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"¡Espera, Betty!"

Soundtrack ~ OK ~ Robin Schulz ft. James Blunt

"Cuando creíamos tener todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas."

Capítulo 54: "¡Espera, Betty!"

#FinDeSemanaDeIgnórame

Creo que ya entra la luz del sol filtrándose por la ventana cuando unos labios recorren un camino de besos a través de la curva de mi cuello. Noto como se curvan en una sonrisa mientras sigue presionando su perfecta boca sobre mi piel. Se crispan las esquinas de mis labios con el aroma dulce que Thiago desprende adueñándose de mi cordura, me remuevo en la cama intentando que su boca de con la mía.

— Preciosa — me llama con su tono susurrante, sonrío contra sus labios aún adormilada cuando su aliento baila junto al mío. No abro los ojos mientras sus besos sigue trazando un esmerado dibujo en mi rostro. Comienza por mis mejillas siguiéndole la nariz y uno en mi frente. Gruño con la intención de sentir sus labios sobre los míos de una vez antes de que la desesperación me siga provocando esta locura que solo se curará con sus besos.

Como haciendo caso a mi petición Thiago me besa como es debido. Sus labios moldean los míos a su gusto, juega con ellos, los desgasta y me brinda el amor que necesitan. Tratándose de una muñeca de porcelana que se pudiera romper con una simple mirada en su dirección, las hebras de su cabellos son lo único que mis dedos pueden poseer en su tacto cuando peino su cabello.

— No me habías dicho que Bradley se quedó a dormir — murmura entre beso y beso. Su respiración es entrecortada, vuelvo a sonreír con el tono de su voz calando mis oídos, divirtiéndome.

Mis párpados revolotean, consigo abrirlos y entrecerrarlos con rapidez mientras mis pupilas se acostumbran a la luz que inunda la habitación, vuelvo a intentarlo consiguiendo lo que deseo. Lo primero que veo son como sus ojos se achican con una sonrisa curvando sus labios de la más increíble forma, con pequeñas arrugas formándose a cada esquina de ellos. Lo que podría llegar a dar por más días así, con él despertándome con besos y la tranquilidad llenando el ambiente de la habitación.

— No te pongas celoso — bromeo, deja otro casto beso en mis labios gruñendo en el proceso. Parece que de esa forma ansía que me arrepienta de lo que he dicho, consigue lo contrario cuando el amor que siento por él se intensifica. Sus brazos están a cada lado de mi cuerpo, mi cerebro me obliga, sin ninguna resistencia de mi parte, a acariciarlos. El estremecimiento consigue llegar en cuanto se percata del movimiento que sigue mi mano —. Vino anoche, yo le llamé — confieso.

Mi sonrisa va desapareciendo poco a poco mientras recuerdo lo que aquella noche sucedió, que él esté aquí ahora me alivia tanto como me duele. La forma en la que me mira no lo tengo merecido, no después del asunto tan importante que le estoy escondiendo. No me puedo creer que esté haciendo todo esto, todas estas mentiras. Debo ser ahora mismo la personas más decepcionante y cínica que ha existido en el mundo al creer que debo hacer todas estas cosas de las que ya me arrepiento y, aún así, no lucho por solucionar.

— ¿Para qué le llamaste? — Interroga, frunce el ceño. Formo una pequeña sonrisa sin poder llegar a hacer más que eso, muevo mi brazo y deslizo mis pálidos dedos sobre la piel bronceada y arrugada de entre sus cejas fruncidas. La aliso de tal forma que ahora son otro tipo de arrugas las que aparece a cada esquina de sus labios al sonreír, y con esa no tengo intención de borrarlas.

— Todo lo del orfanato — miento, asiente comprendiendo. Retiro mechones de su cabello negro para que, segundo después, vuelvan a caer sobre su frente. Sonrío mostrando mis dientes cuando contemplo como vuelven a descender tapando sus preciosos ojos azules —. Creía que le vendría bien hablar de ello — susurro, baja sus labios a los míos. Cuando pienso que me va a besar me sorprende, juega conmigo dejando un corto beso en mi mejilla. Gruño contemplando la sonrisa que forma al darse cuenta de cómo me comporto ante él y su cercanía, no podría ser más guapo mientras la sonrisa borra cualquier rastro de molestia.

— Debes dejar de ser tan amable — masculla, le devuelvo la sonrisa sabiendo que no es eso lo que él quiere, es una cosa completamente diferente que no estoy dispuesta a dejarle ganar. Sigo sin comprender la razón por la que se llevan tan mal, sé que Bradley es un grano en el trasero pero, en cuanto le conoces, es un total amor. Cualquier chica podría llegar a amarlo si consigue ver en su interior, eso es lo que cuesta realizar, persistir con su bipolaridad y lidiar con su mal humor.

Ha sufrido tanto o, incluso, más que yo. Creó unas barreras emocionales más fuertes que las mías y solo serán capaces de romperse cuando él tenga el mero gusto de hacerlo. Mientras tanto, por más ímpetu que le coloques, no lo lograrás. Tiene que permitirte entrar en su alma, en su interior, y solo será capaz de hacerlo cuando considere poder hacerlo.

— Tú lo que quieres es que deje de hablar con él — adivino, es él el que gruñe esta vez cuando sabe que he dado en el clavo. Va a besarme, roza sus labios con los míos despertando de nuevo esa necesidad que embriaga mi cuerpo cuando está así de cerca. Cuando unos golpes en la puerta nos rompe en cualquier situación amorosa en la que pudiéramos haber estado.

— ¡Chicos! — Río cuando escucho la voz de Bradley, un bufido sale de los labios de Thiago mientras su frente se apoya sobre la mía en un claro signo de rendición. Noto la diversión que tiñe la voz de Bradley ahora mismo, aunque no pueda, ni me permita, verle —. Me tengo que ir, no corrompáis la casa mientras estoy fuera — bromea como si el apartamento en el que estamos fuera de su propiedad, sus pisadas se vuelven a escuchar mientras se aleja y el sonido mengua.

Es solo en el momento en el que el portazo retumba por el apartamento cuando Thiago levanta la cabeza. Me mira como si me dijera, con su iris del color de un enorme e infinito océano fijando su atención en mí, que él tenía razón sobre Bradley. Ruedo los ojos divertida volviendo a trazar esas caricias sobre su brazo que tanto escalofríos ha podido presenciar en unos cuantos minutos.

— ¿Ves por qué no deberías ser tan amable? — Debate, río alzando la mirada al techo sintiendo la suya en mí, quiero hacerle callar la boca de tantos modos que no puedo elegir cuál es la indicada. La intensidad de sus ojos, tan azules y sentimentales, logran que vuelva a tener mi atención sobre él, se siente tan bien estar as que se me pasa por la cabeza llamar a Bradley para que no me meta de nuevo en las carreras, en esas carreras quita–vidas.

El arrepentimiento llega cuando recuerdo que el orfanato me necesita, necesita de todos nosotros en este momento. Mandy y Natalie me necesitan, Bradley, Pete y Scott me necesitan y yo lo necesito más que nada.

— Solo bromeaba — reprendo, es su turno de rodar los ojos causando una sonrisa en mi rostro, levanto mi cabeza dejando un beso sobre su nariz. Imita mi acción consiguiendo que pierda el rumbo de mis pensamiento para centrarme en él, en su manera de mirarme con esos ojos que me recuerdan al océano encerrado en una tormenta eléctrica, en su forma de tocarme como si fuera una escultura tan frágil que tuviera miedo de lastimarme y en el modo de besarme, como si nada existiera, solo él y yo y nada que nos pueda interrumpir.

Pero eso no era posible, por que todo tenía un fin. Y en el momento en el que mi móvil comenzó a sonar supe que era el mío, que ya nuestro momento de paz había terminado para volver a comenzar ese día de preocupaciones y tristezas que llevaba embriagándome desde hace semanas. Todas ella en las cuales debía olvidarme de mí misma para llevar otro rumbo para los cientos de personas que habían en ese lugar.

Resoplo cerrando los ojos, es Thiago quien se mueve de su lugar, dejando a mi cuerpo con una brisa helada, para poder alcanzarme el móvil. Sonríe mientras me lo tiende, le lanzo un beso expandiendo la curva de sus labios. Reviso el número del móvil, ruedo mis ojos reconociendo el mismo teléfono que lleva llamándome desde hace una o dos semanas.

Me harta que no me conteste, simplemente se queda respirando esperando que, por algún milagro del universo, por alguna lámpara mágica, sepa quien es ella. No me permite escuchar su voz para que pueda adivinar de quién se trata la persona que llena mi teléfono de llamadas día y noche como si no tuviera una vida que atender. Y yo no voy a ser la personas que analizará de la persona que se trata para matar la curiosidad que mi cuerpo conserva con fuerza.

Cuelgo dejando que mi brazo choque con el colchón y provoco que rebote, contemplo como Thiago se sienta a mi lado con el ceño fruncido. Acerca una mano a mi rostro retirando los mechones rubios que se han esparcido por mi cara cuando he soltado el móvil con tanta fuerza, sus ojos se achican con una pequeña sonrisa escalando sus labios. Abre su boca y la cierra de nuevo como si supiera que no es el momento indicado para hablar.

Sigo sin creer que él esté aquí, no me merezco tenerlo a mi lado después de lo que le estoy ocultando.

Se acerca para llegar hasta mí, deseo tirar el aparato irritante por la ventana en cuanto esa música estresante se repite. Cojo el móvil con rapidez descolgando en el acto, lo coloco en mi oreja volviendo a escuchar esa respiración que tan harta me tiene. Al final va a ser buena idea hacer lo que dijo Thiago.

— Mire... — comienzo, Thiago muerde sus labios deseando que la risa no salga de sus labios, sabe lo que voy a hacer y encima se ríe por mi tono molesto. Le brindo una cariñosa y suave patada sin querer que mi voz se suavice, estoy molesta mi tono debe demostrarlo —. No sé quién es usted pero bloquearé este número en cuanto cuelgue — me callo unos segundos, su respiración parece paralizarse, no se escucha nada. Suelto un resoplido con una sonrisa irritada posándose en mis labios —. Usted lo ha querido así.

— ¡Espera, Betty!

Mi cuerpo se paraliza, se apaga como lo haría un ordenador. Borro todos los datos de mi disco duro para permitirme estar de la forma más imponente jamás vista. Mi brazo se queda en el aire mientras tras el móvil suenan los pitidos que me han tenido tan molesta esta semana, lo cobarde que es la persona que me ha llamado, y que tan bien conozco, al colgarme. Siento mis ojos aguarse, mi boca se abre y se cierra intentando encontrar mi voz, se ha perdido junto con esa llamada.

Las heridas que creía sanadas vuelven a abrirse para aparecer con más infección que antes, los puntos de sutura que conservaban las cicatrices se abren de nuevo para causar más dolor del que provocó hace unos años, la bala que perforó mi corazón a su gusto vuelve a hacerse tan desgarrador como lo fue. Rememoro cada detalle que creía olvidado y superado de mi mente.

Noto como Thiago se acerca a mí, agarra mi rostro entre sus manos mientras me obliga a mirarle. No escucho ni una palabra de lo que dice pues mis sentidos se han ahogado en un lago sin fondo al instante. Cualquier signo de emoción que pueda mostrar es interrumpido porque mi cerebro no me da ni una maldita orden para reaccionar en este momento, solo la de quedarse como una gárgola es la que cuenta justo ahora. Todo lo que mi cuerpo puede hacer es crear un embrollo en mi mente que se me hace imposible poder resolver.

Los recuerdos atacan mi mente como una película de drama, la desesperación del primer abandono, el miedo del primer amor que pude tener por la familia, el primer signo de una emoción que se fue en el momento en el que la persona que más quería me abandonó.

Todo lo que viene a mi mente es el dolor que mi corazón está soportando, se encuentra lidiando con algo que suponía muerto y extinguido. Toda esa impotencia de coger el teléfono y gritarle todo lo que llevo dentro a la causante de ese dolor

De poder ser feliz.

Me lo arrebató todo, cualquier cosa en la que pudiera creer. Los cuentos de hada se evaporaron como el vaho de una ducha a mis cinco años de vida, la idea de tener un príncipe azul se convirtió en la realidad de que siempre seguiría siendo sapo por muchas princesas que le besaran, siempre sería la persona predestinada a ser. Que un beso no volvería a despertar todo lo que creí cerrado con llave en el fondo del armario por muchos intentos que pudiera llegar a hacer porque, al final del día, la soledad seguiría invadiéndome.

Por eso, cuando Thiago me mira con la mayor preocupación que he visto en un ser humano y la pantalla de mi móvil se apaga como mis pensamientos, solo puedo pensar en una palabra, una pregunta, una etiqueta que no debería llevarla una persona como la que está al otro lado de esa llamada colgada que ni siquiera me ha dado la oportunidad de contestar.

¿Mamá?

(***)

¡Nuevo capítulo!

¿Os lo esperábais?

¿Qué creéis que pasará a partir de este punto?

¿Demasiados problemas?

Porque puedo asegurar que habrán unos cuantos más.

Me siento malvada imaginando vuestra cara al leer el cap, ¿soy demasiado mala?

Bah, da igual. ¡Besos!

XOXO

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