
"¿He respondido a tu pregunta?"
Soundtrack ~ Car Radio ~ Twenty One Pilots
"Él la miraba a ella como un ciego miraría el mundo por primera vez."
Capítulo 34: "¿He respondido a tu pregunta?"
En mi vida me había sentido tan nervioso. Los ojos que me miraban era innumerables, todos de diferentes colores. Marrón, negro, azul, verde, dorados; todos contemplando en mi dirección mientras la chica que tenía a mi lado seguía divirtiéndose de la atención que le brindaban los más pequeños.
Quería adoptar esa expresión desafiante que todos tenían allí, las personas que permanecían sentados en su sitio sin permitirme la oportunidad de caerles bien. Pues, por sus miradas amenazadoras ya podía saber lo que sentían.
Yo me conservaba de la misma manera pero no estaba seguro de deber hacerlo. Al fin y al cabo toda esta gente son las personas que la han apoyado y animado en sus días más malos. O eso es lo que se supone que debe ser.
Desplazo mi vista por todas las personas en la sala intentando contemplar que una de ellas no me mire como si fuera un depredador. Hubiera preferido no hacerlo hasta que me fuera de esa sala puesto que, un par de ojos verdes me contemplaban con un brillo de diversión.
Aprieto mi mandíbula sintiendo el enojo invadiendo mi cuerpo. No importa cuantas veces lo repita; Bradley sigue cayéndome mal. Aunque sea amigo íntimo de Liz no puedo evitar tener esos sentimientos hacia él.
Su personalidad es la que no me gusta a pesar de que tenga que aceptar. Al igual que la razón de aguantarlo es el haber ayudado tanto en la vida de mi peliazul. Si no fuera por eso ya podrían ir cogiéndome para que no le impactara mi puño en su sonrisa de niño inocente.
— ¡Bradley! — Escucho la voz de Liz, sorprendida —. No sabía que ibas a venir — se acerca hasta él. Bradley no separa su mirada de la mía aunque ella se acerque a él —, me dijiste que no lo harías.
Rompo el contacto visual con él, ahora ni temo de las miradas que me lanzan las demás personas presentes. Mi atención solo se ha desplazado hasta la pareja de amigos que se brindan un abrazo de oso. No puedo evitar sentir como mi pies luchan por moverse de su lugar en grandes zancadas para llegar hasta ellos y separarlos.
— Hacía tiempo que no nos veíamos — responde la escoria humana, sus ojos vuelven a estar fijos en los míos.
Sus facciones marcándose aún más cuando las esquinas de sus labios se alzan para formar la sonrisa más desagradable que alguna vez hubiera visto. La oleada de celos que eso me brinda no debería estar en mi cuerpo.
Confío en Liz, he aprendido a hacerlo incluso a ciegas. En lo que no confío es en que Bradley llegue a hacer algo que odie. Parece que su vida se dedicara a fastidiarme los momentos en los que Liz abría su corazón a mí.
Saber que él ya lo sabía todo de ella tampoco ayudaba a que mis inquietudes innecesarias se calmaran.
— ¿Quién es? — una voz más grave que la del chico que tan poco me gusta se hace presente en mis oídos. Su pregunta provocando que los nervios que se habían extinguido vuelvan a salir a flote, sus ojos taladrándome el alma.
Sentir de nuevo como, incluso los más pequeños, me contemplan, es incómodo. Demasiado a mi parecer. Es aún más inquietante cuando las miradas de las personas se asemejan a los documentales de la fauna en la cual el león corre tras la manada de animales herbívoros.
En este caso hay un millón de leones corriendo detrás de una cebra indefensa como yo. Pero tengo el comodín de poder conservar a una leona que me defienda de la manada que se alza sobre mí. No sabría que habría hecho en caso de que ella no estuviera aquí.
Mi boca se cierra como si la hubieran cosido con unos hilos irrompibles, siento como mis manos empiezan a sudar debido a los nervios y mi estómago reproduce un centrifugado como si fuera una maldita lavadora.
Los ojos de Liz se desplazan a los míos, una sonrisa curva sus sabrosos labios en cuanto me ve. Intento mirarla el mayor tiempo posible para que me transporte a su mundo y haga que me lleve a otro universo. Solo quiero estar a solas con ella en este momento y disfrutar de su agradable compañía.
Para mi mala suerte, sus ojos dejan de estar fijos en los míos. Provocando así que la calma que ella había conseguido en mí en menos de dos segundos se disipe en el mismo tiempo. Podía ser irónico pero era la verdad más real que había dicho nunca.
A cada segundo que pasaba deseaba que la tierra me tragara para así no poder sentir como todas las pupilas que me contemplaban dejaran de hacerlo. No podía sentirme más expuesto que ahora y nunca lo había sentido con tal magnitud.
La palma de mi mano cosquillea cuando reconozco el suave tacto de la mano de Liz. Sus dedos se entrelazan con los míos, y, aún así, no puedo desplazar mi mirada de las personas de aquel lugar. Aunque en mi interior esté deseando volver a posar mis ojos en los de ella.
— Él es Thiago — presenta, su mano dedicándome un apretón como si con eso lograra calmarme.
No puedo ni siquiera forzar una sonrisa, el chico tampoco lo hace. Puedo distinguir como sus ojos no son como los de una persona común. Cada uno de un color, verde y azul, la heterocromia haciéndose presente. Puede que, inclusive eso, me ponga más nervioso de lo que ya estoy.
— No te preguntaba a ti, Liz — la respuesta del chico me descoloca, puedo notar como Liz ejerce presión, con demasiada fuerza, en mi mano como si se estuviera empezando a mosquear —. ¿Quién eres? — pregunta de nuevo, sus ojos puestos en mí sin ver como la peliazul a mi lado aprieta mi mano.
Reconozco esa pregunta, es casi la misma que Bradley me lanzó la primera vez que nos vimos y, aunque quiera desparecer de allí ahora mismo, me obligo a responderla con la mayor educación que mis padres depositaron en mí.
— Soy un amigo — respondo, los suspiros divertidos de la gente junto con sus silenciosas risas me hacen ver la forma en la que no se creen ni por un momento nuestra farsa. Deberían no hacerlo.
— Claro — el sarcasmo en su voz provoca la curva de mis labios, no es un buen momento para hacerlo.
Los pasos en el pasillo dela casa resuenan, intento recordar a la persona que no hemos dejado atrás. No recibo un resultado favorable hasta que el rostro lleno de arrugas de una mujer en especial nos da la bienvenida.
Una pequeña sonrisa llena sus labios, nos observaba a Liz y a mí. Frunce el ceño en cuanto nos ve parados en mitad de la sala con la mirada de todas las personas a nuestro alrededor presentes. Un plato permanece en las manos de Amanda, sus dedos aprisionando el objeto como si fuera un salvavidas.
— ¿Habéis conocido ya al novio de Elizabeth? — el interrogatorio sale de los labios de Amanda.
Cierro los ojos con fuerza mientras el murmullos inunda el lugar, puedo reconocer la risa de la escoria humana que se hace llamar Bradley. Las carcajadas del chico que acabo de conocer también son fáciles de distinguir.
— ¿No que eráis amigo? — pregunta el chico con la diversión invadiendo sus cuerpos.
No conozco ni a un cuarto de las personas que están tan cómodos sentados en las mesas. Pero, sin embargo, puedo sentir como empiezo a guardar un poco de rencor a cada uno de ellos en mi corazón al ver como se divierten de nuestros inconvenientes.
— Lo somos, Scott — la respuesta escapa de los labios de Liz mientras la oleada de vergüenza que he tenido hace menos de cinco segundo empieza a disiparse.
El escuchar su nombre me alivia, no saber quien era, menos aún cómo se llamaba, era extraño. Mientras que él sabía como me llamaba, yo no lo había logrado aún. Aún así, oírlo no hace que la situación cambie mucho.
— ¿Aún no sois novios? — mi cuello va a sufrir una contractura como siga haciendo estos movimientos tan bruscos.
Sin embargo, asumo que merece la pena en cuanto los ojos de Liz se posan sobre los míos. Como un interrogatorio para saber como responder su pregunta. Miles de contestaciones aparecen en mi mente, solo una que no necesita palabras aparece en mi cabeza.
Mis labios capturan los suyos, un jadeo de sorpresa escapa de su boca cuando siente la calidez de nuestros labios unidos. Presiono mi lengua en sus labios pidiendo permiso para que me deje entrar, su boca se abre lo suficiente para que nuestras lenguas empiecen a realizar un danza.
Liz traza un camino de caricias desde mi pecho hasta mi cuello donde se detiene para empezar a volverme loco con su contacto. Mis dedos rozando sus mejillas calientes, podría apostar lo que fuera a que sus pómulos parecen dos tomates en este momento.
Mi brazo rodeando su cintura acercándola más a mi cuerpo para que sienta lo que ella provoca en mí. El problema que ella causa en mi pantalones haciéndose presente mientras intento recordar, inútilmente, donde estoy.
El vitoreo que se escucha de fondo me provoca una sonrisa, nuestras bocas terminando de desgastarse haciendo que nos separemos. Dirijo una mirada a los ojos cerrados de la peliazul antes de que mi cabeza se gire hacia la multitud delante de mí.
Dejo de lado por un momento la timidez, después de esto creo que no debería sentir vergüenza. La frente de LIz se apoya en mi hombro como si, ahora, ella fuera la que está intentando sobrellevar la incomodidad.
Los vellos de mi nuca se erizan ante el cosquilleo que su cabello provoca en mi cuello. Mi mirada se posa en las pupilas de diferente color del chico que conozco de hace menos de media hora. La sonrisa descarada y pícara que me brinda provoca que sienta menos vergüenza aún.
— ¿He respondido a tu pregunta? — Pegunto sin mirar a la que me ha interrogado en un principio.
Las risas de todos inundan el lugar mientras la mirada de aprobación del chico me llena de diversión. Liz levanta su cabeza de mi hombro para contemplar, al igual que yo, como nos hemos convertido en el centro de atención.
— Sin duda — la diversión tiñe la voz dulce de Amanda .
Sus pasos vuelven a escucharse en el destrozado suelo, los rasguños que éste llegando hasta mis ojos. Contemplo como Amanda se mueve por el lugar para, seguido de esto, colocar un plato más al lado de un asiento libre.
Vuelve a girarse para mirarnos, nos dirige una mirada diciéndonos sin palabras que tomemos asiento. Los dedos de Liz vuelven a entrelazarse con los nuestros mientras nuestras mirada vuelven a estar unidas.
Sus pupilas no pueden demostrar mayor felicidad mientras el cosquilleo que solo ella consigue causar inunda mi estómago. Tira de mí mientras una sonrisa se expande por su hermoso y pálido rostro.
— Vamos — apremia acercándose a la mesa —. Te los presentaré.
Su entusiasmo provoca una sonrisa en mi rostro. Su cabellos azul comenzando a desteñirse, las ondas que sus pasos provocan en éste. Sus ojos brillando de emoción ante la situación que se presenta delante de nuestras narices.
La familiaridad con la que todos hablan entre ellos. El centro de atención ya no está puesto en nosotros; excepto por las personas que están sentadas más cerca de nosotros. Me permito olvidar que Bradley, la escoria humana, está observándonos, e, incluso, participa en la conversación.
Sin embargo, la duda del momento empieza a aparecer en medio de la noche. Ese beso ha significado para las personas lo que yo quiero que importe para mí.
Lo que ese beso reflejaba era que somos novios. Lo que ansío que suceda es que, de verdad, ese contacto de nuestros labios, sea lo que las personas presentes se han creído. Esa idea se me mete en la cabeza como un clavo se adentra en una pared. Lo único que puedo decir es que, mis ideas, siempre, SIEMPRE, se llevan a cabo.
(***)
¡Capítulo nuevo!
Espero que os guste.
#¿QuéPasaráEnElSiguienteCapítuloSegúnVosotros?
#¿QuiénQuiereUnPocoDeThiabez?
XOXO
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