27. Encuentros.
Estaba otra vez en la habitación de Astolfo, una vez más, estábamos teniendo sexo.
Lo hacíamos todos los días, después de clases iba a su casa y teníamos sexo, les decía a mis padres que me quedaría en casa de un amigo después de clases, ellos no me reclamaban ni nada. En las tardes también teníamos sexo.
Constantemente, se había vuelto una especie de adicción, algo que ambos disfrutábamos.
Los últimos gemidos de Astolfo dieron un punto y final al clímax del momento. Yo retire mi miembro, mi esperma sobresalía de la entrada de Astolfo, deslizándose hasta caer al suelo.
Jadeé, cansado, aún no me había acostumbrado a tener sexo, es algo que se me resulta agotador.
Astolfo, quien estaba contra la pared se giro y me sonrió.
—¿Estas cansado?—cuestionó.
—Si.—solté mientras me sentaba al borde de la cama.
Sentí sus manos acariciar mi espalda, recorriendo toda esta, me hizo tener un escalofrío, tengo que admitir que aun no me acostumbro a estos encuentros con él.
Suspiré, pensar que llegariamos a este punto aún parece irreal. Acostarse con alguien como Astolfo, eso es irreal. Él parece venir de otro lugar, no se como explicarlo, es tan increíble.
Sus besos hacían fila en cuello, hasta llegar a mi nuca, un escalofrío apareció de la nada. Él lo noto y una risilla salió de sus labios, otra vez.
—Estas muy rígido, relajate. Aún ni te he mordido bien.—susurro en mi oído.
Este tipo es bueno excitando a la gente, sus palabras, la manera en la que las dice, su forma de moverse en la cama, toda esa experiencia hace que el sexo sea más entretenido, que jamás sea aburrido. Es raro oír esto de un “inexperto” como yo, pero es la verdad. Por conversaciones que he oído, el sexo suele ser aburrido si se vuelve repetitivo.
Los brazos de Astolfo me atraparon, se sento detrás de mí, plantó un beso en mi nuca mientras sus piernas rodeaban mi cuerpo. Podía sentir su miembro rozar mi cadera, el escalofrío caló por todo mi cuerpo, mis mejillas se sonrojaron al sentir sus manos tocar mis pezones, con sus dedos, apretandolos y jalandolos, sus labios besaban la zona de mi cuello y yo solo podía dejarme llevar por el cansancio.
Me tomó por las caderas y me levanto, ágilmente se posición debajo de mi, ahora podía sentir su miembro rozar lo trasero, haciendo presión y como este aumentaba de temperatura corporal y se volvía más duro.
Supe de inmediato que intentó hacer.
—¡N-no quiero esto!
Fue lo que dije, no podía dejar que continuará a si no más. No podía soportar esa idea, que Astolfo me penetre, aquello nunca pasó por mi cabeza, además, tengo miedo de lo que puede pasar.
Suspiro, sentí el aire caliente golpear mi piel. Posó su frente contra mi espalda.
—________, no seas tan injusto.—canturreo.—No será tan malo, seré suave.
Sus persuasivas palabras no funcionarán conmigo, pero estaban teniendo algo de efecto.
—Y-yo...—suspiré.—... No me siento listo.
El pelirosa sonrió, me abrazo con mas fuerza y se lanzó hacia atrás, cayendo en la cama conmigo encima.
—No te preocupes por eso.—dijo.—Puedo hacer que lo estés.
Mordió el lóbulo de mi oreja, apreté mis dientes para no dejar escapar ningún sonido, realmente no quería mostrarme tan sumiso.
Mucho menos delante de él.
—Eres tan bonito, y tu cuerpo tan encantador. Confía en mí, estás en buenas manos, querido.—siguió.
Astolfo, con sus palabras, me examinaba, buscando un punto débil en mi para atacarme sin compasión y lograr convencerme de hacer aquello.
Y estaba funcionado. Ahí estaba el problema.
En la situación en la que estaba, no podía hacer casi nada, estoy tan cansado física y mental que apenas soy tan consciente de todo lo que esta pasando.
Pero no quiero, en el fondo algo en mi si, pero yo no quiero. Ser el sumiso, cuando he estado siendo la sombra de este chico, que me superé en todo, hasta en el sexo, y que ahora me quiera como su pasivo. Yo, tengo miedo de ello.
Es como ser devorado por el diablo.
Sus fauces, sus garras, sus ojos encandecentes mirándome con una ardiente y constante lujuria, deseando masticar toda mi carne con esos colmillos bañandos en saliva que demostraba la desesperación de sus instintos sexuales por empezar tal acto; así era como podía ver a Astolfo ahora.
Estaba tan metido en mis pensamientos, que no me había dado cuenta de que él me había puesto al revés y ya estaba abriendo mi entrada para meter su lengua.
—Que bonito color, rosadito, convina muy bien con mi cabello.—comento al ver esa parte de mi.
Mi rostro se torno rojo de la vergüenza.
—¡H-hey, ni siquiera te di autorización!
—Nah, olvida eso. Cuando lo pruebes lo querrás de nuevo, así son todos.—rió.
—¿Qué?
La lengua de Astolfo pasó por mí entrada, un cosquilleo invadio mis caderas. Continuó lamiendolo, hasta que buscaba la manera de entrar su lengua dentro de mí. Mi cuerpo no estaba reaccionado como yo quería, se estaba dejando llevar, y estoy otra vez excitado. Lo que me sorprende es que sea por esto.
Astolfo entraba más y más su lengua, se sentía de cierta forma bien, tan lascivo. Sus dedos se introdujeron en mi, solte un soplido. Esos delicados dedos suyos que son tan suaves al tacto, esos que ahora estoy conociendo de una manera tan íntima, me estaban haciendo soltar pequeños gemidos por lo estrecho que estaba ahí. Sus movimientos circulares y rectos eran tan buenos, mi cuerpo se calentó una vez más.
Cuando terminó, agache mi cabeza, avergonzado, no puedo creer que acababa de disfrutar eso, soy un completo pervertido vulgar.
—¿Lo ves?, te dije que te iba a gustar.—mencionó.—Tan solo mira la adorable expresión que tienes.
—Claro que no.—frunció el ceño.—Y-yo no lo disfrute.
Astolfo sonrió.
—Porque esa no fue la mejor parte, querido~
El miembro de Astolfo, podía sentir su tronco presionar contra mis cavidad, acariciandola, luego fue su punta, que entró con facilidad y de manera repentina. Cuando el pelirosa introdujo todo de una, mi cuerpo se sobresalto, todo mi cuerpo se estremeció.
—Oh, aún sigue un p-poco estrecho ahí abajo.—soltó una risilla.
¿Que es tan gracioso para este maldito?
A diferencia de mi, Astolfo mantenía moviendo sus caderas de manera experta, moviendo en círculos su miembro dentro de mi. Movía sus caderas de forma flexible y fluida, que era un pecado decir que era malo en ello.
Otra vez empujó sus caderas contra mis nalgas, provocando así un sonido fornido. Se apego a mi, comenzó a manosear mi cuerpo, tomando mi cuello, levantándome junto a él y empujando varias veces con fuerza dentro de mí. No podía respirar, sus gemidos eran tan palpables y yo resistía no dejar salir ni uno, si quiera un atisbo de uno. Comenzaba a morderme, dejando maracas en mi espalda de sus colmillos en mi espalda.
—Recuerda todo esto, _________.—decía.—Para cuando me lo hagas a mi, ¿entiendes?
Apretó mis mejillas con fuerza, pego su boca a mi oreja, sus jadeos abofeteaban mi rostro como un animal salvaje, este no es Astolfo, es solo una máquina de tener sexo.
—¿Entiendes?—replicó, con autoridad, queriendo una respuesta obligatoria.
—S-si.
Inevitablemente solté todos los gemidos que intente contener en uno. Uno que le encantó a Astolfo.
Una de sus manos tocó mi miembro, que estaba excitado.
—Te dije que te gustaría.
Comenzó a masturbarme, por cada embestida lo hacía más rápido.
Me echo a un lado, me sujetó de las piernas y comenzó a embestirme en esa posición, apegándose más a mí.
Astolfo había dejado ver sus verdaderos instintos, estos que tanto trata de ocultar en una actitud despreocupada, optimista y cariñosa.
Por la forma en que Astolfo tenía sexo conmigo ahora, es como si estuviera diciendo, “él es mío”. Me empezó hasta a morder en diferentes zonas de mi cuerpo, nuevamente. Me hizo chillar.
Por más que me mire con esos ojos, no es lo mismo, por más que me bese de esa manera, no es lo mismo, por mas que me toque de esta manera...
“—Mi nombre es Astolfo, un gusto.—”.
... Ya no es lo mismo.
Astolfo se corrió fuera de mi, embarrando todo mi miembro y caderas de su pegajosa esperma. Jadeabamos simultáneamente, nuestras miradas se encontraron, los ojos de Astolfo recobraban ese amor y cariño que tanto lo caracterizan.
Plantó un beso en mis labios, pero se sentía tan sucio, tan asqueroso ahora y no se porque.
—Continuemos.
Después de ser penetrado por él en diferentes posiciones, correrme sin ni quiera tener que tocarme, había quedado totalmente exhausto, bueno, ya lo estaba, Astolfo solo me uso hasta él cansarse.
Nos duchamos, y por el dolor en mis caderas me sente en la silla rodante, la rodé hasta la ventana de la habitación mientras Astolfo leía algo en su laptob con unos lentes puestos. Estaba observando el panorama, pero en realidad era un punto fijo en la nada, suspiré, no sabía cómo asimilar las cosas.
—¿Que miras?—preguntó el más alto.
—... Nada.
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Lamento la tardanza, pero como estamos en este mes ya saben que hay que celebrar y etc.
Por cierto ¡Feliz navidad! Llegue un poco tarde pero nunca es tarde para felicitar. uwu
Para aquellos que no les gusta que rayito sea el pasivo, déjeme decirles que ambos se turnaran, no se preocupen, Astolfo solo le dio un par de lecciones a rayito para que la próxima vez sea más excitante tener sexo con él.
Bueno, eso.
Espero que les haya gustado el capitulo.
Por cierto, ¿cómo la pasaron el 24?
Espero que bien.
Ahora dejo de distraerlos y adiu :V
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