Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

"¿Puedo entrar?"

Soundtrack ~ Stone cold ~ Demi Lovato

"Y fue entonces, cuando descubrí que no podía mirar a nadie de la misma manera en la que la miraba a ella."

Capítulo 79: "¿Puedo entrar?"

— ¿Qué demonios te ha pasado?

Suponía que esa pregunta iba a estar presente en cada momento que cruzara una puerta para ir a algún sitio. Ruedo los ojos ignorando el hecho de que mi hermana sostiene mi rostro en busca de más heridas en el cuello y en ambos lados de mi rostro. Retiro mi cara de su alcance antes de que llame a alguna enfermera para que me cure lo que tengo.

— No es nada — respondo.

La mano con la que tengo a Nora agarrada hace más presión, sonrío recordando que ella sabe lo que sucede conmigo. Logan se quedo impresionado cuando la pequeña comenzó a echarme la bronca por cómo me había comportado y, la verdad sea dicha, la mayor parte de su enojo estaba concentrado en Elizabeth, cosa que causaba una diversión inmensa en mi interior.

— ¿Cómo que no es nada? — Repite incrédula. Se cruza de brazos tratando de mostrar una postura intimidante ante mí que no tiene sentido cuando le saco una cabeza. Sonrío negando —. Estás sangrando, Thiago — recuerda.

Echo un vistazo con desesperación al chico que hay detrás de mi hermana, sonríe divertido dándome ánimos. Le dirijo una mirada envenenada al confirmar que no va a hacer nada para sacarme del apuro, Skylar me repetirá la misma pregunta hasta que mi cerebro me obligue a expulsar la respuesta para hacer que su boca se cierre.

— Me he peleado con Elizabeth — confieso, lo que no es del todo cierto pero se asemeja a la realidad. Su rostro cambia de forma radical, sus brazos tensos caen a ambos lado de su cuerpo y un pequeño «Oh» sale de sus labios. Sacudo mi cabeza sabiendo que esto es lo que no quería.

Me muevo lento buscando una manera de dejar de pensar en lo que ha ocurrido y que, desgraciadamente, me tiene con una congoja que quiero que escape cuanto antes para que no sienta como mi corazón exprime hasta la última gota de humanidad que hay en mi sangre. Suelto un suspiro recordando cada palabra que salió de sus labios, esos ojos heridos que me dejaron con la palabra en la boca sin ninguna oportunidad para sacar mis defensas y mis opiniones.

Estuve horrible, una pelea así no es lo que yo me imaginaba para dañar a la chica que amo pero en ese momento odié tanto lo que Bradley decía sobre nosotros que no me lo pensé dos veces cuando mi puño impactaba contra su mejilla. Debí haberme relajado, Elizabeth tenía razón, yo no era así, pero debió escuchar lo que decía.

Sabía que nunca seria una pareja de la que Elizabeth se sentiría a gusto, desde hace años he vivido del dinero de mis padres y no me he buscado la vida para conseguirlo. No me lo he trabajado, pero ellos me enseñaron unos modales que Bradley no conservó cuando habló conmigo hace menos de una hora.

Escucho las voces alejadas de las dos mujeres detrás de mí, supongo que Nora estará poniendo al día a mi hermana. Me fijo en cómo Dylan no separa su mirada de mí, de cada movimiento que hago hasta que, finalmente, llego hasta él.

— Eso no tiene buena pinta — menciona refiriéndose al corte en mi pómulo, tuerzo una sonrisa notando como tira mi piel con esa simple acción. Niego con mi cabeza agachándola al rememorar de nuevo, como un disco rayado, cada situación que he pasado —. ¿Estás bien? — Pregunta cauteloso.

Alzo mi mirada encontrando ese par de ojos oscuros de los que mi hermana está ciegamente enamorada, no puedo negar que ha escogido al chico por el que millones pagarían pero, aún así, sigue siendo el amigo que mejor comprende. Logan no sabe por donde tirar cuando se trata de una situación como esta.

Evito mirarle, no quiero que veo como mi mirada cambia y se muestra arrepentida por haber tenido el arrebato de cortar mi relación con Liz de una forma tan brusca. Solo ha pasado un día como mucho y es como si no hubiera tocado su piel en años, sus palabras aún siguen grabadas a fuego en mi mente y dudo que se vayan en una buena temporada.

— No se puede estar bien cuando sientes que te estás muriendo — bromeo con tanta sinceridad que duele. Forma una mueca retirando su vista de la mía, sonrío al saber que él ha pasado por el mismo punto en el que yo me encuentro y se han invertido los papeles. Él ha vuelto a su burbuja de ensueño con mi hermana y yo estoy en el mismo infierno con la chica que amo y que me ha traicionado.

— Conozco el sentimiento — declara, suelto una pequeña risa. Su manera de hacerme sentir mejor está surtiendo efecto, hacía horas que no reía y extrañaba la sensación de que tus músculos vibraran en una carcajada. Sería perfecto si no tuviera una herida pequeña que duele como mil demonios, las apariencias engañan cuando de un corte se trata.

Permanecemos en silencio, los pensamientos se arremolinan en mi cabeza sin dejar paso a que la luz ilumina tanta oscuridad. Cada idea, cada posible suposición va encadenado a cierta chica rubia que me tiene de cabeza. Una luz se enciende en la negrura de mi mente que parece quitar esa amargura de mi cuerpo y remplazarla por un objetivo.

Servirá para hacerme sentir mejor, como última meta antes de que todo acabe de verdad y Elizabeth se entere de que, por más que trate de conservar lo que tenemos, algo se pondrá en nuestro camino obstaculizando cada paso que damos hacia delante. Suelto un suspiro admitiendo lo que ocurre, la atención de las personas en la sala viaja de nuevo a mí.

— Tengo que ir a un sitio — aviso, paseo mi mirada por la habitación obteniendo un asentimiento de todos. Mi vista se desplaza a Nora, una pequeña sonrisa curva sus rechonchos y rosados labios como si supiera lo que voy a hacer. Quiero explicarle que es totalmente lo contrario pero eso supondría llevarme otro de sus sermones y está anocheciendo como para poder soportarlo.

Las dos chicas se mueven para darme paso al exterior, no digo nada mientras cojo el pomo de la puerta y tiro de él hacia mí para salir como alma que lleva el diablo de aquel lugar frío y sin vida. Nunca me han gustado los hospitales, salir de uno de ellos es como un soplo de aire fresco en medio de tanta tristeza y desconsuelo.

El coche está delante de mí y no tardo ni dos minutos en tener mis llaves en las manos y mi trasero posado sobre el asiento de cuero. Miro el volante esperando que él me dé la confirmación de que estoy haciéndolo bien, de que a donde voy a ir ahora va a suponer el punto y final a todos estos problemas. Dejaré esto atrás y será algo nuevo, algo que no podré superar hasta que pase un tiempo pero que lo haré por ella.

No puedo simplemente quedarme de brazos cruzados viendo como mi vida se destruye porque cierta rubia está clavada en mi pecho. Tengo que dejarlo salir, mi desconfianza solo traerá problemas a nuestra imposible relación, no quiero que Elizabeth viva con la culpa de que no puedo perdonarla completamente, no sé si algún día seré yo mismo con ella de nuevo.

Arranco el coche dejando atrás todos los pensamientos de mi cabeza, las ruedas chirrían en el asfalto cuando piso a fondo sin razón aparente. Solo quiero llegar lo antes posible, aclararlo y dejar que el tiempo y el destino cumpla su promesa de permitirme ser feliz.

Clavo mi vista en la carretera mientras el paisaje a mi alrededor se desliza y da lugar a un torrente de árboles. Este mismo recorrido lo hice a espaldas de la rubia tintada de azul cuando investigaba y caía por ella. Lo hice otra vez cogida de su mano y me tendió una emboscada provocando que conociera a su enorme familia.

Me divertí con ella en cada momento, al querer hacerle saber a Scott que ella era mía, al recogerla cada vez que llegaba de un entrenamiento y ella no tenía con quien volver a casa. Era capaz de ducharme en dos minutos con tal de compartir el camino de vuelta a casa con ella entrelazando sus dedos con los míos.

No importaba que se quedara dormida y tuviera que llevarla a cuestas hasta su cama. Lo mejor venía cuando tomaba consciencia y me pedía que me quedara a su lado, entonces me rendía ante ella y me dejaba caer a su lado para envolverla entre mis brazos y sentir como su corazón galopaba junto con el mío hasta que el sueño nos vencía.

Retiro la lágrima que cae por mi pómulo ocasionando que mi herida arda ante el contacto, ahora mismo eso se queda atrás, nuevos momentos vendrán y tendré que sufrir ante la idea de un futuro sin ella, sin la chica que causa una sonrisa en mi rostro incluso cuando no tiene intención de hacerlo.

Es solo imaginarla en mi cabeza, con otro chico, compartiendo los mismos besos que yo probé una vez y que me volvieron loco. La imagino paseando por la calle agarrados de la mano y provocando la sonrisa en su rostro sin que yo sea el causante de ella. Los vellos de mi nuca se erizan ante la imagen y mi corazón se estruja al reconocer que, en un futuro, será real.

No puedo estar con ella, simplemente recordar que tuvo que mentirme por no confiar en mí, rompe mi corazón. El ángel que hay en mi hombro derecho me dice que hay una salida para todo esto, que Liz sigue esperando que me retracte y pueda refugiarse entre mis brazos. Pero la parte demoníaca de mi izquierda me obliga a no perdonarla, a que nunca podré posar mi confianza en ella sin que piense que me va a traicionar y que, eso, hará más daño del que estoy haciendo ahora.

Respiro hondo, el motor deja de rugir cuando retiro la llave del coche. La mugrienta casa está ante mis ojos y no me permite despegar la mirada. Tiene ese aura que provoca que tus ojos se queden pegados ante la imagen tan tétrica que da y de la que nunca te podrías olvidar por más que lo desees. Esa casa tendrá tanta tristeza a sus espaldas que no estoy seguro de poder soportarla.

Otra bocanada de aire tiene que introducirse en mi sistema para atreverme a poner un pie fuera del coche, la suela de mi zapato toca la acera y, seguido de él, el siguiente pie sale al exterior. Me impulso cogiendo fuerzas hasta de debajo de las piedras para que me ayude a no derrumbarme cuando esté frente a esa mujer y le cuente hasta la última palabra que nos hemos dedicado.

Ella me echará a patadas cuando le termine de contar lo que ha sucedido y a mí solo me quedará firmar ese maldito papel para que mi corazón se quede tranquilo con lo que ha hecho. Ni siquiera puedo creer lo que estoy haciendo, es una forma de creer que he perdonado a Elizabeth, que se entere de que lo he hecho pero que no sé si estaré capacitado para seguir junto a ella hasta que la muerte nos separe.

Camino con pasos lentos, un caracol podría superarme sin esmerarse demasiado en correr. Pienso mil veces lo que hago, sacudiendo mi cabeza al último segundo cuando mis pies están en el primer escalón y mi mano se encuentra alzada a la espera de ese impulso que me permita encontrar la paz que necesito.

El sonido de mis nudillos me sorprende, mis ojos se cierran con fuerza cuando el dolor de mi mano me recuerda a las heridas que tengo, la sangre derramándose en ellas hace unas horas. Escucho unos pasos en el interior después de unos minutos de completo silencio, suelto una maldición al no haber comprobado que las luces estuvieran encendidas.

Pensaba que no estarían dormidos a las nueve de la noche pero, al parecer, en esta destrozada casa, los horarios de noche están programados demasiado pronto para mi gusto. Yo no creo que hoy sea capaz de dormir con la tentación de correr de nuevo hasta el apartamento de la rubia, solo necesito estar con ella una última vez para decirle todo lo que debería haber soltado cuando tuve la oportunidad.

La puerta chirría y con ello un escalofrío recorre mi espina dorsal, la incertidumbre del futuro que se presenta ante mis ojos me aterroriza pero me obligo a ser valiente y enfrentar aquello que debí hacer desde hace tiempo, debí evitarlo en lugar de dejar que se prolongara. Debí hacerlo por ella cuando aún presumía del título de ser su novio.

— ¿Thiago? — Cuestiona su voz, sus ojos se pasean por mi rostro sorprendiéndose al encontrar mi rostro cubierto de golpes. Esbozo una sonrisa, si solo supiera de quién han sido esos golpes... —. ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? — Interroga de manera maternal, de la misma forma que mi madre lo haría si se enterara de todo lo que está sucediendo.

— Tranquila, Mandy — tranquilizo, dirijo una mirada al interior de la casa rezando porque no me tire. Vuelvo mi atención a ella mientras que Mandy analiza mi rostro buscando algún otro indicio de golpes —. ¿Puedo entrar? — Pregunto.

Se debate entre dejarme pasar o no, una sonrisa se dibuja en sus labios con tanta amabilidad que lo agradezco y me invade el alivio, se mueve hacia un lado abriendo la puerta aún más para permitirme la entrada al interior. Para dejarme que sea el fin de esto a lo que tanto me aferro y lo cual no quiero soltar por más que piense lo contrario.

(***)

¡Tarde pero efectivo!

No he podido actualizar más deprisa pero ¡aquí está!

Espero que os guste y, una pequeña cosita...

¡Pregunta Random!: ¿Han visto la portada de ¡Déjame ayudarte!? Nuestro pequeño Logan tiene una portada increíble (o eso creo;) )

Déjenme vuestra opinión pues las otras dos posibles portadas está en el "libro" de My Crazy World.

Siento el spam pero yo sé que a ustedes les gustará votar sobre la portada de nuestro querido Logan.

¡Besos y XOXO!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro