" Me gustan los retos. "
Capítulo 11: " Me gustan los retos. "
" Sé que algún día te susurraré un buenas noches, mientras te abrace."
Soundtrack ~ It Ain't Me ~ Kygo ft. Selena Gomez
Aparco el coche a un lado de la carretero. Observo a ambos lados de la acera cuadno salgo de éste. No es uno de los mejores barrios a los que he ido.
Un grupo de chicos fuman unos cigarros. Por la contextura de sus cuerpos se nota que no son de mi edad, algunos. Puede que ronden los dieciséis año más o menos.
Miro el edificio que está enfrente de mí y giro mi cabeza hasta el papel que tengo en mi mano, donde he apuntado la dirección de Liz. Vuelvo a mover mi cabeza dirigiendo mi vista hasta éste para confirmar que sí es el apartamento que tengo apuntado.
Respiro hondo preparándome para la acción. No sé cómo se comportará hoy. Puedo deducir que está de mejor humor que otros día pero con ella nunca se sabe. Tiene unos cambios de humor muy repentino. Otra cosa para añadir a la lista.
Llego hasta la puerta del portal, observo por el cristal que me brinda éste. No hay ascensor por lo que puedo llegar a ver. Giro mi cabeza hacia un panel donde están todos los timbres a los que tengo que llamar. Reviso de nuevo la dirección, tercer piso, puerta B. Busco la indicación de ese apartamento con rapidez, llamo en cuanto la encuentro.
— ¿Diga? — escucho una fría voz al otro lado.
— Soy yo, Liz. — contesto.
— Hola Thiago. — dice remarcando mi nombre.
Me río de mí mismo al darme cuenta de que ni siquiera le he dado mi nombre. Tampoco le ha sido muy difícil reconocer mi voz. Algo que me causa una asquerosa sonrisa a pesar de no querer.
Elizabeth abre la puerta y al instante puedo entrar al interior del edificio. No me llevo una buena imagen de éste. Paredes desconchadas, maderas que crujen, el poco color de la barandilla de la escalera. Las pintadas que hay en las paredes tampoco ayudan a que mi opinión sobre el edificio cambie.
Suelto un suspiro al ver las condiciones en las que vive esta chica tan extraña. Se supone que todos debemos vivir en buenas casas no en sitios como estos. Algo que odio de éste país. Puedes estar en un lugar demasiado rico o demasiado pobre pero no hay término medio.
Subo las escaleras escuchando la madera crujir bajo mis pies. Llevo mis manos a los bolsillos de mis pantalones sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda sin poder prevenirlo.
Consigo subir hasta el segundo piso sin ningún problema. Sin embargo, estoy a punto de empezar a subir el último tramo de escaleras cuando una puerta se abre repentinamente causando que me pare de golpe para no estamparme con ésta.
— ¡No me vuelvas a hablar en tu puta vida! — dice un muy furioso tío.
Observo la figura del chico con la cabeza rapada al cero excepto por una fina línea en la parte alta de su cabeza. Su piel morena contrasta con su negro cabello y, por la forma de tensar sus músculos se nota que está en forma. Quiero reírme al ver que se parece a un gallo con esa cara y ese extraño peinado que tiene. Sin embargo, la situación no me permite hacerlo.
— ¡No lo haré! — responde una chica con la misma rabia que él .
No alcanzo a verla pues alarga la mano y golpea el pecho del chico dejando un objeto en su pecho. Cierra la puerta de un portazo como si quisiera que todos escucharan la conversación.
No me muevo de mi sitio, el momento de tensión en el que me encuentro detiene cualquier movimiento que quiera realizar. Contemplo como aquel chico que debe rondar los veinte años se gira hacia mi dirección.
Puedo notar que no se había percatado de mí hasta el momento pues me observa con ira contenida.
— ¿Tú que coño miras? — espeta.
No me da tiempo a contestarle para intentar librarme de ese momento. Aquel tipo se va no sin antes tirar el móvil al suelo con fuerza. Pego un salto en mi lugar mientras observo el aparato rompiéndose en mil pedazos.
Mis ojos no pueden estar más abiertos. Admito que he visto algunas peleas de parejas bastante fuertes pero nunca una como ésta.
— ¿Thiago? — escucho la voz de Liz.
Dirijo mi mirada hacia las escaleras y admiro como un cabello azul aparece por éstas. Sus ojos recaen en mí y puedo ver en su mirada un rastro de incomodidad. Estoy seguro de uqe habrá tenido que escuchar la discusión que aquellos dos han formado.
— No te preocupes. — me dice después de unos segundos. — Suelen tener peleas a diario. — informa.
La observo sorprendido y dirijo mi mirada de nuevo hasta la puerta donde ha sucedido todo. No he conseguido ver el rostro de la chica pero por la forma en la que le ha gritado a aquel chico se podía deducir que estaba a punto de llorar si no lo estaba haciendo ya.
— ¿Pasa esto muy a menudo? — pregunto con estupefacción.
— Se ha convertido en algo normal. — se encoge de hombros. — Sube, mi piso es uno más arriba.
Se retira de aquella escena como si no quisiera permanecer más tiempo ahí. Sigo sus pasos dirigiéndome al piso de arriba.
Elizabeth se detiene frente a la puerta correspondiente. No me paro a mirar que letra es la de su puerta pues me dedico a observar detrás de mí como si el chico de antes fuera a volver de un momento a otro.
— Pasa. — ordena con amabilidad Liz.
No me lo pienso dos veces cuando entro del apartamento. Un olor a flores invade mis fosas nasales en cuanto todo mi cuerpo está dentro de éste.
Analizo cada parte del lugar para agradecer que no está tan destrozado como yo pensaba. Todavía hay alguno imperfectos que arreglar pero por todo lo demás parece que lo ha arreglado.
No es para nada grande, mi salón es casi igual de grande que su vivienda. Se parece a uno de estas habitaciones que se cogen en la universidad, la única diferencia es que esto no forma parte de una universidad.
El salón es como mi cocina de grande. Sin embargo, éste cuenta con un pequeño sofá blanco algo desgastado y una tele de culo demasiado antigua. Observo a mi derecha topándome con la cocina. Ésta solo tiene los aparatos electrónicos necesarios y una mesa para dos o tres personas.
Pero, pese a todo, eso no es en lo que me percato. Algunas cajas están posicionadas al fondo de la sala. Unas encima de otras, algunas llenas y otras vacías desechadas a un lado del lugar. No se escucha ningún sonido a parte de nuestras respiraciones.
— ¿Te acabas de mudar? — pregunto.
Así que esa era la razón por la que había llegado tan tarde al instituto.
— Se podría decir que sí. — responde. — ¿Quieres algo? — cuestiona pasándome por un lado.
Camina hasta la cocina y yo me permito seguirle el paso. Entramos en ésta, ella anda hasta donde hay una cafetera en la encimera.
— No, gracias. — deniego.
Me observa negando con la cabeza y con una sonrisa. Ni siquiera le pregunto el porqué pues sé que si lo hago me contestará con una de sus ingeniosas respuestas. Algo que internamente envidio pues a mí me cuesta la vida conseguir una buena contestación.
Abre una puerta del pequeño armario que tiene encima de su cabeza y coge una taza. La cierra y coloca la taza en la encimera. Agarra el recipiente donde tiene el café caliente y lo vierte sobre el vaso. El aroma que desprende hace que mi estómago ruja con necesidad. Una suave risa sale de la boca de Liz provocando una mueca en mi rostro.
— ¿Seguro que no quieres nada? — se burla con una sonrisa.
— ¿Café? — me rindo.
— Está hecho.
Abre de nuevo el armario y saca de éste otra taza para repetir el mismo proceso que ha realizado hace unos segundos con su vaso de café. Puedo decir que no soy un fanático de ese tipo de bebidas pero ese olor ha despertado el apetito en mi cuerpo.
Termina de servir el moca y me lo entrega. Acerco la taza a mi boca mojando mi labio con el líquido marrón. Retiro mis labios con rapidez al sentir el quemazón en mi piel.
— Joder. — mascullo.
— ¿Esperabas que estuviera frío? — espeta con diversión.
No, no me lo esperaba. Solo deseaba que estuviera un poco menos caliente para no haberme quemado el labio.
— Muy graciosa. — la fulmino con la mirada.
Se encoge de hombros pasando de nuevo por mi lado. Si sigue así voy a terminar mareándome de tanta vuelta que estoy dando.
Sigo su camino hasta el salón. Una puerta en la que no había reparado antes aparece en mi campo de visión. Deduzco como lo lógico que es que tiene que ser esa su habitación pues no hay ningún cuarto más en la casa.
— ¿No vendrán tus padres? — pregunto al no sentir que esté nerviosa por allanar su habitación.
Normalmente las chicas y chicos de nuestra edad siguen viviendo con sus padres y me parece de lo más razonable. Sin embargo, al ver como su espalda se tensa reconozco que no debí haber formulado esa pregunta. Es algo personal y no debería invadir su privacidad.
— No lo harán. — niega entrando completamente a la habitación.
Deseo entrar. Sin embargo, decido darle su espacio para que se relajo. No quiero que estudiemos con esa tensión entre nosotros. Sería incómodo para ambos y eso es lo último que quiero.
Muevo mi cabeza de un lado a otro. Vuelvo a colocar las manos en mis bolsillos buscando liberar la incertidumbre del momento. Me paseo por el salón sin importarme cuando salga, puede tomarse el tiempo que necesite para tranquilizarse.
Camino recorriendo cada centímetros del lugar. Un cuadro, un colgante, un dibujo. Son una de las tantas cosas que faltan en este lugar. Ni una sola foto de su familia o amigos, tampoco un dibujo de cuando era pequeña y menos un accesorio de valor sentimental. Es como si su pasado se hubiera esfumado dejándola sola en este lugar. Sin familia, sin amigos, ni siquiera con un compañero de viaje. Nada.
Mi vista recae en las cajas llenas de objetos. Una caja en particular.
Frágil.
Me acerco hasta ésta. Reviso detrás de mí escuchando el sonido de unos cajones siendo abiertos. Doy por supuesto que Liz está buscando algo y por cualquier razón no lo encuentra.
Eso me da tiempo. Pienso para mis adentros.
Unos cuantos pasos más. Retiro las manos de mis bolsillos para palpar la superficie de cartón en la que está situado aquel frágil objeto.
Mi corazón va a salir de mi garganta como siga así. No puedo evitar relacionar esta situación con las típicas películas policíacas donde un inspector investiga sin consentimiento la privacidad de un culpable. Pues, aunque suene algo egoísta, lo siento así.
Esta chica que tengo escondida en su habitación en busca de paz es la que no permite que dejen de rondar preguntas por mi cabeza. Ella es la culpable de mis dolores de cabeza y yo el inspector que intenta descubrir la escena del crimen.
Con mucha delicadeza de no hacer ruido levanto un trozo de la caja. Observo en el poco espacio que poseo un objeto circular negro, no consigo a ver nada más. Voy abriendo poco a poco la otra parte de la caja.
— ¿Thiago?
Cierro con rapidez la caja que tengo entre mis manos. Mi cuerpo entero tiembla cuando me separo casi tres metros de la caja. Intento que no se vea el nerviosismo en mi organismo pues no soy muy bueno mintiendo. Menos con tanta presión en mí mismo.
— ¿Por casualidad tendrías un lápiz? — pregunta.
Suelto una risa disipando cualquier rastro de inquietud y la observo. Me fulmina con la mirada deseando en su interior que un rayo me parta en dos. En ocasiones puede ser muy fácil de descifrar.
— ¿Tengo pinta de tener un lápiz? — devuelvo con diversión.
Una sonrisa se planta en mi rostro mientras ella rueda los ojos ante mi alegría.
— No importa. — responde con indiferencia.
Anda hasta el sofá que hay en frente de la televisión. Esa extraña forma que posee de sentarse la realiza en ese momento. Esa diferente manera que no consigo formar por más que lo intente.
Rodeo el sofá y me tiro en este como si fuera el mío. Ella arquea una ceja con una sonrisa divertida formándose en su rostro.
— ¿Qué? — pregunto confuso.
Se encoge de hombros. — Nada. — contesta.
Coloca los libros que no sabía que tenía encima del sofá. En el pequeño espacio que hay entre los dos. Analizo cada una de sus acciones, hasta el mínimo detalle está registrado en mi cabeza.
Suelta un bufido y levanta su vista de los libros. Su mirada manda millones de reacciones en mi cuerpo. No sabría cual de todas ellas describir.
— Te aviso que nadie ha conseguido hacerme entender esta asignatura. — me tienta.
Me encojo de hombros, una mirada desafiante creándose en mis ojos.
— Me gustan los retos.
(***)
Espero que os guste.
Quería hacer un capítulo diferente pero no podía para de teclear así que seguro que dentro de poco suba la continuación.
¡Para el próximo habrá más salseo!
XOXO
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