"¡No me toques!"
Capítulo 12: "¡No me toques!"
" Para cada persona fría existe una persona insistente que derribará sus muros. "
Soundtrack ~ Human ~ Christina Perri
— No voy a aprobar esta asignatura en mi vida. — se rinde Liz.
Su cuerpo se tira hacia atrás con una fuerza algo más violenta de lo normal. El sofá tiembla ante su brusco movimiento mientras ella coloca sus manos en su rostro, frustrada.
Suelto una carcajada al ver lo infantil de su comportamiento, pues, en estos momentos, parece una chica de lo más tierna.
— No digas eso. — animo. — Yo sé que puedes, solo tienes que...
— Buscar el valor de la x. — interrumpe ella mi explicación. — Lo he pillado a la primera. La práctica es lo que no me sale.
— Pues eso es cuestión de hacer más ejercicios. — cojo el libro y hojeo las páginas. — Creo que hay unas en una página por aquí cerca.
— ¿Por qué no lo dejamos para otro día? — pregunta suspirando.
Se incorpora de nuevo en el sofá. Su cabeza algo roja por las veces que s eha enojado por no sacar el resultado correcto en las actividades.
Arqueo una ceja al escuchar su pregunta pues no contaba con que iba a venir de nuevo a esta casa. No es que me importe sino que no me lo esperaba. Por supuesto que quería, conseguiría más tiempo para conocer algo sobre ella. Una sonrisa divertida se posa en mi rostro.
— ¿Otro día? — me burlo con diversión. — No sabía que estabas tan desesperada por tenerme en tu casa otra vez.
Me llevo un golpe en el hombro viendo como frunce el ceño con fingida molestia. Un inexistente enojo pues puedo ver perfectamente como un rastro de sonrisa aparece en sus labios.
— Solo quiero estudiar. Necesito aprobar esta materia.
— No sabía que te gustara tanto el estudio. No lo pareces. — confieso.
Y creo que lo digo en nombre de todos los de nuestro instituto. Su postura indiferente, su distracción en las clases no dan a entender lo contrario. Sin embargo, siempre es bueno ver como la gente se sigue preocupando por sus estudios.
— Que no participe en clase no significa que me importe. — avisa.
— En realidad sí que lo demuestra, deberías hablar más. La participación en todas las asignaturas cuenta el diez por ciento de la nota final, podrías ganar un punto entero con solo chasquear los dedos. — explico.
No estoy seguro de que le hayan comentado los criterios de evaluación. Normalmente la gente que viene nueva no se informa de nada y los profesores tampoco es que ayuden mucho en ese tema pues pasan de él absolutamente.
— Lo sé. Donde yo estudiaba antes era igual. — explica. — Diez por ciento comportamiento, cuarenta trabajos y la mitad de la nota se basaba en los exámenes. Debo suponer que eso se emplea en casi todo los centros.
Me coloco en el sofá como si fuera un indio pues en estos momentos necesito estar frente a frente con ella si quiero sonsacarle algo de información sobre su pasado. Puede que no consiga mucho pues ella no es de ese tipo de chicas que cuenta su vida al primer chico que pasa. Pese a todo, esperaba que, al menos, me contara el lugar donde estudiaba antes.
— ¿Dónde ibas antes? — pregunto.
Analizo cada reacción de sus ojos, su mirada. Cualquier cosa sobre su movimiento corporal puede darme alguna pista de como seguir el rumbo de esta conversación. Al fin y al cabo, para eso era para lo que había venido principalmente. Para saber más cosas sobre ella.
— No debería importarte. — masculla.
Noto como los músculos de su espalda se tensan considerablemente. Frunce sus cejas ante la pregunta.
Sabía que no la iba a querer contestar. Aunque tampoco es tan prestigioso saber el lugar donde ha estudiado antes de venir aquí. Me parece una cuestión fácil y simple para responder.
— ¡Vamos! — exclamo levantando las manos en busca de algo de razón. — Tengo que cumplir un cupo, en menos de dos meses tengo que estar contándote cincuenta cosas sobre ti y ni siquiera tengo diez.
— Pues, piensa. — se burla con una sonrisa formándose en su rostro. — Yo ya tengo la mitad de mi lista escrita. Eres un maldito libro abierto, Thiago.
Se levanta del sofá. Repito la misma acción que ella, quien me guía hasta la cocina de nuevo.
— Eso no es verdad. — me defiendo.
Puede que sea un poco fácil de leer pero puedo asegurar que no sabrá las cosas más importantes de mí. No sabe quienes son mis padres o quien es mi hermana en el ámbito social. Son grandes cosas que puedo camuflar perfectamente.
Ella llega hasta la nevera. La abre para mirar en su interior. Una sonrisa aparece en su rostro al encontrar algo que le gusta. Alarga la mano y saca algo de entre las lejas. Una tableta de chocolate aparece en su mano.
Se gira de nuevo hacia mí mientras abre el envoltorio de aquel dulce y delicioso alimento. Observa mi rostro con sus bonitos ojos azules del color del mar mientras que con sus manos parte una tira del chocolate.
Ahora puedo observar como las mujeres sí que saben hacer dos cosas al mismo tiempo. Pienso para mis adentros.
— Sí lo eres. — repite de nuevo. — ¿Quieres? — pregunta con una traviesa sonrisa.
Sabe que no debo comer tanta porquería como esa. Mi dieta para poder funcionar bien en fútbol americano es algo estricta. Pero, ver como el cada trozo de chocolate era saboreado por Liz provocaba que mi estómago rugiera como si un león estuviera enjaulado en mi barriga.
— Solo una tira. — me rindo.
La sonrisa de Elizabeth se ensancha un poco más. Gracias a esta pequeña muestra se deduce que le gusta el chocolate y eso es algo que puedo apuntar en mi lista. Al menos ahora tendré once cosas sobre Liz. Una más.
— Buena elección, jugador estrella. — chincha.
Le fulmino con la mirada al ver la forma en la que me tienta. Una tira es alargada en mi dirección. Le doy un mordisco saboreándolo con satisfacción. Había olvidado lo bien que sabía.
— ¿Disfrutando?
Abro los ojos sin ni siquiera haberme percatado de que los había cerrado. Había sido un acto reflejo que no me había parado a analizar.
— Todavía no. — niego. — Pero este momento sería perfecto si me dejaras saber un poco más de ti.
No estoy seguro de que me deje hacer lo que tengo en mi cabeza pero prefiero probar antes de quedarme con la duda.
Me desafía con la mirada, no retira la suya de mis ojos. Parece una guerra pero no voy a rendirme. Un suspiro divertido escapa de sus labios como si le divirtiera la situación. Una sonrisa tira de mis labios al ver su estado de ánimos. Pensaba que no iba a estar tan simpática el día de hoy.
— Hagamos una cosa. — prueba. — Hazme todas las preguntas que quieras, las que tú desees. — alzo mis cejas con sorpresa al escucharla. — Miraré las que puedo responder. — mi esperanza al traste.
Ya me parecía demasiado extraño que ella me dejara cuestionarle cualquier cosa sin retenciones de ningún tipo. Ella no se parece ni el blanco de los ojos a cualquier chica con la que haya estado en algún momento.
— Acepto. — respondo.
Me siento en la silla que hay en frente de los fuegos de la cocina. Me termino mi tira de chocolate de un tirón. Lo mastico mientras coloco mis manos bajo la barbilla para encontrar la posición más divertida en este momento.
— Muy bien, señorita Smith. Siéntese y responda a las pregunta que le haga. — ordeno con alegría.
Liz también se sienta en la silla adoptando su habitual postura. Suelto una silenciosa risa que ella no es capaz de diferenciar pues ni siquiera yo la he escuchado. Ha sido más bien una risa interna.
— ¿Nombre completo? — empiezo.
— Elizabeth Isabella Smith. — responde.
Sus ojos brillan con diversión y me encanta ver como en su rostro siempre se forma una sonrisa. Pienso alguna forma para que no se me olvide nada de lo que me dice. Incluso la más mínima cosa puede valer oro en estos momentos.
— Espera un momento. — digo cuando doy con la clave.
Liz me observa confundida. Me levanto de mi asiento para agarrar mi móvil del bolsillo trasero. Vuelvo a sentarme cuando lo tengo entre mis manos.
Lo desbloqueo y deslizo mis dedos a través del aparato hasta llegar a la grabadora de sonido. Pulso en la aplicación y con una sonrisa divertida le doy a grabar donde, directamente, aparece el conocido círculo rojo en una esquina del móvil.
— Ahora estoy listo. — admito. — ¿Así que Isabella, no? — ella asiente igual de confundida que antes. Y la entiendo porque parezco un maldito payaso con esta sonrisa en mi cara. — Con ese nombre puedo ponerte más apodo. ¿Lo sabes, Bella?
— Solo hazme preguntas, Thiago. — esquiva la pregunta con una sonrisa fastidiosa.
— De acuerdo. — me rindo levantando mis manos en son de paz. — ¿Hermanos o hermanas?
— Ninguno.
— ¿Color favorito?
— Negro.
Abro los ojos sorprendido. — Ese color es muy... oscuro. — hago una mueca. — Prefiero el blanco.
— Para gustos los colores. ¿No dicen eso? — pregunta.
— Touché. — respondo cuando no tengo nada más que decir. — ¿Comida?
— De todo tipo. Aunque prefiero la comida rápida.
Hago una mueca. En estos momento no sé si lo hace adrede o no pues supongo que debería saber que no puedo comer ese tipo de comida. Y, aunque desee con todas mis fuerzas comerme una hamburguesa de un restaurante de este tipo, el deporte es mi prioridad.
— Buena elección. — mascullo frustrado. — ¿Amigos?
— Los justos. — pasa sus manos por ese cabello azul que no pasa desapercibido. — No me gusta relacionarme.
— Lo he visto. — espeto con una sonrisa. — Pero no te he visto con nadie, no tiene que ser de este instituto porque no has estado con alguien. La única persona con la que te he vista ha sido con América y no has sido muy amable al respecto. — recuerdo.
— No es ella si te lo estás preguntando. — objeta. — Se llama Bradley, me acompaña en las carreras.
Frunzo el ceño e intento hacer memoria. Por mi cabeza no pasa ni una sola persona con la que ha estado en esas carrera. Menos un hombre pues estoy seguro de haberme fijado en todos los individuos que se le han acercado.
— Estás mintiendo. — arguyo.
— ¡No lo hago! — protesta. — Que no me hayas visto con él las veces que has venido a las carreras conmigo no significa que esté mintiendo.
— ¿Cómo es? — intento sonsacar.
Una parte de mí quiere saber quien es ese chico. Es como si las palabras fluyeran de mi boca sin que yo pudiera detenerlas. Salen de mis labios como si fuera el aire para respirar y eso no era algo que me agradaba.
— ¿Para qué quieres saberlo? — pregunta suspicaz.
Se está oliendo algo. Lo que ni siquiera yo sé es porque le hago este tipo de preguntas. No debería importarme con quien se relaciona. Ella es libre de hacer lo que desee y no debo sacarle información sobre tal sujeto. Pese a todo, sigo haciéndolo aunque sepa que no tengo porque—
— Simple curiosidad.
Apoya sus codos en la mesa. Sus ojos perforan mi alma sin esfuerzo alguno. Quiere verla verdad de mi respuesta mal elaborada. En mi interior reconozco que ni yo podría darle una respuesta correcta para la pregunta que me ha formulado.
— Por simple curiosidad no se quiere saber tanto. — argumenta.
Unas imágenes vienen a mi cabeza de golpe. Aquel chico, el que me pregunto por Liz aquella noche en las carreras ilegales. Aquel que desapareció de mi vista cuando le colgué el teléfono a mi madre después de hablar con ella. Puede que no sea un simple aficionado de ella, puede que sea algo más.
— ¿Es rubio? — curioseo. Ella asiento frunciendo el ceño. — ¿Piel blanca? — afirma de nuevo. — ¿Facciones marcada? — confirma otra vez.
— ¿Lo conoces? — cuestiona.
Hago una mueca. — En realidad no. Lo vi cuando estabas conduciendo en las carreras. Me preguntó sobre ti. — declaro.
— ¿Sobre mí? — duda con una sonrisa formándose en su rostro. Inconscientemente siento como eso me sienta mal de alguna forma. — ¿Qué te dijo? — demanda.
Abro mi boca buscando contestarle. Sin embargo, un grito. Un maldito chillido pone alerta todos mis sentidos.
Me levanto de mi asiento y busco a Liz con la mirada confirmando que no es ella la que ha soltado el grito por muy estúpido que parezca. Ella sale de la cocina como alma que lleva el diablo. Camina intentando socorrer a tiempo a la persona que indirectamente pide ayuda.
— ¡No me toques!
Ese grito de nuevo. La vecina de Liz.
Sin embargo, eso no es lo que me preocupa. Esa voz, esa maldita voz, la he escuchado en otra parte.
(***)
Capítulo nuevo porque quiero y porque ya tengo el de este domingo preparado.
¡Espero que os agrade!
XOXO
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