Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

"¡No he visto nada!"(FINAL)

Soundtrack ~ The song that everyone sings ~  KJ Apa

"Que alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima, eso es admirable."

Capítulo 84: "¡No he visto nada!"(FINAL)

Las sábanas nos envuelven a ambos, ni una pizca de aire recorre nuestro cuerpo, estamos tan cerca que casi puedo sentir su corazón bombear a un ritmo tranquilo y su pecho desnudo subiendo y bajando conforme respira.

Estamos en su habitación de alguna manera y, yo, he sido el primero en despertarme para contemplar con infinita ternura como su cuerpo se encuentra acurrucado al mío. Sus calmadas espiraciones me provocan escalofríos y, que sus manos descansen sobre mi cuerpo, es la maldita mejor sensación del mundo.

Trazo caminos con mis dedos alrededor de su espalda, su piel suave contrasta con mis yemas duras por causa del trabajo que realizo con ellas. Su cabello rubio cae por mi barriga como una cascada, hace cosquillas pero, aún así, me niego a estropear el momento con ella tendida en la cama para mí después de la noche llena de sentimientos que compartimos.

No supe que la necesitaba hasta que sus labios estaban sobre los míos y tenía la urgencia de sostenerla y acercarla a mí porque sabía que, si la soltaba, no sería posible volver a conservar la felicidad que me invadía cuando ella me tocaba, cuando sus manos viajaban por mi pecho para llegar a mi cuello y poder intensificar el beso. Hasta que ese contacto se volvió más fuerte y no solo bastaba con besarnos.

Suelto un suspiro recordando, el arrepentimiento se apodera de mí cuando se remueve comenzando a despertarse. Espero paciente, retirando delicadamente los mechones de su cabello dorado de su rostro para que, lo primero que pueda ver, sean sus ojos azules abriendo las puertas del cielo para mí. Y lo consigue, cuando su mirada se encuentra con la mía, me es imposible esconder la sonrisa genuina, llena de amor, que le dedico y tampoco pretendo evitarla.

Porque estoy jodidamente enamorado de ella y tenerla a mi lado es lo mejor que alguien podría haber interpuesto en mi camino. Ella es perfecta, y yo estoy encantado de poder permanecer con ella, compartir besos y acurrucarme a su lado para que su voz melódica me lleve a uno de los mejores sueños, junto a ella.

— Hola — murmura al lograr tomar consciencia, pone su barbilla en la mano posicionada sobre mi pecho. Sus ojos revolotean cuando el sol se filtra en la habitación, sonrío sintiéndome incapaz de retirar mi mirada de la suya. Analizo cada centímetro de su rostro ahora, con sus párpados cerrados y una pequeña sonrisa adormilada escalando a través de sus labios.

— Buenos días, linda — murmuro con la voz ronca, sigo formando trazos alrededor de su espalda, recorro su cintura y sus caderas. Me detengo antes de llegar a una zona en la que no sé si podré detenerme. Se convierte una necesidad compartir hasta el más mínimo segundo cuando ella está de esta manera a mi lado, más aún cuando acabo de reconocer que es la única chica con la que desearía estar, si es posible, por el resto de mi vida —. ¿Has dormido bien? — Cuestiono en voz baja.

No hay nadie en el apartamento y creo que agradecí infinitamente que ni América ni Bradley hubieran aparecido. La situación era demasiado complicada cuando tratábamos de abrir la puerta de la casa con mis labios desplazándose por su cuello, notando su pulso acelerado, y mis manos viajando por todas partes de su cuerpo tan apetecible buscando la manera de poder retirar la ropa cuanto antes. Sonríe recordando y se acomoda sobre mi cuerpo, mi piel reacciona a su tacto involuntariamente.

— Dudo mucho que esa sea la palabra para describir lo que hicimos — responde jocosa. Suelto una risotada admitiéndolo, después de promesas de amor eterno, tengo que reconocer, que la parte que le siguió fue un sinfín de placer, amor y ternura. Nada podría haber sido mejor que disfrutar de todo lo que hicimos, más aún si era con ella, la chica que amaba.

— Pervertida — acuso, ríe siguiéndome y, acto seguido, alza una ceja acercando su rostro al mío. Su mirada se oscurece mientras intercala su atención de mis ojos a los labios. Dibujo un camino del contorno de mis labios con la lengua, tornando, si es posible, sus ojos en un tono gris que me divierte.

— Como si tú no hubieras pensado lo mismo — debate, negar lo inevitable sería estúpido pero no voy a ponerme a su nivel. Porque quiero que sepa que, lo que gozamos ayer, solo era la guinda del pastel. Ver en sus ojos el intenso amor que me brindaba fue lo que me hizo convencerme de que, seguir con ella, es lo mejor que me podría suceder.

— En realidad pensaba sobre lo afortunado que soy por estar otra vez contigo — declaro, su atención hambrienta hacia mis labios se detiene. Desplaza su vista hacia mis ojos, comprobando, supongo, si lo que digo es la verdad y no una vil mentira para dañarla. Sonríe enseñando sus dientes blancos, y no le importa lanzarse al baño para limpiarse la boca, cuando nos besamos como llevamos haciéndolo desde que nos encontramos en la playa.

Mueve sus labios con los míos sin importarnos mantener el control sobre el otro, nos saboreamos hasta que nuestros labios se sienten adormecidos y, aún así, no tenemos la suficiente fuerza de voluntad como para retirarnos las manos de encima.

Intensificamos el beso convirtiéndonos en unos monstruos de caricias y mimos y, de alguna forma irreconocible para mí, sus piernas se deslizan a ambos lados de mi cadera. Su cuerpo desnudo tocando el mío envía descargas eléctricas que se concentran en un punto debajo de donde ella se posiciona ahora mismo.

Parece notarlo cuando sonríe contra mis labios y empieza a bajar sus caricias por mi cuello. Mis ojos revolotean hacia arriba conforme siento sus piel en contacto con la mía y permito que tenga mi cuerpo en sus manos, y labios, porque es el paraíso. Ella es mi paraíso personal.

— ¡Elizabeth!

Mis ojos se abren como dos enormes platos, pues no soy yo la persona que ha gritado su nombre a pesar de haber estado a punto de hacerlo cuando me disponía a girarla para tenerla debajo de mí y poder terminar con mi tortura. Cuando mi novia levanta la cabeza y me contempla con una expresión horrorizada en el rostro, todo mi cuerpo reacciona.

Estamos por levantarnos, Elizabeth, a pesar de todo, y como alma libre que es, deja un último beso sobre mis labios, como si buscara disculparse y tarda el tiempo suficiente como para que los pasos de la persona que hay en el salón se arrimen a nosotros. La puerta se abre y, al instante, un chillido agudo sale de los labios de la mujer rubia.

— ¡Oh, Dios mío! ¡No he visto nada! ¡No he visto nada! — Grita cerrando de un portazo haciendo vibrar las paredes del apartamento —. ¡Podéis seguir, no he visto nada! ¡Oh, Dios! ¡Ni siquiera sé si debía haber dicho eso! — Se regaña mientras yo me paso la camiseta por mis manos y Liz me lanza los pantalones para terminar antes —. ¿Sabéis qué? Me haré una taza de café y me iré, sí, volveré después — habla sin parar.

Reiría de no ser porque mi suegra está al otro lado de la habitación, la mujer que es casi clavada a mi novia y que me ha visto cubierto únicamente por sábanas con su hija debajo de mi cuerpo compartiendo una situación no deseada para los ojos de una madre.

Ay, Dios, qué vergüenza.

— ¿Estoy presentable? — Pregunto a nadie en concreto, mi novia alza la mirada comprobando la ropa. Deja escapar una risa divertida señalando mi camiseta, sigo la dirección de su dedo comprobando cómo se encuentra. Suelto un bufido cuando me percato de que la camiseta está del contrario y me dispongo a darle la vuelta.

— ¿No tengo nada del revés? — Interroga devolviéndome la pregunta. Le dirijo una mirada envenenada cuando consigo ponerme correctamente la parte de arriba de mi ropa. Sonríe tierna observando cada uno de mis movimientos nerviosos. Es una suerte que ella sea libre de poder ponerse un simple pijama para ver a su madre.

— Esto no es gracioso, Elizabeth — discuto, me acerco a donde está ella recordando que mis zapatos se encuentran a ese lado de la cama. No evita ponerse de puntillas cuando estoy cerca de ella y dejar un beso en mi mejilla. Gruño enternecido, en contra de mi voluntad, por no poder contener el deseo irrefrenable de agarrar su menudo y delicado cuerpo y posicionarlo, por a-saber-qué-vez, en el lugar, donde se encontraba hace unos segundos.

— Deberías verte — concluye, refunfuño palabras que ni yo comprendo. Ciertas partes de mi mente aún recuerda la escena que podríamos haber tenido de no ser porque su madre tenía las malditas llaves del apartamento y ha abierto sin avisar. ¿Qué madre entra a casa de su hija sin antes llamar a la puerta?

De acuerdo, puede que la pregunta no sea la mejor porque, vamos, mi madre siempre abría mi habitación cuando le venía en gana. Pero esta situación es diferente, porque yo estoy aquí y no soy solo un amigo. Aunque debo suponer que eso ella no lo sabía, quiero creer que no tenía ni idea de ello. Estaría la primera en mi lista negra en caso de que fuera lo contrario.

— Luego no esperes que volvamos a lo de antes — prometo, me mira divertida cuando levanto la vista tras terminar de colocarme el último nudo de las zapatillas. Me impulso por mis manos para alzarme del sofá, sus pasos lentos y precavidos crean escalofríos, su sonrisa desafiante me confiesa que las palabras que he soltado no se cumplirán como ella actúe de ese modo.

— ¿Seguro? — Murmura, retengo el gruñido de frustración que sacude mi cuerpo e impacto mis labios con los suyos necesitando sentir su sabor, aspirar su aroma, sentir la piel suave de su cuerpo cuando recorro sus caderas, por debajo de la camiseta, con mis manos.

Nunca he odiado más a Cassandra que ahora, justo en el momento en el que mi boca reclama más de ella y Liz está dispuesta a dármelo. Me cabreo conmigo mismo por ser tan débil ante ella y no crear un análisis completo de mis frases para que, después, mi orgullo no sea enterrado a diez metros bajo tierra. El sonido de un vaso cayendo entorpece nuestro intercambio de sentimientos, apoyo mi frente en la suya con los ojos cerrado escuchando el perfecto sonido de su risa calándose en cada poro de mi cuerpo.

— ¿No puedes sacarla de casa? — Pregunto esperanzado, recibo un golpe en el hombro por su parte, río abriendo mis ojos encontrándome con el hermoso rostro de mi novia. No retiro las manos de su cuerpo y a ella no parece importarle, no dice nada al respecto y eso, aunque no debería, me provoca aún más. Intento pensar en cosas horribles para retirar cada imagen de lo que tanto necesito, aún así, sentir que ella está sonriendo no ayuda en nada.

— Deberíamos salir — responde tras unos segundos. Inspiro asintiendo, sigo pensando en guerras y funerales cuando tomo la mano de mi preciosa chica y recuerdo que la mujer que hay al otro lado es, ni más ni menos, que la madre de mi novia, la mujer que me ha visto semidesnudo hace menos de veinte minutos.

— Recuérdame poner cerrojo a tu puerta la próxima vez — susurro, se acerca a mí, dejo de observar la puerta, por la que creo que su madre aparecerá de nuevo, para contemplar completamente a la mujer de la que me enamoré en cuanto la vi, con ese aura de chica traviesa y ese vacío en su pecho que poco a poco se ha ido llenando de luz.

— Se irá pronto — murmura, y rezo porque sea cierto porque no podré soportar otro beso cargado de intensidad y hambre por su parte. La tortura que me impone solo hace que la quiera más, en todos los sentidos de la frase. Sus brazos me rodean y se aferran a mis hombros, no tengo que moverme mucho para trasladar mis manos y dibujar lo que me plazca por su piel.

— Eso espero — hablo antes de que deje un beso sobre mi boca, es corto y necesito más tras él pero, a pesar de mi falta de juicio, aún queda un poco de cordura en mí y sé que, como ella siga, no podré parar y no llevarla de vuelta a las sábanas, con la ropa fuera y nuestros sentimientos a flor de piel —. Te amo — susurro entre besos, sonríe contra mi boca.

— Yo también te amo — me sigue, es todo lo que necesito para poder enfrentarme a la situación del exterior, con un último beso de su parte y sellando un trato que, para mí, se traduce como un «para siempre». Un para siempre con el que me encargaré de disfrutar hasta el más diminuto segundo, a su lado.

Junto a Liz, el amor de mi vida, por y para siempre.

FIN

It's over. Otra historia que termina, otro paquete de pañuelos que acabo. Aún falta el epílogo pero me siento super orgullosa de poder haber compartido esto con ustedes. Son la/os mejores, no tengo palabras para describirlo porque, sinceramente, estoy casi temblando.

Solo quiero decirles, gracias, por el intenso apoyo a esta obra y que me podáis seguir en las demás porque, en serio, son gente increíble.

Besos y XOXO

PD: Los cargos de cada paquete de pañuelos va dirigido al siguiente número de cuenta: 

*********************** (PD dentro de la posdata: Son un amor)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro