"Por todas esas personas."
Soundtrack ~ Until you were gone ~ Chainsmokers ft. Tritonal
"La vida te da las cartas. No puedes cambiarlas pero tú decides cómo jugarlas."
Capítulo 55: "Por todas esas personas."
Pensé que estar desconcentrada sería algo lógico teniendo en cuenta la clase de estrés a la que me sometía cada día simulando que nada debía presionarme, que era fuerte y no me iba a dejar vencer por cualquier razón que pasara por encima de mi cabeza como un buitre alrededor de su presa, esperando que la muerte llenara su cuerpo hasta el final para poder obtener su comida tras eso.
Quería creer que la llamada que aquella mujer no me había afectado, que sería capaz de convivir con ello hasta que todo se solucionara como debía. No había dicho nada a nadie, solo Thiago sabía lo que sucedía con esa señora que conocía el apelativo que mi madre me daba, obligándome a creer enserio que ella era y, por desgracia sigue siendo, mi progenitora. Escuchar otra de las tantas abreviaciones para mi nombre salir de su boca; Liz, Eli, Liza, Betty...
El último era y e conserva durante años con el rango de ser el que menos me gusta, el que me recuerda cada día la razón por la que debo asistir a la carrera a la que estoy conduciendo, el motivo por el que el orfanato es mi casa y por el que todas las personas que conocí allí me hicieron olvidar a mi madre y aprender los buenos valores que me inculcaron en mi huérfana infancia.
En cierto modo casi quise llamar de nuevo al número que estaba al otro lado de la pantalla, supongo que esperando que apareciera el retorno de mi llamada, y agradecer a aquella persona que no debía ser reconocida con una etiqueta tan pura como lo era el de una madre. Ella en ningún momento pudo gozar de ese nombre, ese apodo que todas las personas que lo poseen se alegran, no con lo que ella hizo y no creo poder perdonarle nunca.
Las lágrimas seguían arremolinándose en mis ojos con una desesperada necesidad de salir al exterior y mojar mis mejillas que me irrita, no permito en ningún momento que sean expulsadas por la simple y retorcida razón por la que no lo he hecho durante todos estos años escondida y atormentada tras unas mugrosas paredes con un urgente requisito: una buena pintada y una alegría que nadie podía lograr a menos de que se lo permitieras hacerlo.
Escuchar su voz, tan dulce como la recordaba, no pudo dolerme más. Fui presente de cada vez que las personas del orfanato me decían que ya no recordaban la voz de sus progenitores, que se sentían terriblemente afectados y demacrados por no poder saber, rememorar, la manera en la que ellos le llamaban por su nombre. Yo no la había olvidado y desearía haberlo hecho en lugar de sentir lo que estaba sintiendo como una bala en el pecho.
Pocas personas podrían tener la oportunidad de decir que han conseguido volver a escucharla pero yo no deseaba ello. Los problemas ahora aumentaban y mi cabeza iba a estallar como una sola cosa más explotara en mi rostro como la dinamita en medio de la guerra mundial. Todo esto era un campo de batalla que no creía que ganaría si no me lo tomaba con la calma que se requería.
Los soldados que poseía para resolver los problemas eran cada vez menos, muriendo sin llegar a la línea de meta a causa de los contratiempos que llenaban de cargamento todas esas pesadas y explosivas bombas. La única persona que podía llegar a ayudar, una personas de buena fe, no estaba presente en estos momento dejando sobre mis hombros y el de las personas más cercanas a mí con una horrible carga.
Bradley está a mi lado en el momento en el que piso un pie sobre el asfalto de la carretera, los recuerdo de la primera vez que vi a Thiago por estos lugares inunda mi mente. Sus electrizantes ojos fijados en todos los vehículos, intentando dar con el mío, con la persona que había seguido bastantes kilómetros, mientras, ella,—la chica acosada—, solo podía contemplar con diversión lo desesperado que parecía al querer encontrarla.
No podría negar que ese fue el mejor día de mi vida hasta ahora, gracias a la persistencia de él y la forma de ablandarme a cada segundo que me encontraba a su lado, soportando cada una de las tonterías que amaba que salieran de su boca. Ligaba de una forma tan natural, como si fuera una cosa normal, que no ten dabas cuenta hasta que recapacitabas sobre ello.
Podrías llamarlo destino o que, simplemente, estábamos hechos el uno para el otro, como unas piezas de un rompecabezas esperando a ser unidas para siempre. Completó cada parte de mi cuerpo, cada parte de mi alma y mi bondad, esa capa fría de independencia, esas barreras enormes que solo él pudo derrumbar, quedó en el pasado.
O eso era lo que yo pensaba pues, ver tantos rostro lastimosamente conocidos me hizo ver lo perra que era, lo que me estaba convirtiendo. Aquello que tanto había odiado, ser desleal, lo que había criticado desde que era pequeña, las mentiras, todo eso es lo que yo estaba realizando justo ahora, mientras me acercaba a la línea de salida y me alejaba de mi verdadero yo, de la verídica Elizabeth Isabella Smith.
— Elizabeth — llama, giro mi rostro a través del casco para poder contemplar su rostro descubierto de cualquier impedimento para poder observarle. Me percato como una sonrisa empieza a curvar sus carnosos labios, sin los dientes mostrados para relucir, ni la alegría llegando a sus ojos.
Su mirada triste al igual que la sonrisa que él formaba, como si el solo fuera capaz de entender lo que pasaba por su cabeza cuando creía que, en realidad, yo también tenía el mismo sentimiento que él. Ambos sabíamos que el otro ocultaba algo, ambos sabíamos que solo cuando estuviéramos mentalmente capacitado lo contaríamos.
Pero, mientras tanto, debíamos, por nuestro bienestar mental y físico, cerrar la boca y dejar que las palabras se agrupara únicamente en nuestras cabezas. Sin que nadie pudiera irrumpir en ella y sin que, la caja de Pandora que nuestro cerebro poseía, se abriera y saliera a la luz cada secreto. Aún así, me obligué a escuchar lo que él decía.
— Acuérdate de ganar — anima, sonrío aunque no sea capaz de verme por la opacidad de la visera. Hago un asentimiento con mi cabeza para que, esta vez, pueda darse cuenta de que le he hecho caso, la seriedad tras el casco es inimaginable pues no puedo pensar en otra cosa que no sea la mirada de decepción de mi novio.
Giro de nuevo mi rostro hacia la pista enorme que se presenta ante mí, mis ojos no miran de la misma forma que hace unos meses estos lugares. Ver de nuevo todo esto, todas las personas bebidas o fumadas con sustancias que a la larga serían horribles para su cuerpo, todas las motos destrozadas a un lateral del descampado dándonos a saber lo que sucedió con otros conductores antes de que nosotros llegáramos, posibles participantes en las carreras, que es más que probable que tengan la desdicha de no tener el placer de ver su vida de nuevo.
Cierro los ojos soltando un suspiro deseando volver al tiempo donde mis sentimientos se encontraban bajo tierra, en una fosa común con el resto de gente que tenía la misma mentalidad que yo. Deseo perder mi humanidad de la misma forma en la que a algunas personas le sucede, sin dolor, sin sufrimiento, con la sangre más fría que te podrías encontrar en un cuerpo humano.
Eso sería lo que podría ayudarme a convivir con este sentimiento de traición.
Vuelvo a abrirlos retornando al lugar en el que me encuentro, si deseo ganar, si ansío conseguir el dinero que me urge; debo hacer esto. Por todas las personas que amo, por cada amigo que me necesita, y por el posible chico que amo con locura y al que estoy fallando por un bien más grande que el mi propia felicidad. Renuncio haciendo esto a la oportunidad de lograr tener un amor como el que poseo con Thiago.
Como el que mis padres conservaban antes de que él muriera.
Antes de llegar a la línea de salida un malestar se posa sobre la boca de mi estómago, obligo a mi cuerpo a expulsarlo como si fuera un terrorista al que un grupo de policías detiene. Justo ahora siento como si mi organismo se hubiera parado para dar paso a algo mil veces peor que eso; el irremediable miedo de no ser lo suficiente buena para lograr lo que quiero.
Por eso, cuando una chica hermosa que debería valorarse más se pone delante de todos nosotros, en lo único que mi mente puede pensar es en todas las personas por las que hago esto.
Porque Peter está en mi cabeza mientras giro mi mano para activar el acelerador, porque Bradley se encuentra administrando el dinero que debemos ganar mientras los rugidos de las motos resuenan por el lugar. Porque el irritante chic llamado Scott merece saber que está a punto de vivir bajo un puente mientras la chica tira su pañuelo al suelo y nos hace saber que es el inicio de esta guerra por lograr ganar.
Porque Mandy y Natalie están intentando y destrozando su futuro para conseguir esto mientras las ruedas giran alrededor de una pista y permanezco en el primer puesto. Pero, sobretodo, porque estoy mintiendo a Thiago, a mi novio, a la persona que amo, mientras la rabia se descarga de mi cuerpo y me ayuda a aganar. Con mis músculos tensos y mi mandíbula apretada para impedir que nadie pase a mi acostado en el segundo en el que cruzo la línea de meta y me derrumbo.
No derramo lágrimas pero toco fondo, caigo en el pozo que solo se ilumina cuando Thiago se sienta a mi lado, o cuando me besa o cuando me hace saber que soy única en su vida y que nunca sería capaz de esconderme algo. Observo como la mayoría de conductores salen de sus vehículos con la peor de las caras, a lo mejor con unas problemas más importantes y horripilantes que los míos.
No me importa, solo puedo ver como Bradley se acerca hasta mí. Apartando con su musculoso cuerpo a cada persona que intenta interrumpir su paso. Hay un momento en el que creo poder formar una sonrisa cuando no le dejan pasar, los pensamientos que inundan mi mente me obligan a hacer justamente lo contrario sin ser más que capaz de formar una maldita mueca para sustituir la curva de mis labios.
Mis pies no desean que me adelante para poder estar junto a él, salgo de mi moto con tranquilidad apoyando mis manos sobre el asiento que permanece cálido. Suelto otro suspiro siendo mi cuerpo capaz de exclusivamente de tirar aire por la boca en busca de algo que pueda hacerme perder la cabeza por unos duraderos instantes.
— ¡Lo conseguiste! — Alude él en cuanto llega a mí. Me quito el casco dejando a la luz mi cabello rubio que en estos momento odio, saber que mi madre ha llamado solo hace que odie aún más ver el tono de mi pelo al natural. Pero es por Thiago, porque tener mi cabello así también inunda mi corazón de orgullo al reconocer que a él le encanta y que yo amo verle con sus ojos brillantes mientras me observa.
— ¿Cuánto dinero? — Pregunto destrozando la burbuja de felicidad. Mientras los motoristas a mis lados me dirigen malas miradas, preciso salir de aquí, volver a los brazos de mi novio para poder creer que estoy a salvo de cualquier peligro, de cualquier maldad que pueda tener alrededor de mi aura oscura y sin vida.
— No llega ni a un cuarto de lo que tenemos que pagar pero puede que en el mes que nos han dado lo logremos — susurra tras el espantoso ruido que inunda la carrera, donde otra más está dando inicio para poder tener nuevas oportunidades de ganar y lograr lo que quieren. Por mi ya está bien de tanta adrenalina, tanto miedo y temor.
— ¿Cuándo es la siguiente? — Pregunto, deseo irme a casa, ansío estar en la comodidad de mi apartamento. Dejar el móvil en silencio para que mi madre no vuelva a llamar pues me siento reacia a dejarle irrumpir a mi vida de nuevo después de ser la causante de transformarme en la personas que soy ahora.
— La semana que viene, no sé el día exacto pero te lo diré en cuanto tenga más información — vuelve a hablar, ningún tipo de tono agradable, es igual de frío y sin vida que emite con las horribles personas con las que se junta. Un escalofrío recorre mi cuerpo mientras le observo mirar a otra dirección menos a mí.
— De acuerdo — murmuro. Porque yo tampoco quiero seguir aquí y porque esto no irá a ninguna parte a menos de que, por un milagro del universo, el dinero caiga del cielo o de un árbol de la fortuna. Y tenía el lógico presentimiento de que eso no sucedería a menos de que me encontrara en un sueño.
— Nos vemos, peque — se despide, vuelvo a montarme en la moto mostrando a mi hermano de corazón una resplandeciente y fingida sonrisa, todo sea por ver que Bradley puede y logrará conseguirlo. Sea lo que sea lo que le atormenta, lo superará, lo sé, aunque no esté presente en sus problemas externos a este.
— Hasta luego, Brad — devuelvo colocándome el casco de nuevo rogando a los dioses, al destino o a la persona que cuide de nosotros, que me ayude a salir de esto. Sería capaz de hacer hasta lo imposible por lograrlo.
(***)
Siento si no es el tipo de capítulo que ustedes esperaban (con acción, peleas y demás) pero, a partir de aquí, todo se va a complicar aún más de lo que ya lo está.
¿Qué creéis que le suceda a Bradley?
Aviso que el problema que tiene está encadenado a la historia que se dará cuando termine de formar ideas para nuevas historias en mi cabeza.
De momento quiero avisarles de que estoy escribiendo la historia de ¡Déjame ayudarte! y, justo ahora, ya tengo los cuatro primeros capítulos. ¡Peeero...! No los subiré hasta que tenga los veinte iniciales como mínimo.
Quiero ir preparada pues las clases empiezan dentro de nada y necesito estar descansada para ir a tope este curso con los estudios.
Por cierto, ahora que sabéis todo esto... ¿A qué pensáis que se debe esto?
¿Qué creéis que sucederá y qué problema más está por darse?
PD + Pista: Recuerden nuestra querida historia de No soy la típica chica.
¡Besos y XOXO!
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