CAPÍTULO 6
°PAGANDO CUOTAS POR CADA MOMENTO DESPERDICIADO POR PALABRAS QUE NO SE DIJERON°
Oliver sin duda alguna traía un gran problema entre manos.
Él no era un gran experto en el tema, sin duda su peor área en experiencia, pero ¿quien podría culparlo? Jamás había tenido que elaborar cosas como esas en su vida y sin querer sonar como un cretino pero... tampoco pensaba hacerlo tan pronto.
No tenia mucho problema con el dinero (tenia los billetes suficientes gracias a todas las partidas de billar de la última semana), él no se detendría a escatimar en gastos. Simple y sencillamente quería que fuera genial.
El verdadero problema era que no sabía en que debía gastar toda su plata para conseguir la perfección misma en un sólo día.
Quería planear algo perfecto, algo único, algo que ambos recordaran como uno de los mejores días de sus vidas.
Tal vez el restaurante más elegante y fino de todo Londres (tendría que salir a conseguir un traje sin duda. No, muy de adultos), quizá un pequeño viaje a Paris (aunque no dominaba a la perfección el idioma. No, muy complicado), podrían ir a la costa más cercana (es invierno, Oliver. Estación del año incorrecta)
— Sólo llévalo al cine o invitale un jodido café – aconsejo su hermano menor, Tom. – Carajo hermano, estas quebrando te la cabeza por una simple cita.
Cita.
CITA.
¡CITA!
Hasta la palabra sonaba malditamente endemoniada.
Oliver Sykes no sabía ni de chiste en qué consistía una cita. Él se limitaba a besar, morder y si la oportunidad se daba cogía y punto.
Pero no iba a hacer algo así con el pelinegro, jamás se atrevería.
El castaño iba a encargarse de hacer la mejor cita en la vida de Andy.
Y para eso debía hacerse a sí mismo una serie de preguntas.
¿comprarle rosas estaba bien? ¿le tomaría la mano? ¿lo besaría? Que estupidez por supuesto que lo besaría. ¿Le gustan los lugares al aire libre o cerrados? ¿estaría bien ir a recogerlo a su casa o verlo en un lugar especifico? ¿que sí a Andy no le gustaba lo que planeaba? ¿Qué sí el pelinegro no le daba más oportunidades?
¡Ah malditos sentimientos!
— No puedo sólo llevarlo a dar la vuelta por ahí, Tom.
— Tampoco es como sí le fueras a pedir matrimonio, Oliver. – aún, pensó el mayor. – se supone que en una cita salen y se conocen. Ese es el objetivo principal.
— Hemos hablado las últimas semanas, creo que lo conozco.
— ¿Cuál es su comida favorita? – contraataco su hermano. Era una gran pregunta y la verdad es que en los días que llevaba de conocer a Andy apenas y lo había visto comer algo.
— ¿Sandwich de pollo? – respondió con un tono más que dudoso.
— Oliver...
— Esta bien, no. No lo sé. ¿Qué hago, Tom?
— Ve por él a su casa a las 5:00 y pregúntale qué quiere hacer. Por Dios, no puedo creer que eres mi hermano mayor – murmuro a punto de salir de la habitación, pero se detuvo en el lumbral de la puerta, entrando en razón. – ¡Oye! Esta es mi habitación, ¿por qué mierda me voy? ¡Largo de aquí, Oli! ¡Y llévate tu maldito pizzaron! ¿Por qué mierda tienes esa cosa aquí?
Si, a Oliver Sykes le encantaba escribir sus ideas en pizzarones.
—————
Era un jodido, terrorífico e importante día. No podía permitir que sus impulsos de idiotez salieran a flote el día de hoy.
Desde aquel día dentro del salón de clases, en donde le había dicho a Andy con toda la confianza y naturalidad del mundo si podían salir en una cita, no había parado de estar nervioso.
Mentiría si dijera que al asentimiento por parte del menor no quería desmayarse de la maldita alegría y es que ese niño causaba más estragos en él que cualquier examen sorpresa.
Y tal vez él no lo sabía al instante, pero más adelante se enteraría y sabría que a eso de le llama amor.
Puro y verdadero amor.
Oliver no era el único nervioso y eso se me notaba a Biersack desde la distancia. Sus manos temblorosas y su labio hinchado de tanto ser mordido. ¡Demonios! El menor ya había mordido todas sus uñas desde el jueves en la tarde, después de que Oliver le hubiera pedido la dichosa 'cita'.
Cita, esa palabra debería de estar dentro de los pecados capitales. ¿Cómo Dios pudo haber inventado semejante cosa?
¿Habrán registros en donde alguien haya muerto a mitad de una cita por colapso nervioso?
¿No?
Pues siempre hay una primera vez.
El pequeño pelinegro jamás en su vida había ido a una cita o a una fiesta o a un parque acuático, de hecho no recuerda otro sitio que no sea su casa, la escuela, la casa de su abuela en las Vegas y la iglesia de la localidad.
¿Cómo debía actuar? ¿Qué es lo debería de decir? ¿Casual o elegante? ¿Nervioso o muy nervioso? ¿Dios estaría de acuerdo? ¿Mentirle a sus padres sobre su cita estaba bien?
De cualquier manera en la que lo viese, sentía que lo iba a arruinar inevitablemente.
Pero ahí estaba, vestido con unos simples pantalones negros ajustados a sus delgadas piernas y una playera blanca muy ligera, era sábado y tenia el permiso para usar su único par de tenis.
A sus padres le había dicho que saldría a "terminar un trabajo de laboratorio" nada muy complicado y en un par de horas estaría de regreso en casa. Andy no era muy bueno con las mentiras y esta era una muy grande, temía que se dieran cuenta logrando que no lo dejaran ir, Oliver no era el tipo de chico que unos padres religiosos quieren como amistad para su hijo.
No quería tener que dar más explicaciones así que salio de casa evitando hablar con sus padres. Sin pensar que en un par de años haría exactamente lo mismo, pero no para una cita, iba a su nuevo hogar con su novio.
En el transcurso del camino sintió sus manos sudar y cada dos por tres se limpiaba las manos en sus pantalones, era la segunda vez que salia de su casa solo y aun así sabia que rumbo tomar, era sencillo. Sólo tenia que llegar a la estación de autobuses y esperar a Oliver.
El menor creyó que tendría que esperar por un buen rato por haberse adelantado a la hora marcada, pero en cuando el banco para esperar el bus apareció en su campo de visión sonrió sin saber por qué.
Era claro que el castaño causaba muchas cosas dentro de su cabeza, cosas que no sabia muy bien como sobre llevar y sin embargo en poco tiempo descubriría que estaba nada más y nada menos que enamorado.
Oliver traía en sus manos un globo rojo, algo sencillo que logro hacer brillar los ojos del pelinegro. Él no había llevado un ramo de rosas a sabiendas de lo que eso causaría en los padre de si cita.
Era más fácil deshacerte de un globo que de una docena de flores.
Y tal y como su hermano menor recomendó, Sykes pregunto a Andy que es lo que él quería hacer.
A Andy nunca en su corta vida le había preguntado qué es lo que él quería. Y supo la respuesta.
Lo quería a él, más que a ninguna otra cosa. Él quería a Oliver y quería que se quedara pasa siempre.
Para ambos había sido una noche linda, Oliver se había sorprendido de lo poco que el joven conocía acerca del mundo y a mismo tiempo se enterneció de ver los ojos reluciente de Andy cada que llegaban a un nuevo establecimiento.
Era cruel ver que el menor no había entrado a un cine o que su dieta nunca había incluido una malteada, pero eso no quito el sentimiento de orgullo en el pecho de Oliver al ver la sonrisa del ojiazul.
Ambos salieron asombrados de lo bueno que era Andy cuando entraron a una sala de juegos en el tercer piso de la plaza comercial, saliendo con múltiples boletos listos para cambiarlos por cualquier regalo que quisieran.
Oliver sabia como se manejaba el canje y aprovecho la inexperiencia del menor para hacerlo, llegando al mostrador observando los puntos que se necesitaban.
Ahí no habían cosas muy lindas que se le pudieran regalar a tu cita, pero el llavero con forma de estrella con el nombre del lugar serviría de momento.
Oliver termino acompañando al pequeño Andy a su casa o lo más cerca que pudo, pues el menor tenía miedo de que sus padres los encontrarán.
Le agradeció todo al mayor y con la mayor rapidez que pudo le dio un beso en la mejilla derecha y enseguida dio vuelta para caminar directo al final de la manzana en la casa de color turquesa con el numero 65. Pero sin aviso Oliver detuvo al pelinegro del brazo y le hizo dar vuelta y para dejar un casto beso sobre los labios.
— Pincha el globo antes de llegar a casa. Buenas noches, Andy.
Biersack estaba claramente desconcertado y sobre todo sonrojado, no era el primer beso que le daba, pero no quitaba el hecho de que era especial.
Antes de llegar a su puerta, tomo el globo he hizo un pequeño agujero en donde dejo salir el aire, pero al quedar completamente vacío algo era diferente.
Algo estaba en el interior, termino por destrozar el hule y de ahí un cuadro de papel. Lentamente lo fue desdoblando hasta ver el mensaje dentro.
"¿Quieres ser mi novio?"
(*****)
No había llamado ni enviado ningún tipo de mensaje, él simplemente abordo el primer avión en el que tuvo oportunidad y al igual que como tuvo que haber hecho desde un principio, regreso a casa.
Le gustaría decir que los últimos meses de su vida no habían sido una completa mierda, pero el auto convencimiento es sólo otra forma de engaño y mentirse a sí mismo no ayudaría a componer su alma tan destrozada.
Andy necesitaba ayuda de la única persona en la que podía confiar.
Su prometido.
Las maletas en sus manos no tenían peso de comparación con lo que sentía con cada paso que daba. Sus pies pesaban y en lugar de caminar daba la impresión de que en cualquier momento comenzaría a arrastrarse.
Aun pasaran 50 años, Andy nunca podría olvidar cada una de las calles por las que ahora deambulaba. Todas estaban llenas de recuerdos y momentos, todos ellos a lado de una sola persona.
Finalmente llego a su casa, su hogar. Subió por las escaleras hasta el sexto piso del edificio e introdujo la llave en la cerradura de su puerta. La llave con un pequeño llavero con forma de estrella.
Puso un pie dentro y luego el otro y de repente todo pareció distinto, extraño, como si este lugar no fuera el hogar cálido que siempre recordó.
Dejo sus maletas en el suelo de la sala y dio el recorrido ya conocido hasta su habitación, en la cual su prometido dormía plácidamente. Y parecía que nada había cambiado, Oliver seguía durmiendo sólo con unos pantalones de franela y su torso al desnudo, pero justo hoy entre sus manos había algo diferente, algo que le lleno de lágrimas los ojos de Andy.
Una sudadera de él, esa prenda que había dejado en su clóset. A Oliver le gustaba tomarla por las noches, pues conservaba un poco del aroma de su prometido. Esa fragancia dulce y suave que tanto amaba.
Se veía tierno pero sin dejar de ser fuerte y verlo sólo le trajo dolor a su corazón.
Pero ya no quería pensar más en ello, quería dejar de sentir esas sensaciones escalofriantes y crueles dentro de él. Así que simplemente se despojo de su ropa y se puso una playera y pantalones de algodón, ligeros y cómodos.
Quito las sabanas y se metió entre ellas, compartiendo una vez más la cama con el hombre de sus sueños. Lo miro dormir y lentamente se quedo dormido.
Despertó unas horas más tarde, cuando el sonido de la música llego a sus oídos, la segunda mejor para ser despertado.
Sintió un suave contacto chocar contra su rostro y algunas cosquillas, estaba siendo besado, la primer mejor manera para ser despertado.
Abrió los ojos poco a poco y se encontró con el rostro más hermoso en todo el mundo. Y se sonrieron mutuamente y al mismo tiempo.
Andy quería guardar las lágrimas dentro de sí mismo, pero fue imposible cuando vio como su prometido traía el desayuno en sus manos.
Una bandeja con un plato de fruta con yogurt, una orden de hot cakes y café recién hecho y en lugar de una flor decorando, había un globo rojo atado en una de las agarraderas.
Sus ojos picaban y su corazón dolió una maldita vez más. Todo esto era suyo, exclusivo de él y lo dejo todo por haber jugado con fuego.
Empezó a derramar el agua salada por sus ojos y a su novio no se le cruzaba por la mente que fuera de tristeza. Para Oliver era más de felicidad al haber regresado a casa.
Andy quería dejar de sentirse tan extraño y diferente. Él mismo sentía que no sabia quien era, quería regresar a aquel pasado en donde era feliz y no tenia memorias repulsivas en su cabeza.
No quería ser el chico al que violaron por ser débil, aunque así fuera. Él quería continuar, lejos de todo el sufrimiento que pudo llegar a sentir, quería pertenecer de nuevo a alguien y no a cualquier alguien.
Quería volverse a sentir amado, no como ahora que sólo sentía el dolor, la suciedad y la misma lastima desbordando por cada poro de su ser.
Sin más, beso su novio dejándole en claro lo desesperado que estaba, lo necesitaba de una manera descontrolada y desenfrenada. Quería que alguien volviese a recorrer su cuerpo con cariño y ternura, no sólo con rasguños y marcas dolorosas.
Marcas...
Marcas.
El desayuno quedo olvidado cuando la erección del mayor comenzó a crecer, él también necesitaba de su novio, más de lo que él mismo quería admitir. Pero no por el placer, él quería amar a alguien, sentir el cuerpo de su novio y sus besos delicados y a veces sorpresivos llenos de amor que sólo ellos sabían dar y recibir.
Oliver fue bajando con besos por el rostro de Andy hasta llegar a su cuello. Pero eso no era suficiente, necesitaba más, lentamente y de manera suave subió la playera del menor hasta removerla completamente, dejando a la vista la parte superior del cuerpo de su prometido.
Un jadeo salio de sus labios al ver la piel del menor, en su cuerpo manchas obscuras sobre saltaban en la claridad de su piel.
En un instante creyó lo peor, y eso había sido que alguien había golpeado de su chico, pero después las examino con mayor detalle.
Aquellos no eran moretones, eran chupetones y se exparcia por la parte de su clavícula y sus hombros siguiendo un camino entre lineas y curvas hasta que desaparecía al inicio de sus pantalones.
Ya no había besos, ni jadeos, ni gemidos, ni ningún tipo de sonido. Sólo silencio y los dos chicos pasmados en sus lugares.
— Andy, ¿qué es esto? – su voz sonaba quebrada, cuando no había motivo alguno para que sonara así, ¿cierto?
— Oliver por favor déjame explicarte – un pelinegro de ojos azules totalmente llenos de lágrimas, suplicaba perdón y misericordia. Sus pantalones estaban desabrochados y su playera estaba tirada en el suelo.
— ¿Qué mierda me vas a explicar? ¿Cómo te revolcabas con otro tipo, cuando yo estuve cuatro meses extrañándote como un imbécil? ¿Eso me vas a explicar? – la voz del castaño se rompía con cada palabra que salía de su boca, la furia, la desesperación y la ira, nublaron totalmente su juicio haciendo que su gritos se hicieran violentos, tanto que cualquiera que los escuchara quisiera salir corriendo por temor a ser asesinado. Nunca había visto a Oliver tan enojado.
Jamás, en sus cuatro años de relación, había escuchado a Sykes dirigirse a él de tal forma. Andy estaba asustado, se veía en sus ojos rojos llenos de pánico.
Él quería darle una clara explicación al chico de ojos claros, aquellos ojos que en ciertos días lo habían mirado con tanto amor pero que ahora parecían querer desaparecerlo y junto con él desaparecer los últimos diez minutos.
Decir que el castaño estaba roto era poco. Se sentía acabado. Desecho. Engañado. Le había dado a su novio lo más que pudo, y parecía que era suficiente pero se equivocó.
— Te di lo mejor de mí, te di todo lo que tenía e incluso lo que no. Te entregue mi amor y mi maldita confianza ¿y te importo? ¿Te importo mientras dejabas que ese idiota te cogiera?
— No, por favor. Las cosas no fueron así, carajo.
— Lo único que quería darte era una vida mejor, quería cuidar de ti y ver que nada te faltara... Yo... Carajo, yo... – los sollozos y lágrimas bajando por su rostro no le permitieron seguir con el reclamo que trataba de darle al menor.
Y Andy lo aceptaba, nadie en toda su vida, ni siquiera sus padres, se habían interesado tanto en él cómo Oliver. Nadie había querido darle una vida magnifica como Oliver. Nadie lo había amado tanto... Como Oliver.
El problema de las cosas que pasan mucho tiempo con nosotros es justamente eso, pasan tanto tiempo con nosotros que es una costumbre tenerlas ahí, y damos por hecho que ya no se irán.
— Por favor, Oliver, tienes que escucharme. No es lo que piensas
— ¿Entonces qué mierda hay en tu cuello? Porque desde aquí parece que lo disfrutaste mucho. – el menor nunca hubiera besado a su compañero de cuarto de haber sabido que este era un maldito violador.
Oliver estaba furioso y tenía miedo de que aquella ira contenida pudiera llevarlo a hacer algo de lo que podría arrepentirse toda su vida. Se conocía así mismo y sabía lo que era capaz de hacer. Le dolía en el fondo de su corazón ver a su pequeño amanecer llorando, para él no era posible que algo como esto pudiera pasar. Y de haber sido por él, ahora estaría abrazando al pelinegro tirado en el piso, pero su orgullo y el dolor no se lo permitieron. ¿Por qué mierda se iba a dejar caer por un simple chico?
— Por favor, por favor, por lo que más quieras, Andy... Explícame, dime lo que paso y lo aceptare. Dame una maldita razón para quedarme y lo haré, te lo prometo. Lo que sea, dime que me amas y que todo va a estar bien. Que ese bastardo te hizo algo sin tu consentimiento. Por favor, dame una explicación cualquiera y la escuchare.
Y eso era lo que Andy había estado esperando, una oportunidad para decirle como había sido un completo imbécil al haber aceptado que un completo extraño invadiera su espacio íntimo y sentimental, Ash se había metido en las inseguridades e inexperiencias del pelinegro y se había dejado envolver de una manera fácil y estúpida, algo que jamás se iba a perdonar.
Andy necesitaba gritarle lo mucho que había sufrido sin su presencia. Quería decirle cuanto dolor tenía dentro de sí mismo. Él en verdad tenía que decirle que lo habían violado en los últimos dos meses, que se sentia adolorido y sucio. Que pensó en morir antes de regresar con Oliver, pero que no lo había hecho simplemente porque él sabía que su novio no lo iba a dejar.
Su novio Oliver lo apoyaría y jamás lo dejaría solo otra vez.
Pero en lugar de decírselo, guardo silencio. Como cuando eres culpable y te han agarrado en medio de tu propia mentira. Él quería decirle que lo amaba y que siempre lo haría... Pero las palabras no salían de él.
Y quizá era porque la verdad era mucho más dura de lo que se oía. ¿Cómo mierda le ibas a explicar a tu prometido que tu única experiencia sexual aparte de él fue una violación?
Él se sentía sucio y un completo desperdicio y las palabras de Oliver no ayudaban en lo absoluto. Conocía al chico frente a él y sabia de lo que era capaz por cuidar lo suyo, incluso si matar tuviera que ser necesario, así que guardo silencio y bajo la cabeza, dejando de las lágrimas se resbalaran por su rostro.
El mayor no pudo aguantar más el silencio y tomo su playera y la chamarra que minutos antes se había molestado en retirar con la esperanza de tener un escenario diferente a este.
Se vistió y camino hacia la puerta de su habitación diciéndole a Andy antes de salir:
— No quiero volver a verte.
Se escuchó el azote de la puerta, pasos golpeando el suelo pesadamente y finalmente un segundo azote de la puerta principal.
Había miseria y agonia en el aire, desesperación, frustración y una clara tristeza en la habitación.
Andy miro su mano izquiera y se solto a llorar tan libremente que cualquiera que lo viera sentiria una lastima verdadera hacía él. Sus huesos dolian y el llanto no se detenia ni por un instante. Incluso pensó en que iba a morir por ahogamiento.
Su mente sólo gritaba por un poco de paz, sus ojos rojos e hinchados reclamaban descanso. Pero para Andy Biersack ya no quedaba nada.
Sufrimiento, dolor, cansancio y finalmente cerro los ojos, abrazando la almohada en la que dormia su prometido. Aquella que todavía conservaba su olor.
Cap para AnDyRubbii espero mi portada. :v
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