededor. Pero quiero estar para ella cuando eso pase, incluso si me hiere a mí deseo que sepa que voy a estar a su lado.
Ya no puedo cambiar mis sentimiento y tampoco quiero hacerlo. Lo que ahora más deseo es que lo que deseo sea correspondido. Un amor no correspondido no es agradable. Puede que yo no conserve todavía un sentimiento fuerte por ella pero no quier ser de los que se queda con las dudas.
Mis pensamientos están claros. Y,sí, quiero intentar algo con ella antes de que la desesperación me llene. No sé cuanto tiempo voy a aguantar con esto. Soy un terrible mentiroso y todos los saben. Incluso podría decir que Liz también lo reconoce.
— Ni se te ocurra hacerlo, Liz. Nuestra apuesta prende de un hilo. — ataco de nuevo.
Sus ojos se intercambian entre mi mirada y mis labios. Su lengua se abre paso a través de sus labios, intentando humedecerlos.
Me observa de nuevo analizando mis palabras. Se separa de mí sacudiendo la cabeza. Una brisa de aire frío se cala en mi cuerpo al no sentir el calor que desprende. No me mira cuando me contesta, sus pasos se mueven hasta el estacionamiento mientras su voz se hace presente entre el gentío.
— Diez minutos. — masculla.
Las personas engullen su cuerpo. El bullicio empieza a sonar más fuerte a medida que se va. La sonrisa de triunfo que forma mi cara antes de irme es incomparable a la de nadie.
Y, yo. Yo solo puedo pensar en la perfecta oportunidad que tengo para que mis deseos se cumplan. Esos deseos que he estado sintiendo en mi interior y que tan poco me ha costado admitir. Que el momento de la verdad empiece.
(***)
¡Hola a tod@s!
Espero que os esté gustando la historia.
#PiedeQueElLunesSubaOtro
#MomentoThiabeth
#¿QuéPensáisQuePasaráEnElPróximoCapítulo?
#RespondedYVotad
XOXO
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