If These Sheets Were States
El castaño de ojos oliva, ya podía sentir el vacío insano asentándose en el fondo de su estómago y lo profundo de su corazón. El chico que ha sido su pareja por más de tres años, ahora estaba en un avión con destino a Boston. Todo estaba pasando de manera inmediata, apenas y habían tenido tiempo de despedirse y vaya que fue una buena despedida (tanto que podría jurar que, su novio de ojos azules, había abordado aquel vuelo con un dolor de caderas).
¿Cómo olvidar la que sería su última noche juntos? Después de ese fatídico domingo, tendrían que estar separados por seis meses, que era lo que duraba el semestre en el que su novio se había ido a estudiar a otro estúpido país.
Aun recordaba la cita que le había regalado al pelinegro, lo mucho que se había esforzado por recrear la primera cita que tuvieron en la preparatoria, lo único diferente fue sólo la edad que ambos tenían ahora y claro, la cama que compartieron juntos al terminar la noche.
Seguía sin poder apegarse a la idea de estar tanto tiempo sin el hombre de sus sueños, nunca antes habían pasado por esto. Apenas y soportaban la idea de las vacaciones de verano, algo que había quedado atrás en sus años de escuela, cuando vivían en sus respectivos hogares.
Ellos dos eran una prueba viviente de que no importa en dónde estés, siempre y cuando sea con las personas a las que amas.
La carta que había llegado hace apenas una semana atrás con el remitente de Scott Fitzgerald, director de su universidad, había sido para ambos una gran sorpresa. La noticia fue en primera instancia un sentimiento lleno de gozo y alegría, la cual duro sólo unos escasos minutos, para después pasar a otro sentimiento un poco contradictorio con el anterior.
Oliver sabía lo importante que era para su novio, aquella beca. Sólo un puñado de alumnos recibía dicha suerte y Andy había sido de aquellos afortunados.
Para su mala suerte era una especialidad que sólo podía ser impartida por la universidad de Boston, había sólo un profesor que brindaba ese tema de interés en la carrera de Andy y este año había aceptado a 50 alumnos.
No hubo necesidad de palabras, Oliver subió a la habitación que ambos compartían en el pequeño departamento que tanto esfuerzo les había costado conseguir. Ese pequeño espacio de dos recamaras con sala, comedor, baño y cocina se había convertido en su hogar, un lugar en donde ambos podían vivir su amor de una manera tan frenética como ellos lo quisiesen y ahora sólo parecía ser un lugar triste y vacío en donde ninguno de los dos tenía la intención de abandonarlo.
Andy no había corrido detrás de Oliver, él comprendió que el castaño necesitaba tomarse un tiempo. Seis meses sonaba como un tiempo considerable, excepto para la pareja, la cual no podía vivir el uno sin el otro.
Prefirió ir a la cocina y preparar la comida favorita de su novio, cuando el reloj marco las 8:00 de la noche, los pasos sobre los escalones del departamento no se hicieron esperar. En el momento en que ambos se vieron a los ojos no soportaron ni un segundo más, el menor corrió a los brazos de su novio y ambos comenzaron a llorar como si la vida se les fuera en ello.
Supieron que estarían bien, su relación así como su amor, no tenían por qué verse afectados. Ellos se amaban y lo iban a seguir haciendo a pesar de la distancia que se estaba metiendo entre los dos.
Cenaron y nada más fue dicho aquel día, ninguno imaginaba que las millas de distancia al pasar de los días, iban a ir convirtiéndose en su peor dolor.
Ninguno se imaginó siquiera que en los próximos meses iban a tener que demostrar que lo suyo era verdadero, ya no un siempre y llano amor de preparatoria.
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