"Motes cursis."
Soundtrack ~ Back to beautiful ~ Sofía Carson
"Conozco el miedo, pero la pasión me hace valiente."
Capítulo 27: "Motes cursis."
— Puedes irte, Logan — declaro mirándole.
Me apoyo en la ventanilla que tiene él abierta. Estoy fuera del coche para entrar al edificio de Liz. Su mirada conecta con la mía sorprendido, una sonrisa divertida cruza su rostro. Otra vez de tener que soportar esas miradas que te lanzan tus amigo cuando parece que te gusta una persona.
— Ten mucha acción — habla él encendiendo el motor.
Una mala mirada es dirigida en su dirección mientras le muestro mi dedo corazón. Arranca el motor sin dejar que diga lo que tengo en mi cabeza. Su carcajada se escucha antes de que cruce en la cercana esquina que está delante de mis ojos.
Niego con mi cabeza sin poder evitar retirar la sonrisa de mi rostro. Las mariposas son tan persistentes en mi estómago que temo que de verdad me lastimen. Por fin lo he hecho y no sé si es un sueño o de verdad está sucediendo. Es como estar en una nube.
— ¿No quieres que nos quedemos en tu casa? — cuestiona la peliazul mientras llego hasta ella. Abraza con cariño a América mientras ésta alza las esquinas de sus labios en una sonrisa compasiva — Podemos quedarnos a ver una película o a hablar — sugiere insistente.
América me dedica una mirada que le correspondo con compasión. Se abraza a sí misma como si pudiera protegerse. Sus ojos están rojos al igual que su nariz y no estoy seguro de que eso sea a causa de lo que ha sucedido hace unos segundo o del frío de la noche.
Prefiero que sea lo último. El daño psicológico que le está causando ese demonio a América es horrible y no me importaría visitarle para dejarle algunas cosas claras. A una mujer nunca se la golpea por más que sea la persona más horrible del planeta.
— No. Muchas gracias, Liz — pronuncia al fin América —. Quiero ir a casa y dormir — termina.
Alguna que otra lágrima cae por su mejilla. Tengo que resistir el impulso de volver a ese centro comercial y buscarlo. Quiero sentir mis puños impactando de nuevo en su rostro, en su cuerpo, en todas aquellas partes que puedan lastimarlo hasta que se percate del mal que está causando.
Echo un vistazo a mis nudillos. Aquel color rojizo ya seco que se extiende por mis nudillos es escalofriante. No recuerdo haberme metido en una pelea de tal magnitud antes. Mi suspiro resuena por el lugar cuando el par de ojos femeninos están mirándome.
— ¿Estarás bien? — pregunta intentando desviar la atención que tienen puesta en mí.
Con América lo consigo, suelta un suspiro entrecortado antes de asentir con la cabeza no muy segura de su respuesta. Sin embargo, Liz deja un rastro con su mirada a través de mi cuerpo, en busca de algún daño.
Coloco mis manos detrás de mi espalda cuando sus ojos se desplazan hasta ese punto. Su vista se posa en mis ojos con ferocidad, como si estuviera empezando a enfadarse. Su mirrada totalmente fría causa un escalofrío que se extiende por toda mi columna vertebral.
— Lo intentaré — contesta América con una diminuta, casi inexistente, sonrisa.
Volvemos nuestra atención a ella dándonos cuenta de que la hemos dejado desatendida. En estos momentos siento que ella es como una niña pequeña que necesita atención por parte de las personas más cercanas a ella.
Tiene dieciséis años y la tratamos como una niña de diez. Pero no puedo evitarlo en lo más mínimo. Su frescura y amabilidad han creado un vínculo de amistad entre nosotros que es imposible que no la trate de esa manera. Parece tan vulnerable en este momento que no puedo evitar pensar en si estará bien.
Las escalera que subimos en un silencio estremecedor me causa malos pensamientos. Este edificio parece a punto de derrumbarse, sus paredes parecen las del orfanato con la pintura completamente sucias.
Llegamos al segundo piso donde América vive. Esperamos a que saque las llaves de su pequeño bolso para que después nos dirija una mirada triste. Sus ojos completamente rojos y su rostro desfigurado por la situación. Cierra la puerta de su apartamento mientras nosotros nos quedamos mirando en la misma dirección.
Puedo sentir como Liz se acerca a mí sin que lo pueda evitar. Su mano recorre mi piel causando escalofríos por todo mi cuerpo. Desplaza su mano hasta la mía donde la agarra con posesión. Las levanta haciéndome dar cuenta de lo que intenta hacer.
Para cuando quiero retirar mi mano de la suya ya es demasiado tarde. Dejo de oponer resistencia permitiendo que ella observe mis heridas. Llamas de fuego como si se trataran del infierno aparecen en sus ojos.
— Vamos a curarte — sentencia cuando termina de inspeccionar mi mano.
Suelto un suspiro divertido. Me arrastra por las escalera como si fuera su mascota. Nuestras manos entrelazadas son la mejor situación de todo el maldito universo. Las conocidas mariposas asesinas se instalan en mi cuerpo recordándome las últimas horas juntos.
Se me hace imposible no estar feliz a pesar de lo que ha pasado. El día ha sido un completa mierda si nos ponemos a pensar. Pero el simple momento en el que mis labios han tocado los suyos y nuestras lenguas se han conocido por primera vez ha provocado que toda esa ira y rabia se disipara de mi organismo.
Llegamos a la puerta de su casa donde no retira mi mano de la suya ni para abrir la puerta. Sus ojos se desplazan hasta los míos donde me dirige una mirada para que pase. Noto la duda en sus ojos al no saber que hacer.
Por primera vez desde que la conozco puedo ver ese miedo al sentirse dudosa. sus dedos entrelazados con los míos se mueven haciendo caricias en mi mano. El nerviosismo en su postura que provoca su indecisión a lo desconocido.
Las esquinas de mi boca se alzan en una tierna sonrisa y mientras ella empieza a arrastrarme para andar yo se lo impido. Tiro de su mano hasta mí, su cuerpo se acerca al mío con rapidez provocando que ella choque contra mí.
Sus labios impactan con los míos con rudeza, una pequeña mueca se forma en sus labios que desaparece al instante en el que se percata de lo que sucede. Libera mi mano lo cual me permite que mis brazos rodeen su cintura.
Entierra sus delicadas manos de porcelana en mi cabellos. Su fragancia, su sabor, la pasión. Cada una de las emociones que recorren mi cuerpo me envían a un paraíso donde nuestras bocas están unidas durante toda la eternidad.
Nuestras lenguas se buscan con cierta vacilación. Una danza lenta que se convierte poco a poco en una llena de emoción y satisfacción. Nuestras bocas uniéndose al compás mientras mi corazón y el suyo suenan al compás.
Desgastamos nuestros labios provocando que pequeños jadeos salgan de nuestras bocas. Nos separamos sin guardar mucha distancia pues su frente toca la mía con delicadeza. Su aliento choca contra mi rostro notando en ese momento nuestra pesada respiración.
Sus ojos siguen cerrados permitiéndome admirar cada parte de su rostro con determinación. Su piel blanca como la leche, sus pestañas largas que tocan sus pómulos ahora sonrojados. Sus labios rojizos a causa del desgaste de nuestras bocas.
— Voy a buscar algo para curarte — su cuerpo se separa del mío.
Su ausencia instantánea provoca una oleada de frío en mi cuerpo. La falta de su cuerpo junto al mío mientras podríamos juntar nuestros labios de nuevo, donde podríamos usarlos hasta que nos cansemos.
Porque siento que eso es lo que debo hacer. Quiero empezar a aprovecharme de cada centímetro de su cuerpo. Quiero aprovecharme de su corazón y de sus sentimientos por mí. No sé cuanto va a durar esto que estamos creando, y quiero conservarlo y disfrutarlo tanto como pueda.
Me dirijo hasta el sofá cuando la contemplo salir de la cocina en la que estaba. Sale con un pedazo de algodón lo suficientemente grande para que cubra gran parte de mi mano. Coloca su mano debajo del algodón para que no gotee el líquido que le ha vertido. Supongo que será alcohol.
No me dirige la mirada cuando se sienta a mi lado y coge mi mano. Sus ojos están fijos en curar cada herida de mis nudillos aunque ni siquiera note el dolor en estos momentos. Desplaza con extremo cuidado la fracción de algodón por mi piel como si fuera un muñeco de cristal que se romperá en cuanto lo roces.
Su labio inferior tiembla casi imperceptiblemente. Sus dientes lo capturan antes de que pueda percatarme. Sin embargo, mi vista solo ha estado puesta en ese punto desde el principio. Simplemente intercalando mi miranda entre sus ojos ausentes y sus labios vibrantes.
Sus manos causando cosquillas por todo mi cuerpo. Su piel suave mientras toca la mía áspera. Sus ojos no se desplazan de lo que está realizando mientras yo no puedo evitar que, con la mano que no me sujeta, alcance su barbilla.
Opone una mínima resistencia que no me impide que me mire a los ojos. Su vista se dirige hasta la mía donde puedo admirar, al fin, como sus ojos me contemplan. El miedo invadiendo cada pieza de su cuerpo.
Sus dientes hundiéndose en su labio inferior con una fuerza sobrenatural. Intentando así, desplazar sus pensamientos al dolor físico que se está causando. Paso mi pulgar por su labio retirando sus dientes del lugar, el color rojizo empezando a aparecer.
— ¿Qué sucede, Liz? — cuestiono observando de nuevo sus ojos temerosos.
Durante unos segundos se queda paralizada. Mi mano en su mentón, sosteniéndola. Su cuerpo inmóvil mientras sus pupilas se desplazan por mi rostro intentando encontrar alguna señal de lo que está sucediendo.
Un suspiro escapa de sus labios antes de que su mirada vuelva a decaer. Tengo que retener el impulso de alzar aún más su rostro para que no pueda escapar de mis ojos fijos en ella. Sus labios vuelven a temblar con suavidad, advirtiéndome del miedo en su organismo.
— ¿Estás seguro de que quieres esto? — pregunta tomándome desprevenido.
Le dedico una confusa mirada antes de que sus ojos vuelvan a posarse en los míos. El pánico en su cuerpo me dan la idea que necesito para saber lo que le sucede. La carencia de amor haciéndose presente en este momento donde, la persona que quiero, tiene un temor irracional al no sentirse amada.
— Estoy rota, Thiago — habla de nuevo provocando que mi atención se vuelva a posar en ella. Me contempla con determinación y tristeza —. ¿Estás seguro de que no es otra chica mejor con la que quieres estar? — interroga poniéndome los pelos de punta.
No entiendo porque las esquinas de mi boca se alzan. El miedo con el que pronuncia esas palabras debería partirme el corazón en dos pedazos. Algo que en realidad sí que lo ha hecho. Sin embargo, la intensidad de sus palabras, el terror de creer que no es lo que piensa.
Sus manos pellizcando las pieles muertas de alrededor de sus uñas. Su mirada indecisa ante la simple mención de esa palabra a la que tanto miedo le tiene. Sentir amor para ella es como una entrada abierta completamente a la traición.
Sus inseguridades cubriendo su cuerpo y dañando su corazón. A veces me pregunto como no se percata de las maravillas que le causa al mundo. No nota como una simple aparición delante de su orfanato provoca miles de sonrisas en el rostro de los niños que permanecen allí con la ausencia de sus padres.
No se da cuenta de lo buena persona que es cuando salva a su amiga de las garras de un violador. Dispuesta a protegerla con su vida antes de que le hagan daño a ella. Y, algo que logra mosquearme, es como sigue sin enterarse de la paz que me brinda su sola presencia.
El amor que consigo tener por ella nada más con su aparición. La soledad que me causa no estar cerca de ella. La necesidad que llena mi organismo al quererla a cada segundo. No se percata de que, cuando me besa, provoca un huracán en mi interior.
— Quiero estar contigo, hermosa — pronuncio acercando mi rostro al suyo.
Nuestros labios se rozan provocando un jadeo de anticipación por parte de ambos. Sus manos acarician mis brazos sin percatarse de los escalofríos que causa en mi interior. Mis manos a cada lado de su rostro permitiéndome acercarla a mí.
Una sonrisa cruza sus labios. Su mirada desplazándose a todos los lados de mi rostro como si quisiera memorizar cada parte de éste. Su dentadura blanca y alineada saliendo a la luz mientras su risa llena el lugar.
Las caricias en mi cuerpo mientras sus ojos demuestran una emoción que calienta mi alma. El sentimiento de observarla feliz, alegre, estando conmigo. Haciéndome creer que es conmigo con el que está feliz.
Es la primera vez que puedo decir que mi corazón no parece bombear sangre porque siento que se ha salido de mi cuerpo. Donde creo que las mariposas en mi estómago han pasado de ser tiernas a pasar a convertirse en el mismísimo demonio volando por mi cuerpo.
— ¿Ahora es cuando vamos a ponernos motes cursis? — cuestiona con el cachondeo más inoportuno posible.
Gruño con diversión antes de aplastar mis labios con los suyos callando cada duda que su cabeza pudiera tener. Logrando que con ese beso se resuelvan todas las dudas de su retorcida e indecisa mente.
Su fragancia a fresas inundando mis fosas nasales. Su piel suave y tersa siendo acariciada por mis manos. El calor que desprendemos que provoca un vacío emocional en mi cuerpo cuando no está junto a mí. El amor que inunda el momento mientras estamos unidos.
(***)
¡Capítulo del domingo y uno de los que más me ha gustado escribir!
Espero que os haya gustado aunque debo admitir que he estado a punto de no hacerlo.
Los exámenes inundan mi cabeza como las mariposas llenan el cuerpo de Thiago.
#YaTenemos5K
#MuchísimasGracias
#SoisUnAmor
¡XOXO!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro