EPÍLOGO
EPÍLOGO
— ¿No puedes quedarte solo un poco? — Pregunto reclamando sus labios otra vez, hace casi más de unas cuantas horas que no paso con ella y se siente como el aire al respirar. Ríe sobre mis labios atrasando la intensidad del beso, me da pequeños besos probando a alejarme de ella.
— Tu hermana me necesita, Thiago, y, aunque el traje que llevas sea tentador, tengo que dejarte — sonrío jocoso, siento sus labios una última vez antes de que, con un bufido apenas contenido, me separe de ella por completo.
Le doy una repasada a su vestido, el único que me ha hecho perder la cabeza más de una vez hasta que no he podido soportarlo más. El rojo encaja completamente con su cuerpo pálido, resalta cada rasgo de ella volviéndola más hermosa incluso sin necesidad de llenarse la cara de maquillaje. Un cinturón delgado negro rodea su cintura volviendo más apetecible agarrarla y besarla hasta que esta tortura de evento termine y empiece la verdadera acción.
— Estás preciosa — susurro sobre sus labios antes de dejar el último pico sobre estos. Sonrío caminando al exterior donde una gran cantidad de sillas se sitúan, exclusivamente, en su lugar. Ninguna se sale de su sitio y me daría escalofríos ver tanta perfección de no ser porque conozco a mi hermana.
Visualizo a lo lejos una gran cantidad de periodista sacando fotos, mi hermana será noticia las próximas semanas, por no decir durante un mes entero. A lo lejos, distingo una figura, camina de un lado a otro, con su traje negro bien planchado y el cuero cabelludo siendo arrancado por sus manos. No me quiero imaginar la cara que pondrá mi hermana cuando vea lo que Dylan le está haciendo a su pelo.
— Pareces un chiquillo queriendo ir al baño — declaro, se gira al escuchar mi voz y me dirige una mala mirada. Me repasa del mismo modo en el que yo lo hago, intentando buscar algún defecto para que Skylar no nos lo reclame cuando se digne en aparecer.
— Estoy nervioso — responde, deja escapar un suspiro tembloroso que me hace reír. Si Dylan se atreve a confesar sus sentimientos de una forma tan abierta es porque, de verdad, tiene que estar cagándose en los pantalones —. Hoy es el día, Thiago — menciona, devuelvo mi mirada a la suya de nuevo, puedo ver la emoción juntándose con la incertidumbre en su iris marrón, más claro que de costumbre.
— Creo que no te tengo que decir que cuides de ella, ¿no? — Cuestiono interpretando su contestación en mi cabeza. Mira un punto lejano, a través del enorme lugar rodeado de hierba, con una enorme alfombra sobre ella para el momento que todos esperan. La mirada de mi amigo muestra tanto amor, tanto cariño, que es imposible no creer las palabras que salen de sus labios.
— Me moriría si le pasara algo, Thiago — revela, paso la lengua por mis labios sintiéndolos secos de repente. La gente comienza a venir y sus murmullos son cada vez más sonoros. Apoyo una mano en su hombro colocando en mi rostro una sonrisa ladina que me responde de la misma forma, agacha su mirada hasta sus manos casi entrelazadas.
— Disfruta de tu día, Dylan, te lo mereces — aseguro, después de tanta tormenta en su vida lo que menos podría obtener sería esto, solo con lo que está por suceder dejará de amargar su vida como lo ha estado haciendo durante diecinueve años. Ya no hay padres maltratadores, ni madres que dan su vida por sus hijos, ni hermanos que tienen que hacerse cargo de su familia. Solo está Dylan y el amor de su vida.
No me responde pero sus ojos indican todo lo que necesito ver antes de que su hermana, Nora, con un vestido parecido al de mi novia, se lance a sus brazos. Sus preciosos dieciocho años le sientan de maravilla, con ese rostro tan dulce que posee nadie puede descartar su belleza natural, ni siquiera yo.
— No me puedo creer que ya esté todo listo — chilla emocionada, ríe con nerviosismo sin reconocer, al parecer, que su hermano está incluso peor que ella. Aún así, y casi por instinto, Dylan intenta parecer lo más tranquilo —. Skylar está preciosa, Dylan, vas a babear en cuanto la veas — asegura.
Contemplo divertido como mi amigo traga saliva nervioso, sonríe forzosamente y yo trato de esconder la curva que permanece en mis labios porque, a pesar de no aparentar nada, estoy muriendo de los nervios en mi interior. Necesito que acabe todo esto para que, lo que es importante para mí, de verdad, al fin cobre sentido.
— ¡Deben sentarse todos! ¡La novia está por llegar! — Chilla una mujer que no conozco, por lo que Skylar me contó, ella contrató a alguien para que la orientara en este tema pero, por más que había intentado prestar atención, siempre buscaba una distracción y, normalmente, mi novia tenía la culpa.
— Tengo que irme, Dylan, las damas de honor van las primeras — murmura, nos guiña un ojo y se larga como alma que lleva el diablo. No sé quién está más nervioso de los tres, si Nora por estar emocionada, si Dylan por estar a punto de ver a Skylar en el día más espléndido o si yo, porque, por una vez, siento que haré las cosas bien en cuanto acabe la noche.
— Intenta no arrancarte el cabello en lo que tardará Skylar — bromeo, la música comienza a sonar y yo me coloco a su lado, como un cero a la izquierda a su lado. Pero es su momento de esplendor, tiene que derramar todo su potencial en este evento y nada va a jodérselo nada, ni siquiera mis bromas.
El rojo encabeza la fila de mujeres que caminan delante de mi hermana, aún no consigo verla entre tanta gente y a causa de fijarme en otra persona que me tiene loco. Pueden haber pasado casi ocho años desde que la conocí y, puedo asegurar, que no he perdido ni una pizca de amor por ella. Cada día se intensifica más, si es posible, sus besos, sus caricias, sus palabras, sus actos, son maravillosos en todo el significado de la palabra. No ha terminado de sorprenderme cuando vuelve a atacar.
Tira pétalos de rosa por la alfombra pulcra y blanca, sus ojos chocan con los míos sin previo aviso y mi corazón salta de su lugar al notar la sonrisa que sus labios dibujan alegrando mi momento. Me he quedado con más ganas de ella cuando estaba ahí dentro, en el interior de una enorme casa donde ella tenía que entrar a la habitación de mi hermana.
Llega hasta el final de la alfombra, resisto el impulso de acercarme a ella y curvar mi codo para que se sostenga en mí. Amaría que terminara el recorrido conmigo de su mano pero, por más que desee lo indeseable ahora, permito que termine su camino hasta el ala opuesta a mí. Señala con sus ojos a Dylan, quien no deja de observar un punto delante de él casi sin respirar, preguntando por él.
"Está nervioso" gesticulo con mis labios, asiente comprendiendo escondiendo una sonrisa con sus manos reconociendo que, reír ahora, sería llamar la atención de todos los presentes. Vuelve a dirigir su vista a mí, abre sus ojos más grandes para indicarme algo.
"Skylar igual" alcanzo a adivinar, niego con mi cabeza distinguiendo un destello de una figura a mi lado. Conforme levanto la cabeza mi boca se seca y es que, Dios, nunca había visto a una hermana vestir con algo tan hermoso.
El encaje blanco recorre sus hombros y brazos, forma un corazón por el que empieza la tela lisa. Un corsé rodeado por telas, también de encaje, y que, al final de él, comienza una preciosa falda de plumas que me deja con la boca seca. No despega la mirada de mi amigo pero, aún así, yo no puedo desviar mi vista de ella. Es la novia más hermosa que he visto hasta ahora, con su cabello recogido en un moño y dos mechones de su cabello cayendo por su rostro donde se encuentra la más feliz sonrisa que puede existir.
Camina del brazo de papá, casi había olvidado que él se encontraba aquí desde hace un buen tiempo. Desde que se enteraron de la noticia de la boda no se ha separado de mi hermana, si no era para preguntarle acerca del evento, era para saber qué corbata podía combinar con el vestido de su hija. Creo que no comprendió el hecho de que Skylar debía conjugar su ropa con su futuro marido y no con su padre.
Sus pasos son seguros mientras se dirige al lugar donde Dylan se encuentra, parece luchar por ir lento en lugar de lanzarse a él y terminar con la tortura que supongo que este momento produce. No poder besar a tu novio, vestido con traje para tu boda, hasta que una persona te lo diga. Estoy seguro de que yo no lo soportaría.
Despejo el sitio, acercándome a mi asiento adjudicado, cuando mi padre le suelta unas palabras a Dylan y dejan, por primera vez, el futuro de Skylar en manos del mejor chico que he podido conocer para mi hermana. Son tan tiernos juntos, justo ahora, que me entran diabetes pero, debo reconocer, que es lo que toda persona desearía en su vida.
Cojo de la mano a mi novia sonriendo por tenerla en la vida y poder saber la clase de amor que he obtenido de ella. Las horas de insomnio en las que no hacía otra cosa que pensar en ella, los momentos en los que quise tirar la toalla y rendirme pero que, al final, se convirtieron en los mejores años de mi vida.
Me reprendo a mí mismo por no dejar esas palabras de tonto enamorado para mi propio discurso, cuando mi hermana diga el "Sí quiero" y se besen. Cuando eso suceda, la incertidumbre que crece en mi interior terminará y, si acaba bien, dará paso a unas horas de completa emoción y felicidad por mi parte.
Los minutos transcurren bastante lentos, debo suponer que Skylar está pasándolo bien y emocionada teniendo en cuenta las lágrimas que Dylan le retira de los ojos a la vez que le susurra palabras que, desde este punto, se puede adivinar que son enternecedoras. Siento un apretón en mi mano, la que Liz sujeta con fuerza, que provoca que me gire para observarla.
— Esto es hermoso — murmura, miro a mi alrededor repitiendo su misma acción. Mis padres están sentados en una sillas al lado contrario del pasillo que nos separa, Logan está detrás de ellos sonriendo como un loco, Nora agarra un pañuelo de su bolso y levanta la cabeza, cuando encuentra lo que busca, para que las lágrimas no destrocen su maquillaje.
Suelto un suspiro volviendo mi atención a mi novia, los deseos cada vez son más intensos y el nerviosismo sube hasta mi garganta y me impide tragar. Mientras tanto, Nora lleva los anillos hasta los dos enamorados y, todos los presentes, nos levantamos para poder presenciar el final tan inesperado.
Pero no se me olvida la mirada soñadora de Liz mientras contempla como mi mejor amigo y mi hermana se dicen los votos matrimoniales. Su dentadura perfecta no parece tener límites cuando se trata de sonreír y yo también lo haría de no ser porque mi labio sufre las consecuencias de mis dientes sobre él.
— Me gustaría poder llegar a ese punto, ¿sabes? — Pregunto sin necesitar una respuesta. Liz no me comprende del todo, gira su cabeza con el ceño fruncido en mi dirección y su sonrisa comenzando a desaparecer.
— ¿Qué quieres decir? — Interroga con voz temblorosa, al parecer, sí se piensa algo de lo que digo y, aunque no se ha negado desde un principio, el miedo se incrementa en mi cuerpo por segundos.
— Esperarte con un vestido blanco que llegue hasta el suelo, poder amarte y recordarte que eres legalmente mía todos los días de mi vida. Envejecer contigo hasta que la vida se canse de vernos juntos — susurro en su oído, su piel se estremece y sonrío como tantas veces llevo haciendo hoy. Necesito descargar la tensión de algún modo y, esta, es la más fácil.
— ¿Tú...?
Pero no le da tiempo a responder, nuestro ojos se clavan en la pareja que tenemos delante de nosotros y en los vítores de alegría y felicidad que inunda el aire libre. Se besan hasta que los gritos parecen demasiado fuertes para ellos y se separan, recibiendo más aplausos y miles de sonidos de cámaras sacando fotos.
No les importa tanto barullo, se sumergen en su propia burbuja en la que ambos están casados, un anillo sostiene sus dedos y sus vidas ya están encadenadas a la del otro. No hay nada más puro que lo que ellos sienten y se ve a oleadas cuando se miran. Tardo unos segundos en recordar donde me encuentro, todo se parecía tanto a una película que olvido que es mi hermana la que se acaba de casar.
— Le has atado de por vida — bromeo cuando me acerco, dejo un beso sobre su mejilla, me aseguro de que Dylan está a unos pocos centímetros pues habla con Logan y estoy seguro de que hablará de lo mismo que yo. Intento divisar a mi novia que, a este paso, se asemeja más a un fantasma que a una persona. Desaparece cuando más lucho por encontrarla.
— Espero que lo hagas tú también — declara, vuelvo mis ojos a ella terminando por localizar donde se encuentra, habla con mis padres como si les conociera de toda la vida. No podré olvidar la cena que mantuvimos para presentársela, fue un caos de nervios y miedo de su parte que se evaporó en cuanto hablaron —. ¡Voy a lanzar el ramo, chicas! — Grita de improvisto, abro mis ojos como platos escuchando sus palabras.
— Ni se te ocurra hacerlo ahora, Skylar, no tengo nada preparado — aviso, mi hermana ríe sin disimulo. Gran cantidad de personas se acercan, incluso algunas que están casadas. Elizabeth es arrastrada por la hermana de Dylan, quien sabe el siguiente paso que debemos dar, y mi novia se queda con una sonrisa divertida pero molesta contemplando a Nora.
— Tendrás que improvisar, Thiago — responde —. Reza por que tire bien y, tú, deberías estar ya a su lado — recuerda. Asiento negando con mi cabeza y soltando un bufido, no puedo creer ni por asomo que me haya tendido una trampa como esta. Ni siquiera sé cómo hablar.
Me posiciono a unos pocos pasos de mi novia, Nora comienza a alejar a todas las participantes en un intento de que, si mi hermana desvía el ramo unos centímetros, Liz pueda cogerlo sin temer por la integridad física de las personas a sus lados. Cruzo mi dedo índice y corazón rogando a todos los santos que me ayude, los nervios cada vez son más fuertes y las miradas interrogativas de la gente no me brindan tranquilidad.
La cuenta atrás comienza, mi hermana se gira sobre sus talones y, tal y como lo hemos practicado desde hace meses, lanza el ramo. Si de algo caracterizo a Liz es su espíritu competitivo y, cuando el objeto cae en sus manos, mi cuerpo se relaja unas milésimas de segundo. El tiempo suficiente para que Liz sonría con triunfo y mire el interior del ramo.
Trago saliva colocándome a su lado, sus manos recogen una nota del interior, tiemblan cuando lee la carta con la que tanto me temblaban las manos al escribir y busca algo a su alrededor. Sus ojos recaen sobre los míos, a una distancia bastante prudencial teniendo en cuenta que mi rodilla se encuentra anclada en el suelo.
Las lágrimas comienzan a brotar a través de sus mejillas, los gritos ahogados de exclamación de los presentes. El ramo cae al suelo pero solo una única cosa me importa más que todo eso, mi novia tapa su boca reteniendo un sollozo.
— Esto es imposible — susurra con la voz temblorosa, ríe agarrando el ramo que ha tirado. Encuentro una manera de dejar pasar mi tiempo buscando la sortija en el interior del ramillete, el anillo dorado brilla tanto que aparto la mirada. No estoy seguro si es por el valor sentimental que el momento supone pero mis dedos tiemblan como nunca lo han hecho.
— ¿Por qué debería serlo, amor? — hablo dulce, no lo bastante alto para que me escuchen los que están a nuestro alrededor. Todo es borroso excepto la expresión asombrada de Liz y su constante negación de cabeza sin poder creérselo —. Han pasado casi ocho años desde que te conocí en esa carretera de mala muerte, ocho años en los que hemos pasado más peleas que nadie pero que hemos amado como nunca. Me despertaba cada mañana queriendo tener un beso tuyo, esperando el momento exacto en el que tomaras consciencia para dejar un beso sobre tus labios porque te ves condenadamente sexy con mi camiseta en tu cuerpo — declaro.
Ríe retirando unos mechones de su cabello rubio, trago saliva de nuevo buscando las palabras exactas con las que seguir.
— Te he querido más de lo que amo a mi propia vida, te has convertido en mi aire para respirar, me has convertido en un adicto que necesita tu boca como droga — me lanza una mirada envenenada sonrojándose, sonrío prosiguiendo —. Eres la única chica con la que siento que puedo mejorar, cada día, cuando te veo en el sofá viendo la televisión, en el sillón leyendo un libro o en la cama porque tus dolores de barriga son demasiado duros, te observo y solo puedo pensar que eres la mujer con la que quiero envejecer, quiero formar una familiar contigo, poder contarle a nuestros hijos que su madre era una rebelde que robó mi corazón — aseguro, no hay agua en el mundo que describa todo lo que mi novia derrama por su rostro —. No quiero andarme con cincuenta mil palabras en danza cuando solo hay una pregunta que quiero hacerte — anuncio, me preparo para recibir la respuesta pero no habría tiempo suficiente para mentalizarme —. ¿Quieres ser mi esposa, la madre de mis hijos, la mujer que amaré hasta que tengas arruguitas y seamos viejitos?
Retengo todo el aire en mis pulmones cuando mi novia no deja de abrir y cerrar la boca, con una sonrisa en el rostro pero con las lágrimas corriendo, como en una carrera, por sus mejillas totalmente sonrojadas.
— ¿Amor? — Llamo cuando no contesta —. Me estás asustando, Liz — confieso con un hilo de voz. Se lanza a mis labios antes de que pueda reaccionar, me estabilizo con ella entre mis brazos y río sobre sus labios presionados a los míos. Cierro mis ojos recibiendo sus besos y tomando los aplausos y su gesto como una afirmación.
Mi corazón explota en alegría pura cuando la beso con todo lo que tengo que prometerle, si esto no es el comienzo de algo realmente bello no sé que puede serlo porque se va a casar conmigo. La mujer que amo con mi alma va a ser mi esposa.
— Me has asustado como la mierda — murmuro cuando separo mis labios de los suyos. Su risa es una melodía para mis oídos y escucharla no tiene precio. Me olvido de los borrones que hay a mi alrededor celebrando el compromiso, no miro a mi hermana para agradecerle, por tener mi vista solo sobre la chica que ha aceptado el anillo que ahora pongo en su dedo.
— Eres un estúpido si crees que me voy a negar a compartir cada día del resto de mi vida contigo — sentencia —. Te amo tanto que duele y este anillo no describe ni la mitad de cosas que quiero hacer junto a ti, hasta que seamos unos ancianos que no podamos ni caminar por nosotros mismos — susurra contra mi boca.
Río porque es lo único que puedo conseguir cuando estoy rebosante de alegría y mi corazón desborda amor y ternura hacia la única persona que me comprende incluso mejor que a mí mismo. No podría haber elegido a una mejor persona que la que está a mi lado, teniéndome de rodillas en el suelo, y con sus labios sobre los míos una vez más. Una de tantas veces que voy a desgastar su boca y la mía hasta que no la sienta.
— Te amo, Liz — declaro, intercala su vista de mis ojos a mis labios, el precioso azul diamante en su mirada me provoca escalofrío al ver tanto brillo, ese brillo que solo se describe como una sola cosa.
— No más de lo que yo te amo, Thiago.
No habremos sido la historia más perfecta que existe, tuve que calentarme la cabeza hasta que salió humo para reconocer que no hay otra chica con la que puedo sentir tantas emociones al mismo tiempo. Felicidad, ternura, miedo, amor, cariño, incertidumbre. Podría seguir enumerando hasta cansarme pero solo una palabra predomina sobre todas ellas.
La adoración que siento hacia la chica que se va a convertir en mi esposa, que acepta todos mis embrollos de cabeza y me ayuda incluso cuando no va con ella. Son los pequeños detalles de la vida diaria los que me hacen darme cuenta de que, cada día que transcurre, la amo aún más.
Elizabeth Isabella Forbs. No hay apellido que mejor suene que el mío puesto en ella, no hay mejor sensación que sus labios sobre los míos jurándome amor eterno.
(***)
No voy a decir demasiado porque son las once y media y estoy muerta de sueño pero mañana sin falta haré los agradecimientos y espero no llorar porque hoy estoy más sensible que de costumbre.
¡Besos y XOXO!
Vomitad arcoíris por Thiabez y por Skylan, sé que os ha encantado. ;)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro