Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

"Mi droga."

Soundtrack ~ Halo ~ Beyoncé

"Quisiera ser un dementor para poder robar tu alma con un beso."

Capítulo 48: "Mi droga."

Su sonrisa es espectacular. Las horas en la cocina valían realmente la pena si podía contener esa estupenda y reluciente curva en sus labios que hacía que sus dientes salieran a la luz como nunca. La comida nunca sería algo de lo que estaría orgulloso pero, esta vez, estaba bastante bien. Ni siquiera yo me creía que pudiera hacer una cena tan increíble, más aún si ella estaba a mi lado saboreando mi logro.

Verla tan desesperada en esa oscura habitación pudiendo yo hacer algo me carcomía, solo la contemplaba a ella mientras se irritaba cada vez que no conseguía lo que quería. Pero que podía hacer ella que no haya intentado ya. La experiencia es lo primero que requieren en un trabajo y, ella, no la tenía.

Le he repetido un millón de veces que yo podía pagarla pero, ¿qué excusa pondría? ¿Me han dado un cheque anónimos con el dinero exacto para pagar el orfanato? ¿Habéis ganado una lotería de pago atrasado? Todas ellas eran lo bastante estúpidas que ni siquiera podría utilizarlas, Liz no es estúpida, nunca lo ha sido. Y esto solo podría corroborar a que ella consiguiera saber la verdad, otra gran razón por la que no debería hacerlo aunque me muriera por hacerlo.

— Tengo que hacer que cocines más veces — río, coge otro bocado adentrándolo en su boca. No pensé que una cena como esta pudiera salir tan bien, no me caracterizaba por ser un cocinero de primera pero me defendía lo suficiente como para vivir, al parecer sirvo para algo más que solo defenderme. Y haber tenido que estar años habitando solo una casa tiene sus agradecimientos a la larga.

— Tampoco es para tanto — ella rueda sus ojos, limpiando sus labios con la servilleta que tiene a su lado. Su moño desordenado con mechones rubios cayendo por su cuello la hace lucir más hermosa que nunca. La manera destartalada en la que se encuentra, descalza y con unos ojos preciosos abiertos solo para mirarme, mi corazón no puede tener unos latidos más frenéticos de los que ya tengo.

— Tan egocéntrico para unas cosas y tan humilde para otras — sacude su cabeza, río de nuevo. La sonrisa se mantiene en ambos rostros mientras nos miramos, no podría saber que sería de mi vida si no la hubiera seguido. La tormenta de sus ojos siempre permanece pero, ahora, había amainado con tanta rapidez que me sorprendía.

Pensar en lo que habría pasado de no ser por ella me llena de temo; probablemente habría seguido analizando a cada chica con la que podría tener posibilidades de tener una buena noche. A lo mejor la habría conocido de todas formas pero no hubiera estado en esa zona de «solo novios» que habíamos forjado entre nosotros. Pero, sin lugar a ninguna duda, no me arrepiento ni por un segundo de estar con la chica que más de una vez me rechazó.

La noche cae sobre nosotros, la luz de las velas ya no es lo suficientemente intensa como para poder estar con ellas. Aún así ni ella ni yo nos movemos de nuestros asientos, mientras la luz de la luna hace brillar su hermoso rostro. No puedo dejar de observar ese cabello completamente rubio con el que convivió toda su vida, me hace sentir que ella nunca dejó de ser esa pequeña y asustadiza chica que creció en un orfanato.

Esos ojos azules que parecían tener más de un secreto guardado pero que ya había sido permitido descubrir ante mí. Esa pequeña nariz que se resguardaba en mi cuello siempre que lo necesitaba, en cualquier momento en el que se asustaba. Esa boca dulce que tantas veces he probado y deseo seguir sintiendo sobre la mía. Toda ella es una escultura digna de un museo, me alegra a más no poder que yo sea el único visitante a ese lugar de ensueño.

— Gracias — susurra, frunzo el ceño, no reconozco donde comienza una y acaba la otra de lo cerca que se encuentran. Sacudo la cabeza negando, no debe agradecerme nada, no estoy ayudando lo suficiente como para merecer su gratitud pues no me la merezco. No todavía, no cuando no he puesto ni un solo centavo.

— No me las des — respondo, cojo el vaso entre mis manos. Beber vino a nuestras edades es demasiado fuerte como para que lo utilicemos. No somos ni demasiado niños ni tampoco adultos, prefiero conformarme con algún refresco que con una botella de vino. Además de que es mucho más cómodo tanto para ella como para mí.

Apoya sus manos en la mesa, sus ojos no dejan de contemplarme mientras mi manzana de Adán sube y baja por cada trago que tomo. Sonríe con la boca cerrada, sus labios ceden ante su orden brillando más de lo acostumbrado. A cada dos segundo su mirada se desliza hasta algún punto del apartamento, no suele mostrarse de un modo tan triste como el que posee ahora. Sé que a ella no le agradan ese tipo de muestras y que, esté realizándolo conmigo, me poner demasiado nervioso como para ser capaz de admitirlo.

— Has hecho todo esto por mí, Thiago — señala, como si todo lo que el apartamento contiene hubiera sido gracias a mí. Contemplo a mi alrededor sabiendo que no me ha costado demasiado mover unos cuantos muebles y conseguir lo necesario para poder hacer todo esto. No ha sido tan difícil como pensé que sería en una principio.

Fue fácil desplazar el sofá realizando el menor ruido posible. Conseguí entrar sin que ella lo supiera con unas cuantas velas los ingrediente necesarios para hacer la comida con la que nos deleitamos.

El único problema vino cuando, a la hora de colocar el último plato, mis dedos se quemaron sosteniendo el plato. Maldije de tal forma que la cagué, pero no tanto como para enfadarme pues enseguida apareció el rostro de Liz sorprendido se me olvidó cualquier cosa de la que pudiera estar enfadado. Su sonrisa hacia que todo cobrara sentido y, tal parecía, yo provocaba el mismo sentimiento en ella.

— Es lo menos que te mereces — respondo, achina sus ojos. Aparecen unas pequeñas arrugas a cada lado de estos, me pregunto cuantas veces habrá sonreído para que posea tan pocas arrugas —. Has estado muy atareada estos días, Liz — agacha su cabeza, no debería sentir así de avergonzada cuando mi pecho se infla de orgullo cada vez que miro hacia su habitación y contemplo como se arranca la piel por intentar conseguir un trabajo —. Necesitabas — carraspeo, —. Necesitas un descanso — rectifico, no creo que nunca pueda parar de hacer esto hasta que todo esté solucionado.

Sonrío, desparece la curva de sus labios en cuanto una tensa línea aparece donde debería estar una sonrisa. Tiembla sin control de un momento a otro con sus ojos cerrándose, su pecha se infla de forma descontrolada como si buscara aire.

Me acerco a ella descubriendo esa expresión, esa de tristeza cargada con la mayor rabia e impotencia que alguien puede poseer. La misma que poseía hace unos días, cuando el estúpido señor del banco nos tiró del lugar, para poder seguir atendiendo con la misma alma vacía y oscura que había poseído con nosotros.

— Hey, preciosa — susurro, me acuclillo para estar a su lado. Sus ojos impactan con los míos afirmando mis teorías, una cascada de lágrimas deseando salir por esa preciosa mirada, como la de un lago en su mejor momento de lucidez, que tanto me había permitido admirar —. No va a pasar nada — retiro unos mechones de su cabello rubio descubriendo el perfecto rostro que tiene la dicha de conservar. La primera lágrima me da el aviso que necesito para cerrar la distancia que tenemos entre nosotros y abrazarla como si mi vida dependiera de ello. Por que, de verdad, mi vida depende de ella.

— Todo se irá al traste, Thiago — está acongojada. Se alza de su silla con la intención de estar más a mi altura, dejo un beso sobre su cabello dorado sabiendo que ella escuchará mi corazón desenfrenado. No siento aún como sus lágrimas bañan mi camiseta pero puedo oír su voz ronca propia del seguro nudo en la garganta que hasta yo poseo de verla de ese modo —. Esos niños no podrán volver a estar con nosotros — hipa, despego mi cabeza de mi cuerpo.

Veo sus ojos rojos quebrando mi corazón con cada significante lágrima que cae de esos preciosos faros azules, deberían mantener ese brillo que alegra mis días. Aplana sus labios como si intentara esconder los sonidos extraños que salen de su boca sin poder siquiera evitarlo. Cojo sus mejillas sonrojada entre mis manos obligando a que me mire como siempre tendría hacerlo, con la sonrisa llegando a sus mirada y nuestras manos entrelazadas.

Debería sentir los días como si todo fuera posible por que, ese dinero lo pondré yo antes de que puedan darse cuenta. Por que no aguantaré el tiempo suficiente como para seguir con los brazos cruzados. Mi vida es demasiado acomodada, y no podré sobrevivir si no ayudo a una familia como esta cuando yo tengo más dinero del que puede necesitar.

— Te he prometido que no perderás ese orfanato, Elizabeth — desplazo mi vista memorizando cada mínimo detalle que su rostro posee. Puede estar llorando como si la vida le fuera en ello pero, aún así, nunca he visto a una persona más hermosa que ella —. Nunca incumplo una promesa y, esta, — su boca se abre, la detengo antes de que pueda soltar algo — no será la primera que rompa — vuelve a cerrarla. Su terquedad no consigue que permanezca cerrada por mucho tiempo.

— Pero... — la beso, uno corto que no se espera y que no sabía ni yo que iba a hacer. Parece ser esa la única forma de callar sus pensamientos, ladeo una sonrisa sabiendo que yo también pierdo el juicio cuando ella me besa. Puede que esté a punto de morir pero ella siempre conseguirá hacerme olvidar cualquier cosa, me alegro de poder causar exactamente el mismo sentimiento en ella.

— Ningún pero, Elizabeth — frunce el ceño. Recuerdo que ese nombre tan largo y formal no debería estar colocado en una chica tan fresca e informal. Ella siempre será la chica más increíble que he visto y merece un apelativo igual de hermoso —. Tendrán que pasar por encima de mi cadáver para poder hacerlo, preciosa — no despego mi vista de ella, imito su acción cuando una pequeña sonrisa curva sus carnosos labios rosados.

— Entonces tendré que ir haciendo las maletas de esos niños — ríe, aprieto mi mandíbula cuando mi sonrisa aparece. Deslizo mi mano hasta su cintura dejando un pequeño pellizco sobre su piel. Una carcajada sale de sus labios seguido por un pequeño jadeo de sorpresa, coloca sus manos en mi cuello adentrando sus dedos a través de las hebras castañas de mi cabello. No tiene la más minúscula idea de lo que, ese gesto, provoca en mi cuerpo.

Se alza sobre las puntas de sus pies impactando sus labios sobre los míos. Comienza siendo un beso dulce, precioso y con tanto sentimiento que no podría decir solo uno. La manera en la que sus labios transmiten ese amor y cariño por nosotros provoca que mi corazón bombee como nunca lo ha hecho.

Deslizo la mano que mantenía en su pómulo hasta su cintura, mis manos se adentran en el interior de su camiseta comenzando a juguetear con el dobladillo de esta. Sonrío contra sus labios acercándola más a mi cuerpo, no creo que ni una mota de polvo pueda pasar entre nosotros en este mismo momento pues no hay nada más importante que sentir como la ropa parece estorbar en nuestros cuerpos.

Profundizamos el beso sabiendo realmente como puede acabar esto, ninguno de los dos tiramos la toalla. Se impulsa sobre sus pies haciéndome trastrabillar mientras sus pierna envuelven mi cadera, ahora es cuando de verdad nada podría pasar entre nosotros pues nuestras pieles se tocan con tanta intensidad que veo bajar y subir corrientes eléctricas a cada segundo.

Buscamos aire entre cada beso, una sola respiración no es suficiente cuando necesitamos mucho más para poder seguir con esto. Sin embargo, el aire se va a segundo plano cuando mis manos cogen sus muslos acercando su cuerpo aún más al mío. Me muevo por el lugar sabiendo de memoria cada rincón que ella me ha enseñado. Es mi segunda casa, e incluso, podría decir, que ya ni siquiera me paso por la mía solo para estar con ella.

— ¿Estás segura? — consigo preguntar entre beso y beso, sonríe contra mis labios despeinando aún más mi cabello con sus manos juguetonas. Suelta un suspiro cuando una pequeña risa sale de sus labios, aspiro su dulce aroma sin querer sentir nada más que ella en este momento.

— Nunca podría estar más segura, Thiago — vuelve a besarme, nuestras lenguas luchan por mantener el control. Intento que su cuerpo no se escape de entre mis brazos cuando con una mano abro el pomo de su puerta abierta. La habitación nos da la bienvenida haciendo que vuelva a agarrar sus muslos entre mis brazos.

Me volteo sobre mis talones, camino con paso suficientemente rápido para poder doblar mi espalda y moldear su cuerpo con mis manos mientras dejo que se acomode en la cama. Un ruido hace estruendo en la habitación, maldigo para mis adentros cuando me percato del ordenador tirado en el suelo. Ella ríe haciéndome saber que no es importante.

— Lo siento — bromeo, no le doy tiempo a contestar. Impacto sus labios con los míos ahogando su risa con mi boca, suelta un jadeo cuando mis manos empiezan a seguir cada maravillosa curva que su cuerpo posee.

El ambiente cálido de su cuerpo con el mío, esa conexión que el momento requiere. Nunca pensé que una mujer podría hacerme sentir tantas cosas, no puedo creer ni por un momento que me haya estado perdiendo durante tanto tiempo a una mujer con tanta hermosura. Por que, mientras indago en cada parte de su cuerpo, el único pensamiento que inunda mi mente es saber que, cada día, me enamoro más y más de ella.

Por que yo soy un adicto y ella es mi droga. |

(***)

Maratón 2/3, en unas horas/minutos el siguiente.

Era imprescindible esta escena pero, os recuerdo, que no escribo segundas parte de este tipo de escenarios. Por si no me entendéis en el siguiente lo haréis. Lo siento si os decepciona pero so de las que piensa que no hace falta relatar ese tipo de parte para tener una novela bonita.

Si bien la mayoría de personas lo hace yo solo quiero dar a entender ese punto. Una historia bonito no se caracteriza por la cantidad de veces que describes cuando tienes sexo. De todas formas, ya tenéis algo que poder comentar :'D

¡Espero que os haya gustado!

¡XOXO!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro