capítulo dos: lo que alguna vez fuimos.
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Jimin sintió náuseas de nuevo.
Solamente que iban acompañadas de un sentimiento mucho más fuerte y parecido al que sintió el día en que perdió a su bebé.
Se sentía aturdido, parecía como si hubiera un vacío en su pecho y no podía ver con claridad. Deseaba expulsar nuevamente todo lo que había comido en el día, pero tuvo que reaccionar a tiempo.
A penas y soltó un par de lágrimas, pero Jungkook pareció notar lo que pasaba con él porque lo abrazó sin decir ninguna palabra y limpió sus lágrimas.
Segundos después, Jimin lo apartó en silencio, susurrado en una voz débil y temblorosa.
Ambos se sientan sobre el suelo con la comida frente suya y Jimin piensa que es el momento indicado para hablar.
—Lo siento.
—No pidas, perdón, Jimin. Soy yo quien debe hacerlo.—Jeongguk acarició su mejilla suavemente y sonrió dolorosamente. Estaba por casarse. Su hermana le había aconsejado alejarse de la tradición que había hecho con Jimin, porque aquella perdida había dejado de valer la pena, según ella, le había dicho que le haría daño a su futura esposa si seguía haciéndola.
Así que tomó la decisión mas dolorosa para ambos.
Todos le decían que debía continuar con su vida.
Era su deber proteger a Jimin, incluso si no podía estar a su lado.
—No es cierto, tengo la culpa y ambos lo sabemos.—Jimin comenzó a tomar distancia, antes de dejarse llevar por el instinto de acurrucarse en el cuello del alfa, hasta sentirse completo. Le duele saber que su Alfa es capaz incluso de dejar la tradición que ayuda a mantener vivo el recuerdo de él. Pero no tiene el derecho a reclamarle nada. Tiene el derecho a continuar con su vida.—Soy el verdadero culpable de haber perdido a nuestro cachorro.
Y Jungkook sintió como si se hubiera asfixiado.
Sus manos apretaban con fuerza en un puño y sus brazos comenzaron a temblar.
Él era el único y verdadero culpable.
Jimin no podía pensar que tenía la culpa.
No fue capaz de protegerlo lo suficiente y por eso su Omega perdió al bebé.
Había sido un terrible alfa.
No merecía siquiera ver a Jimin a la cara.
Tenia la culpa de haber perdido a su pequeño cachorrito, que había fallecido hace ocho años exactamente.
Y por eso Jimin se encuentra de esta manera.
El alfa eleva su rostro buscando la mirada de Jimin para darse cuenta que Jimin lo mira con amargura. Sus ojos están completamente apagados.
Debe hablarlo con Jimin, antes de que sea lo suficientemente tarde.
Antes de despedirse.
Debe decirlo.
—No pude protegerte y ambos lo sabemos. Fue...Fue culpa mía. Debí haber llegado antes, debí haber estado preparado...El doctor nos había dicho y yo pude llegar a tiempo.—Le dijo a Jimin, sus ojos estaban mirando fijamente a Jimin, mientras apretaba sus manos en un puño. Estaba aguantando las lágrimas que amenazaban salir.—Lo siento tanto.
Jimin negó, sus manos se extendieron hacia las mejillas de su antiguo alfa y le sonrió, a pesar de estar sintiendo uno de los peores dolores que cualquier persona debería sentir.—Ambos sabemos que no fue así. Estabas fuera de casa, demasiado lejos. Y aún así corriste lo que tu cuerpo alcanzó, alfa. No fuiste el culpable. En cambio yo... debí haber sido más fuerte y no lo fui. Por eso perdí a nuestro cachorrito.
Acaricio su estómago y lo apretujo un poco, recordando cuando su alfa solía acariciar aquel vientre redondo que solía tener. Jeongguk no dejaba de mirarlo como si fuese el Omega más bello del mundo.
Quería gritarle que no había sido así. Que Jimin había dado todo su esfuerzo en tener a su cachorro, que no merecía culparse por ello. Más no dijo nada y estiró sus brazos para abrazarlo con fuerza.—¿Cómo terminamos así?
Y Jimin no supo responder.
Tal vez fue la primera semana después de la pérdida de su cachorro, cuando la madre de Jeongguk había llegado a deshacerse de su nido donde había decidido tener a su cachorro y temía decirle a Jeongguk porque no quería alejarlo.
Tal vez fue cuando Jeongguk desapareció un par de semanas despues de perder a su cachorro y al volver no mencionar nada al respecto, dejándolo preocupado.
O cuando Jimin lloraba por las noches por la pérdida de su cachorro y envés de ser reconfortado por su alfa, este le ignoraba. (No porque quisiese, sino que estaba tan hundido en la pérdida de su cachorro, que dejó de lado a su Omega).
Tal vez cuando habían pasado alrededor de dos meses de perder a su cachorro y en una cena familiar, Jeongguk le dejó solo por in momento y su familia no paraba de llamarlo un Omega deteriorado e inservible.
Tal vez fue la falta de comunicación. De como comenzaron a alejarse del otro por el dolor de la pérdida.
—Supongo que no supimos responder al dolor de perder a nuestro cachorro.—Susurró, aferrándose a los hombros de Jeongguk. No me dejes, por favor. No lo hagas.
Prometiste amarme toda la vida.
No rompas tus promesas.
Te lo ruego.
—Te amaré para siempre, Jimin. Lo sabes. —Le dijo Jeongguk como si supiera lo que pensaba el Omega.—Nuca dejaré de amarlos y el dolor no desaparecerá de mi corazón. Jamás lo hará.
Mentira.
¡Eres un mentiroso!
¡Deja de hacerme creer tus mentiras!
Me olvidarás.
Nos olvidarás y no quedarán siquiera recuerdos de nosotros.
—Detesto las mentiras. —Rió sin gracia.
—Lo sé, pero no miento. No mentiría sobre ti. Jamás mentiría sobre el amor que te tengo.
-Si hubiera sido así, no estuviéramos despidiéndonos y lo sabes.
—No te deje de amar. Firmando el divorcio te lo dije. Que te seguía amando.—Lo apretó entre sus brazos y Jimin sonrió amargo.
—Si me estuvieras amando, no estarías con ella en este momento. Mientes.
Y Jeongguk no supo que responder sobre aquellas palabras.
No la amaba.
Pero, su familia le aconsejaba estar a su lado. Era una buena mujer, pero no le hacía sentir especial.
Aún así, la decisión había sido tomada.
No podía hacer nada al respecto.
Toma una bocanada de aire. —Lo siento tanto. —Acaricia la mejilla del Omega, que siente un escalofrío ante el tacto.
—Supongo que debía pasar.
—¿Qué...?
—Cuando salíamos, incluso cuando estabas cortejandome, tu madre no dejaba de repetirme que merecías a alguien mejor y que algún día tendrías a esa persona. Supongo que tenía razón. Espero...Espero tengas una gran vida, gguk. La mereces. —Ríe con delicadeza y como si se acordase de algo realmente importante sale del lugar en dirección a la habitación, dejando a un Jeongguk con las palabras en la boca y una sensación amarga.
Jimin debía salir de allí o se sentiría aturdido, tal vez, podría liberarse de algunas cosas, si no volvería a ver al amor de su vida. Pensó.
Regresó con una pequeña caja de color rojo, que el alfa reconoció perfectamente.
Su pecho ardía lo suficiente, como para hacer que cerrara los ojos por el dolor que causaba recordar.
—Supongo que te pertenece ahora. No estaba listo para hacerlo. Quería guardar un pequeño recuerdo de lo que fuimos, pero...no nos veremos de nuevo.
"No me hagas esto" Piensa Jungkook y Jimin lo deja sobre la mesita, suave y delicado.
Abre la pequeña cajita y sonríe, permitiendo que la lágrimas se derramaran por sus ojos.
El anillo que le regalo al Omega el dia en que oficializaron su relación, después del fin del cortejo.
Dice "Park Jimin y Jeon Jungkook" tallado y eleva el rostro para mirar a Jimin, quien se ve lo suficientemente pequeño, abrazandose a sí mismo, como para hacer que el corazón de Jeongguk se encoja aún más.
Él es el causante de su dolor.
—Te amo. Aún lo hago. —No puede evitar decir.
Su corazón se acelera, como un adolescente enamorado declarando su amor por primera vez.
Debe decirlo.
Su corazón le pide a gritos.
—No soy el mismo. No puedes amar esta versión de mí. Soy un desastre. Lo soy. —Suspira. Se siente tan sensible al liberar sus sentimientos. —No soy el Park Jimin que amas, tal vez amas a ese Jimin. Pero no soy él.
Jungkook ríe frustrado.—Cuando nos casamos, prometí amar todas, absolutamente todas tus versiones. No lo hago sólo por una promesa, lo hago porque en verdad lo siento. He estado aquí, a tu lado, ¿eso no significa algo para ti?
—Lo suficiente para saber que mereces a alguien mejor y, me alegro que lo tengas.
—No sabía qué más hacer. Quiero estar a tu lado, pero ambos estamos lo suficientemente mal, me empujas...Nunca hablamos las cosas correctamente. No hay nadie mejor que tú, para mí. Nadie...Nadie.—Suspira. Sus hombros pesan, no puede ver los ojos de Jimin. No puede permitirse aquello, después de confesar lo que ha guardado de su pecho por un gran tiempo.
—¡Si es así, porqué no estás a mi lado!
—Lo mismo podría preguntarte. Quiero estar contigo, pero debo respetar tu duelo, tu tiempo. Respetarte a ti y al cachorrito que no está. Si no deseas estar conmigo debo respetarlo aunque me duela en esta y el resto de mis vidas.
Jimin murmura algo irreconocible por Jungkook.
Ninguno es capaz de decir algo más, pero Jimin finalmente se anima.
—Te extraño. Extraño todo lo que fuimos.
Extraño tus caricias sobre mi vientre. Estar en el nido, contigo. Aspirar tus besos. Besar tus labios. Todo. Absolutamente todo. Pero no podrá volver a ser. Estar contigo me permitía ignorar las palabras de tu madre y el constante recordatorio que te irías y me dejarías con el corazón roto. —Jimin se refugia en sí mismo.
No tenia idea alguna de lo de su madre.
¿Qué podía hacer...?
Manda todo a la mierda y con el cuerpo tembloroso, estira los brazos en dirección al Omega que está temblando de la misma manera en que él lo hace.
Besa su frente y las mejillas de Jimin toman un suave color carmesí. Extrañaba el tacto de su alfa.
Dios, sentía que habían pasado años sin tener ese tipo de cercanía. Tal vez todo esto se debía a la despedida.
Jeongguk sintió que podría atesorar ese momento por el resto de su existencia.
Cualquier momento con Jimin estaba en su mente.
Después de un par de minutos, el alfa estaba dispuesto a preguntar.
—¿Por qué- por qué nunca me dijiste?, lo de mi madre.
—Siempre quise que tuvieras una buena relación con ella...No quería que te separaras de tu madre por mí.
—Debiste haberme dicho. Yo-todo tiene sentido ahora.
...
Hubo un gran silencio después.
Jimin se permitió acomodarse en el pecho del alfa y ambos comenzaron a acurrucarse sobre el frío suelo.
El alfa les proporciona el calor para permanecer dormidos, Jimin durmió plácidamente, pensando que había sido una buena despedida después de todo. Pero que al día siguiente debía golpearse con la realidad.
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