4. Tu voz
El enorme carro estaba hasta arriba de maletas de todos los colores y tamaños, hoy era un día de los largos, el hotel estaba completo y Won Sik se iba a pasar toda la mañana dejando los equipajes en sus respectivas habitaciones. Todo esto habría sido algo tranquilo, si no le hubieran interrumpido para que ayudara a una pareja recién llegada, a subir las pocas pertenencias que tenían. Por lo visto, la chica había pagado lo suficiente para no tener que hacer nada de esfuerzo en llevar sus cosas.
Arrastró el carro con el resto de maletas hasta el ascensor y esperó a que se abrieran las puertas. Se sorprendió al encontrarse de nuevo al acompañante, seguramente novio, de la rubia de la maleta. Esta vez pudo contemplarle más detenidamente, ya que antes estuvo tan concentrado en su trabajo que no pudo fijarse en la belleza de ese hombre.
Su piel, tan fina y blanquecina como la porcelana, se ruborizó en cuanto sus miradas se encontraron y ese efecto hizo que el corazón del pelinegro latiera con rapidez. Agacharon sus cabezas a modo de saludo e intercambiaron posiciones, pero antes de que las puertas del ascensor se cerraran, el muchacho habló, con la voz más dulce que Won Sik jamás había escuchado.
- Disculpa a mi... prometida. – No dijo esa última palabra con ganas, pero fue lo suficiente para que el botones sintiera que algo se rompía dentro de él. – No está acostumbrada a llevar las maletas. – Hizo una media sonrisa.
- No tiene importancia. – Respondió.
Hubo un silencio incómodo antes de despedirse entre sí y finalmente las puertas se cerraron. Won Sik suspiró, y se apoyó en el espejo, no relacionaba lo que sentía en ese momento con lo que acababa de pasar, no entendía que era ese cosquilleo que le hacía tener ganas de volver a su pequeño piso y escribir sobre él, pues ese era su gran talento. Últimamente no se sentía muy inspirado, sus letras siempre hablaban de lo mismo y no salía de su círculo de confort, pero después de ver aquel rostro sintió algo distinto.
Aceptó ser pluriempleado para conseguir cumplir su sueño, aquel por el cual su madre siempre le decía que luchara antes de morir. Por las mañanas aceptó ponerse el uniforme de botones en aquel lujoso hotel y por las noches, lo cambiaba por una camisa blanca y un chaleco negro, pues también aceptó el puesto de barman en el mismo lugar. Su salario le permitía pagarse el piso de alquiler donde vivía, pero aún no conseguía lo suficiente como para poder pagar un estudio de grabación y dedicarse a componer para grandes artistas.
Solo le faltaban un par de habitaciones para terminar su ruta y volver a la entrada para ayudar a los nuevos huéspedes que llegaban, cuando escucho una voz muy conocida.
- ¡Won Sik! – Se giró, no se había equivocado.
- ¿Ken? Cuanto me alegro de verte ¿Qué haces aquí?
- Luna de miel. – Dijo mientras mostraba su anillo, el pelinegro abrió los ojos muy sorprendido.
- Vaya... nunca pensé que...
- ¡Cariño ya ha llegado el taxi! – Dijo un muchacho de piel morena mientras se situaba al lado de su amigo. - ¡Hola! – Se dirigió a Won Sik.
- Hak Yeon, él es Ravi ¿Te acuerdas? – Su marido asintió.
- ¿En serio? Encantado de conocerte – le tendió la mano. - Jae Hwan me ha hablado muchísimo de ti. Me encantaría quedarme, pero nos esperan...
- No hay problema, yo también tengo trabajo. ¡Disfrutad!
Los recién casados se marcharon, Won Sik los miraba feliz, pues se alegraba por su amigo, al que hacía tiempo no veía.
Terminó su jornada laboral con normalidad y rápidamente, se subió en la moto y volvió a su apartamento, sin dejar de pensar en ningún momento en aquella voz aterciopelada que se había hecho dueña de su mente durante el resto del día.
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