" Pon la música bien alta. "
Capítulo 8: " Pon la música bien alta. "
"Hay heridas que en vez de abrirnos la piel,
nos abren los ojos. "
Soundtrack ~ Perfecte Illusion ~ Lady Gaga
Ignoro los gritos de mi querida hermana. La bonita y reconocida modelo del momento. No miento cuando digo que su profesión es desfilar. Desde los siete años ha amado ese mundo pero supongo que todos tenemos un límite y ella ya lo había sobrepasado. Quería desconectar y se fue sin que ni siquiera yo lo supiera. Lo descubrí cuando una llamo a mi casa y yo no pude reconocerla. Es increíble lo que puede hacer el maquillaje y unas simples lentes.
Yo me separé de ella cuando vi que aquella profesión iba más allá de salir a una pasarela a modelar. Cuando vi que la gente empezaba a amarla me oculté de todo aquello. Nunca me han gustado esas cosas y no quería estar en ese mundo. Me mudé a California e hice amigos. Ahora no me separaría por nada del mundo de este lugar.
Sigo respondiendo todas las preguntas que formula mientras vamos en el coche. Soy paciente y no me altero para responder una por una sus cuestiones. Pero necesito que comprenda. Ni siquiera yo me acordaba de que tenía que hacer una fiesta y para mí también ha sido nuevo, más o menos. Entiendo que tenga miedo de que sepan quién es pero si lo hubiera llegado a saber no habría hecho la fiesta. Ahora no se puede cancelar porque no estoy seguro de que todos se enteren y no vengan.
Aparcamos enfrente de nuestra casa, bueno, más bien es de mis padres. Nosotros somo unos acoplados.
Intento convencer a mi hermana de hacer la fiesta y ella está reacia con el tema. Suerte que sea una fanática de los dulces y la puedo persuadir con facilidad.
Con una sonrisa subo las escaleras de la casa hasta llegar a mi habitación. Las paredes de color blanco me dan la bienvenida. Observo por la ventana el increíble paisaje que este me aporta para después fijarme en mi habitación y pensar en lo próximo que voy a hacer. Diferentes carteles de grupos de música están colgados en mi habitación y una cama con sábanas negras en el lado izquierdo del cuarto. A los pies de la cama hay un pequeño mueble. Encima de este hay una gran pantalla de plasma. Lo que hace tener dinero.
Me tumbo en la cama y agarro el mando de la televisión. La enciendo y dejo el primer programa que me llama la atención. Ni siquiera sé de que va la serie pero parece interesante y divertido. Suelto el mando dejándolo a mi costado en la cama y coloco mis manos por detrás del cuello conservando una postura cómoda.
Aún falta más de una hora para que empiece la fiesta y me parece una tontería prepararse ya. No como mi hermana que ya se está arreglando y maquillando. Estas mujeres siempre tan precavidas.
En el televisor aparece una chica, tendrá más o menos la misma edad que yo o un poco más. Sin embargo, observar sus movimientos me hace pensar en cierta peliazul insensible.
La apuesta de hoy me ha ayudado a poder saber más de ella. Es muy misteriosa esa chica y necesito saber porque es así. Es como si la curiosidad que poseo esté despertando gracias a ella. Sus movimientos, sus reacciones, sus palabras e incluso su forma de sonreír me hace darme cuenta de que está ocultando muchas cosas. Y, por extraño que parezca, necesito saberlas. Es como una obligación.
Y, con respecto a que me enseñe a montar en moto si gano la apuesta. Es lógico que era por verla tan descolocada. Perfectamente Dylan podría enseñarme a conducir con su moto pero ansiaba ver el rostro confundido que se le quedó cuando se lo dije. Lo mejor fue ver lo distraída que se pasó toda la clase, con la mirada perdida y una mueca en sus labios cada cierto tiempo.
Lo único que me preocupa de esa apuesta es mi hermana. Si tenemos que saber cincuenta cosas el uno del otro es totalmente razonable que investigue de mi familia como yo voy a investigar de la suya. Querrá saber la profesión de mis padres o si tengo hermanos y eso es algo que me asusta porque nadie debe saber que tengo una hermana. Menos una total desconocida para mí.
— Thiago. — escucho la voz de mi hermana.
Desplazo mi mirada hacia la puerta para observar como Sky entra con un hermoso vestido hacia mí. Mi cuerpo se llena de rabia y celos al verla con un vestido que deja al descubierto sus largas piernas. Intento ocultarlo mirando la televisión de nuevo a pesar de que mis manos se han convertido en puños y están agarrando la sábana de mi cama con fuerza.
— ¿Por qué no estás vestido todavía? — pregunta molesta.
— Aún falta media hora para que empiece la fiesta. No seas tan exagerada.— respondo con indiferencia.
Sky se ríe. — Caso error, hermanito. Quedan diez minutos para que miles de personas entren por esa puerta.
Abro los ojos como platos y centro mi atención en ella de nuevo. Me levanto con rapidez y observo mi ropa. No está mal pero estoy seguro de que ya empieza a oler.
— ¿Estás de broma, no?
Vuelve a reír y se acerca a la puerta. — Saldré a dar una vuelta. Cuando vea esto medio lleno vuelvo a entrar.
— ¿Has cerrado tu habitación con llave? — pregunto. Me vuelva a observar y le dedico una divertida sonrisa. — Ya sabes. No quiero que tu habitación sea un prostíbulo.
Hace una cara de asco digna de enmarcar en un cuadro. No puedo soportarlo y me río como un desquiciado.
— Das asco, Thiago. — cierra la puerta con fuerza cuando sale de la habitación.
Niego con la cabeza conservando la sonrisa en mi rostro. Escojo la ropa que voy a llevar y me meto a la ducha. No tardo más de cinco minutos en arreglarme y cuando salgo tocan al timbre.
Frunzo el ceño confundido al escucharlo. Me relajo pensando que tienen que ser Dylan y Logan trayendo las bebidas que a mí se me ha olvidado comprar.
Bajo las escalera sin importarme estar en toalla y con el pelo mojado. Abro la puerta con una sonrisa divertida.
—No sé que haría sin...
Mi frase se ve interrumpida al ver que la persona que está delante de mí no es para nada la persona que esperaba ver.
— ¿Qué haces aquí tan pronto? — pregunto.
— Me dijiste que había una fiesta. — responde obvia.
Miro el reloj. — Se supone que la fiesta empieza a las doce y aún faltan diez minutos para que esa hora llegue. ¿A cuántas fiestas has ido? Normalmente se llega más tarde y no al contrario.
Elizabeth rueda los ojos mientras pasa por si sola a la casa. Observa todo con una minuciosa mirada, admirando cada detalle.
— No soy de fiestas. — argumenta con indiferencia.
— Me he dado cuenta. — me burlo.
Sus ojos se dirigen a mi de nuevo. Me repasa con la mirada de arriba a abajo. Una sonrisa compradora se coloca en mi rostro.
— ¿No te vas a vestir? — me pregunta.
Observo mi cuerpo sin vestir con diversión y vuelvo a posicionar mi mirada en sus ojos azules.
— ¿Qué tiene de malo ir así?
— Nada. — confiesa. — Solo no quiero que las chicas que vengan tengan un infarto por haber visto a uno de los chicos más calientes de Coldwater. — se burla.
— ¿Piensas que soy caliente?
Sus ojos me observan con diversión. Al instante sé que no he formulado bien mi pregunta.
— Pienso que podrías estar mejor.
Se vuelve a dar la vuelta y entra al salón como si esta fuera su casa. Su respuesta me sienta como un balde de agua fría derramado en mi cabeza. Camino con molestia hasta mi habitación y me cambio. Durante ese tiempo no puedo dejar de formular malas palabras. Esa chica me va a dejar calvo si sigue con esas contestaciones.
Escucho de nuevo el sonido del timbre. Ahora sé con certeza que son ellos. No puede ser nadie más a no ser que otra persona tampoco sepa a que hora se llega a las fiestas.
Bajo las escaleras con rapidez para no hacerlos esperar más. Oigo a lo lejos una voces y unas risas de mis amigos. Frunzo el ceño preguntándome quien los ha dejado entrar.
Me quedo mirando la puerta como un estúpido al ver que Elizabeth les ha dejado pasar y se están riendo de algo los tres.
— ¿Quién te ha dado permiso para que abras? — pregunto cuando llego a su lado. — ¿Qué habría pasado si hubiera sido un ladrón?
Sus ojos me miran con diversión. Como siempre hace. Muestra una reacción divertida y vacía que no sabes si tener miedo o permanecer tranquilo. Observo como a sus costados están mis dos queridos amigos que se muerden el labio para no soltar una carcajada. Imbéciles.
— Si hubiera sido un ladrón no habría salido vivo de aquí. — argumenta. Mira a Dylan cargado con las bolsas y le sonríe. — ¿Quieres que te ayude con eso? — pregunta cogiendo una bolsa sin esperar su respuesta.
— Muchas gracias. La cocina está en la segunda puerta a la derecha, puedes dejarlo ahí. — responde.
Le dedico una mirada fulminante a Dylan que él se encarga de pasar de largo. Mientras ella camina observo a mis amigos. Los dos dirigen una mirada al trasero de Elizabeth y yo solo puedo rodar los ojos al ver tanta estupidez en un mismo lugar.
— ¡Esos ojos no los quiero ver ahí! — grita Elizabeth cuando está a dos pasos de desaparecer en la cocina.
Me río sonoramente. Dylan y Logan se miran con los ojos como platos al saber que ella les ha cachado. Segundos después se unen a mi risa mientras caminan hacia la cocina.
— Una chica lista. — dice Logan.
Entramos a la cocina y observamos como Elizabeth deja varias botellas encima de la pequeña isla.
— Tres de vodka, cinco de whisky, cinco cajas de cerveza. — cuenta. — ¿Solo habéis traído esto? — se regodea.
Nos miramos con diversión y rompemos de nuevo en carcajada. Puede que lo que ha dicho no sea gracioso pero para nosotros sí que lo es.
¿Quién traería tan pocas bebidas a una fiesta?
— Eres muy inocente peliazul. — responde Dylan acercándose a la nevera. — Ven aquí.
Elizabeth le dedica una mirada confundida. — ¿Para qué?
— Tú ves. — digo por Dylan.
Ella se acerca desconfiada hacia mi amigo. Me coloco al lado de Logan que observa divertido la escena al igual que yo.
Cuando Elizabeth se ha acercado lo suficiente a Dylan, éste pasa un brazo por sus hombros. Le dice unas palabras al oído que no soy capaz de oír. Cuando se separa de ella abre la puerta de la nevera con lentitud. Dándole suspense al momento.
Elizabeth entreabre la boca al ver el interior de la nevera. Está llena de botellas de todo tipo. Desde las más suaves hasta las más fuertes.
Sus ojos se dirigen en mi dirección sin ocultar la respuesta. — ¿Dónde has dejado la comida?
— En mi casa. — responde Logan. — Vivo a su lado. Cuando termine la fiesta volveremos a dejarlo todo como estaba.
Su mirada vuelve a ir de nuevo a la nevera. Por una vez siento que de verdad está impresionada y no lo hace de esa forma tan fría que tiene de actuar.
— Sin duda sabéis hacer buenas fiestas. — susurra.
Me acerco a ella y paso mi brazo por sus hombros. — Somos los chicos más calientes de la preparatoria, es obvio que las hagamos.
Un brillo de diversión aparece en su mirada y un intento de sonrisa aparece en su rostro al escucharme decir las palabras que ella había dicho hace unos minutos.
Me va a decir algo cuando un sonido irritante nos interrumpe. Sonrío al sentir la adrenalina que me provoca hacer una fiesta y con paso rápido me acerco a la puerta para salir y abrir a la gente que entra.
— Pon la música bien alta, Logan. La fiesta ha empezado.
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