Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13. Sigamos.

La noche llegó, y con ello un frío ambiente, que te resultaba refrescante. Puede que a algunos le moleste el frío, pero a ti te encanta. Le habías enviado un mensaje a Astolfo de que ya ibas para su casa.

Tu padre aún no había llegado del trabajo, a diferencia de él, tu madre es más permisiva, así que ni te cuestionó para donde ibas, de hecho, ella estaba contenta de oir:

—“Saldré con un amigo.”—.

Ya que, hacia tiempo que no decías algo relacionado con socializar con alguien, o salir de casa, siempre estabas encerrado en tu habitación, usando la pc y haciendo tarea, jamás salias de ahí, de tu lugar de confort, de tu cueva, tu santuario. Pero hoy sería la noche en donde saldrás de esa penumbra.

La casa de Astolfo, a no, disculpa, la mansión de Astolfo, no quedaba tan lejos, podías ir en bicicleta, así llegarías mas rápido y sin problemas. Fuiste en bici hasta la mansión de tu amigo, y te sentías feliz. ¿Ya hace cuanto no sales con Astolfo?, la última vez, si no mal recuerdas, fue en la playa.

Ojala y no pase algo vergonzoso como aquella vez.—pensaste, al recordar lo sucedido ese día.

Llegaste a la lujosa mansión del pelirosa. Era la misma mansión de siempre, te invadió una sensación de nostalgia. Recordaste que cuando Astolfo no estaba, había veces que paseabas en tu bici, pero solo era para cruzar por esta mansión, ya que nunca sabias cuando Astolfo volvería, cruzabas para ver si había llegado.

Tocaste el timbre. Uno de los sirvientes salió para abrirte la puerta. Su cabello era blanco y se veía como una buena persona, nada del otro mundo. Creíste que serias un sirviente grande y fuerte e intimidante. Bueno, si se veía así de buena gente, es mejor, así no tendrías problemas al hablar.

—Hola, buenas noches,—saludaste.—soy __________, y-

—Disculpe por interrumpirlo, pero se quien es; el amo ya me dijo que vendría. Por favor, deme su bicicleta, lo dejaré aquí adentro. Sir Astolfo saldrá en su auto, cuando vuelvan de su actividad, le devolverte su bici.

—Oh, ok.

Esperaste sentando en la acera a que Astolfo saliera. Escuchaste cómo la cochera se abrió y el lujoso auto del pelirosa salía. Un ferrari, color rojo vino. El mayor bajó la ventana del auto y te miró con una sonrisa.

—No te quedes enbobado, ven y entra.—exclamó.

Tú solo obedeciste. Entraste al lujoso automóvil y cuando te sentaste, el fresco aire acondicionado te golpeo de lleno en la cara, haciéndote sonreír. Miraste a Astolfo, quien tenía una polera y unos pantalones cortos negros, más esos adidas blancos, una buena combinación.

—Pensé que vendrías con un vestido.—bromeaste.

—Lo iba a hacer.—dijo, frunciste tu ceño.

—¿Y porque no viniste con el vestido?

—Pensé que no te gustaban, ¿te gustaba que me vista de chica?

Te sonrojaste y chasqueaste tus labios.

—No digas tonterías.

Astolfo rió.

—¡________, pervertido, sabía que tenías una parte así en ti!—eso solo hizo que te pusieras rojo.—Pero, si te soy sincero, si yo fuera a salir con un vestido o ropa de chica a la calle, sería a veces, y si fuera con un chico, sería porque este lo considero mi pareja.

—¿Eh?, ¿disculpa?

—¿Acaso quieres que piensen que somos novios?, pensé que no te gustaba llamar la atención.

—Contigo, todos llamamos la atención.—mencionaste.

—¿Porque lo dices?

—Destacas mucho.—respondiste.—Para una escuela tan popular como esa, llena de gente de dinero, tú destacas mucho, aún si los demás no le dan importancia a tus gustos. ¿No te das cuenta?

Astolfo se quedó por unos momentos pensado, para luego volver a su expresión habitual. Cuando pararon a un semaforo en rojo, el pelirosa ladeo la cabeza y se estiró un poco. El olor de champoo de marca se introdujo en tus fosas nasales.

—Nope—te miró.—; pensé que del único que llamaba la atención, era la tuya.

—Esta loco.—soltaste por lo incómodo que te sentiste al oír eso.

—Tranquilo, solo soy sincero.

—Deja de serlo, haces que esto no se vea como una salida de amigos.

El semaforo volvió a verde y Astolfo condujo nuevamente.

—Nadie dijo que lo era.—susurro.

—¿Dijiste algo, Astolfo?—no pudiste escuchar bien lo que había dicho.

—¡No, nada!—exclamó nervioso.

Astolfo, para quitar algo de incomodidad en el ambiente, come yo su celular para poner algo de música. Pará tu suerte, el pelirosa y tú tienen los mismos gustos en música, así que eso hizo más relajante el viaje hasta la atracción. Mirabas los autos pasar, tna rápido que parecían solo luces fugaces viajando por la oscuridad.

Como sueles pensar mucho, ya que te gusta mantener tu mente activa, pensaste en:

—¿Que sería de nosotros si huimos de aquí?

No sabias si era porque la canción que estaba sonando ahora, que se llamaba “escape” y por su letra, te hacían pensar eso, pero esa pregunta se te cruzó por la mente.

Al cabo de unos minutos, llegaron a su destino. El auto de Astolfo llamó la atención de muchos, pero eso es algo a lo que él no le da importancia.

Ambos se bajaron del ferrari, y miraron el gran parque. Es una atr3de diversión, así que hay mucho que hacer ahí. Pasaron por el lugar de verificación, dieron sus boletos, entraron al lugar y no había cosa que no te llamase la atención ahí.

Astolfo y tú primero fueron a la torre, después al trampolín, luego a una máquina llamada el martillo, donde fueron agitados por el aire muchas veces. Astolfo estaba ansioso por ir a otro lugar, pero primero se detuvo.

—¿Que pasa?—cuestionaste al ver que se detuvo de repente.

—Dame un minuto.—metió sus manos en sus bolsillos.—Espero que no te importe.

Frunciste tu ceño al oír eso. Astolfo sacó una cajita de cigarrillos, tus pupilas se dilataron, no pudiste creer lo que veías...

¿Astolfo, fumando?

El pelirosa sacó un cigarro y, con el mechero en su otra mano, lo posó en sus labios y prendió la punta, dejando la flama por unos segundos hasta que se encendiera. Caló el cigarro y dejó salir el humo por esos labios rosa y bonitos que tanto te gustan.

Astolfo miro tu reacción, que estabas sin expresión alguna, como sorprendido, él sonrió divertido.

—¿Y esa cara?

Reaccionaste al oír su pregunta.

—Ah, n-no, es que no sabía que fumabas.—tartamudeaste.

—Si, lo sé, y perdón, se me había olvidado decírtelo.—dijo.

—... Deberías dejarlo.—musitaste.

—¿Disculpá?

—Que deberías dejarlo.—hablaste más fuerte.—Eso solo mata a la gente.

—No es la gran cosa.—dijo relajado.

—Astolfo, deja de fumar.—dijiste serio.—Y si consumes otra cosa, entonces dejala.

—Tranquilo, ________, no suelo usarlo mucho. Ni siquiera la mariguana.—dijo.—Además, ¿no crees que es mejor morir haciendo lo que te gusta?

Al oír eso, te preocupaste aún más, pasaste tu mano por tu cabello y secaste el sudor de tu frente.

—Astolfo, no se porque lo haces, y no te voy a cuestionar porque, pero no deberías de ser tan egoísta pensando en que “es mejor morir haciendo lo que te gusta”.

—¿Porque no?

—Eso solo lo dice la gente que ya no tiene nada por lo que vivir.—dijiste.—Asi que callate, y deja de fumar.

Astolfo, con sus ojos brillando, como si sus lágrimas se asomaran por esos ojos púrpura. Esa fue la primera vez que viste a Astolfo con una expresión que no era sonriente, él estaba serio.

—Esta bien, ________.—tiro el cigarrillo al suelo y lo piso. La caja de cigarros la echo al basurero.—Lo haré, solo porque tú vales más que una caja de cigarros.

Sonreiste.

Tú, quien no te interesaba nada de los alrededores y que te mantenías solitario, te sentiste bien, como cosquilleo o un regocijo en tu ser, porque habías cometido una buena acción. ¿Era por eso?, o ¿por lo que dijo Astolfo?, no sabias la respuesta. Suspiraste, y abrazaste a Astolfo. El contrario se sorprendió al ver cómo le abrazaste, ya que, en estos casos, normalmente sería Astolfo quién te abrazaría.

—¿_________?

Dejaste de abrazarlo y lo miraste.

—Astolfo, sigamos.

El pelirosa sólo te sonrió.

—Claro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro