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Parte única

Estaba en su hora de descanso, periodo del cual disfrutaba ampliamente desde la azotea de uno de los pabellones de la academia. El cielo lucía bastante hermoso como para retratarlo en el lienzo que KyungSoo sostenía entre sus muslos; pero en lugar de hacerlo, había preferido dibujar el rostro de ese chico que no podía sacar de su mente.

Desde aquella ocasión en la que lo salvó de los bravucones que querían quitarle su dinero, y vio por primera vez su bien delineado rostro, no podía dejar de pensar en él. Aprovechando sus habilidades en dibujos realistas, se inscribió a propósito en la misma academia de artes a la que iba el muchacho.

Kim JongIn era su nombre, y el responsable de sus más recientes fracasos en sus últimas misiones. KyungSoo nunca le daba miradas furtivas, pues quería que supiera bien cuán interesado estaba en él y cuán dispuesto encontraba por hacer cualquier cosa para convertirse en su nuevo interés amoroso. Pero, ciertamente, eso era mucho más complicado de lo que había pensado.

Un chico como KyungSoo, que desarrolló superpoderes a muy temprana edad, luego de que uno de los frascos de su padre le cayó encima mientras visitaba su laboratorio, había elegido proteger a la ciudad de cualquier acto malvado o algún peligro que asechara a sus ciudadanos. Como el superhéroe que era, su prioridad radicaba en mantener el orden en Seúl y reducir el crimen a lo más mínimo, algo que estaba logrando desde que se dispuso a usar sus habilidades para combatir el mal. Sin embargo, su mente había perdido el enfoque desde que el rostro más hermoso del mundo apareció frente a él.

Lo había visto por primera vez en una de sus tantas vueltas nocturnas que daba por la ciudad. En esa ocasión, cinco delincuentes abordaron al joven estudiante en un callejón, y lo amenazaron con hacerle daño si no les entregaba sus cosas. El muchacho se veía asustado, pero se aferró a su maleta y acercó sus cuadernos a su pecho para protegerlos. En eso, KyungSoo bajó del techo de un solo brinco, espantando a los malechores, quienes no lo vieron venir de ningún lado. No obstante, al ver su pequeña estatura, comenzaron a burlarse de él, pero KyungSoo les daría una buena lección.

En cuestión de segundos, noqueó a todos los delincuentes de un solo puñetazo, haciendo uso de su súper fuerza. Luego, tomó al joven estudiante en brazos y lo llevó volando hacia la parada de autobuses, hizo una señal de paz para despedirse y se dio la vuelta para irse, cuando de pronto su brazo fue tomado, impidiendo su ida.

KyungSoo, acomodándose el antifaz y su capa, giró hacia el estudiante.

—Muchas gracias —dijo este con una voz tímida.

Debido a la luz de la parada, KyungSoo pudo ver por primera vez el rostro del estudiante; aquel rostro que se quedaría grabado en su memoria junto a su voz grave y atractiva.

Esa fue la primera y única vez que el superpoderoso Do KyungSoo fue noqueado. Y ni siquiera hizo falta ejercer violencia para que su corazón fuese robado.

Desde esa ocasión, KyungSoo no había podido quitar sus ojos del estudiante, y aunque no se sentía orgulloso de haberse convertido en un acosador, lo cierto era que ya no le importaba. Había podido averiguar en dónde estudiaba por las tardes, luego de la escuela; y viendo que compartían el amor por las artes, KyungSoo aprovechó para inscribirse en la misma academia. Así que, ahí estaba, respirando el mismo aire que su amor platónico y tan cerca de él.

Pero por más que lo intentara, aquel muchacho nunca miraba en su dirección.

JongIn, ¿irás a la ceremonia de clausura? Oí que este año contratarán a una buena banda y conocida —dijo un estudiante.

¡Es cierto! Escuché que se trataba de Day6 —agregó otro—. ¡Diooos! Estoy esperando poder bailar pegadito con mi bonita.

No seas cursi, YiXing, SooJung jamás aceptaría bailar una canción de amor.

KyungSoo escuchaba la conversación desde la azotea del edificio. Ventajas de su súper audición.

Como sea —chasqueó la lengua el dichoso YiXing, aparentemente ofuscado porque acababan de apagar sus buenos ánimos—, ¿finalmente irás, JongIn?

No lo sé, aún no estoy seguro —respondió este.

Seguro es por Jennie —dijo el otro chico—, no sabes si irá con Mino o contigo, ¿cierto?

«¿Jennie? ¿Mino?», KyungSoo arrugó el ceño y prestó más atención.

Ah...

JongIn se rascó la nuca dejando al descubierto su nerviosismo e incomodidad con respecto a la pregunta. Era bastante obvio que algo sobre esa situación lo molestaba, pero parecía que sus amigos no se daban cuenta de esto.

Tranquilo amigo, ella te escogerá, ya verás.

El moreno carraspeó y un tono rojo ligero bañó sus mejillas. «Qué tierno es», dijo KyungSoo para sí mismo, reprimiendo fuertemente su impulso por ir hasta abajo, abrazar al muchacho y robarlo lejos de sus amigos.

Ya debo irme —anunció JongIn—. Los veré mañana.

Afianzó el agarre en su maleta y salió muy de prisa de la academia, solo siendo seguido con la mirada por sus amigos.

KyungSoo no pretendía quedarse solo ahí, así que con sus habilidades casi felinas, saltó y corrió por los techos de los edificios para seguir a JongIn de camino a casa. La delincuencia en Seúl estaba en su pico más alto, por lo que no permitiría que algo malo le pasara a ese chico bonito de regreso a su hogar.

Luego de algunos minutos, nuestro héroe se dio cuenta que JongIn no se dirigía a casa, sino que había tomado un desvío para visitar una tienda de discos. Usando su infalible súper visión, KyungSoo observó al moreno desde la edificación del frente, y vio cómo este se concentraba en buscar un disco en específico. En el proceso, tomó algunos cuantos después de haber revisado cada estante. Una vez hubo terminado, procedió a pagarlos todos y a salir de la tienda.

KyungSoo emprendió marcha junto al muchacho que ignoraba su presencia por completo. Supuso que esta vez sí irían a casa, pero de nuevo desvió el camino para ir a una tienda de útiles escolares. De repente se le habrían acabado las acuarelas o su cuaderno de dibujo, asumió.

Nuevamente, JongIn salió de aquel lugar solo para dirigirse a otro totalmente diferente, y así sucesivamente hasta que el sol comenzó a ponerse.

De todas las veces que KyungSoo había acompañado a JongIn a casa, de forma anónima, esta era la primera ocasión que lo veía desviar el camino tantas veces. ¿Estaría evitando ir a algún familiar? ¿Por qué lo hacía solo? ¿No tenía algún amigo a quién llamar?

Antes de anochecer, JongIn llegó sano y salvo a su hogar, y KyungSoo pudo dar por finalizado aquel día junto a su amor platónico.

Se había sentido como una cita, así que lo atesoraría por un largo tiempo en su memoria.






🌥️

—¡Hola!

Esta no era la primera vez que KyungSoo se atrevía a saludar a JongIn, de hecho, lo hacía bastante seguido cuando se chocaban en los pasillos; pero sí que era la primera vez en la cual se sentaba frente a él durante el refrigerio.

JongIn miró sobresaltado hacia KyungSoo, y acercó su cuaderno de dibujo hacia su pecho, en un gesto tímido y protector. Parecía un pequeño gato, tierno y huraño al mismo tiempo.

—Mis lápices se están acabando y creo que me gustaría aprovechar la oportunidad para probar algo nuevo —dijo KyungSoo muy confiado, como si estuviera hablando con un conocido de toda la vida—, ¿qué tal las acuarelas? He visto que eres un experto con ellas.

JongIn desvió su mirada para evitar el contacto visual, pero no pudo escapar del sonrojo en sus mejillas.

—Me gusta usarlas —respondió con timidez.

Era la primera vez que intentaban sostener una conversación, pero eran compañeros de institución y se habían visto unas cuantas veces por los pasillos, así que no era demasiada extraña aquella interacción.

Después de haber sido ignorado un millón de veces, KyungSoo vio pertinente ser más frontal y dejar más claras sus intenciones.

—Lo haces bien. ¿Qué marcas usas? Me gustaría comprar un paquete de las mismas.

—Uhm, pues, solo elijo las primeras que veo —respondió con sutileza, al tiempo que parecía percatarse que nunca se fijaba en las marcas de las acuarelas—. Paso por los estantes, tomo las que se encuentran en mi campo de visión... Y las pongo en el carrito...

JongIn recreó el momento de la compra con sus manos, mientras se asombraba de lo básico que era su método de compra. KyungSoo intentó no reírse de su dejadez ni de su reacción exagerada como si hubiese descubierto un nuevo continente.

—Entonces, no importa la pluma sino quién la maneja —resolvió KyungSoo.

—¿Eh?

La campana resonó por toda la cafetería, indicando que el receso había terminado. KyungSoo puchereó con disimulo y tomó sus cosas para volver a clases.

—¡Gracias por el consejo! Eres todo un experto, JongIn —dijo, levantándose de la silla—. Ah, por cierto, si necesitas un amigo que te haga compañía para ir de compras, házmelo saber.

Y se fue corriendo hacia su aula sin prestar demasiada atención en lo extraño que sonaba aquella sugerencia. Pero a KyungSoo no le importaba, necesitaba hacerle conocer sus sentimientos con mucha urgencia; no le tenía miedo al rechazo, pues encontraría la forma de hacerle saber que su amor era sincero y que podría confiar en él siempre.






KyungSoo se encontraba recostado en su lugar favorito, la azotea de uno de los edificios más cercanos a la academia, mientras disfrutaba del viento fresco de primavera y el sol que animaba por completo el día con sus brillantes rayos. Sin embargo, una conversación, que tomaba lugar en el primer piso, llamó su atención.

Mira, parece que Jennie ha aceptado salir con Mino —murmuró SooJung hacia su novio YiXing—. ¿Crees que JongIn se deprima por eso?

Todo el mundo está hablando de eso —señaló su otro compañero.

¡No digas eso en voz alta, SeHun! —le reprendió el mayor—. JongIn podría escucharnos.

¿Cómo lo haría? Está con los audífonos puestos y bien concentrado en su dibujo.

KyungSoo se sentó sobre el concreto y observó a JongIn, quien efectivamente se encontraba pintando y con los auriculares encima.

Los alumnos se detenían a un lado de él para darle una mirada de soslayo y luego seguir cuchicheando sobre la más reciente relación que se acababa de formar, y de la cual toda la academia tenía conocimiento.

Pobre, debe tener el corazón destrozado —añadió SeHun, negando con la cabeza—. No creo que vaya a la ceremonia, sería demasiado humillante para él.

Los tres suspiraron con tristeza.

Será mejor que volvamos adentro, el receso terminará pronto —sugirió YiXing.

Dicho y hecho, poco después de entrar, la campana volvió a sonar haciendo que todos los alumnos regresaran a sus clases. Pero JongIn no lo hizo, en su lugar, continuó pintando algo en su cuaderno de dibujo. Entonces, KyungSoo voló desde la azotea hasta el árbol, bajo el cual se encontraba sentado el moreno, en una banca. Con sumo cuidado se posó en una de las ramas y descendió de esta como si todo el rato hubiese estado allí.

—Ya es hora de volver —le indicó, pero JongIn no lo escuchó, así que decidió tocar su hombro para avisarle, esta vez teniendo éxito—. El receso ya terminó.

El moreno abrió más los ojos, sorprendido, y miró a su alrededor descubriendo que solo se encontraban ellos dos en el patio. Pronto, se puso de pie de un brinco y atrajo su lienzo hacia su pecho como para protegerlo. Ahora que lo piensa, JongIn siempre tomaba esa actitud cuando alguien se acercaba a él mientras pintaba.

—Oh, muchas gracias —dijo agradecido e hizo una leve reverencia con la cabeza antes de girarse.

KyungSoo había terminado de hablarle, pero al recordar todos esos comentarios que hicieron los demás sobre JongIn, no pudo quedarse tranquilo.

—¡Oye! —Lo llamó y este se volvió hacia él con una dubitativa en el rostro—. ¿Planeas ir a la ceremonia de clausura?

—Ehm... Bueno...

Era más que obvio que no lo haría y no porque no quisiera, sino para evitar las habladurías. Pero KyungSoo no planeaba dejarlo ir sin antes hacerle saber que contaba con él para lo que sea.

—A mí me encantaría asistir —dijo con una sonrisa—.  Así que... Si necesitas una cita para la ceremonia, házmelo saber. Los chicos también pueden invitar a otros chicos a la fiesta.

Si no estaba escrito, podía decirse que estaba permitido, así que KyungSoo ni siquiera se molestaría en pensar lo que dijeran los profesores o sus compañeros. No serían la primera ni la última pareja del mismo sexo que asistiría a la ceremonia.







🌤️

En los próximos días, KyungSoo no recibió una respuesta positiva ni negativa a su sugerencia, pero sí que vio a JongIn visitar una tienda de ropa unas cuantas veces, de camino a su casa. Entonces, KyungSoo empezó a hacer lo mismo hasta que finalmente se decidió por comprar un traje negro con una camisa blanca, y en el bolsillo optó por llevar una rosa roja; estaba dispuesto a entregársela al moreno y así poder confesar sus sentimientos. Si JongIn lo rechazaba, no perdería las esperanzas de que algún día lo cambiara de opinión, tenía bien puesta su confianza sobre sí mismo. Pero había que dar el primer paso.

Por eso, cuando el día llegó, se arregló con mucha dedicación y se echó uno de los perfumes de su padre, pues aunque era un superhéroe con superpoderes y prácticamente invencible, todavía no tenía suficiente dinero para gastar y ya todas sus propinas se habían ido en el traje y la rosa. Pero no importaba, se hacía lo mejor que se podía con los recursos en casa.

Cuando por fin estuvo listo, se miró de pies a cabeza frente al espejo para cerciorarse que nada estuviese fuera de su lugar. Su súper traje de héroe sobresalía un poco por el pecho, así que aprovechó para esconderlo bien.

—¿Ya te vas? —le preguntó su padre al verlo tomar su abrigo del perchero.

—Sí, ya casi es hora.

—¿Necesitas que te lleve?

—Nop, así está bien. Gracias papá, nos vemos más tarde.

—Ve con cuidado.

A pesar de ser un superhéroe, no dejaba de ser el bebé de su papá, y eso jamás cambiaría así los años pasaran.

Unos minutos después, KyungSoo llegó a la academia, en donde encontró varios rostros conocidos a los cuales saludó, pero ninguno de ellos era el que buscaba. Casi pudo percibir un aroma agrio en la rosa de su bolsillo, al no poder encontrar a su futuro dueño.

Todos los demás avanzaban hacia adentro acompañados, y poco a poco la entrada empezó a quedarse vacía. Quizá el problema era haber pecado de optimista, pues JongIn nunca le llegó a confirmar que vendría y mucho menos que sería su acompañante.

¡Qué importaba! No dejaría de intentarlo, tal vez para la próxima podría prometerle un nuevo estuche de pinceles si le aceptaba una salida o de repente podría regalarle un...

KyungSoo detuvo su andar hacia la calle, cuando un par de piernas llegaron a su campo de visión.

Rápidamente alzó la cabeza y sonrió al ver a JongIn frente a él, vistiendo un traje de sastre impecable de color blanco. Se veía como un perfecto ángel, tan apuesto e inalcanzable. KyungSoo dio un paso hacia al frente para tomarlo del brazo y entrar, cuando de pronto, un grito seguido por un chirrido llegó hasta sus oídos.

Alguien se encontraba en problemas y, ¡demonios!, este era el peor momento para ser un superhéroe.

Cuando KyungSoo no avanzó más, la expresión de JongIn cambió a una de confusión y preocupación; sabía que algo extraño pasaba, pero no podía explicárselo. Cuánto lamentaba no ser un estudiante común y corriente en ese momento.

—Lo siento, tengo que irme. —Fue todo lo que dijo antes de salir corriendo hacia el otro lado.

KyungSoo se escondió en un cabina telefónica para quitarse el traje elegante que llevaba puesto y, saliendo de ella, alzó vuelo para facilitar la búsqueda de la víctima y el malechor. La noche le regaló una inoportuna lluvia que no agradeció para nada, pues dificultaba más su campo de visión. No obstante, se dejó guiar por su oído para detectar el lugar exacto en dónde se encontraban.

¡Auxilio! ¡Ayuda!

Los gritos se hicieron cada vez más nítidos, por lo que supo que se encontraban cerca.

¡Alguien que nos ayude!

Y ahí estaban, KyungSoo había dado en el clavo una vez más. Visualizó su objetivo, eran dos criminales a punto de abusar de dos jovencitas en un callejón oscuro; iban armados y apestaban a marihuana. KyungSoo le plantó el primer puñetazo a uno de ellos y después siguió con el otro para luego decirles a las muchachas que huyeran, mientras él se encargaba de esos bastardos. Sin embargo, al hacerlo, las muchachas no se movieron de su lugar, en cambio, una de ellas sacó un aparato que al activarlo lo ensordeció, mientras que la otra roció un spray en su rostro.

—Al fin te atrapamos, maldito —masculló uno de los hombres.

¡Era una trampa!

—Vas a pagar muy caro por lo que le hiciste a mi gente.

KyungSoo no pudo reconocer de quién se trataba, pero asumió que tenía que ver con alguna de las bandas de narcotraficantes que había llevado a prisión en algún momento.

Cuán ingenuo había sido al no prepararse para un escenario como este, pero es que todas sus precauciones se esfumaron cuando cayó en las redes del amor. ¡Solo era un adolescente! Nadie podía culparlo por rendirse ante la fiebre del primer amor. Ahora, ¿cómo saldría de esta?

Los hombres empezaron a golpear sus costillas, pero el dolor no se sentía demasiado intenso gracias a su súper resistencia; sin embargo, sus oídos ya comenzaban a sangrar por el espantoso ruido que solo él podía escuchar.

KyungSoo intentó defenderse, pero era vilmente sometido por sus captores. A pesar de eso, no quiso rendirse, aunque la situación no pintara nada bien y ya llevaran varios minutos en lo mismo. Necesitaba ayuda, pero estaba completamente solo en esto.

Sus esperanzas decaían.

Cuando ya empezaba a verlo todo negro, una bombilla cayó hacia su lado y emitió un humo espeso que llegó a cubrir a todos.

—¿Qué carajos es eso? —maldijo uno de los hombres mientras tosía.

Todos los presentes comenzaron a asfixiarse por el humo, incluso KyungSoo, hasta que fue arrastrado lejos de ahí por alguien más. No había recuperado del todo la vista, pero pudo ver la silueta de un hombre que caminaba hacia el humo y golpeaba a los hombres con algunas técnicas de artes marciales.

KyungSoo tosió con prisa y se puso de pie para ayudar a la persona que lo había rescatado, pero fue retenido por alguien más. Al girarse para ver de quién se trataba, descubrió al chico de piel morena y ojos dulces que alborotaba su cabeza.

—¿Qué haces aquí? —soltó de pronto, totalmente sorprendido.

—Estabas en problemas —respondió este.

—Sí, pero... ¿Cómo...?

—Debió haberme seguido cuando fui a tu academia y no te encontré —habló una voz detrás de él, la cuál reconoció al instante.

—¿Papá? —KyungSoo realmente no salía de su asombro. Esta vez, las sorpresas le llegaron por partida doble—. ¿Qué haces aquí?

—Tú traje me avisó que estabas en problemas.

—¿Mi traje? —Lo vio asentir—. No me digas que tiene sensores.

—Por supuesto. No creías que iba a dejar a mi hijo de dieciséis años expuesto ante gente perversa todos los días ¿o sí?

—Pero-

—El traje detectó múltiples daños, así que solo rastreé tu ubicación.

—¿Acaso tengo un chip incorporado?

—Claro que sí.

—¡Papá! —refunfuñó KyungSoo.

—Ahora vuelve a tu fiesta, que yo me haré cargo de estos delincuentes.

—Son muy peligrosos, no puedo dejarte solo con ellos.

El sonido de las sirenas de los policías se oyeron más de cerca.

—Como ves, he llamado a la policía para que se lleven a estas escorias —afirmó su padre—. Vayan tranquilos y disfruten de lo que queda de la noche. Solo vuelve temprano a casa, KyungSoo.

—¡Papá!

—Ya, vayan, vayan.

KyungSoo se sentía avergonzado y muy expuesto. ¡Su verdadera identidad había sido revelada ante el chico que le gustaba! ¡Qué desastre! Y lo peor es que debía usar uno de sus superpoderes para sacarlos de ahí.

—¿Te importa si te cargo para irnos volando de regreso? —preguntó evadiendo la mirada del otro.

—Está bien —respondió JongIn.

Para fortuna de KyungSoo, la academia no estaba demasiado lejos del lugar en donde había ocurrido la emboscada, así que se tragó la incomodidad del silencio, mientras volaba, hasta que llegaron y pudo dejar a JongIn pisando tierra nuevamente. Se apartó por un momento para ir por su traje en la cabina, el cual había escondido bien detrás de esta, y se lo puso para luego volver.

No sabía por dónde comenzar. Nadie nunca había descubierto su secreto y, a decir verdad, se sentía extraño; demasiado vulnerable.

—Lamento que vieras eso —dijo avergonzado—. Yo... Puedo explicarlo-

—Tengo algo que mostrarte —le interrumpió el moreno, ignorando por completo sus excusas.

En definitiva, KyungSoo no estaba esperando una reacción tan normal de parte de JongIn, porque a diferencia de cómo había imaginado que sería la situación cuando alguien se enterara que él era el superhéroe de la ciudad, JongIn no se mostraba alterado ni lo estaba inundando de preguntas.

¿El shock sería tanto que ni siquiera reaccionaba todavía?

Mientras KyungSoo pensaba en las mil posibilidades de lo que sucedería después, JongIn sacó su cuaderno de dibujo y le mostró una página en particular.

—Hice esto... Para ti —dijo tímido.

Ahora, el sorprendido era otro, pues en esa hoja de papel había un retrato que mostraba a KyungSoo de dos formas: como el estudiante y compañero de artes, y como el superhéroe que mantenía a salvo a todos.

—¿Cómo...? —KyungSoo boqueó.

—Esa vez, cuando me salvaste... Traías el antifaz mal puesto, así que pude verte gracias a la luz de la parada del autobús...

La bendita parada había hecho su magia esa noche. Cómo olvidar que gracias a esa luz, quedó flechado del chico más apuesto del país.

—Y tus labios... —continuó el muchacho.

KyungSoo se tocó los labios con un par de dedos, verificando si había algo mal con ellos, pero al escuchar una pequeña risilla del moreno los alejó y enarcó una ceja.

—¿Qué pasa con mis labios?

JongIn meneó la cabeza.

—Nada... Es solo que... Nunca había visto unos labios tan bonitos y llamativos como los tuyos. A veces pienso que deben sentirse suaves...

Si KyungSoo tuviera orejas de cachorro y cola, estas ya se estarían moviendo enérgicamente hacia todos lados, demostrando su emoción.

¡Él no había sido el único mirando desde lejos!

Lo que acababa de pasar le dio más confianza para iniciar du confesión.

—JongIn, tengo que decirte algo —advirtió acercándose más.

—Oh... —El moreno se puso más nervioso de lo que ya estaba, pero no retrocedió ante la cercanía—. ¿Sí?

—Como verás, soy un simple estudiante de artes durante el día, no tengo un carro lujoso, todavía vivo con mi padre y casi siempre estoy fuera por las noches para cuidar de la ciudad, un trabajo no remunerado, por cierto —aclaró—. No hay mucho que pueda ofrecerte más que un corazón sincero. Pero si necesitas un amante, solo házmelo saber.

JongIn sacó la misma rosa que KyungSoo había llevado en su bolsillo y que en algún momento, debido al apuro por salir a ejercer su deber como superhéroe, había dejado caer de su traje. JongIn se la entregó y luego, sin más preámbulos, juntó sus labios con los de KyungSoo, fundiéndose en un beso amable y dulce que traía consigo una respuesta y el inicio de algo nuevo.

—No lo necesito —respondió JongIn, sonriendo ampliamente al separarse—, porque ya lo tengo.


F I N






🦄
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Holiiii
Quise publicar este shot en Enero, pero ciertas cositas me lo impidieron. Así que, aprovechando el concurso de La Secta del KaiSoo, me animé a sacarlo ahora (¡mejor tarde que nunca! 😁).

En realidad, participo en este concurso para apoyar la causa y así tener más historias KaiSoo en la plataforma; este tipo de eventos siempre son una oportunidad para empezar a escribir y/o para conocer a escritorxs nuevxs. Por eso lxs animo a pasar por las otras historias que se leen bastante interesantes, y apoyen a los que apenas inician, por favor 🙆🏻‍♀️

(En la página de Facebook de La Secta del KaiSoo podrán encontrar los posts con los fanfics del concurso)

~Gracias por leer este pequeño relatito, espero que haya sido de su agrado~
💗

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