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EPÍLOGO.

°Mataría por un día mas, para poner en común mis pensamientos y encontrar las palabras para decir°


No esperaba realmente estar vestido de traje el día de hoy. Hace mucho que no sabía nada sobre esta persona. La última que vez que se vieron no fue exactamente en las mejores condiciones y sin embargo ahí estaba con la invitación en la mano.

El día en el que le fue entregado el sobre con la hermosa invitación blanca dentro, fue algo sorprendente. Nunca pensó que asistiría a la boda de éste, un viejo conocido.

Todavía puede sentir el borde de las letras escritas con tinta negra y caligrafía perfecta:

'Andrew Biersack... Esta usted cordialmente invitado a la ceremonia que unirá la vida de dos personas en sagrado matrimonio.'

Jamás imagino decir su nombre en voz alta de nuevo.

Todo sería llevado acabo en la casa del menor, en Inglaterra, en una hacienda con un pastizal hermoso y verde en el patio trasero de la casa. Había llegado temprano, quería un lugar perfecto situado en la parte de hasta atrás, observando cada detalle.

El altar al final del pasillo era de madera, decorado con una enredadera de pequeñas rosas rojas. Las bancas a los lados de la alfombra, en donde los invitados tomarían asiento eran igualmente de madera, todo se veía rústico, elegante y a la vez muy romántico. Justo como se imagino que sería. Sin duda era una boda en donde él había metido su cuchara.

Estaba sólo, no iba con nadie a pesar de haber tenido dos boletos de entrada. Pero eso no le incomodaba en lo absoluto, de todas maneras no era necesario, había aprendido por fin a estar solo sin que eso le ocasionara un problema.

Las personas comenzaron a tomar sus lugares correspondientes, el juez al frente, los padrinos en línea a los costados de los novios, los familiares más cercanos en las primeras bancas y Oliver Sykes, al final del pasillo frente al altar.

La música conocida, para la marcha nupcial sonó e incluso resonó en los oídos de Andy. Josh Franceschi  vestía un traje blanco impecable, una camisa roja y zapatos blancos. Llevaba en las manos un ramo de flores y una enorme sonrisa pintada en su rostro. Este tenía que ser el día más feliz de toda su vida.

Iba de la mano con su padre, recorriendo ese interminable pasillo. Llego hasta el novio que lo esperaba paciente con una brillante sonrisa.

Se miraron y sonrieron aún más, no era para menos, se amaban y estaban a punto de casarse. Sonreír era natural.

Hace un montón de tiempo que no lo había visto, ahora estaba a metros de distancia y sólo podía ver lo jodidamente guapo que se veía el día de hoy. Su traje estaba impecable, era azul marino, camisa blanca y corbata del mismo tono azul, su cabello castaño se veía revuelto, siempre fue un caos. Oliver Sykes nunca dejaría de ser el centro de su atención.

La ceremonia inicio y llego la hora de los votos, hora de colocar los anillos.

Oliver se acerco a Josh, le dio un beso y un abrazo dejando que el juez le diera la palabra al más joven.

— Joshua Franceschi, ¿acepta usted a James Lancaster para cuidarlo, amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separé?  – Josh tomo uno de los anillos que su amigo sostenía y diciendo 'acepto' lo coloco en el dedo anular de su ahora esposo. Lo mismo hizo James y por fin, oficialmente, estaban casados.

Los gritos y aplausos no se hicieron esperar, todos felicitaron a la pareja de esposos. La verdad es que ambos hacían una gran pareja. Y Andy se pregunto ¿cómo hubiera sido su boda de haber seguido en su compromiso con Oliver? Quizá sería él quien estuviera ahora mismo bailando su primer baile como esposos.

Y no sólo se tendría que conformarse mirando al padrino de anillos sentado a cinco mesas de la suya. Él tendría que ser quien tenga esa sonrisa boba en el rostro, él tendría que estar besando al único hombre al que ha amado.

Pero las personas cambian, pasan cosas y en cualquier punto x, se invierten las direcciones. Y uno termina justo al principio. En la nada.

Después de ese primer baile entre Josh y James, muchas parejas más se unieron a ellos en la pista. Claro que Andy prefería por mucho quedarse ahí en donde estaba, sin que nadie le prestara atención. Él podía reconocer a un par de personas de la escuela, pero aunque hablara con algunas seguiría estando rodeado por extraños. Se limito a beber de su agua simple por el hecho de no poder combinar antidepresivos y alcohol. Y siguió con la vista sobre la feliz pareja.

Jamás imaginó presenciar la boda de Joshua Franceschi, pero ahí estaba.

Pronto comenzaría a obscurecer y entonces tendría que marcharse. No sabía qué hacer, hablar con alguien no era opción, bailar menos, ir por algo de fruta a la barra de alimentos era algo más fiable, se levanto y llego al frente de la sandía roja, tomo un poco y antes de regresar a su asiento, el novio llego con un abrazo de por medio.

Andy había cambiado, de eso no quedaba duda. Manejaba mejor el contacto con la gente y sabía diferenciar entre las muestras de afecto y el peligro. Pero siempre sería extraño abrazar a alguien, porque seguía tratando de entender su timidez y el miedo que a veces dominaba su cuerpo.

— Andy, me alegra mucho que hayas podido estar aquí. ¿Cómo estás? –después de que Oliver regresara a Inglaterra no tenía a muchas personas, pero de una forma ridícula y tonta Josh fue de gran apoyo. Después de todo, las cosas se habían aclarado entre ellos. Era obvio que Josh supiera de Oliver. Y a pesar de las diferencias el mayor ya no tenía nada en contra de Andy, al contrario, él quería aprovechar el tiempo perdido.

—Muy bien, gracias. ¿Y tú? Por cierto, muchas felicidades.

— Gracias. En realidad ahora estoy en extremo feliz, es un gran día – tal vez no podía ver la sonrisa traviesa en el rostro de Josh, pero ahí estaba. Avisando de un peligro.– Por cierto, ¿ya conoces a mi padrino de anillos?

No fueron muchos segundos los que bastaron para poder tener a un Oliver con una copa en la mano y cara de espanto al ser jalado se esa manera.

— Bueno chicos, disfruten la fiesta. Yo tengo que regresar con mi esposo –fueron abandonados de pronto y ambos chicos quedaron en un espeso silencio. Una risita se escucho y Oliver sonrió inconscientemente, pensó que jamás volvería a escuchar algo como esa hermosa risa discreta pero se equivoco. Se miraron a los ojos y pronto el silencio y toda la incomodidad se fue, el tiempo entre ellos no había pasado y se encontraron entretenidos manteniéndose al tanto de todo.

Andy tenía pocas semanas de haber salido de un centro de ayuda en las Vegas. Las únicas visitas que recibía eran las de Ronnie Radke. Realmente no le importaba, no era como que pudiera tener a tantas visitas de todas maneras. Desde que salió no habían muchas cosas que pudiera hacer el joven chico, regresar a casa con sus padres ya no era opción, ni siquiera supieron que abusaron de su hijo o que éste mismo intento suicidarse. La verdad, aunque fuera dura, era que Andy ya no formaba parte de sus vidas desde que decidió irse de casa junto con Oliver.

A pesar de todo, él jamás se arrepentiría se aquella decisión, porque en ese tiempo, Oliver era lo único que necesitaba.

Dejarlo no había sido una decisión sencilla, mentiría sí dijera que al verlo salir por la puerta de su habitación en aquel hospital fue fácil o que no que no pensó una y otra vez en gritarle para pedirle que regresara a su lado. Andy tenía que aprender a ser dependiente, dejar de esperar lo mejor de la vida y lamentablemente tenía que hacerlo sin Oliver.

En medio de la tarde, Oliver le pidió a Andy una oportunidad para ir a bailar en la pista. Con la suave música y en medio de todos los demás. El sonrojo ilumino por completo su rostro porque, después de muchas cosas, caídas, dolores, angustias y golpes, iba a bailar con el hombre que todavía hacía un revoltijo su mente y su corazón.

Podía sentir las manos cálidas de Oliver en su espalda baja y como toda la zona de piel que ésta tocaba obtenía un hormigueo. Andy tenía sus manos enredadas al cuello del mayor y su cabeza recargada sobre su hombro.

Una canción se volvieron cinco más y luego simplemente la cuenta se perdió, daban vueltas y sonreían cuando ambos se equivocaban en los pasos y hacían un lío con sus pies.

Parecía que sólo quedaban ellos en la hacienda, bajo la luz de la luna, riendo y abrazándose; sin darse cuenta que un castaño de traje blanco los veía sonriendo, su esposo se acerco y lo abrazo por detrás

—¿Por fin están juntos? – pregunto el mayor

— Por fin están juntos.

Andy y Oliver podrían haber seguido ahí por mucho más tiempo y jamás darse cuenta de la hora, sí no hubiera sido por el timbre de un celular.

Rápidamente el menor contesto la llamada entrante.

— Hola... ¿Afuera?... ¡Las 12:15! Joder, ya voy para allá – el pelinegro colgó la llamada y vio a Oliver buscando una disculpa.– Es Ronnie, esta esperándome afuera.

—¿No puedes pedir permiso por una hora más? Prometo llevarte a casa – Ronnie podía ser alguien razonable, pero no cuando se trataba del tiempo. Quizá y sí esa no hubiera sido la decimotercera llamada, quizá y si se habría podido quedar.

— Debí irme a las 11:00. Tal vez en la próxima boda. –aquella conversación la encontraban ridícula, ambos tenía 21 y 22 años, irse a la cama antes de las doce ya no era ser rebeldes.

— Escuché que Jack se le declaró a Alex, le pediré un boleto extra – rieron juntos, y ninguno supo porque. Entre la risa iba algo de tristeza y al mismo tiempo tranquilidad al saber que ambos querían volver a verse.– Vamos, te llevo a fuera antes de que papá Radke venga por ti.

Andy se despidió de los esposos y sonrió cuando Josh le susurro un suave "suerte" después de todo, no había nada más entre ellos.

Salieron al frente de la hacienda, hacía la calle vacía, por estar ubicados en un pueblo alejado de la civilización. En un auto negro Ronnie Radke esperaba a su amigo. Oliver le abrió la puerta del copiloto para que Andy pudiera subir al auto y a pesar de lo obscuro de la noche, el mayor pudo ver brillar dos cosas, el rojo rostro de Andy y las piedras del anillo en su mano izquierda. Era imposible que en aquél tiempo no pudiera haberlo visto antes, pero ahí estaba, en su dedo flaco.

Ronnie estaba a punto de gritarle una maldición a su amigo por no apurar el paso, aún debían recoger a su hija Willow de la casa de su ex novia y estaba seguro que ésta estaría más que furiosa por haberla hecho esperar. Pero detuvo todo interrogatorio al ver al castaño recargado en la puerta de su auto.

— Perdona, ha sido mi culpa – Claramente el mayor de los tres no necesitaba mayores explicaciones, las sonrisas bobas en sus rostros los delataban por completo.

— No hay problema, de todas maneras el pequeño no había dejado de pensar en ti – Sin duda Radke no iba a perder la oportunidad de hacerle burla a su amigo. Además tenía que pagar el hecho de haberlo hecho esperar por tanto tiempo.

—Ronald, ¿No tenías que pasar por Willow? – lo que más deseaba el menor era salir corriendo. No era mentira que había pensado mucho en Oliver últimamente, por no decir hace dos días, el problema no era recordarlo, fue la forma en la que lo hizo y lo incómodo que se sintió con una erección en sus pantalones.

Oliver se limitó a reír por la cara de Biersack. Cerro la puerta para terminar con el sufrimiento del menor e inclino la cabeza hasta meterla por la ventana y dándole un beso en la mejilla al ojiazul, se despidió, acompañado de un cálido: "yo también pienso en ti, todo el tiempo"

Andy Biersack no se había sonrojado tanto desde hace años.

El auto arranco y finalmente se despidieron

— Buenas noches, Oli

— Buenas noches, Andy

Esto, sonaba a todo menos a una despedida, de eso podrían estar seguros. Ahora, más que nunca, Oliver estaría dispuesto a recuperar al amor de su vida. Y está noche, había sido un nuevo comienzo a todo. Se sentían ahora más cerca que nunca. Recorrieron kilómetros, pasaron separados meses, ahora sabían lo que era una cama vacía, una llamada a larga distancia, despertar en aeropuertos con sobre equipaje. Era tiempo de borrar las líneas en los mapas, doblar las sabanas de punta a punta e ir por el contrario. Era tiempo de ir por todo. Era tiempo de estar juntos de nuevo.

Neta, ni yo me la creo, éste es mi primer jodido epílogo, ahora me faltan otros doce. :'v
Gracias a todas las persona que siguieron la historia, que votaron y comentaron. Enserio que eso motiva a seguir. Se los agradezco de corazón.

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